“Y la verdad es que sus libros, sus poemas y sus estudios críticos, parecen hoy más pasto de eruditos que la letra viva de la poesía. Contra estas imágenes me he levantado siempre. Porque me ha parecido ver en Bello otra cosa: el primer aventurero hispanoamericano que asoma el Mundo Nuevo de la Europa romántica, el primer viajero nuestro en las tierras inéditas de la Revolución Industrial, el primer cronista de la maravilla de una humanidad llena de sueños de progreso, de civilización, de grandeza. En vez de verlo momificado lo he visto increíblemente vivo y lozano, librando una batalla desigual por la cultura hispanoamericana”.
Estas palabras se leen en el prólogo a uno de los libros más notables inspirados por el humanista: El otro Andrés Bello, de Emir Rodríguez Monegal. Este libro será el libro. El fragmento será la síntesis de uno de los trabajos críticos más empeñosos y mejor logrados sobre la literatura hispanoamericana. Bello lo merecía y lo estaba esperando desde hacía tiempo. Lo publica Monte Ávila Editores en 1969.
Reniega de la inadvertencia de Bello. Lamenta la advertencia condicionada de Bello. Cuestiona la petrificación de la recepción de Bello. En el lugar de estas situaciones quiere colocar al aventurero, al viajero y al cronista. Si lo pensamos bien, pocas veces estos sustantivos se invocan cuando de Bello se trata, pues se lo prefiere en la seguridad que dan la inmovilidad, lo convencional y lo sesudo. Monegal lo busca en estos roles y lo encuentra asomado al romanticismo europeo que luego traerá a América, lo refiere viajando a los paradisos y los avernos de la industrialización y lo relata como relator de lo que significamos en la utopía de grandeza, civilización y progreso.
El bellismo de Monegal iluminó una brecha de estudio y crítica ajena a todo laurel grandilocuente. Busca el pensamiento de Bello y lo recrea, lo analiza en concreto y lo hace vivir como reza en el epígrafe de Proust que escoge para la primera página de su hermosa obra: “Pero la evolución de un pensamiento, no puede analizarse en abstracto, sino recreándola y haciéndola vivir”.
Andrés Bello y la personalidad
extraviada
Por Facebook: williamquerales@hotmail.com El Aragüeño el 2 noviembre, 2014El miércoles pasado, me levanté bien temprano para hacer mis terapias aeróbicas y mis ejercicios rutinarios en “Las Ballenas”, bajo la más estricta orientación médica, desde Barrio Adentro, que he asumido con indeclinable disciplina. Un profesor de nuestra izquierda, que sabe de mi búsqueda sobre Andrés Bello, me informó sobre la aparición de un libro que rescata al patriota Andrés Bello del olvido histórico y de la ignominia intelectual. Es un libro biográfico sobre el primer gran poeta venezolano, hijo de Caracas y maestro de Literatura Clásica de Simón de la Trinidad Bolívar y Palacios; don Andrés Bello, quien fue mayor de su vecino Simón, por apenas dos años de edad, relativamente contemporáneos: Bello nació en 1791 en la esquina de Lunetas de Caracas y Bolívar nació en 1783. Valoro el esfuerzo de la profesora Nancy Piñango, quien resalta al hombre comprometido, como reafirma Ludovico Silva, en su más valioso libro sobre el Humanismo Clásico y el Humanismo Marxista, cuando se refiere al hombre de Historia y al intelectual comprometido en su tiempo histórico. Sentí profunda alegría, cuando el Fondo Editorial del Ipasme, le prestó la ayuda necesaria para sacar el libro a la calle. Me anoto, consecuentemente, entre los que rechazamos, las trivialidades y las intrigas contra el sabio Andrés Bello, el autor del más importante poema clásico venezolano del Siglo XIX, se dice, escrito en 1826 “Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida”. Bello ha sido víctima de la mediocridad de fuerzas inmorales, cuando lo han calumniado de ser un hombre de desprecio por la Revolución de Preindependencia y de Independencia de 1810. Sólo mentiras. Andrés Bello fue a Londres con López Méndez y con Bello, también fue Simón Bolívar, a procurar el apoyo inglés. Existen documentos históricos que reafirman del aprecio y del respeto que profesó y sintió Simón Bolívar por Andrés Bello, sobre sus méritos acumulados de intelectual y primogénito humanista de América, uno de los primeros 10 funcionarios exteriores, como Secretario Ajunto de la Embajada venezolana en Londres. Pero luego de la enfermedad y la muerte de Bolívar en Santa Marta en 1830 y los desatinos de la lucha por el poder en Venezuela que impusieron a algunos traidores y antibolivarianos, tuvo, don Andrés Bello que encontrar en la Embajada de Chile en Londres, un punto de apoyo para el ejercicio de su realización humanística, filológica, gramatical, especialista abogado de Derecho Civil. Felicito a la profesora Nancy Piñango, como solía decir y reconocer Argelia Laya, “por su iniciativa y su creación, por su Investigación, por su valentía, arrojo y por su coraje”. Medalla de oro para Nancy Piñango. Este libro, como el del maestro Oscar Zambrano Urdaneta, me servirá de apoyo en mi tesis sobre Andrés Bello y su personalidad extraviada.
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