viernes, 23 de octubre de 2015

El Sínodo de los Obispos ha dedicado tres semanas a reflexionar y debatir sobre los problemas, los desafíos y la misión de la familia en la Iglesia y en la sociedad. Entre los participantes han estado también laicos, expertos y matrimonios que han aportado su visión al respecto, basándola en su trabajo y experiencia personal. Es el caso de la María Marcela Mazzini, profesora de Teología en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Argentina.



Qué hace y cómo funciona el Sínodo de la familia

La Pastoral tiene la misión de ayudar a vivir a la altura de la dignidad

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El papa Francisco convocó al Sínodo para debatir los problemas y necesidades de la familia cristiana de hoy EFE

SANTIAGO RIESCO PÉREZ* |  EL UNIVERSAL
domingo 18 de octubre de 2015  12:00 AM
Entre el 4 y el 25 de octubre se está celebrando en el Vaticano la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos bajo el lema "Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia". El año pasado, entre el 5 y el 19 de octubre tuvo lugar la III Asamblea General Extraordinaria que trató el tema "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización". Hasta aquí nada nuevo.

Los sínodos tienen siempre carácter consultivo. Son reuniones convocadas por el Papa en las que participa una representación de obispos de todo el mundo con el fin de hablar libremente sobre un tema que preocupa a la Iglesia. El sínodo no tiene capacidad para definir dogmas o para legislar como sucede en los concilios. Al concluir, los padres sinodales (270 en este caso) elaboran un mensaje con propuestas para que el Papa escriba, si lo cree conveniente, una nueva exhortación apostólica.

Lo realmente novedoso ha sido el modo en que Francisco ha decidido afrontar estos sínodos sobre la familia. En octubre de 2013 el Vaticano enviaba a las diócesis de todo el mundo 38 preguntas muy concretas para saber qué sufrimientos espirituales aquejaban a las familias católicas. 

Con las respuestas -llegadas desde parroquias, movimientos eclesiales, instituciones académicas y especialistas- se ha redactado un texto de 77 páginas, el Instrumentum laboris (Documento de trabajo) sobre el que están dialogando los obispos en el sínodo extraordinario que terminará el 25 de octubre. El documento deja al descubierto lo que el papa Francisco intuía, es decir, que muchos católicos se sienten solos y no encuentran respuestas a su situación en una Iglesia que no tiene claro del todo cómo afrontar aquellas relaciones que, hasta el día de hoy, estaban en el "limbo pastoral" de las comunidades cristianas. 

Un ejemplo muy claro sobre el que también trata el documento es la relación con las parejas homosexuales. En el instrumento de trabajo se lee que todas las conferencias episcopales -después de examinar las respuestas de los fieles a las preguntas del papa Francisco- no ven conveniente "redefinir el matrimonio", que solo se considera entre un hombre y una mujer, pero al mismo tiempo piden "una actitud respetuosa hacia ellos, exenta de prejuicios". De la misma forma, a través de la encuesta, los fieles tampoco se muestran partidarios de que las parejas del mismo sexo puedan adoptar, ahora bien: "Si estas personas, piden el bautismo para el niño, debe ser acogido con la misma atención y ternura que el resto de los menores". 

Uno de los asuntos calientes que se está abordando en el sínodo es el de los católicos divorciados y vueltos a casar. Son demasiados los que, según refleja el documento, sufren un conflicto interno con la Iglesia por negarles los sacramentos, sobre todo el de la eucaristía y la penitencia. Y, de un modo muy especial, cuando acompañan a sus hijos a hacer la primera comunión. "Muchos sienten frustración y se sienten marginados", admite el documento de trabajo.

Como en otros tantos aspectos, la encuesta enviada por el Papa está sirviendo para que la Iglesia corrobore que demasiadas veces no está a la altura del sufrimiento del prójimo. Y de ahí las palabras del Papa a los obispos: "La Pastoral Familiar, lejos de cerrarse en una mirada legalista, tiene la misión de ayudar a las personas a vivir a la altura de su dignidad". 

La Iglesia no puede cambiar su doctrina con el sínodo, pero sí el acento y la mirada. Del sínodo saldrá, sin duda, una Iglesia más proclive a entender las nuevas relaciones de familia que a condenarlas. 

* Periodista y teólogo


Auditora del Sínodo: un regalo no puede darse en una bolsa de supermercado
Entrevista: la profesora argentina


María Mazzini, de la Pontificia Universidad Católica Argentina, cuenta el Sínodo. Señala la importancia del lenguaje: 'Amor fiel' en vez de 'indisolubilidad' lo entienden todos
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 22 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El Sínodo de los Obispos ha dedicado tres semanas a reflexionar y debatir sobre los problemas, los desafíos y la misión de la familia en la Iglesia y en la sociedad. Entre los participantes han estado también laicos, expertos y matrimonios que han aportado su visión al respecto, basándola en su trabajo y experiencia personal. Es el caso de la María Marcela Mazzini, profesora de Teología en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Argentina.
Lo primero que pensó cuando supo que vendría al Sínodo fue en las inquietudes que se viven en su país. “Aunque todos hablaban de los divorciados vueltos a casar por lo civil, me empecé a dar cuenta de que había cosas que estaban dividiendo las familias en dos o en muchos pedazos. Me di cuenta que en mi país está entrando muy fuerte el tema de la droga, especialmente en los sectores marginales. Ahí se ve a la Iglesia como hospital de campaña”, explica la profesora a ZENIT. Una familia que tiene un adicto está en una situación tan grave --asegura-- que la problemática de la comunión a los divorciados, es en comparación como tener alto el colesterol.
Otro tema que se le presentó fuerte fue el de la violencia. La violencia dentro y fuera de casa. Muchas muertes de mujeres se dan dentro de casa. “¿Y cómo acompañamos esto? ¿Se nos queda grande? ¿Estamos pensando estrategias para acompañar a esas familias, familias que se quedan a veces sin padre y sin madre?”, se pregunta.
La profesora Mazzini asegura que se dio cuenta de que había muchos desafíos, y cuando llegó a Roma vio que había muchos más. Asimismo, reconoce que está viviendo el Sínodo con la sensación de que hay que abrir mucho la cabeza y el corazón. “Yo venía con todas estas cosas, y me encuentro que en África y Asia el desafío más importante son los migrantes. Y en África en concreto el asunto de las viudas desheredadas por la familia del esposo, o la poligamia. Y en Asia los matrimonios mixtos…”, explica. A propósito, observa la docente, ella ve a la Iglesia que trata de estar cerca, hay un deseo de acompañar, de estar, de encontrar estrategias.
Por otro lado reconoce que viendo todos estos problemas y desafíos “hay una sensación de un poquito de vértigo” pero “también veo un compromiso muy grande, deseo de estar, aunque no se sepa muy bien cómo. Ahora hay que encontrar los caminos”.
Un tema que ha surgido con frecuencia en el Aula es el adaptar el lenguaje al mundo de hoy. Al respecto, esta profesora argentina reconoce que “las instituciones de la Iglesia y los teólogos mucha veces tenemos un lenguaje que resulta incomprensible. ‘Sacramentos, gracia, indisolubilidad’. Hay que encontrar palabras nuevas para las realidades que también sean significativas para las personas de hoy”.
Por ejemplo, explica, indisolubilidad a lo mejor no es significativa, pero si hablas de amor siempre fiel, eso lo entendemos todos. A propósito, cuenta que en los círculos menores se daban cuenta de que “nosotros pertenecemos a otra generación. Desconocíamos el whatsapp en nuestra adolescencia y los obispos me decían ‘yo todavía no me llevo bien con el celular’”, explica Marcela.
La teóloga también observa que el tema de la educación sexual salió fuerte durante el debate y se vio “cómo nuestro mensaje no llega porque está desactualizado, o no lo hablamos, hay miedo de encarar el tema”. Ella explica que “no es lo mismo ofrecer un regalo en una bolsa de supermercado que un paquete bien presentado”. Esto hay que tenerlo sobre todo en cuenta  --indica-- con los niños y los adolescentes que todo les entra por los sentidos. El mensaje ya sabemos cuál es, pero ahora ¿cómo lo vamos a presentar para que sea atractivo? Hay como un vacío que no se ha llenado, hay timidez en hablar del tema, asegura la profesora.
También reconoce haber sido testigo de personas que “han pedido la nulidad porque no sabían que el matrimonio cristiano era para toda la vida, pensaban que era solamente un ‘deseo’, no un compromiso”. Hay gente --asegura-- que esto no lo entiende cuando se casa. “Hay personas que se casan sin querer tener hijos y no saben que estar abiertos a la vida es una de las condiciones del matrimonio cristiano. Por eso, hay que explicar bien a las personas a qué se están comprometiendo, qué es este camino porque a lo mejor no es lo que quieren”, explica durante la entrevista.
Hablando sobre el desafío que la Iglesia también enfrenta con respecto a los jóvenes, la profesora Mazzini cuenta que en el círculo hablaron de que hoy en día hay “muchas cosas que hacer antes de casarse”. “La gente quiere casarse, pero primero quiere establecerse en el trabajo, tener un lugar para vivir, elementos para armar una casa en conjunto… Todas esas cosas hacen que el matrimonio se retrase. Muchos vienen de casas en las que sus padres se divorciaron y ahora ellos quieren pensarlo bien”, observa.
A propósito, reconoce que hay que acompañar en una preparación remota que viene junto con la catequesis, donde hay que visualizar qué es el matrimonio cristiano. Y esto va más allá de los cursos prematrimoniales. “Se ha hablado de las cosas más diversas; desde cursillos que se pueden hacer online, hasta catecumenado para el matrimonio. También se habló de una preparación próxima, pero no inmediata para esta edad, los jóvenes. Y así ver qué es esta vocación, qué significa, qué es una con-vocación: no es solo elegir el matrimonio, sino que estás llamado junto con otro, ¿cómo acompañar esta búsqueda? Vivimos en un mundo muy globalizado pero no siempre se generan lugares de encuentro para los jóvenes cristianos”, explica.
Finalmente, la teóloga argentina asegura que el Papa muchas veces entiende más, está más cerca de algunas inquietudes que los que estamos trabajando en las instituciones de la Iglesia. Haciendo referencia al discurso que Francisco pronunció en la conmemoración del 50º aniversario del Sínodo, precisa “mi interpretación es que el Papa nos dice ‘yo voy a escuchar todo lo que ustedes dicen, luego me voy a tomar el tiempo y espacio de oración y discernimiento para decir una palabra para este momento, teniendo en cuenta lo de ustedes’”.
La profesora, observa que ha podido sentir que "en el Sínodo todas las personas tienen un deseo sincero de ayudar. Y aunque no estés de acuerdo tienes que darte cuenta de eso”. Del mismo modo, asegura que ha visto a “mucha gente buena empeñada en hacer cosas por los demás. Dejando la vida”. Y pide que “todo este empeño que estamos poniendo, ponerlo también después para lo que el Papa nos proponga”.
Concluyó indicando que “se habla del proceso sinodal que empezó en el 2014, pero yo creo que es un proceso de cambio en la Iglesia. Hay algo que se ha desencadenado y yo lo veo con mucha esperanza”.
El Sínodo de la Familia y las mujeres
La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) espera que el Sínodo contribuya a una mayor valorización de la mujer y de su responsabilidad en la Iglesia
Por Redacción
Roma, 22 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Se puede decir que el Sínodo, que está reflexionando sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo, tiene como desafío prioritario el poder conciliar la doctrina con la misericordia.
El Papa Francisco nos invita continuamente a esta conversión pastoral. Dicha conversión tiene como objetivo el poder tocar y experimentar la bondad y la ternura de Dios Padre misericordioso.
La familia es el primer lugar donde se aprende la ternura y el amor humano, donde "se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros" (EG 66), donde se aprende el respeto, la aceptación y el perdón mutuo. En un mundo en el que “el individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares.
La acción pastoral debe mostrar mejor todavía que la relación con nuestro Padre exige y alienta una comunión que sane, promueva y afiance los vínculos interpersonales" (EG 67). Estas dificultades requieren un apoyo, una ayuda para que la familia pueda seguir siendo la escuela de amor donde se aprende el arte de tejer relaciones, el arte de dar cabida a los diferentes puntos de vista, el de superar las barreras inter-generacionales y donde cada uno es consciente de su propia dignidad.
Como se indica en el Instrumentum Laboris, las mujeres tienen un papel crucial en el crecimiento de la familia y de la sociedad. Las mujeres esperan con confiada esperanza el apoyo del Sínodo para el reconocimiento de su dignidad.
En muchos lugares, a las mujeres todavía les resulta difícil reconocer y hacer que sea reconocida la riqueza de su contribución, indispensable para la Iglesia y para la sociedad de los países y continentes. Con demasiada frecuencia, incluso dentro de la comunidad cristiana, las mujeres siguen encontrando dificultades en vez de ser alentadas a realizar plenamente su vocación. Si todavía hay un largo camino por recorrer, también hemos de reconocer los muchos avances de las últimas décadas.
La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) espera que el Sínodo contribuya a "una mayor valorización (de la mujer) de su responsabilidad en la Iglesia: su intervención en los procesos de decisión; su participación, no sólo formal, en el gobierno de algunas instituciones; su participación en la formación de los ministros ordenados" (IL 30).
La prioridad sigue siendo un trabajo formativo que ayude a redefinir en la familia "las tareas de los cónyuges en su reciprocidad y en la común responsabilidad respecto a la vida familiar" (Ibid), de modo que todos los padres, hijos e hijas puedan acoger y vivir plenamente su vocación.
La familia ha de ser el lugar privilegiado de la formación integral donde "se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir « gracias » como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño"(LS 213). Serán precisamente las mujeres las primeras en recibir los beneficios, pues no hemos de olvidar que son ellas las primeras víctimas de la violencia.
Por ello, para la UMOFC son importantes temas relacionados con la familia, tales como: la migración, la trata de seres humanos - en el que las mujeres y los niños son las primeras víctimas- y los conflictos en los que, no sólo las mujeres sino todos los cristianos viven en situaciones minoritarias.
Maria Giovanna Ruggieri - Presidenta General de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC)
 El objetivo de la UMOFC es promover la presencia, participación y corresponsabilidad de las mujeres católicas en la sociedad y en la Iglesia, para que puedan cumplir con su misión evangelizadora y trabajar por el desarrollo humano. Reúne unas 100 organizaciones miembros de todos los continentes y tiene representación en el ECOSOC de Nueva York y Ginebra, en la UNESCO, la FAO y en el Consejo de Europa. Es una Asociación Pública Internacional de Fieles. Fue fundada en 1910 y representa a unos 5 millones de mujeres católicas de múltiples países y culturas.

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