Américo Vespucio
En 1507, en la Cosmographiae Introductio, nacía América en el universo de las letras
REINALDO ROJAS | EL UNIVERSAL
martes 13 de octubre de 2015 12:00 AM
La Historia de América, desde los primeros relatos de viajeros y cronistas, ha estado llena de incógnitas, paradojas y confusiones. Llamamos descubrimiento a un error de cálculo, ya que la ruta de Colón era hacia la India y chocó, por decirlo así, con nuestro continente. Pero lo más paradójico es el nombre que se le dará al continente en cartas y mapas, cuando fue Cristóbal Colón quien arribó aquel 12 de octubre de 1492 a Guanahaní, una de las islas antillanas del archipiélago de las Bahamas.
Allí empezó la confusión y el debate. Por un lado, los teólogos buscando respuesta en la Biblia, acerca de quiénes eran y de dónde venían los pueblos que aquí habitaban. Por el otro, los cartógrafos levantando mapas y dibujos de las tierras que tempranamente serán repartidas entre españoles y portugueses. Y sucede algo increíble: no es Colón quien le dará su nombre al nuevo continente. Es otro personaje de la época, el cartógrafo florentino Amérigo Vezpuche.
Paradoja
Germán Arciniegas, en su obra El estudiante de la mesa redonda, aporta un dato que puede ser la mejor hipótesis para entender esta paradoja. Es que el triunfo de Colón -nos dice- traslada el meridiano de los conocimientos de Salamanca a Sevilla. La vieja universidad da paso a la escuela de mareantes formada por los dueños de navíos, pilotos, contramaestres, guardianes, marineros y grumetes. Entre ellos y con ellos es que se levantan los nuevos conocimientos del mundo. Es la otra cara de los llamados descubrimientos geográficos, la cara científica que surge de la ampliación del mundo conocido hasta ese momento y sus efectos en la ciencia, teología y filosofía de la época. Es, en ese meridiano, que está ubicado Américo Vespucio.
El florentino nace en 1454 y muere en Sevilla en 1512. A España llega de comerciante pero termina como cosmógrafo, que era una de las profesiones más útiles de la época. Estamos en el siglo XV. La Europa mediterránea le urge reconectar su comercio con la India, interrumpido por la ocupación de Constantinopla por los turcos en 1453. Los portugueses toman el camino de las costas africanas y Colón, se propone explorar la ruta occidental. Pero no logra su cometido de llegar a la India. Al contrario, arriba a un continente desconocido que más tarde será nombrado América. ¿Cómo sucede esto?
América no es sólo un hecho físico. Es un concepto, una imagen, una representación que va saliendo de los informes de mercaderes, capitanes, frailes y aventureros. Ellos son los descubridores que caminan el territorio habitado por pueblos y culturas indígenas y lo bautizan con los antiguos nombres de sus provincias y ciudades de origen. Con ellos se va dibujando el mapa de América. Es una aventura intelectual, un acto de imaginación. Pero, ¿por qué América?
Vespucio, que participó en la expedición de Alonso de Ojeda a las costas venezolanas, en 1499, es nombrado Piloto Mayor por el Rey Fernando, lo cual le permite enseñar a los futuros navegantes en Sevilla, que es la puerta hacia el Nuevo Mundo. La Casa de Contratación es la institución que matricula los tripulantes para las expediciones y Amerigo es su examinador. Aprueba o aplaza. Su poder es grande y él lo reconoce: "...los reyes me solicitan, me requiere la ciencia; sin mí no podrán descubrirse más tierras, porque con estos pilotos ignorantes, dejados de la mano de Dios, se irán a pique las expediciones".
¿Viajes?
Pero, además, escribe libros donde da cuenta de viajes, muchos de los cuales nunca realizó. Con su Mundus Novus, de 1503, y su polémica Carta a Soderini, de 1505, el florentino alcanza fama universal. Son traducidos a diversos idiomas. Y es aquí donde se da el acontecimiento. En la abadía de Saint-Dié-des-Vosges en Lorena, Francia, funcionaba una escuela, el Gymnase Vosgien, con una imprenta donde trabajaban varios editores a cuyas manos llegaron aquellas obras. Impresionados por las hazañas vespucianas editaron un pequeño tratado llamado Cosmographiae Introductio acompañado por una traducción al latín de la Carta a Soderini con el título "Cuatro Viajes de Américo". El 25 de abril de 1507 salieron del taller las dos primeras ediciones. Es, en esta pequeña obra, que se sugiere que el nombre del Nuevo Mundo debería ser "América" en femenino, junto a "Europa", "Asia" y "África" y en honor de quien debiera ser reconocido como su descubridor. Martín Waldseemüller, dibujante y corrector de pruebas del grupo es el que inscribe el nombre en un mapa mural de grandes dimensiones titulado Universalis Cosmographia que acompaña la obra. Allí, en la parte superior del mapa, mientras Ptolomeo representa el Viejo Mundo, Vespucio, simboliza el Nuevo Mundo.
En 1507, en la Cosmographiae Introductio, nacía América en el universo de las letras.
enfoques14@gmail.com
Allí empezó la confusión y el debate. Por un lado, los teólogos buscando respuesta en la Biblia, acerca de quiénes eran y de dónde venían los pueblos que aquí habitaban. Por el otro, los cartógrafos levantando mapas y dibujos de las tierras que tempranamente serán repartidas entre españoles y portugueses. Y sucede algo increíble: no es Colón quien le dará su nombre al nuevo continente. Es otro personaje de la época, el cartógrafo florentino Amérigo Vezpuche.
Paradoja
Germán Arciniegas, en su obra El estudiante de la mesa redonda, aporta un dato que puede ser la mejor hipótesis para entender esta paradoja. Es que el triunfo de Colón -nos dice- traslada el meridiano de los conocimientos de Salamanca a Sevilla. La vieja universidad da paso a la escuela de mareantes formada por los dueños de navíos, pilotos, contramaestres, guardianes, marineros y grumetes. Entre ellos y con ellos es que se levantan los nuevos conocimientos del mundo. Es la otra cara de los llamados descubrimientos geográficos, la cara científica que surge de la ampliación del mundo conocido hasta ese momento y sus efectos en la ciencia, teología y filosofía de la época. Es, en ese meridiano, que está ubicado Américo Vespucio.
El florentino nace en 1454 y muere en Sevilla en 1512. A España llega de comerciante pero termina como cosmógrafo, que era una de las profesiones más útiles de la época. Estamos en el siglo XV. La Europa mediterránea le urge reconectar su comercio con la India, interrumpido por la ocupación de Constantinopla por los turcos en 1453. Los portugueses toman el camino de las costas africanas y Colón, se propone explorar la ruta occidental. Pero no logra su cometido de llegar a la India. Al contrario, arriba a un continente desconocido que más tarde será nombrado América. ¿Cómo sucede esto?
América no es sólo un hecho físico. Es un concepto, una imagen, una representación que va saliendo de los informes de mercaderes, capitanes, frailes y aventureros. Ellos son los descubridores que caminan el territorio habitado por pueblos y culturas indígenas y lo bautizan con los antiguos nombres de sus provincias y ciudades de origen. Con ellos se va dibujando el mapa de América. Es una aventura intelectual, un acto de imaginación. Pero, ¿por qué América?
Vespucio, que participó en la expedición de Alonso de Ojeda a las costas venezolanas, en 1499, es nombrado Piloto Mayor por el Rey Fernando, lo cual le permite enseñar a los futuros navegantes en Sevilla, que es la puerta hacia el Nuevo Mundo. La Casa de Contratación es la institución que matricula los tripulantes para las expediciones y Amerigo es su examinador. Aprueba o aplaza. Su poder es grande y él lo reconoce: "...los reyes me solicitan, me requiere la ciencia; sin mí no podrán descubrirse más tierras, porque con estos pilotos ignorantes, dejados de la mano de Dios, se irán a pique las expediciones".
¿Viajes?
Pero, además, escribe libros donde da cuenta de viajes, muchos de los cuales nunca realizó. Con su Mundus Novus, de 1503, y su polémica Carta a Soderini, de 1505, el florentino alcanza fama universal. Son traducidos a diversos idiomas. Y es aquí donde se da el acontecimiento. En la abadía de Saint-Dié-des-Vosges en Lorena, Francia, funcionaba una escuela, el Gymnase Vosgien, con una imprenta donde trabajaban varios editores a cuyas manos llegaron aquellas obras. Impresionados por las hazañas vespucianas editaron un pequeño tratado llamado Cosmographiae Introductio acompañado por una traducción al latín de la Carta a Soderini con el título "Cuatro Viajes de Américo". El 25 de abril de 1507 salieron del taller las dos primeras ediciones. Es, en esta pequeña obra, que se sugiere que el nombre del Nuevo Mundo debería ser "América" en femenino, junto a "Europa", "Asia" y "África" y en honor de quien debiera ser reconocido como su descubridor. Martín Waldseemüller, dibujante y corrector de pruebas del grupo es el que inscribe el nombre en un mapa mural de grandes dimensiones titulado Universalis Cosmographia que acompaña la obra. Allí, en la parte superior del mapa, mientras Ptolomeo representa el Viejo Mundo, Vespucio, simboliza el Nuevo Mundo.
En 1507, en la Cosmographiae Introductio, nacía América en el universo de las letras.
enfoques14@gmail.com
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