'En Cuba, el papa Francisco se mostró como un constructor de puentes'
Entrevista a Ulrich Kny, de Ayuda a la Iglesia Necesitada, sobre la visita del Santo Padre a la Isla y su posible impacto
Por Redacción
Madrid, 08 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Madrid, 08 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
El responsable de Cuba en el Departamento de Proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Ulrich Kny, viajó el mes pasado a la Isla con ocasión de la visita del Papa. En este entrevista difundida por la organización católica internacional cuenta sus impresiones del viaje y reflexiona sobre su posible impacto a largo plazo.
***
¿Qué ha llevado el papa Francisco a Cuba?
-- Ulrich Kny: El papa Francisco ya había desatado un gran entusiasmo antes de su visita por su exitoso papel mediador en el acercamiento diplomático entre Cuba y EE.UU., pues ha contribuido a que la mayoría de los cubanos vuelvan a albergar esperanzas en una pronta suspensión del embargo estadounidense.
Sin embargo, el Santo Padre no acudió a Cuba en primera línea como jefe de Estado, sino como misionero de la misericordia. Lo que llevó fue, sobre todo, mensajes de “la lógica del amor” de Jesús: un amor que sirve desinteresadamente al prójimo.
Y el papa Francisco llegó con toda una serie de llamamientos en el equipaje: así, por ejemplo, animó a “vivir la revolución del cariño como María, Madre de la misericordia”. En La Habana invitó a los jóvenes a crear una “cultura del encuentro”: pese a los diferentes puntos de vista, considera que los cubanos deben “crear una amistad social” que busque el bien común, y también los encomendó a “ir acompañados, juntos, buscando la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la patria”.
Por el hecho de dirigirse no solo a los creyentes, sino a todos los cubanos –tanto a católicos como no católicos, a cubanos residentes en la isla como a exiliados–, el papa Francisco se mostró en Cuba, en el sentido estricto de la palabra, como Pontifex, a saber, como “constructor de puentes”.
¿Qué efectos ha tenido ya su visita?
-- Ulrich Kny: Aunque, hasta ahora, solo una pequeña parte de la población cubana se componga de católicos activos, la visita del papa Francisco a Cuba ha sido el tema predominante en estos días. Incluso la televisión pública cubana ha informado con retransmisiones en directo y reportajes en una medida sin precedentes sobre la visita pontificia. Así, millones de cubanos pudieron seguir las accesibles homilías y alocuciones del Santo Padre en su lengua materna.
¿Cuál cree que va a ser el legado de la visita del papa Francisco?
-- Ulrich Kny: Aún es pronto para predecir las consecuencias a largo plazo de la visita del papa Francisco a Cuba. Sin duda, los temas más importantes se abordaron en un encuentro personal del Santo Padre con el presidente Raúl Castro y en un encuentro con los obispos cubanos en el seminario de San Basilio Magno en Santiago de Cuba. Ambos encuentros se celebraron a puerta cerrada.
Tengo muchas esperanzas de que, tras esta visita del Papa, a la Iglesia cubana no la despachen con otro día festivo oficial –tras la visita del papa Benedicto XVI se introdujo el Viernes Santo como día festivo, pero nada más cambió verdaderamente para la Iglesia–, sino que la Iglesia obtenga realmente, como consecuencia de esta visita pontificia, un mayor margen de maniobra.
¿Cómo se encuentra la Iglesia cubana? ¿Cuáles son sus éxitos?
-- Ulrich Kny: Oficialmente, el Gobierno cubano acepta la libertad religiosa, pero, en la práctica, la Iglesia cubana está todavía muy alejada de una normalidad pastoral. Así, para todos los actos fuera de los muros de las iglesias hay que solicitar permisos, lo cual no solo es humillante para los creyentes, sino que, además, siempre va acompañado de actos de acoso.
Otro gran problema reside en el escaso acceso de la Iglesia a los medios de comunicación y en que la Iglesia no obtiene actualmente autorización para importar vehículos. Además, a la Iglesia Católica, por regla general, se le sigue sin conceder permisos para la construcción de nuevas iglesias, mientras que los grupos protestantes y sectas como los Testigos de Jehová han podido erigir en los últimos años cada vez más templos.
No obstante, y pese a todas las dificultades, puede observarse que la Iglesia Católica se está convirtiendo en un actor cada vez más importante en la sociedad cubana. Sus esfuerzos en aras del bienestar del pueblo cubano, que se reflejan también en un creciente compromiso social, reciben también el reconocimiento del Gobierno, que al menos va tolerando cada vez más actividades.
¿Cuáles son los retos que afronta la Iglesia a corto y largo plazo?
-- Ulrich Kny: La Iglesia cubana afronta a toda una serie de retos. En primer lugar, carece de los requisitos humanos, materiales y logísticos necesarios para fortalecer y profundizar la fe de los cubanos. Tras cuarenta años en los que la fe ha sido confinada al ámbito privado y al interior de las iglesias, los cubanos, poco a poco, se atreven, desde la visita del Santo Papa Juan Pablo II.
El hambre de Dios es enorme, pero muchos cubanos tienen unos conocimientos religiosos muy escasos. La catequesis y las experiencias de encuentro personal con el Cristo vivo supone un enorme reto para la Iglesia cubana, aunque disponen de muy pocos agentes pastorales (sacerdotes, religiosas, diáconos, laicos).
Los transportes son totalmente insuficientes, y totalmente obsoletos por lo que se averían continuamente. Además, estos vehículos antiguos consumen mucha gasolina que en la isla, tiene un precio desorbitado (un litro cuesta casi la décima parte del salario mensual de un médico). La carencia de estos también impiden llevar a cabo una pastoral a escala nacional con visitas más frecuentes a las filiales de las parroquias.
Otro problema que afecta a la Iglesia reside en la ampliación de las infraestructuras. Apenas se conceden permisos para construir nuevas iglesias. Como no pueden construir, compran casas de particulares para utilizarlas como capillas, casas parroquiales y conventos.
No obstante, veo un problema aún mucho mayor para el futuro de Cuba en la deformación moral de la sociedad cubana, y con ello no me refiero solo a la habitual práctica del aborto, sino, en general, a la ausencia de valores cristianos en el ámbito educativo, en el que el Estado ejerce el monopolio.
Finalmente, los cubanos se enfrenta a la profunda crisis económica debido a la crónica economía deficitaria y al drástico racionamiento de los víveres, muchos cubanos han tenido que adueñarse de nuevas estrategias de supervivencia. Los salarios casi siempre se pagan en la débil divisa nacional, y los cubanos dependen o bien del apoyo económico de familiares en el extranjero, o bien se ven prácticamente obligados a robar bienes públicos o a comprar objetos robados en el mercado negro.
El término que se utiliza aquí es “resolver”, a saber, encontrar una solución. Esta actitud, se contrapone con la moral cristiana, y es comprensible dada la situación actual, pero también alberga grandes peligros para el futuro, pues contribuye a crear una sociedad corrupta hasta la médula.
¿Sabe algo acerca de los recientes cambios en las relaciones entre EE.UU. y Cuba? ¿Cómo son las relaciones con la comunidad exiliada en EE.UU.?
-- Ulrich Kny: Como ya he mencionado, los cubanos en Cuba están muy agradecidos por el acercamiento, porque este alimenta grandes esperanzas en una mejoría de su situación material y, además, les permite intensificar el contacto con sus familiares residentes en EE.UU. Esta vez me ha llamado la atención en varias ciudades que en los lugares en los que el Gobierno cubano acaba de crear accesos públicos a Internet inalámbrico, haya ya muchas personas con portátiles, tabletas y móviles de última generación navegando por Internet, intercambiando e-mails con sus familiares de EE.UU. o chateando con ellos. Estos aparatos y los caros códigos de acceso los suelen financiar los familiares del extranjero.
¿Qué puede ofrecer la Iglesia cubana al resto del mundo?
-- Ulrich Kny: La Iglesia cubana ha aprendido a sobrevivir durante décadas en un entorno ateo. Entretanto, ha salido de las catacumbas y, pese a todos los obstáculos y dificultades, se ha convertido en una activa fuerza social que se ha ganado a todos los niveles el respeto de la sociedad cubana. Hoy, la Iglesia cubana puede ofrecerle a la Iglesia Universal sus experiencias en el diálogo con una sociedad que, en su mayor parte, carece de conocimientos de Dios. Lo que me ha impresionado realmente es la creatividad con la que los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos van ampliando, lenta pero constantemente, el estrecho margen del que disponen para la evangelización.
¿Qué les recomendaría a los no cubanos que quieran ayudar al país?
-- Ulrich Kny: En primer lugar, Cuba necesita nuestras oraciones para que las palabras y gestos del Santo Padre germinen sobre tierra fértil y para que la Virgen del Cobre pueda proseguir con su “revolución de la misericordia”. Al mismo tiempo, tenemos que apoyar a la Iglesia cubana de forma aún más intensa con ayudas concretas, para que pueda aprovechar todo su potencial evangelizador y para que no se vea limitada por la falta de recursos económicos. Ahora, tras la visita del papa Francisco, nos encontramos, en mi opinión, en un momento muy propicio para invertir masivamente en la formación y sustento de sacerdotes y religiosos, catequistas y colaboradores laicos, en la ampliación de la infraestructura eclesial y la difusión de literatura religiosa, para que cada vez más cubanos tengan la posibilidad de tener un encuentro personal con Jesucristo.
¿Qué acciones contraproducentes deberían evitar los no cubanos?
-- Ulrich Kny: Por muy justificadas que estén las críticas a las violaciones de los derechos humanos y la falta de libertad de la población cubana, deberíamos evitar toda polémica y confrontación. Gracias a Dios, el Gobierno cubano ha reconocido que la Iglesia no pretende ejercer una oposición política, sino que lo que le importa realmente es el bienestar del pueblo cubano. La Iglesia no se limita a denunciar la injusticia, sino que busca el diálogo con el Gobierno y la sociedad, al tiempo que hace todo lo que está en su mano para recuperar los valores cristianos y transmitir a los cubanos una esperanza que une y que regala vida y porvenir. Yo creo que la Iglesia cubana va así por buen camino.
Las profecías del Vaticano, es el tema del nuevo libro de John Thavis
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¿Qué ha llevado el papa Francisco a Cuba?
-- Ulrich Kny: El papa Francisco ya había desatado un gran entusiasmo antes de su visita por su exitoso papel mediador en el acercamiento diplomático entre Cuba y EE.UU., pues ha contribuido a que la mayoría de los cubanos vuelvan a albergar esperanzas en una pronta suspensión del embargo estadounidense.
Sin embargo, el Santo Padre no acudió a Cuba en primera línea como jefe de Estado, sino como misionero de la misericordia. Lo que llevó fue, sobre todo, mensajes de “la lógica del amor” de Jesús: un amor que sirve desinteresadamente al prójimo.
Y el papa Francisco llegó con toda una serie de llamamientos en el equipaje: así, por ejemplo, animó a “vivir la revolución del cariño como María, Madre de la misericordia”. En La Habana invitó a los jóvenes a crear una “cultura del encuentro”: pese a los diferentes puntos de vista, considera que los cubanos deben “crear una amistad social” que busque el bien común, y también los encomendó a “ir acompañados, juntos, buscando la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la patria”.
Por el hecho de dirigirse no solo a los creyentes, sino a todos los cubanos –tanto a católicos como no católicos, a cubanos residentes en la isla como a exiliados–, el papa Francisco se mostró en Cuba, en el sentido estricto de la palabra, como Pontifex, a saber, como “constructor de puentes”.
¿Qué efectos ha tenido ya su visita?
-- Ulrich Kny: Aunque, hasta ahora, solo una pequeña parte de la población cubana se componga de católicos activos, la visita del papa Francisco a Cuba ha sido el tema predominante en estos días. Incluso la televisión pública cubana ha informado con retransmisiones en directo y reportajes en una medida sin precedentes sobre la visita pontificia. Así, millones de cubanos pudieron seguir las accesibles homilías y alocuciones del Santo Padre en su lengua materna.
¿Cuál cree que va a ser el legado de la visita del papa Francisco?
-- Ulrich Kny: Aún es pronto para predecir las consecuencias a largo plazo de la visita del papa Francisco a Cuba. Sin duda, los temas más importantes se abordaron en un encuentro personal del Santo Padre con el presidente Raúl Castro y en un encuentro con los obispos cubanos en el seminario de San Basilio Magno en Santiago de Cuba. Ambos encuentros se celebraron a puerta cerrada.
Tengo muchas esperanzas de que, tras esta visita del Papa, a la Iglesia cubana no la despachen con otro día festivo oficial –tras la visita del papa Benedicto XVI se introdujo el Viernes Santo como día festivo, pero nada más cambió verdaderamente para la Iglesia–, sino que la Iglesia obtenga realmente, como consecuencia de esta visita pontificia, un mayor margen de maniobra.
¿Cómo se encuentra la Iglesia cubana? ¿Cuáles son sus éxitos?
-- Ulrich Kny: Oficialmente, el Gobierno cubano acepta la libertad religiosa, pero, en la práctica, la Iglesia cubana está todavía muy alejada de una normalidad pastoral. Así, para todos los actos fuera de los muros de las iglesias hay que solicitar permisos, lo cual no solo es humillante para los creyentes, sino que, además, siempre va acompañado de actos de acoso.
Otro gran problema reside en el escaso acceso de la Iglesia a los medios de comunicación y en que la Iglesia no obtiene actualmente autorización para importar vehículos. Además, a la Iglesia Católica, por regla general, se le sigue sin conceder permisos para la construcción de nuevas iglesias, mientras que los grupos protestantes y sectas como los Testigos de Jehová han podido erigir en los últimos años cada vez más templos.
No obstante, y pese a todas las dificultades, puede observarse que la Iglesia Católica se está convirtiendo en un actor cada vez más importante en la sociedad cubana. Sus esfuerzos en aras del bienestar del pueblo cubano, que se reflejan también en un creciente compromiso social, reciben también el reconocimiento del Gobierno, que al menos va tolerando cada vez más actividades.
¿Cuáles son los retos que afronta la Iglesia a corto y largo plazo?
-- Ulrich Kny: La Iglesia cubana afronta a toda una serie de retos. En primer lugar, carece de los requisitos humanos, materiales y logísticos necesarios para fortalecer y profundizar la fe de los cubanos. Tras cuarenta años en los que la fe ha sido confinada al ámbito privado y al interior de las iglesias, los cubanos, poco a poco, se atreven, desde la visita del Santo Papa Juan Pablo II.
El hambre de Dios es enorme, pero muchos cubanos tienen unos conocimientos religiosos muy escasos. La catequesis y las experiencias de encuentro personal con el Cristo vivo supone un enorme reto para la Iglesia cubana, aunque disponen de muy pocos agentes pastorales (sacerdotes, religiosas, diáconos, laicos).
Los transportes son totalmente insuficientes, y totalmente obsoletos por lo que se averían continuamente. Además, estos vehículos antiguos consumen mucha gasolina que en la isla, tiene un precio desorbitado (un litro cuesta casi la décima parte del salario mensual de un médico). La carencia de estos también impiden llevar a cabo una pastoral a escala nacional con visitas más frecuentes a las filiales de las parroquias.
Otro problema que afecta a la Iglesia reside en la ampliación de las infraestructuras. Apenas se conceden permisos para construir nuevas iglesias. Como no pueden construir, compran casas de particulares para utilizarlas como capillas, casas parroquiales y conventos.
No obstante, veo un problema aún mucho mayor para el futuro de Cuba en la deformación moral de la sociedad cubana, y con ello no me refiero solo a la habitual práctica del aborto, sino, en general, a la ausencia de valores cristianos en el ámbito educativo, en el que el Estado ejerce el monopolio.
Finalmente, los cubanos se enfrenta a la profunda crisis económica debido a la crónica economía deficitaria y al drástico racionamiento de los víveres, muchos cubanos han tenido que adueñarse de nuevas estrategias de supervivencia. Los salarios casi siempre se pagan en la débil divisa nacional, y los cubanos dependen o bien del apoyo económico de familiares en el extranjero, o bien se ven prácticamente obligados a robar bienes públicos o a comprar objetos robados en el mercado negro.
El término que se utiliza aquí es “resolver”, a saber, encontrar una solución. Esta actitud, se contrapone con la moral cristiana, y es comprensible dada la situación actual, pero también alberga grandes peligros para el futuro, pues contribuye a crear una sociedad corrupta hasta la médula.
¿Sabe algo acerca de los recientes cambios en las relaciones entre EE.UU. y Cuba? ¿Cómo son las relaciones con la comunidad exiliada en EE.UU.?
-- Ulrich Kny: Como ya he mencionado, los cubanos en Cuba están muy agradecidos por el acercamiento, porque este alimenta grandes esperanzas en una mejoría de su situación material y, además, les permite intensificar el contacto con sus familiares residentes en EE.UU. Esta vez me ha llamado la atención en varias ciudades que en los lugares en los que el Gobierno cubano acaba de crear accesos públicos a Internet inalámbrico, haya ya muchas personas con portátiles, tabletas y móviles de última generación navegando por Internet, intercambiando e-mails con sus familiares de EE.UU. o chateando con ellos. Estos aparatos y los caros códigos de acceso los suelen financiar los familiares del extranjero.
¿Qué puede ofrecer la Iglesia cubana al resto del mundo?
-- Ulrich Kny: La Iglesia cubana ha aprendido a sobrevivir durante décadas en un entorno ateo. Entretanto, ha salido de las catacumbas y, pese a todos los obstáculos y dificultades, se ha convertido en una activa fuerza social que se ha ganado a todos los niveles el respeto de la sociedad cubana. Hoy, la Iglesia cubana puede ofrecerle a la Iglesia Universal sus experiencias en el diálogo con una sociedad que, en su mayor parte, carece de conocimientos de Dios. Lo que me ha impresionado realmente es la creatividad con la que los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos van ampliando, lenta pero constantemente, el estrecho margen del que disponen para la evangelización.
¿Qué les recomendaría a los no cubanos que quieran ayudar al país?
-- Ulrich Kny: En primer lugar, Cuba necesita nuestras oraciones para que las palabras y gestos del Santo Padre germinen sobre tierra fértil y para que la Virgen del Cobre pueda proseguir con su “revolución de la misericordia”. Al mismo tiempo, tenemos que apoyar a la Iglesia cubana de forma aún más intensa con ayudas concretas, para que pueda aprovechar todo su potencial evangelizador y para que no se vea limitada por la falta de recursos económicos. Ahora, tras la visita del papa Francisco, nos encontramos, en mi opinión, en un momento muy propicio para invertir masivamente en la formación y sustento de sacerdotes y religiosos, catequistas y colaboradores laicos, en la ampliación de la infraestructura eclesial y la difusión de literatura religiosa, para que cada vez más cubanos tengan la posibilidad de tener un encuentro personal con Jesucristo.
¿Qué acciones contraproducentes deberían evitar los no cubanos?
-- Ulrich Kny: Por muy justificadas que estén las críticas a las violaciones de los derechos humanos y la falta de libertad de la población cubana, deberíamos evitar toda polémica y confrontación. Gracias a Dios, el Gobierno cubano ha reconocido que la Iglesia no pretende ejercer una oposición política, sino que lo que le importa realmente es el bienestar del pueblo cubano. La Iglesia no se limita a denunciar la injusticia, sino que busca el diálogo con el Gobierno y la sociedad, al tiempo que hace todo lo que está en su mano para recuperar los valores cristianos y transmitir a los cubanos una esperanza que une y que regala vida y porvenir. Yo creo que la Iglesia cubana va así por buen camino.
Las profecías del Vaticano, es el tema del nuevo libro de John Thavis
Entrevista al periodista vaticanista que cubrió más de 60 viajes apostólicos acompañando a los Papas
Por Redacción
Madrid, 07 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Madrid, 07 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Por Jordi Picazo Salomo
Periodista, autor y conferenciante, John Thavis es un especialista vaticanista, educado en escuelas católicas de Minnesota; en 1977 viajó a Italia como estudiante de arqueología tras graduarse en clásicas en 1973 en la St. John’s University. Allí se quedó, para cubrir el secuestro y asesinato de Aldo Moro para un diario americano, siendo ese mismo año testigo de dos cónclaves que culminaron en la elección de Karol Wojtyla.
En 1982 convenció a su esposa Lauren para irse juntos a Italia a vivir, en lo que sería una aventura de 30 años, viajando con san Juan Pablo II y Benedicto XVI a más de 60 países. Fue durante tres años presidente de la Asociación de Periodistas Acreditados en el Vaticano, el único americano en ocupar esa posición hasta el momento, retirándose posteriormente en 2012 de su puesto en la CNS para regresar a los EEUU y dedicarse exclusivamente a escribir. Su libro “The Vatican Diaries” se publicó en febrero de 2013 y rápidamente se convirtió en un best-seller del New York Times. Durante el Cónclave de 2013 que culminó en la elección de Francisco, emitió diariamente en Roma para ABC News, y justo el día antes de iniciarse el cónclave, en su Blog señaló a Bergoglio como el hombre en quien fijarse.
Su nuevo libro “The Vatican Prophecies: Investigating Supernatural Signs, Apparitions, and Miracles in the Modern Age”, publicado el 15 de setiembre de 2015 se centra en sus investigaciones y entrevistas con destacados oficiales del Vaticano, expertos en demonología visionarios y videntes católicos etc. Tiene tres hijos con Lauren y viven en Minnesota.
De lectura amena, “The Vatican Prophecies” describe de manera delicada, desde la sensibilidad de un católico creyente y el rigor de un periodista que quiere ser los ojos y oídos del lector, los fenómenos sobrenaturales que necesariamente están vinculados a los naturales en un mundo en que conviven a diario; y muestra la prudencia y a veces distanciamiento de la Iglesia respecto a las nuevas manifestaciones de particulares sobre revelaciones privadas. A algunos les puede parecer poco espiritual, a otros les parecerá objetivo y sincero, revelador, y a mí personalmente, siempre respetuoso. Nos sentamos a charlar en el Loews Hotel, Philadelphia, en un momento que nos dejan libres las sesiones de un congreso para periodistas este verano, justo antes del Encuentro Mundial de las Familias 2015.
¿Cómo es tu fe después de trabajar 30 años en el Vaticano?
-- John Thavis: Esa es una preguntan que me hacen mucho, especialmente mis amigos de casa en Minnesota; aunque no en el ambiente de trabajo o de la prensa, debo admitirlo. Me educaron en la fe católica, soy católico, y cubrir el Vaticano no tuvo un impacto negativo en absoluto en mi fe. También me dicen: “tú has visto tantas cosas en el Vaticano, incluyendo las que no son tan buenas: ves errores, casos de abuso sexual, la manera como que se llevan, cosas que han ido mal…”.
Mi vida de fe va por otro cauce, está protegida de todo eso; me gusta decir que mi fe no depende de lo que un oficial del Vaticano ha dicho o ha dejado de decir hoy. Y puede también que no esté de acuerdo con él. Mi fe va por caminos más profundos, cubro el Vaticano como periodista pero practico mi fe como católico.
¿Y en tu nuevo libro vuelcas toda tu experiencia?
-- John Thavis: Mi libro “The Vatican Profecies” salió a la venta el mes pasado. Son dos tipos las profecías: por un lado están las viejas profecías sobre los papas de san Malaquías. A este respecto, ya cuando el papa Francisco fue elegido, hubo un pequeño sector de católicos que de hecho creyeron que estas profecías se habían realmente cumplido.
¿Pero no tendría que haber sido Benedicto el último Papa, según esas profecías?
-- John Thavis: Sí, algunos dicen que sí, algunos dicen que no; Benedicto renunció, esa es la clave; y el papa Francisco sería para los seguidores acérrimos de esas profecías el “antipapa” o algo siniestro por el estilo; y no falta quien ve la evidencia científica en el libro del apocalipsis y dicen que todo esto encaja ahora.
En segundo lugar están los otros tipos de profecías alrededor de personajes que han vivido experiencias místicas, algunas de ellas muy cuestionables.
Como puedes imaginar, el Vaticano no le da demasiado crédito y tampoco quiere que alguien pueda llegar a creérselas. Desde siempre han prevenido a los fieles, para que se aparten de todos estos tipos de profecías que han llegado a ser muy populares en Internet.
¿Y ves tú alguna cosa de especial interés para el público general? Me refiero a que ciertamente debe de haber en tu libro algún punto caliente.
-- John Thavis: Sí, de hecho mi libro cubre este tipo de profecías pero también todos los aspectos de lo sobrenatural, como los Milagros. La Iglesia investiga y valida milagros, curaciones, que en algunos casos reconoce: en Lourdes por ejemplo; tenemos también la Sábana de Turín: mucha gente cree que envolvió el cuerpo de Jesús. El Vaticano no ha dicho ni sí ni no, pero algunos papas sí lo han dicho, como es el caso de san Juan Pablo II: “estoy convencido”, dijo, “que es una reliquia”, lo que es lo mismo que decir que envolvió el cuerpo de Cristo: una visión personal de él, como quiso dejar claro.
También dijo que había estado en Medjugorje con su corazón.
-- John Thavis: Exactamente. El motivo por el que escribí mi libro es porque el mundo debe saber que el Vaticano es muy prudente cuando debe juzgar estos hechos, los investigan, y tienen criterio para determinar si deben aceptarlo, si debe decir algo, o nada, o por el contrario, si debe manifestarse en contra. No es una tarea fácil.
¿Dónde se e deja espacio al Espíritu Santo en todas estas profecías, dimes-y-diretes?
-- John Thavis: El Espíritu Santo está en todas partes. Jesucristo vino para demostrarnos precisamente esto: que lo sobrenatural existe en este mundo, que Dios existe en este mundo, y por tanto es un error tratar este asunto de la relación entre el mundo y lo sobrenatural como si fuera un problema dualístico, como si fuera una cuestión del mundo espiritual que irrumpe en el mundo natural. Lo que el Vaticano trata de decir ahora en estos últimos tiempos es que estamos viendo también otros milagros ni espectaculares ni grandiosos, son los actos de generosidad, las conversiones interiores, actos de amor que son heroicos.
La prensa quiere vender titulares y los actos de amor y generosidad no siempre son noticia. Qué pasará cuando en el Sínodo el Papa no cambie la doctrina de la Iglesia, siendo que los medios anunciaron una revolución doctrinal y moral. ¿Cisma a la vista?
-- John Thavis: Cisma no. Creo que este Papa es muy inteligente, y es fuerte; y va a resistir esta presión, y creo que ha sido muy claro hasta el día de hoy, en que él es un hijo de la Iglesia. No va a cambiar el dogma católico básico pero lo hará más accesible y atractivo a más gente. Hay presiones ideológicas en muchas y diversas direcciones pero si hay un papa que pueda enfrentarse y razonar frente a ellas, ése Francisco: no tiene miedo de enfrentarse a esas fuerzas de poder. Ya ha hablado de las presiones ideológicas y va a seguir hablando de ello. Tenemos, creo yo, un Papa que por un lado quiere hacer la fe muy atractiva a la gente que se ha ido apartando del cristianismo, pero a la vez es muy contundente acerca de lo que es la fe.
Periodista, autor y conferenciante, John Thavis es un especialista vaticanista, educado en escuelas católicas de Minnesota; en 1977 viajó a Italia como estudiante de arqueología tras graduarse en clásicas en 1973 en la St. John’s University. Allí se quedó, para cubrir el secuestro y asesinato de Aldo Moro para un diario americano, siendo ese mismo año testigo de dos cónclaves que culminaron en la elección de Karol Wojtyla.
En 1982 convenció a su esposa Lauren para irse juntos a Italia a vivir, en lo que sería una aventura de 30 años, viajando con san Juan Pablo II y Benedicto XVI a más de 60 países. Fue durante tres años presidente de la Asociación de Periodistas Acreditados en el Vaticano, el único americano en ocupar esa posición hasta el momento, retirándose posteriormente en 2012 de su puesto en la CNS para regresar a los EEUU y dedicarse exclusivamente a escribir. Su libro “The Vatican Diaries” se publicó en febrero de 2013 y rápidamente se convirtió en un best-seller del New York Times. Durante el Cónclave de 2013 que culminó en la elección de Francisco, emitió diariamente en Roma para ABC News, y justo el día antes de iniciarse el cónclave, en su Blog señaló a Bergoglio como el hombre en quien fijarse.
Su nuevo libro “The Vatican Prophecies: Investigating Supernatural Signs, Apparitions, and Miracles in the Modern Age”, publicado el 15 de setiembre de 2015 se centra en sus investigaciones y entrevistas con destacados oficiales del Vaticano, expertos en demonología visionarios y videntes católicos etc. Tiene tres hijos con Lauren y viven en Minnesota.
De lectura amena, “The Vatican Prophecies” describe de manera delicada, desde la sensibilidad de un católico creyente y el rigor de un periodista que quiere ser los ojos y oídos del lector, los fenómenos sobrenaturales que necesariamente están vinculados a los naturales en un mundo en que conviven a diario; y muestra la prudencia y a veces distanciamiento de la Iglesia respecto a las nuevas manifestaciones de particulares sobre revelaciones privadas. A algunos les puede parecer poco espiritual, a otros les parecerá objetivo y sincero, revelador, y a mí personalmente, siempre respetuoso. Nos sentamos a charlar en el Loews Hotel, Philadelphia, en un momento que nos dejan libres las sesiones de un congreso para periodistas este verano, justo antes del Encuentro Mundial de las Familias 2015.
¿Cómo es tu fe después de trabajar 30 años en el Vaticano?
-- John Thavis: Esa es una preguntan que me hacen mucho, especialmente mis amigos de casa en Minnesota; aunque no en el ambiente de trabajo o de la prensa, debo admitirlo. Me educaron en la fe católica, soy católico, y cubrir el Vaticano no tuvo un impacto negativo en absoluto en mi fe. También me dicen: “tú has visto tantas cosas en el Vaticano, incluyendo las que no son tan buenas: ves errores, casos de abuso sexual, la manera como que se llevan, cosas que han ido mal…”.
Mi vida de fe va por otro cauce, está protegida de todo eso; me gusta decir que mi fe no depende de lo que un oficial del Vaticano ha dicho o ha dejado de decir hoy. Y puede también que no esté de acuerdo con él. Mi fe va por caminos más profundos, cubro el Vaticano como periodista pero practico mi fe como católico.
¿Y en tu nuevo libro vuelcas toda tu experiencia?
-- John Thavis: Mi libro “The Vatican Profecies” salió a la venta el mes pasado. Son dos tipos las profecías: por un lado están las viejas profecías sobre los papas de san Malaquías. A este respecto, ya cuando el papa Francisco fue elegido, hubo un pequeño sector de católicos que de hecho creyeron que estas profecías se habían realmente cumplido.
¿Pero no tendría que haber sido Benedicto el último Papa, según esas profecías?
-- John Thavis: Sí, algunos dicen que sí, algunos dicen que no; Benedicto renunció, esa es la clave; y el papa Francisco sería para los seguidores acérrimos de esas profecías el “antipapa” o algo siniestro por el estilo; y no falta quien ve la evidencia científica en el libro del apocalipsis y dicen que todo esto encaja ahora.
En segundo lugar están los otros tipos de profecías alrededor de personajes que han vivido experiencias místicas, algunas de ellas muy cuestionables.
Como puedes imaginar, el Vaticano no le da demasiado crédito y tampoco quiere que alguien pueda llegar a creérselas. Desde siempre han prevenido a los fieles, para que se aparten de todos estos tipos de profecías que han llegado a ser muy populares en Internet.
¿Y ves tú alguna cosa de especial interés para el público general? Me refiero a que ciertamente debe de haber en tu libro algún punto caliente.
-- John Thavis: Sí, de hecho mi libro cubre este tipo de profecías pero también todos los aspectos de lo sobrenatural, como los Milagros. La Iglesia investiga y valida milagros, curaciones, que en algunos casos reconoce: en Lourdes por ejemplo; tenemos también la Sábana de Turín: mucha gente cree que envolvió el cuerpo de Jesús. El Vaticano no ha dicho ni sí ni no, pero algunos papas sí lo han dicho, como es el caso de san Juan Pablo II: “estoy convencido”, dijo, “que es una reliquia”, lo que es lo mismo que decir que envolvió el cuerpo de Cristo: una visión personal de él, como quiso dejar claro.
También dijo que había estado en Medjugorje con su corazón.
-- John Thavis: Exactamente. El motivo por el que escribí mi libro es porque el mundo debe saber que el Vaticano es muy prudente cuando debe juzgar estos hechos, los investigan, y tienen criterio para determinar si deben aceptarlo, si debe decir algo, o nada, o por el contrario, si debe manifestarse en contra. No es una tarea fácil.
¿Dónde se e deja espacio al Espíritu Santo en todas estas profecías, dimes-y-diretes?
-- John Thavis: El Espíritu Santo está en todas partes. Jesucristo vino para demostrarnos precisamente esto: que lo sobrenatural existe en este mundo, que Dios existe en este mundo, y por tanto es un error tratar este asunto de la relación entre el mundo y lo sobrenatural como si fuera un problema dualístico, como si fuera una cuestión del mundo espiritual que irrumpe en el mundo natural. Lo que el Vaticano trata de decir ahora en estos últimos tiempos es que estamos viendo también otros milagros ni espectaculares ni grandiosos, son los actos de generosidad, las conversiones interiores, actos de amor que son heroicos.
La prensa quiere vender titulares y los actos de amor y generosidad no siempre son noticia. Qué pasará cuando en el Sínodo el Papa no cambie la doctrina de la Iglesia, siendo que los medios anunciaron una revolución doctrinal y moral. ¿Cisma a la vista?
-- John Thavis: Cisma no. Creo que este Papa es muy inteligente, y es fuerte; y va a resistir esta presión, y creo que ha sido muy claro hasta el día de hoy, en que él es un hijo de la Iglesia. No va a cambiar el dogma católico básico pero lo hará más accesible y atractivo a más gente. Hay presiones ideológicas en muchas y diversas direcciones pero si hay un papa que pueda enfrentarse y razonar frente a ellas, ése Francisco: no tiene miedo de enfrentarse a esas fuerzas de poder. Ya ha hablado de las presiones ideológicas y va a seguir hablando de ello. Tenemos, creo yo, un Papa que por un lado quiere hacer la fe muy atractiva a la gente que se ha ido apartando del cristianismo, pero a la vez es muy contundente acerca de lo que es la fe.
Espiritualidad y oración
Vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo
Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. 'En estos días del Sínodo, os invito a que contempléis el icono de Nazaret –Jesús, María y José– para aprender lo que este nos enseña'
Por Mons. Carlos Osoro
Madrid, 08 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
Madrid, 08 de octubre de 2015 (ZENIT.org)
"Vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo" es el título de la carta semanal del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro Sierra, que se encuentra en Roma participando en el Sínodo de los Obispos sobre la familia. A continuación publicamos el texto íntegro de la misma:
Las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado en la Misa de la apertura del Sínodo nos han puesto en marcha para buscar la verdad de la vocación y misión de la familia. En su homilía, el Santo Padre destacó la gracia que supone escuchar esa Palabra de Dios en estos momentos y señaló tres perspectivas que nos ayudan en esta tarea. El objetivo de la vida no es solamente vivir juntos para siempre, sino amarse para siempre. Aquí está la profundidad, el núcleo de la familia cristiana, de su vocación y misión. Nos habló del «drama de la soledad», del «amor del hombre y de la mujer» y de la «familia».
Hay una soledad que aflige profundamente al ser humano. El Papa Francisco hizo referencia a esa soledad que aflige a tantos hombres y mujeres en nuestro mundo (ancianos y ancianas, viudos y viudas, hombres y mujeres abandonados por su mujer o marido, migrantes, prófugos, jóvenes víctimas de nuestra cultura del usar y tener y del descarte, etc.). Aumenta el vacío profundo que produce en tantas y tantas personas. Y la respuesta a estas situaciones es la «familia»; ella es el icono de todo esto, a ella hay que mirar necesariamente para dar solución a aquella soledad de Adán y Eva, que tiene inicio y ya se experimenta en el arranque de la creación. El amor verdadero entre el hombre y la mujer es la solución a esta soledad y a este vacío; el amor entre el hombre y la mujer, que en el matrimonio cristiano se hace posible con la gracia de Dios y con esa correspondencia al otro con el mismo amor de Cristo, hasta dar la vida el uno por el otro. Un corazón que es capaz de corresponder con el mismo amor de Cristo es lo que hace a la persona verdaderamente feliz. ¡Qué hondura adquieren las palabras del Papa Francisco cuando nos dice que «la caridad no apunta con el dedo a los demás», sino que nos «invita a buscar y sanar las parejas heridas con el aceite de la misericordia»!
El Santo Padre nos ha ofrecido una lección a la Iglesia: que tiene que educar en el amor auténtico, que no puede olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida, como hace muy pocos días os recordaba en mi carta pastoral Jesús, rostro de la misericordia, camina y conversa con nosotros en Madrid. El Papa Francisco nos llama a que vivamos y descubramos su misión «en la fidelidad, en la verdad y en la caridad». En estos días del Sínodo, os invito a que contempléis el icono de Nazaret –Jesús, María y José– para aprender lo que este nos enseña: el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irremplazable que es su pedagogía y lo incomparable y fundamental que es su función en la sociedad. Hemos de creer con todas nuestra fuerzas lo que nos dijo el Señor: que Él está con nosotros, que no hay que tener miedo. Esto debe llevar a la familia a tomar conciencia de la gran dignidad y misión que tiene, a vivir con fuerza las virtudes específicas que caracterizan a la familia doméstica. La presencia en el mundo de la familia cristiana es un testimonio de fe, de coraje, de optimismo, de confianza vital y total en Dios; una exaltación elocuente de los grandes valores elevados y santos de la familia; una prueba de amor a la verdad y al comportamiento que Dios promueve en nuestras vidas, que se convierte en un antídoto a los síntomas que destruyen la sociedad y la convivencia entre los hombres: egoísmo, indiferencia, hedonismo tacaño, conformidad ante unos modos de actuar y de vivir que son decadentes.
¡Qué belleza ser dos en una sola vida! ¡Qué hondura adquiere la vida viéndose el uno en el otro a Cristo! ¡Qué capacidad de vida engendra esta visión! ¡Qué fuerza alcanza en su origen sacramental que eleva el amor natural, frágil y voluble, al nivel de amor sobrenatural inviolable y siempre nuevo! Os invito a poner a Jesucristo en el centro de vuestra familia. Y que este ponerlo en el centro tenga expresiones externas en las vidas de cada miembro que la forma y en el hogar en el que viven todos, de tal modo que se evidencie que estamos en un hogar cristiano y ante unas personas que siguen al Señor. ¿Por qué? Para hacer de la familia cristiana una escuela de bellas artes, la más bella y hermosa, donde se aprende a usar esos pinceles que entregan servicio, fidelidad, amor sin límites, es decir, el de Cristo y con las medidas de Cristo, no enjuiciar, no condenar, perdonar siempre. Una escuela donde la restauración de esa obra de arte que es el matrimonio y la familia se realice con la medicina sanadora del Amor mismo de Cristo; esta medicina nos sanó, nos alcanzó la vida verdadera y nos sacó de la muerte y destrucción, es la desmedida del Amor. Una escuela en la que existe un laboratorio de la vida, que nos da todo lo necesario para «vivir en verdad» como le gustaba decir a Santa Teresa de Jesús, entendiendo que la Verdad es Cristo mismo, de ahí la relación con Él. Una escuela que enseña a vivir en el compromiso, en medio del mundo, de hacer de las vidas de quienes la forman la cultura del encuentro.
El Concilio Vaticano II nos decía que la familia, «célula básica y vital de la sociedad», es escuela de humanidad y de virtudes sociales necesarias para la vida y para el desarrollo de la sociedad (cf. GS 47,52). La familia es anterior al Estado y, por tanto, titular de derechos propios frente a él; baste recordar la Carta de los derechos de la Familia del Consejo Pontificio de la Familia de 1983. La familia ha de ser lugar de fiesta, celebración y gozo común. ¡Cuánto me impresionan a mí esas palabras de Jesús que nos remontan a la voluntad originaria de Dios: «lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» (Mt 19, 3-9; Mc 10, 2-12; Lc 16, 18)! Los discípulos no entienden y se asustan ante esta afirmación; creen que es un ataque a la idea de matrimonio en el mundo circundante y una exigencia inmisericorde, por lo que dicen enseguida: «si esa es la condición del marido con la mujer, más vale no casarse». Pero Jesús confirma lo llamativo de esta exigencia: fidelidad incondicional que tiene que ser dada al ser humano. Es un don de la gracia, presupone la transformación de la dureza del corazón, presupone un corazón nuevo, compasivo; es un mensaje del Señor lleno de gracia, amor y compasión.
Los que vivís y sois familia cristiana, descubríos cada día más como comunidad de vida y de amor, es decir, colocad en el centro a Jesucristo y su Amor, que nos llena y nos capacita para vivir y salir a dar testimonio de Él.
Con gran afecto, os bendice:
+Carlos, arzobispo de Madrid
Las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado en la Misa de la apertura del Sínodo nos han puesto en marcha para buscar la verdad de la vocación y misión de la familia. En su homilía, el Santo Padre destacó la gracia que supone escuchar esa Palabra de Dios en estos momentos y señaló tres perspectivas que nos ayudan en esta tarea. El objetivo de la vida no es solamente vivir juntos para siempre, sino amarse para siempre. Aquí está la profundidad, el núcleo de la familia cristiana, de su vocación y misión. Nos habló del «drama de la soledad», del «amor del hombre y de la mujer» y de la «familia».
Hay una soledad que aflige profundamente al ser humano. El Papa Francisco hizo referencia a esa soledad que aflige a tantos hombres y mujeres en nuestro mundo (ancianos y ancianas, viudos y viudas, hombres y mujeres abandonados por su mujer o marido, migrantes, prófugos, jóvenes víctimas de nuestra cultura del usar y tener y del descarte, etc.). Aumenta el vacío profundo que produce en tantas y tantas personas. Y la respuesta a estas situaciones es la «familia»; ella es el icono de todo esto, a ella hay que mirar necesariamente para dar solución a aquella soledad de Adán y Eva, que tiene inicio y ya se experimenta en el arranque de la creación. El amor verdadero entre el hombre y la mujer es la solución a esta soledad y a este vacío; el amor entre el hombre y la mujer, que en el matrimonio cristiano se hace posible con la gracia de Dios y con esa correspondencia al otro con el mismo amor de Cristo, hasta dar la vida el uno por el otro. Un corazón que es capaz de corresponder con el mismo amor de Cristo es lo que hace a la persona verdaderamente feliz. ¡Qué hondura adquieren las palabras del Papa Francisco cuando nos dice que «la caridad no apunta con el dedo a los demás», sino que nos «invita a buscar y sanar las parejas heridas con el aceite de la misericordia»!
El Santo Padre nos ha ofrecido una lección a la Iglesia: que tiene que educar en el amor auténtico, que no puede olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida, como hace muy pocos días os recordaba en mi carta pastoral Jesús, rostro de la misericordia, camina y conversa con nosotros en Madrid. El Papa Francisco nos llama a que vivamos y descubramos su misión «en la fidelidad, en la verdad y en la caridad». En estos días del Sínodo, os invito a que contempléis el icono de Nazaret –Jesús, María y José– para aprender lo que este nos enseña: el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irremplazable que es su pedagogía y lo incomparable y fundamental que es su función en la sociedad. Hemos de creer con todas nuestra fuerzas lo que nos dijo el Señor: que Él está con nosotros, que no hay que tener miedo. Esto debe llevar a la familia a tomar conciencia de la gran dignidad y misión que tiene, a vivir con fuerza las virtudes específicas que caracterizan a la familia doméstica. La presencia en el mundo de la familia cristiana es un testimonio de fe, de coraje, de optimismo, de confianza vital y total en Dios; una exaltación elocuente de los grandes valores elevados y santos de la familia; una prueba de amor a la verdad y al comportamiento que Dios promueve en nuestras vidas, que se convierte en un antídoto a los síntomas que destruyen la sociedad y la convivencia entre los hombres: egoísmo, indiferencia, hedonismo tacaño, conformidad ante unos modos de actuar y de vivir que son decadentes.
¡Qué belleza ser dos en una sola vida! ¡Qué hondura adquiere la vida viéndose el uno en el otro a Cristo! ¡Qué capacidad de vida engendra esta visión! ¡Qué fuerza alcanza en su origen sacramental que eleva el amor natural, frágil y voluble, al nivel de amor sobrenatural inviolable y siempre nuevo! Os invito a poner a Jesucristo en el centro de vuestra familia. Y que este ponerlo en el centro tenga expresiones externas en las vidas de cada miembro que la forma y en el hogar en el que viven todos, de tal modo que se evidencie que estamos en un hogar cristiano y ante unas personas que siguen al Señor. ¿Por qué? Para hacer de la familia cristiana una escuela de bellas artes, la más bella y hermosa, donde se aprende a usar esos pinceles que entregan servicio, fidelidad,
El Concilio Vaticano II nos decía que la familia, «célula básica y vital de la sociedad», es escuela de humanidad y de virtudes sociales necesarias para la vida y para el desarrollo de la sociedad (cf. GS 47,52). La familia es anterior al Estado y, por tanto, titular de derechos propios frente a él; baste recordar la Carta de los derechos de la Familia del Consejo Pontificio de la Familia de 1983. La familia ha de ser lugar de fiesta, celebración y gozo común. ¡Cuánto me impresionan a mí esas palabras de Jesús que nos remontan a la voluntad originaria de Dios: «lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» (Mt 19, 3-9; Mc 10, 2-12; Lc 16, 18)! Los discípulos no entienden y se asustan ante esta afirmación; creen que es un ataque a la idea de matrimonio en el mundo circundante y una exigencia inmisericorde, por lo que dicen enseguida: «si esa es la condición del marido con la mujer, más vale no casarse». Pero Jesús confirma lo llamativo de esta exigencia: fidelidad incondicional que tiene que ser dada al ser humano. Es un don de la gracia, presupone la transformación de la dureza del corazón, presupone un corazón nuevo, compasivo; es un mensaje del Señor lleno de gracia, amor y compasión.
Los que vivís y sois familia cristiana, descubríos cada día más como comunidad de vida y de amor, es decir, colocad en el centro a Jesucristo y su Amor, que nos llena y nos capacita para vivir y salir a dar testimonio de Él.
Con gran afecto, os bendice:
+Carlos, arzobispo de Madrid
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