Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 20 de junio de 2011

Realidad y lavado de cerebro

Notitarde19-06-2011 |

Realidad y lavado de cerebro

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Acabo de regresar de un viaje por Italia. Por doce días me desconecté de la inseguridad, el caos, el desgobierno, la falta de electricidad y el larguísimo etcétera venezolano. La verdad es que estar en el primer mundo reconforta. Aquí a uno se le olvida cómo se vive en paz. Allá se olvidan las paranoias de que a uno lo pueden matar en cada esquina. Aquí uno está expuesto al pésimo funcionamiento de todos los servicios básicos. Allá se puede disfrutar de electricidad y agua sin ser acusado de derrochador, de culpable de la crisis o de boicoteador. Sin embargo, allá, dentro de aquella maravilla, hubo un episodio que me trajo de vuelta aquí, a nuestra realidad:

Almorzaba en Milán con unas amigas, cuando nos atendió un mesonero cubano. De inmediato nos reconoció el acento. Cada vez que se acercaba a la mesa, nos comentaba algo sobre Venezuela. Conocía las misiones y hablaba de Chávez con gran familiaridad. Nos dijo que estaba casado con una venezolana y que vivía en Italia desde hacía seis años. Pero cuando nosotras le hacíamos alguna pregunta, evadía responder. Sabía mucho de nuestro país, pero según él, jamás había venido. No nos respondió, por ejemplo, dónde y cómo había conocido a su esposa. Tampoco por qué y cómo había salido de Cuba.

Finalmente y ante nuestra insistencia, nos explicó que "él había podido salir de Cuba porque tenía familia italiana". Que para los cubanos era "facilísimo" salir de la isla porque obtener un pasaporte era un fácil trámite que costaba $25 (le fue imposible explicar por qué tanta gente se ha arriesgado y muerto saliendo en una balsa, por ejemplo), pero que el problema era que en el mundo entero ningún país quería recibir cubanos. La culpa no era ni de Fidel ni de Raúl Castro ni de su infame régimen. La culpa era de "otros" afuera. Pero, peeeero, que él no volvería "jamás" a Cuba porque "ahora estaba mil veces mejor", y sentía dolor por la injusticia a la que estaban sometidos sus compatriotas, porque solo pocos –como él- tenían familia en Europa que hiciera los trámites para recibirlo. No se cuestionó en ningún momento que de ser verdad lo que decía, por qué se negaban todos los países del mundo a recibir cubanos.

Para nosotras resultó muy triste haber conversado con ese muchacho treintañero, que a pesar de haber salido de Cuba, de estar experimentando de primera mano el ser libre, aún creía y repetía como un loro la idea que le sembraron desde pequeño en Cuba: que la culpa de todos los males internos es de un "enemigo externo". Que los cubanos son "libres", pero que el mundo les cierra las puertas. El proceso de ideologización desde la temprana infancia funciona. Imposible no preguntarnos cuántos niños venezolanos están siendo sometidos al mismo lavado de cerebro.

Hace años supe la historia de un ruso que era primohermano de un amigo mío. Su padre le había pedido a su hermano, el papá de mi amigo que años antes había emigrado a Venezuela, que sacara a su hijo de la Unión Soviética. El joven tenía poco más de veinte años. La familia venezolana se abocó a realizar las miles de diligencias que significó sacarlo de su país, hasta que lo lograron.

Cuando llegó aquí, creía que todo lo que veía era un tinglado montado por sus parientes para engañarlo a él. Para los venezolanos resultaba increíble que él pudiera pensar que las casas, los edificios, las tiendas, las vallas, todo, absolutamente todo lo que lo rodeaba, pudiera estar montado solo para engañarlo a él. Al ruso no le pasaba por la cabeza calcular cuánto costaría montar toda una ciudad, solo para engañarlo a él. Le costó más de un año entender que existía una realidad distinta a la que él había vivido. Que en otras partes del mundo había algo para él desconocido, llamado libertad.

Tristemente, los lavados de cerebro funcionan para lo que fueron diseñados. Maquiavélicos, perversos, viles. La realidad sola no parece ser suficiente para convencer a aquellos que han sido cegados desde niños.

@cjaimesb

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