El miedo en los brazos del amor
ROSALÍA MOROS DE BORREGALES | EL UNIVERSAL
sábado 27 de julio de 2013
El apóstol Juan en su primera epístola nos da una disertación maravillosa sobre el amor. Entre todas sus palabras son estas las que hacen vibrar mi corazón: "en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor" (1 Juan 4:18). Traigo estas palabras a mi mente, las convierto en una oración, entonces siento que mi ser entero experimenta un abrazo de Dios; siento que al venir ante Él todos mis miedos se desvanecen, y en cada lágrima que brota de mis ojos al ser bendecida con su presencia siento que los miedos salen de mi alma como la oscuridad se desvanece cuando la aurora baña con su luz un nuevo día.
Solo el corazón conoce sus propios miedos; las angustias del alma son muchas veces solitarias. Nadie alardea de sus temores, nadie cuenta cómo la angustia le despierta en medio de la noche; cómo le quita el sueño, le resta las fuerzas y le hace sentir la noche inmensa y el silencio más profundo que nos hunde en un grito mudo de desesperación. Nadie nos cuenta su soledad, la tristeza del amanecer que no nos deja levantarnos de la cama sino después de un gran esfuerzo. Eso solo lo platicamos con nosotros mismos.
El miedo es un ladrón, un usurpador que desplaza las alegrías del alma, las encarcela y con opresión las anula. El miedo va minando nuestro ser, ocupando lugares que un día tuvieron el color de una flor, la salud de un niño carcajeándose en un parque, la serenidad de un abuelo que ha vivido con dignidad. El miedo nos roba la esperanza, nos nubla el horizonte, nos hace renunciar al futuro. El miedo hiere al corazón con una herida de muerte que se rehusa a todas las curas, sangrando constantemente. Solo hasta que la mano de Dios la venda. Como dice en Isaías, Dios es quien venda a los quebrantados de corazón y el que da libertad a los cautivos.
Estamos llamados a vivir cada día de nuestras vidas bendecidos por la plenitud de su amor que puede librarnos de todo el mal. Pasamos la vida entera aprendiendo miles de cosas, ejercitándonos en distintas disciplinas pero no nos ejercitamos en la fe; vamos por la vida como raquíticos espirituales mientras el océano de Dios yace a nuestro lado pleno de verdades que pueden liberar nuestras almas de la angustia; pleno del amor más sublime y excelso que enaltece nuestro ser convirtiéndonos en verdaderos hijos que pueden sentarse en su regazo, recostar la cabeza sobre su pecho, y luego de un rato pararnos y continuar el camino con la cabeza erguida y la mirada en alto.
Un nuevo tiempo de gracia está llegando, un nuevo amanecer trae la luz radiante del sol a nuestras ventanas. Si tienes la valentía de creer en medio de un mundo que le ha dado la espalda a Dios. Si puedes creer que en la cruz de Jesús el miedo fue traspasado y vencido. Si puedes traer tus miedos ante esa cruz, el Señor que murió en ella te llevará de la mano en medio de la angustia. Levántate y cree con la confianza de un niño. Extiende tu mano y deja que tu Padre celestial te lleve por el camino del amor que echa fuera todo temor.
"Hermanos venezolanos no temáis, tened fuerzas, Dios tiene cosas grandes para su país... de lo malo Él hará algo bueno", Francisco I.
rosymoros@gmail.com
Solo el corazón conoce sus propios miedos; las angustias del alma son muchas veces solitarias. Nadie alardea de sus temores, nadie cuenta cómo la angustia le despierta en medio de la noche; cómo le quita el sueño, le resta las fuerzas y le hace sentir la noche inmensa y el silencio más profundo que nos hunde en un grito mudo de desesperación. Nadie nos cuenta su soledad, la tristeza del amanecer que no nos deja levantarnos de la cama sino después de un gran esfuerzo. Eso solo lo platicamos con nosotros mismos.
El miedo es un ladrón, un usurpador que desplaza las alegrías del alma, las encarcela y con opresión las anula. El miedo va minando nuestro ser, ocupando lugares que un día tuvieron el color de una flor, la salud de un niño carcajeándose en un parque, la serenidad de un abuelo que ha vivido con dignidad. El miedo nos roba la esperanza, nos nubla el horizonte, nos hace renunciar al futuro. El miedo hiere al corazón con una herida de muerte que se rehusa a todas las curas, sangrando constantemente. Solo hasta que la mano de Dios la venda. Como dice en Isaías, Dios es quien venda a los quebrantados de corazón y el que da libertad a los cautivos.
Estamos llamados a vivir cada día de nuestras vidas bendecidos por la plenitud de su amor que puede librarnos de todo el mal. Pasamos la vida entera aprendiendo miles de cosas, ejercitándonos en distintas disciplinas pero no nos ejercitamos en la fe; vamos por la vida como raquíticos espirituales mientras el océano de Dios yace a nuestro lado pleno de verdades que pueden liberar nuestras almas de la angustia; pleno del amor más sublime y excelso que enaltece nuestro ser convirtiéndonos en verdaderos hijos que pueden sentarse en su regazo, recostar la cabeza sobre su pecho, y luego de un rato pararnos y continuar el camino con la cabeza erguida y la mirada en alto.
Un nuevo tiempo de gracia está llegando, un nuevo amanecer trae la luz radiante del sol a nuestras ventanas. Si tienes la valentía de creer en medio de un mundo que le ha dado la espalda a Dios. Si puedes creer que en la cruz de Jesús el miedo fue traspasado y vencido. Si puedes traer tus miedos ante esa cruz, el Señor que murió en ella te llevará de la mano en medio de la angustia. Levántate y cree con la confianza de un niño. Extiende tu mano y deja que tu Padre celestial te lleve por el camino del amor que echa fuera todo temor.
"Hermanos venezolanos no temáis, tened fuerzas, Dios tiene cosas grandes para su país... de lo malo Él hará algo bueno", Francisco I.
rosymoros@gmail.com
Talentos para la reconstrucción
MARÍA ELENA ARCIA PASCHEN | EL UNIVERSAL
sábado 27 de julio de 2013 12:00 AM
El país en el cual muchos de nosotros crecimos cambió para siempre y esa nueva Venezuela en construcción requiere de nuestra intervención y participación activa que permita pasar de una orilla a la otra y, por supuesto, garantizar la estabilidad una vez llegado al destino.
En esa búsqueda de la gobernabilidad, la formación de los hombres y mujeres que representen y administren la historia y el futuro es tarea fundamental.
Las clases políticas y los servidores públicos no deben formarse por generación espontánea, y Venezuela requerirá de altos administradores públicos, honestos y competentes en su accionar para asegurar la continuidad de una nación en medio de muy seguros escenarios turbulentos.
Se trata de conformar una clase dirigente nacional, competente, visionaria, honrada, con valores democráticos y con conciencia de la compleja realidad que nos tocará enfrentar. No bastará el empirismo y el sentido común para hacerle frente a los grandes desafíos que tenemos por delante, por lo que la formación desde ya del talento humano es indispensable y quizás determinante en la gobernabilidad.
Aun cuando una de las características principales de la política es la negociación y el manejo preventivo de los conflictos, en nuestra sociedad actualmente la política actúa con dificultad, no encontrando fueros institucionales y privando un estado de desorden donde la Ley y el Saber gritan tratando de hacerse entender. Esto requiere de soluciones que pasan por la formación y selección de los actores adecuados.
La precariedad de las clases políticas ha sido factor decisivo en la ingobernabilidad, por lo que contar con personas capacitadas que comprendan los aspectos culturales, históricos y sociológicos, y cuenten con las competencias técnicas requeridas, será determinante.
Pareciera entonces indispensable enfocar esfuerzos en la creación de una instancia de alta formación donde se preparen a los nuevos administradores públicos quienes, más allá de un conocimiento especializado que obviamente se requerirá, deberán poseer capacidad de análisis y de síntesis, aptitud para identificar problemas principales, real flexibilidad y comprensión de la realidad para poder intervenir en ella.
Entendemos que esto es una necesidad y que seguramente habrá muchas personas trabajando en esta propuesta que por lo ambiciosa no tendrá resultados en el corto plazo y requerirá la participación activa de los centros de pensamiento local y el apoyo de las experiencias latinoamericanas. Sin embargo, esto no nos deberá detener en el camino que estamos construyendo, por lo que en la transición tendremos que seleccionar, dentro de los muchos talentos con que contamos, aquellos más idóneos que nos ayuden a llegar al otro lado de la orilla y favorezcan, con sus elevados niveles de compromiso, responsabilidad y seriedad en las tareas encomendadas, el sostenimiento de los objetivos y la estabilidad de la nación.
Menciono algunas capacidades que se requerirán para enfrentar las situaciones por venir y que los expertos en materia de formación y reclutamiento de talentos denominan "habilidades blandas": Capacidad para comprender la conducta humana y motivar el personal, capacidad para enfrentar problemas, actuar con escasez de recursos, negociar con actores intra y extraorganizacionales, percibir "señales" de la realidad y un alto sentido de previsión y pensamiento estratégico
Estamos en el camino de acumulación de logros políticos graduales que veremos con seguridad, como en el futuro serán garantes de la gobernabilidad previniendo de esta forma a nuestras próximas generaciones de situaciones similares a las vividas en la actualidad. La construcción de un futuro sólido requiere tiempo y sacrificios de muchos y somos un buen número de ciudadanos los que estamos apostando a ello y dispuestos a hacer los aportes que se requieran.
malarcia@icloud.com
Malarcia2209@gmail.com
@malarcia
En esa búsqueda de la gobernabilidad, la formación de los hombres y mujeres que representen y administren la historia y el futuro es tarea fundamental.
Las clases políticas y los servidores públicos no deben formarse por generación espontánea, y Venezuela requerirá de altos administradores públicos, honestos y competentes en su accionar para asegurar la continuidad de una nación en medio de muy seguros escenarios turbulentos.
Se trata de conformar una clase dirigente nacional, competente, visionaria, honrada, con valores democráticos y con conciencia de la compleja realidad que nos tocará enfrentar. No bastará el empirismo y el sentido común para hacerle frente a los grandes desafíos que tenemos por delante, por lo que la formación desde ya del talento humano es indispensable y quizás determinante en la gobernabilidad.
Aun cuando una de las características principales de la política es la negociación y el manejo preventivo de los conflictos, en nuestra sociedad actualmente la política actúa con dificultad, no encontrando fueros institucionales y privando un estado de desorden donde la Ley y el Saber gritan tratando de hacerse entender. Esto requiere de soluciones que pasan por la formación y selección de los actores adecuados.
La precariedad de las clases políticas ha sido factor decisivo en la ingobernabilidad, por lo que contar con personas capacitadas que comprendan los aspectos culturales, históricos y sociológicos, y cuenten con las competencias técnicas requeridas, será determinante.
Pareciera entonces indispensable enfocar esfuerzos en la creación de una instancia de alta formación donde se preparen a los nuevos administradores públicos quienes, más allá de un conocimiento especializado que obviamente se requerirá, deberán poseer capacidad de análisis y de síntesis, aptitud para identificar problemas principales, real flexibilidad y comprensión de la realidad para poder intervenir en ella.
Entendemos que esto es una necesidad y que seguramente habrá muchas personas trabajando en esta propuesta que por lo ambiciosa no tendrá resultados en el corto plazo y requerirá la participación activa de los centros de pensamiento local y el apoyo de las experiencias latinoamericanas. Sin embargo, esto no nos deberá detener en el camino que estamos construyendo, por lo que en la transición tendremos que seleccionar, dentro de los muchos talentos con que contamos, aquellos más idóneos que nos ayuden a llegar al otro lado de la orilla y favorezcan, con sus elevados niveles de compromiso, responsabilidad y seriedad en las tareas encomendadas, el sostenimiento de los objetivos y la estabilidad de la nación.
Menciono algunas capacidades que se requerirán para enfrentar las situaciones por venir y que los expertos en materia de formación y reclutamiento de talentos denominan "habilidades blandas": Capacidad para comprender la conducta humana y motivar el personal, capacidad para enfrentar problemas, actuar con escasez de recursos, negociar con actores intra y extraorganizacionales, percibir "señales" de la realidad y un alto sentido de previsión y pensamiento estratégico
Estamos en el camino de acumulación de logros políticos graduales que veremos con seguridad, como en el futuro serán garantes de la gobernabilidad previniendo de esta forma a nuestras próximas generaciones de situaciones similares a las vividas en la actualidad. La construcción de un futuro sólido requiere tiempo y sacrificios de muchos y somos un buen número de ciudadanos los que estamos apostando a ello y dispuestos a hacer los aportes que se requieran.
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