lunes, 26 de octubre de 2015

La relación entre el Comandante y los revolucionarios de los años sesenta abona nuestra tesis de que nunca hubo tal derrota. Chávez continuó la lucha. Nunca se replegó, a pesar de que fue testigo de la línea de la Paz Democrática, auspiciada por quienes fueron los verdaderos derrotados. Estas notas están basadas en los escritos de Alberto Garrido, Germán Sánchez Otero y Alí Rodríguez Araque, todos ampliamente conocedores y brillantes expositores del tema. Las premisas y conclusiones, sin embargo, son absolutamente mías.

Chávez y la izquierda insurrecta antes del 4F

La relación entre el Comandante y los revolucionarios abona nuestra tesis de que nunca hubo tal derrota

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JUAN CARLOS PARISCA PÉREZ |  EL UNIVERSAL
lunes 26 de octubre de 2015  12:00 AM
A lo largo de los 14 años que van desde 1978 hasta el 4 de febrero de 1992, el Comandante Chávez desplegó una intensa actividad conspirativa en la que mantuvo frecuentes contactos con quienes venían luchando por el cambio revolucionario. Particular importancia tuvo el contacto con quienes se mantenían desde los años 60 en la lucha armada a través de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).

Para 1978 las FALN habían atravesado una grave crisis. La dirección del Partido Comunista de Venezuela, principal grupo participante en la lucha armada, estaba fuertemente influenciada por la política "eurocentrista" de la Unión Soviética. Los golpes recibidos fueron mellando su voluntad de lucha y desde 1965 había adoptado la línea de la "Paz Democrática", también llamada eufemísticamente "El Repliegue" o "la pacificación". Habían quedado haciendo la guerra quienes no aceptaban abandonar la lucha, encabezados por Douglas Bravo y su partido, el PRV. 

Para 1978 Adán, hermano mayor del Comandante, es profesor de la Universidad de Los Andes. Conoce allí a los dirigentes del PRV en Mérida, y se hace militante de ese partido. La dirección del PRV se interesa en conocer a su hermano, militar y conspirador activo. El PRV organiza una entrevista de Douglas con Hugo Rafael, entonces muy joven. Tiene apenas 24 años y grado de teniente. 

Douglas, Adán y Nelson Sánchez "Harold", operador del PRV para el trabajo con los militares, viajan a Maracay para entrevistarse con Chávez en una casa conspirativa del PRV. Le presentan un plan político para una insurrección que Douglas llama "cívico-militar-religiosa" y que expone con abundantes citas de Bolívar, Robinson y Zamora, el estilo de "El Árbol de las Tres Raíces". A Chávez le gusta. Allí se inicia un contacto continuo por varios años. Por iniciativa del propio Douglas es designado miembro del Comité Central. Chávez evita incorporar a su gente a los compromisos con el PRV. En las Fuerzas Armadas había un fuerte rechazo a los comunistas. Hay que recordar que todavía estaba fresca la memoria de la guerrilla y que tenían una fuerte influencia de la Embajada de Estados Unidos.

Ya para 1978 el PRV se había venido acogiendo a la pacificación y buscaba resquicios legales para operar políticamente. Chávez no suelta prenda. Mantiene en reserva a su gente. Apenas incorpora a la relación política con el PRV unos pocos oficiales de su más estrecha confianza, lo que le concita la desconfianza del mismo Douglas, con quien tiene una última reunión en 1991. Su gente, sin embargo, mantiene el contacto hasta el propio cuatro de febrero. 

El mismo año de 1978 Chávez conoce a Alfredo Maneiro, fundador de La Causa R. Maneiro creía en una insurrección encabezada por los trabajadores, como vanguardia de un gran frente que provocaría una crisis revolucionaria, conjuntamente con sectores urbanos e intelectuales. El contacto con Chávez impresiona favorablemente a Maneiro, quien lo considera el elemento que le faltaba a su frente: El militar, la cuarta pata de la mesa, le dice. Las otras tres eran los trabajadores, los campesinos y los intelectuales. Siguen contactos posteriores con La Causa R, pero no con el propio Maneiro, quien fallece súbitamente el 24 de octubre de 1982, dejando un gran vacío en la vanguardia revolucionaria.

Alí Rodríguez Araque, quien venía de la Juventud Comunista y de las guerrillas, era dirigente del PRV, partido del que se había separado en 1979. Ocupado prioritariamente por la cuestión petrolera, forma Tendencia Revolucionaria y se vincula con la Liga Socialista para hacer vida legal y luego con La Causa R, que había fundado Alfredo Maneiro. Es diputado por dos períodos seguidos, primero como suplente de David Nieves, y luego por La Causa R. 

Conoce a Chávez en 1988. Se crea un puente político que se manifiesta por una plena coincidencia, lo que no deja de crearle problemas con una parte de la dirección de La Causa R. El acuerdo llega hasta el mismo cuatro de febrero. 

Ese mismo día viene a verme un gran amigo, antiguo compañero de la montaña. Me cuenta de la conspiración. Se había enterado por sus contactos con Kléber Ramírez y Diego Salazar, antiguos compañeros de la Juventud Comunista. Sabía que había algo, pero no que el golpe era esa misma noche. 

La relación entre el Comandante y los revolucionarios de los años sesenta abona nuestra tesis de que nunca hubo tal derrota. Chávez continuó la lucha. Nunca se replegó, a pesar de que fue testigo de la línea de la Paz Democrática, auspiciada por quienes fueron los verdaderos derrotados.

Estas notas están basadas en los escritos de Alberto Garrido, Germán Sánchez Otero y Alí Rodríguez Araque, todos ampliamente conocedores y brillantes expositores del tema. Las premisas y conclusiones, sin embargo, son absolutamente mías. 

juan.parisca@sigoweb.com

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