sábado, 17 de octubre de 2015

Es necesario rezar mucho para no dejarse contagiar por el “virus” de la hipocresía, esa actitud farisea que seduce con las mentiras estando en la sombra. Es la solicitud de Jesús que el papa Francisco ha invitado a acoger, al comentar el Evangelio del día en la homilía de la misa celebrada este viernes por la mañana en Santa Marta.

El Papa en Sta. Marta: la hipocresía juega con las medias tintas
En la homilía de este viernes, el Santo Padre advierte sobre la actitud farisea que nunca llegará a la luz de Dios
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 16 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Es necesario rezar mucho para no dejarse contagiar por el “virus” de la hipocresía, esa actitud farisea que seduce con las mentiras estando en la sombra. Es la solicitud de Jesús que el papa Francisco ha invitado a acoger, al comentar el Evangelio del día en la homilía de la misa celebrada este viernes por la mañana en Santa Marta.
El Santo Padre ha advertido que la hipocresía no tiene un color porque juega con las medias tintas. Se insinúa y seduce en “claroscuro”, con “la fascinación de la mentira”. De este modo, el Pontífice ha reflexionado sobre la escena del evangelio del día destacando la advertencia de Cristo a los suyos: “Cuidado con la levadura de los fariseos”. La levadura es una cosa pequeñísima, ha observado, pero por como habla Jesús es como si quisiera decir “virus”. Como “un médico” que diga “a sus colaboradores” poner atención a los riesgos de un “contagio”.
Y Francisco lo ha explicado así: “la hipocresía es esa forma de vivir, de actuar, de hablar, que no es claro. Quizá sonríe, quizá está serio… No es luz, no es tiniebla… Se mueve de una forma que parece no amenazar a nadie, como la serpiente, pero tiene el encanto del claroscuro. Tiene ese encanto de no tener las cosas claras, de no decir las cosas claramente; la fascinación de la mentira, de las apariencias”. El Papa ha recordado que Jesús decía a los fariseos hipócritas que “estaban llenos de sí mismos, de vanidad, que a ellos les gustaba pasear en las plazas haciendo ver que eran importantes, gente culta…”
Tal y como ha explicado el Santo Padre, Jesús aseguró a la multitud “no tengáis miedo” porque “no hay nada cubierto que no sea desvelado, ni secreto que no sea revelado”. Y ha precisado que esconderse “no ayuda” aun si “la levadura de los fariseos” llevaba y lleva a “la gente a amar más las tinieblas que la luz”.
Asimismo, el Pontífice ha recordado: “esta levadura es un virus que enferma y te hace morir. ¡Cuidado! Esta levadura te lleva a las tinieblas. ¡Cuidado! Pero hay uno que es más grande que esto: es el Padre que está en el Cielo. ‘¿No se venden cinco gorriones quizá por dos monedas?’ Y ni siquiera uno de ellos es olvidado delante de Dios. También los cabellos de vuestra cabeza son contados’. Y después, la exhortación final: ‘¡No tengáis miedo! ¡Valéis más que muchos gorriones! Delante de todos estos miedos que nos ponen aquí o allá, y que nos pone el virus, la levadura de la hipocresía farisea, Jesús nos dice: ‘Hay un Padre. Hay un Padre que os ama. Hay un Padre que cuida de vosotros’”.
Y hay solo un modo para evitar el contagio, ha advertido el Papa. Es el camino indicado por Jesús: rezar. Así, ha concluido afirmando que para no caer en esa “actitud farisea que no es ni luz ni tinieblas” sino que está “a mitad” de camino que “nunca llegará a la luz de Dios”.
A propósito, Francisco ha concluido invitando a rezar, “rezar mucho”. “Señor, cuida a tu Iglesia, que somos todos nosotros: cuida a tu pueblo, el que se había reunido y se pisoteaban entre ellos, unos a otros. Cuida a tu pueblo, para que ame la luz, la luz que viene del Padre, que viene de Tu Padre, que ha enviado para salvarnos. Cuida tu pueblo para que no se haga hipócrita, para que no caiga en el calor de la vida. Cuida a tu pueblo para que tenga la alegría de saber que hay un padre que nos ama mucho”.

El Papa visita el albergue para sintecho del Vaticano
El centro fue inaugurado la semana pasada. Ofrece cama para 34 hombres y es gestionado por las hermanas de la Madre Teresa
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 16 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha visitado por sorpresa el albergue para personas sin hogar que el Vaticano inauguró hace pocos días. La visita del Pontífice tuvo lugar el jueves por la tarde, después de terminar la reunión del Sínodo de los Obispos.
En el centro, realizado en unos locales ofrecidos por la Casa Generalicia de la Compañía de Jesús, el Papa fue recibido por el limosnero, monseñor Konrad Krajewski; monseñor Diego Ravelli, de la Limosnería; por el padre Adolfo Nicolás, general de los jesuitas y por el padre Joachin Barrero, superior de la comunidad de la Curia Generalicia. También estaban tres hermanas de la Madre Teresa y algunos voluntarios que gestionarán el albergue.
El Pontífice --indica una nota publicada hoy por la oficina de prensa del Vaticano-- saludó individualmente a todos los huéspedes, unos treinta, que estaban reunidos en la sala común y después se acercaron a sus camas mientras que el Papa visitaba las habitaciones y los otros locales.
El Papa se entretuvo de forma cordial unos veinte minutos con los huéspedes, “visiblemente conmocionados y felices por su visita”.               
El albergue se inauguró el pasado 7 de octubre y ya funciona de forma regular. Es gestionado por la limosnería apostólica y puede acoger hasta 34 hombres, que podrán hospedarse por un máximo de un mes. Los que se alojan en esta casa llamada “Don de Misericordia”, pueden además cenar en la casa cercana gestionada por las hermanas de la Madre Teresa, que además ofrece 50 camas para mujeres.

        
El Santo Padre pide una solidaridad transformada en gestos tangibles
El Papa envía un mensaje al director general de la FAO con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, cuyo tema es Protección social y agricultura para romper el ciclo de la pobreza rural
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 16 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Vivimos en una época donde la búsqueda afanosa del beneficio, la concentración en intereses particulares y los efectos de políticas injustas frenan iniciativas nacionales o impiden una cooperación eficaz en el seno de la comunidad internacional. Así lo advierte el Santo Padre en su mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, que este año tiene como tema Protección social y agricultura para romper el ciclo de la pobreza rural. El mensaje está dirigido al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), José Graziano da Silva.
De este modo, el Santo Padre asegura que en este sentido, “queda mucho por hacer por lo que se refiere a la seguridad alimentaria, que se divisa aún como una meta lejana para muchos”. Este doloroso escenario --indica el Papa-- está reclamando con urgencia que se retome la inspiración que condujo al nacimiento de esta Organización y nos compromete a buscar los medios necesarios para librar a la humanidad del hambre y promover una actividad agrícola capaz de satisfacer las necesidades reales de las diversas áreas del planeta.
Asimismo, observa que es un objetivo ambicioso, pero improrrogable, “que se debe perseguir con renovada voluntad en un mundo donde aumentan las diferencias en los niveles de bienestar, ingresos, consumos, acceso a la asistencia sanitaria, educación y por lo que concierne a una mayor esperanza de vida”. Y precisa que “somos testigos, a menudo mudos y paralizados, de situaciones que no se pueden vincular exclusivamente a fenómenos económicos, porque cada vez más la desigualdad es el resultado de esa cultura que descarta y excluye a muchos de nuestros hermanos y hermanas de la vida social, que no tiene en cuenta sus capacidades, llegando incluso a considerar superflua su contribución a la vida de la familia humana”.
Subrayando la importancia del tema elegido para esta Jornada, el Pontífice asegura que es “un problema que pone de relieve la responsabilidad hacia los dos tercios de la población mundial que carece de protección social, incluso mínima”. Un dato aún más alarmante --advierte-- por el hecho de que la mayoría de esas personas viven en las zonas más desfavorecidas de aquellos países donde ser pobre es una realidad olvidada y la única fuente de supervivencia está ligada a una escasa producción agrícola, a la pesca artesanal o a la cría de ganado en pequeña escala. La carencia de protección social --afirma Francisco-- afecta sobre todo a los pequeños agricultores, ganaderos, pescadores y agentes forestales, obligados a vivir precariamente, porque el fruto de su trabajo depende con frecuencia de condicionamientos naturales, que a menudo escapan de su control, y a la falta de medios para enfrentar las malas cosechas o para obtener las herramientas técnicas necesarias. Asimismo, advierte que paradójicamente incluso cuando la producción es abundante, “se encuentran con serias dificultades para el transporte, la comercialización y el almacenamiento de los frutos de su trabajo”.
En el mensaje, el Santo Padre precisa que “las condiciones de las personas hambrientas y malnutridas pone de manifiesto que no es suficiente ni podemos contentarnos con un llamado general a la cooperación o al bien común”. E invita a preguntarse “¿Es aún posible concebir una sociedad en la que los recursos queden en manos de unos pocos y los menos favorecidos se vean obligados a recoger sólo las migajas?”
Por eso, condena que “la falta de protección social es un factor negativo en sí mismo y no puede restringirse sólo a las posibles amenazas para el orden público, puesto que la desigualdad afecta a los elementos fundamentales del bienestar individual y colectivo, como, por ejemplo, la salud, la educación, la calidad de vida, la participación en los procesos de decisión”.
Y así, haciendo referencia a los más desfavorecidos, el Papa argentino recuerda que “son personas, no números, y reclaman que las apoyemos, para poder mirar el futuro con un mínimo de esperanza”. Piden a los gobiernos y a las instituciones internacionales --precisa-- que actúen cuanto antes, haciendo todo lo posible, aquello que dependa de su responsabilidad.
El Pontífice pide una solidaridad transformada en gestos tangibles, “que requiere compartir y no sólo una mejor gestión de los riesgos sociales y económicos o una ayuda puntual con motivo de catástrofes y crisis ambientales”. Y “es esto lo que se pide a la FAO, a sus decisiones y a las iniciativas y programas concretos que se lleven a cabo en los distintos lugares”, observa.
Por otro lado, Francisco menciona la función que la protección social puede desarrollar para favorecer la familia, “en cuyo seno sus miembros aprenden desde el inicio lo que significa compartir, ayudarse recíprocamente, protegerse los unos a los otros”. Garantizar la vida familiar --prosigue-- significa promover el crecimiento económico de la mujer, consolidando así su papel en la sociedad, como también apoyar el cuidado de los ancianos y permitir a los jóvenes continuar su formación escolar y profesional, para que accedan bien capacitados al mundo laboral.
Reconociendo que “la Iglesia no tiene la misión de tratar directamente estos problemas desde el punto de vista técnico”, el Santo Padre asegura que los aspectos humanos de estas situaciones no la dejan indiferente. Asimismo, asegura que ante las dificultades, no puede prevalecer el pesimismo o la indiferencia. Y reconoce que lo que hasta ahora se ha hecho, no obstante la complejidad de los problemas, es ya motivo de aliciente para toda la Comunidad internacional, para sus instituciones y sus líneas de acción.  A propósito menciona la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada recientemente por las Naciones Unidas. Por esta razón, el Papa manifiesta su deseo de que no se quede sólo en un conjunto de reglas o de posibles acuerdos. Y confía en que “inspire un modelo diverso de protección social, tanto en el plano internacional como nacional”.

            

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