jueves, 22 de octubre de 2015

La intensa labor del Sínodo de los Obispos está concluyendo. Presentadas las sugerencias de los círculos menores a la última parte del Instrumentum Laboris, la comisión para la redacción del documento final ha comenzado ya su trabajado.

El Sínodo va a concluir pero no es un final
Los círculos menores han terminado su trabajo y ahora la comisión inicia a redactar el documento conclusivo
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 21 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
La intensa labor del Sínodo de los Obispos está concluyendo. Presentadas las sugerencias de los círculos menores a la última parte del Instrumentum Laboris, la comisión para la redacción del documento final ha comenzado ya su trabajado.
En la rueda de prensa diaria que se ofrece durante el Sínodo en la sala de prensa del Vaticano, participaron este miércoles el


cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y Frisinga;


el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo y



el arzobispo Armagh, Eamon Martin, presidente de la Conferencia Episcopal de Irlanda.
El cardenal Marx ha asegurado que el Sínodo va a terminar, pero no será el fin ya que el Sínodo abre el camino al Santo Padre para que él haga lo que considere más oportuno para la Iglesia. Analizando algunos temas surgidos durante este tiempo de debate, el purpurado ha advertido que toda ideología que está intentando hacer del género una elección individual no será aceptada por la Iglesia. Asimismo ha asegurado que en el Sínodo se ha dicho que en todo el mundo matrimonio y familia son importantes y necesitamos acompañar y reforzar a las familias.
Por su parte, el cardenal uruguayo, ha indicado que en estos días ha podido aprender mucho de figuras estupendas de la Iglesia, cuyo aportación es fundamental. A propósito de los círculos menores, ha explicado que “se ha vivido la diversidad de opiniones con sentido de hermandad, fraternidad y unidad”. Pero, “en los grandes temas estamos todos pensando lo mismo”. También ha querido destacar “el sentido de unidad dado por la figura del Papa”. El purpurado ha recordado que la Iglesia está invitada a acompañar, a estar cerca, abrir puertas. “No puede ser un club de perfecto sino un pueblo de Dios que camina”, ha observado.  
El Sínodo necesita encontrar una sinergia, recogiendo las experiencias y las esperanzas en todo el mundo, ha explicado el obispo irlandés. También ha subrayado que  el matrimonio es una verdadera vocación. Y como queremos una visión clara de la vocación al sacerdocio o la vida religiosa --ha añadido-- por eso tenemos que hablar de la familia.
Durante el tiempo dedicado a responder a las preguntas de los periodistas, el cardenal alemán ha precisado que el Sínodo no es un concilio: “no tiene la capacidad de realizar un documento magisterial. Es un órgano consultivo del Papa, a quien le ofrece propuestas”. Y ha recordado que “nosotros no cambiamos la verdad sino que encontramos una verdad mayor. La verdad es una Persona con la que nos encontramos”. El arzobispo Martin ha asegurado que “si la pastoral no nos ayuda a profundizar y dar forma a nuestra comprensión de la doctrina de la Iglesia, nos volvemos distantes”.


Círculos menores en español: 'No basta con hablar, debe llegarse a propuestas concretas'
Los grupos de trabajo por idioma presentan sus sugerencias a la última parte del Instrumentum Laboris
Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 21 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Los círculos menores del Sínodo de los Obispos han presentado las propuestas a la tercera y última parte del Instrumentum Laboris. Entregado esta parte del trabajo, ahora la comisión encargada se encuentra redactando la Relación final, que se entregará al papa Francisco como conclusiones de estas tres semanas de trabajo.
En el grupo moderado por el 

cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga y cuyo relator es


Mons. José Luis Lacunza Maestrojuán, han precisado que el primer punto que detuvo su atención fue el tema del enamoramiento y las etapas de la preparación al matrimonio (remota, próxima, inmediata), constatando que, “además de animar a los candidatos a la participación litúrgica, adolece de limitación en el tiempo. Para ello, las parroquias deben elaborar y ofrecer itinerarios de formación”.
Igualmente, hacen hincapié en que, “entre los lugares de la educación en el amor, ocupa un lugar de primer orden la familia, ya que es un deber primario de la misma”.
Observando que la mayoría de las legislaciones civiles no recogen los valores evangélicos de la familia creen que “deberíamos hacer causa común con otras confesiones religiosas cristianas y aun con otras religiones que comparten el ideal de familia”.
Del mismo modo, precisan que podríamos preguntar “¿quién excluye a quién?” y que “el sacramento de la Eucaristía es sacramento de vivos, pero hay que hacer todo lo posible y necesario para atraer a quienes están alejados”.
A propósito, reconocen que la ‘vía de la caridad’ es una pastoral que acoge y acerca, mientras que la ‘vía judicial’ en muchos despierta sospechas y recelos y no hay duda de que muchos de nuestros matrimonios no son verdaderos sacramentos.
Por ello, el círculo menor indica que “no basta con hablar de caminos de misericordia y cercanía, sino que debe llegarse a propuestas concretas porque, si no, nos vamos a quedar en palabras bonitas pero vacías”. Y observan que quizá la “descentralización” de la que habló el Santo Padre en la conmemoración de los 50 años del Sínodo “puede ayudar a hacer más ágil y cercana la solución, evitando, incluso, muchas formas de discriminación que hay en la Iglesia sobre estas personas”.
Respecto al acceso a los sacramentos, aseguran que “tenemos que plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión…” Tenemos que dar muestras --indican-- de que hemos escuchado el “grito” de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia.
Por otro lado, este círculo menor dice que “tenemos que acabar con el continuo reproche que lanzamos a la cara de quienes han fracasado en sus primeras nupcias, sin olvidar que también nosotros tenemos culpa en ese fracaso ya que no les hemos acogido, hemos cumplido simplemente con las formalidades y los requisitos legales y, muchas veces, a través de secretarías”.
De igual manera, “hay que acabar con la actitud elitista y sectaria que muestran muchos miembros de la comunidad cristiana hacia esas personas”.
Sobre el tema de la adopción piden que quede claro que “debe prevalecer y debe ser respetado el bien del niño por encima de cualquier otro interés”.
El otro grupo de habla española, moderado por el cardenal Francisco Robles Ortega y cuyo relator es Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo, afirma que “se estuvo de acuerdo en que no se trata de modificar o dulcificar la doctrina, sino de ver su desarrollo orgánico para compaginar verdad-acompañamiento, doctrina-pastoral, sin dicotomía”.
De este modo, constantan “la necesidad de prepararnos y asesorarnos mejor, con la ayuda de expertos y a la escucha atenta a las personas y a la cultura de nuestro tiempo, en muchos de los nuevos temas que requieren ser profundizados para poder tener una palabra significativa a la hora de asumirlos pastoralmente”. Por ejemplo, temas como la sexualidad, la bioética y biogenética, los nuevos escenarios culturales de la familia, las migraciones, la pobreza, los divorciados, etc...
A propósito de esta tercera parte del texto, observan que es abundante, pero en ocasiones “confuso y repetitivo”. Por eso creen que los redactores del texto definitivo “deben tener en cuenta la conveniencia de reordenar los temas con una lógica interna y en estrecha vinculación con el ver y juzgar de las dos primeras partes”.
El tema de los divorciados vueltos a casar fue examinado “bajo una perspectiva amplia, pues la posibilidad sacramental de la reconciliación y/o la eucaristía, con ser importante, no es la única”. Hay un camino a recorrer --indican-- que debe ser profundizado con paciencia y creatividad. Asimismo precisan que el “resultado y el éxito de este sínodo no se juega en la comunión a los divorciados”.
Por otro lado, afirman que es urgente “hacer de la pastoral familiar un eje transversal de toda la pastoral”. Se es consciente en la necesaria preparación de los agentes de pastoral en este campo, y de las deficiencias que como institución debemos corregir. La preparación al matrimonio, remota y próxima, es tarea evangelizadora de primer orden en íntima relación con las otras dimensiones de la pastoral.
Por último, distinguen claramente “entre los caminos de integración a la comunidad cristiana de los que están en situaciones estables, ya que tenemos la obligación de ofrecerles vías de crecimiento espiritual y de participación activa en algunas de las actividades de la comunidad eclesial, y las posibilidades de participación sacramental, a sabiendas de que es un nuevo derrotero, que requiere fidelidad, atención, prudencia, pero a la vez creatividad y coraje”. Igualmente, no ven claro llamar “camino penitencial” al itinerario de los divorciados y vueltos a casar y proponen “itinerarios de reconciliación” porque hay realidades irreversibles que no pueden ser sometidas a un camino penitencial sin posibilidad de superación.

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