El Papa: 'No se puede ser creyente y hacer vida de faraón'
Fuente: ANSA, CLAUDIO PERI
El Santo Padre entrevistado por una publicación holandesa de personas sin hogar. Muchos bienes que están en las iglesias son propiedad de la humanidad
El santo padre Francisco ha asegurado que “la Iglesia debe hablar con la verdad y también con el testimonio: el testimonio de la pobreza. Si un creyente habla de la pobreza o de los sintecho y conduce una vida de faraón: ésto no se puede hacer”. Esta es una de las tentaciones de las que ha hablado el papa Francisco en una entrevista con en Straatnieuws, un diario de los sintecho de Utrech, Holanda. La entrevista fue realizada el pasado 27 de octubre y publicada hoy en italiano por Radio Vaticano.
Otra tentación de la que habla en su entrevista es la “hacer acuerdos con los Gobiernos. Se pueden hacer acuerdos, pero deben ser acuerdos claros, acuerdos transparentes". Está siempre la tentación de la corrupción en la vida pública.Tanto política como religiosa, advierte el Papa.
En la entrevista, le piden al Pontífice un mensaje de la Iglesia para los sintecho, por eso recuerda que “Jesús vino al mundo sin techo y se hizo pobre. La Iglesia quiere abrazar a todos y decir que es un derecho tener un techo sobre ti. En los movimientos populares se trabaja con las tres “t” españolas: trabajo, techo y tierra. La Iglesia predica que todas las personas tienen derecho a estas tres “t”.
A propósito de la posibilidad de “llegar a cansar en los medios de comunicación al hablar mucho de los pobres y los refugiados”, el Santo Padre asegura que “a todos nos viene la tentación --cuando se vuelve sobre un tema que no es bonito, porque es feo hablar sobre ello-- de decir: ‘pero, terminemos: esta cosa cansa demasiado’. Yo siento que el cansancio existe, pero no me da miedo. Debo continuar hablando de las verdades y de cómo son las cosas”.
Le preguntaron también si se siente bajo presión para vender “los tesoros de la Iglesia”. El Papa responde que “no son los tesoros de la Iglesia, sino que son los tesoros de la humanidad. Por ejemplo, si yo mañana digo que la Piedad de Miguel Ángel sea subastada, no se puede hacer, porque no es propiedad de la Iglesia. Está en una iglesia, pero es de la humanidad".
Esto --explica-- vale para todos los tesoros de la Iglesia. Y cuenta que "hemos comenzado a vender los regalos y otras cosas que me dan. Lo que se saca de la venta va para monseñor Krajewski, que es mi limosnero. Y después está la lotería. Había coches que se han vendido o dado con un lotería y lo recaudado se ha usado para los pobres. Pero hay cosas que se pueden vender y esto se vende”.
También reconoce que "los bienes inmobiliarios de la Iglesia son muchos, pero los usamos para mantener las estructuras de la Iglesia y para mantener muchas obras que se hacen en los países necesitados: hospitales, escuelas”. A propósito el Papa pone un ejemplo: "ayer pedí enviar al Congo 50 mil euros para construir tres escuelas en países pobres, la educación es algo importante para los niños".
Sobre la fama, el Papa asegura no haber he perdido la paz. "Y esto es una gracia de Dios. No pensé tanto en el hecho de que soy famoso. Me digo a mí mismo: ahora estoy en un puesto importante, pero en diez años nadie me conocerá ya” y ríe. Por eso explica que hay dos tipos de fama: la fama de los “grandes” que han hecho grandes cosas, como Madame Curie, y la fama de los vanidosos. Pero esta última es como una pompa de jabón.
¿Es posible un mundo sin pobres?, preguntan finalmente al Santo Padre, a lo que responde: “Yo quisiera un mundo sin pobres. Debemos luchar por esto. Pero soy un creyente y sé que el pecado está siempre dentro de nosotros. Y la codicia humana está siempre, la falta de solidaridad, el egoísmo que crea los pobres. Por esto me parece un poco difícil imaginar un mundo sin pobres. Si piensa en los niños explotados por trabajo esclavo, a o los niños explotados por abuso sexual. Es otra forma de explotación: matar niños para quitarles los órganos, el tráfico de órganos. Matar a los niños para quitarles los órganos es codicia. Por eso no sé si lograremos un mundo sin pobres, porque el pecado está siempre y nos lleva al egoísmo. Pero debemos luchar, siempre, siempre”.
El Papa en Sta. Marta: 'Qué triste es ver sacerdotes y obispos apegados al dinero'
Fuente: PHOTO.VA, OSSERVATORE ROMANO
El santo padre Francisco ha pedido que los obispos y los sacerdotes venzan la tentación de vivir “una doble vida” recordando que la Iglesia está llamada a servir, no a convertirse en un lugar de negocios. Lo ha hecho durante la homilía de la misa celebrada este viernes en Santa Marta.
De este modo, el Papa ha reflexionado sobre la figura de Pablo, que aparece en la liturgia del día. El apóstol “se ha donado completamente al servicio, siempre” para terminar en Roma “traicionado por alguno de los suyos” terminando después “condenado”. Por eso, el Santo Padre ha recordado que la grandeza de san Pablo venía de Jesucristo y “él presumía de servir, de ser elegido, de tener la fuerza del Espíritu Santo”.
Era un siervo que servía, “administraba, sentando las bases, es decir anunciando a Jesucristo” y “nunca se detenía por tener la ventaja de un lugar, de una autoridad, de ser servido. Él era el ministro, siervo para servir, no para servirse”.
A propósito, el Pontífice ha asegurado la alegría que siente y lo que le conmueve cuando sacerdotes que van a la misa de Santa Marta le dicen al saludarle: “he venido aquí para ver a los míos, porque desde hace 40 años soy misionero en el Amazonas”. O una monja que le dice: “trabajo desde hace 30 años en un hospital de África”. O cuando encuentra a una monjita que desde hace 30 o 40 años está en el hospital trabajando con discapacitados siempre sonriente. “Esto se llama servir, esta es la alegría de la Iglesia: ir más allá, siempre; ir más allá a dar la vida. Esto es lo que ha hecho Pablo: servir”, ha explicado el Papa.
Por ello, ha recordado también que en el Evangelio el Señor nos hace ver la imagen de otro siervo “que en vez de servir a los otros se sirve de los otros”, indicando que “hemos leído qué ha hecho este siervo, con cuánta astucia se ha movido para permanecer en su puesto”.
Así, el Pontífice ha advertido que “también en la Iglesia están estos, que en vez de servir, pensar en los otros, sentar las bases, se sirven de la Iglesia: los escaladores, los apegados al dinero”. Por eso se ha preguntado: “¿cuántos sacerdotes, obispos, hemos visto así? Es triste decirlo ¿no?” De este modo ha subrayado “la radicalidad del Evangelio, de la llamada de Jesucristo: servir, estar al servicio de, no pararse, ir siempre más allá, olvidándose de uno mismo. Y la comodidad del estatus: 'yo he llegado a un estatus y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos de los que habla Jesús que paseaban en las plazas, dejándose ver por los otros'”.
Así, el Pontífice ha advertido que “también en la Iglesia están estos, que en vez de servir, pensar en los otros, sentar las bases, se sirven de la Iglesia: los escaladores, los apegados al dinero”. Por eso se ha preguntado: “¿cuántos sacerdotes, obispos, hemos visto así? Es triste decirlo ¿no?” De este modo ha subrayado “la radicalidad del Evangelio, de la llamada de Jesucristo: servir, estar al servicio de, no pararse, ir siempre más allá, olvidándose de uno mismo. Y la comodidad del estatus: 'yo he llegado a un estatus y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos de los que habla Jesús que paseaban en las plazas, dejándose ver por los otros'”.
Para finalizar su homilía el Santo Padre ha propuesto dos imágenes: “dos imágenes de cristianos, dos imágenes de sacerdotes, dos imágenes de monjas”. Francisco ha explicado que Jesús “nos hace ver este modelo en Pablo, esta Iglesia que nunca se detiene” que “siempre va adelante y nos hace ver que ese es el camino”.
“Sin embargo, cuando la Iglesia es tibia, cerrada en sí misma, también con negocios muchas veces, esto no se puede decir que sea una Iglesia que ministra, que está al servicio, sino que se sirve de los otros”, ha advertido.
Y así, ha concluido pidiendo que “el Señor nos dé la gracia que ha dado a Pablo, ese punto de honor de ir siempre adelante, siempre, renunciando a las propias comodidades muchas veces, y nos salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como ministro, es decir como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los otros”.
(Texto de Radio Vaticano, traducido y adaptado por ZENIT)
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