Desinformación dicta la pauta en discurso oficial venezolano
Es evidente el deterioro del viaducto La Cabrera. (Foto Arístides Córdoba)
Daniel Pabón | dpabon@el-carabobeno.com
La semana que termina será recordada por dos polémicas afirmaciones. Para el vicepresidente ejecutivo, Elías Jaua, la construcción del Metro de Valencia no se ha paralizado. El Viaducto La Cabrera no tiene ni una grieta, en palabras del ministro de Transporte y Comunicaciones, Francisco Garcés. Analistas políticos razonan que debajo de ambos discursos se esconden la desinformación y la generación de expectativas para alzar el vuelo electoral.
En pleno centro de Valencia, Jaua afirmó el martes que la obra del Metro "no es que se ha paralizado, (sino que) hubo una desaceleración en su ritmo", producto de una falta de recursos que quedó en el pasado. Dos días después, y con La Cabrera al fondo, Garcés lo encontró en buenas condiciones. "No tiene ningún tipo de problemas de estabilidad estructural", concluyó tras evaluarlo.
Una cosa y otra generan en la población "cortocircuitos", como ilustra el director de Datanálisis, Luis Vicente León.
Hasta donde se conoce públicamente, la construcción de la línea dos del subterráneo cesó el 25 de noviembre de 2009. Del viaducto, obra finalizada en 1958, el Colegio de Ingenieros ha diagnosticado la necesidad de una rehabilitación inmediata. Se habla de 57 pilotes reparados, del total de 317 que soportan la estructura de dos kilómetros.
En opinión del politólogo José Vicente Carrasquero ambas declaraciones de prensa, además de "cuestionables y faltas de ética", fueron estratégicamente dirigidas no tanto a los carabobeños, sino más bien al resto del país.
Para los de aquí el problema es patente: valencianos y usuarios de la ARC viven y saben de la paralización del Metro y del mal estado del viaducto. Carrasquero supone que ni siquiera un oficialista local pudiera negar ambas cuestiones. "Pero para una persona que está en Barinas, por ejemplo, y que sea chavista, las opiniones del vicepresidente y del ministro van a ser más importantes que las del habitante de Carabobo".
En líneas generales, como se expresó Luis Vicente León, es muy probable que en lo sucesivo el país vea estímulos en todas las grandes obras de infraestructura genérica en Venezuela, que eventualmente tendrán impacto visual y real en la población.
Es mucho más efectivo mostrar el rescate, reestructuración, reparación y relanzamiento de obras que están paradas, y con eso mostrar un aliento de actividad, analiza el director de la encuestadora. "Al final del día va a ser fundamental para garantizar una percepción de mejoras necesarias para el ambiente electoral venezolano".
Caso repetido
Lo mismo pasa con el tema de la vivienda. La probabilidad de que el Gobierno pueda construir 2 millones de casas en seis años (esto es, dos veces más ambicioso que el plan habitacional de Brasil), es muy baja. Pero León rescata que no es necesario que ese evento ocurra para que tenga un impacto positivo, desde el punto de vista político, porque algunas estructuras terminará levantando. Otro ejemplo. El ministro de alimentación, Carlos Osorio, dice que no hay desabastecimiento al tiempo que la gente está buscando productos inexistentes en los supermercados. Pero también es verdad que el Gobierno ha incrementado su fijación a las importaciones para evitar que los anaqueles se queden vacíos. "Si tú generas una expectativa, incluso diciendo algo que no es cierto, la acción de esa experiencia negativa puede traer un impacto positivo", expone el estadista.
El síndrome grupal
El fundador y ex presidente del Colegio de Politólogos de Carabobo, Santiago Rodríguez, presume que, electoralmente, pronto pueda ser reactivada la construcción de la línea dos del metro. El politólogo no da crédito a la hipótesis de que ambas aseveraciones estén envueltas en alguna estrategia pensada, o se traten de una burla. "Demuestran sí, una gran ignorancia con respecto a la situación", contrapone. Tienen que ver mucho con la desinformación o bien con la información errada que suele rodear a los cuadros medios del Gobierno. Las polémicas afirmaciones le recordaron a Rodríguez el llamado "síndrome grupal", una práctica muy común dentro de las líneas de mando desde el punto de vista organizacional. "Cuando existe un liderazgo muy autoritario, la gente siente temor de decir la verdad y las declaraciones se hacen en función de complacer al jefe". En todo caso José Vicente Carrasquero sentencia que se trata de jugadas políticas, impropias de altos funcionarios que tienen que ser vigilantes del bienestar de una sociedad y no del regateo.
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