Subdelia Páez De Sevilla || Con amor a nuestros padres
El padre guía y conductor de la familia, él junto a la madre hacen ese binomio maravilloso de procrear a su descendencia y conducirla por los senderos del bien, sembrando en los hijos valores inquebrantables: morales, espirituales y de convivencia ciudadana. Orgulloso el padre que con su ejemplo y entrega ha formado a los hijos; a ese hombre probo y honesto del futuro, para que siguiendo sus pasos se incorpore con tesón y honradez a construir la sociedad en la que todos deseamos vivir; donde reine la fraternidad, respeto y armonía y en un plano de respeto mutuo disfruten cada quien de sus derechos cumpliendo con sus deberes.
Es tan importante el rol de padre, que desde tiempos inmemoriales la sociedad le asigna un quehacer excluyente en la conducción de la familia, el Código Romano nos habla de la figura del Pater Familias y expresa: "El padre dirige y conduce a la familia", los deberes morales de los padres para con los hijos estaban profundamente grabados en su corazón.
Actualmente y por el dinamismo y los grandes cambios sufrido en el hogar por el trabajo y la profesionalización de la mujer, las cuales en un número elevado de familias, tienen ellas que cumplir como madres y ejercer una profesión, encontramos a muchos padres siendo el acicate en la conducción de los hijos y él con orgullo ve en el hijo una proyección de su existencia logrando conjugar con gran amor ese ligamento biológico-espiritual para que germine el afecto, el respeto, la gratitud, la fortaleza y los buenos ejemplos de rectitud que permite oír con frecuencia la agradable expresión "me parezco a mi padre".
Los padres de hoy, no deben desaprovechar las etapas de la niñez, juventud y ni aún con sus hijos adultos, para darles orientaciones en el quehacer diario; los padres están destinados a desempeñar con ahínco, amor e intimidad los consejos oportunos y así cumplir con fidelidad esa estimable relación paterna-filial. Entre el padre y el hijo se entrecruzan filamentos vibrantes de amor, emoción, obediencia, respeto, alegría y dolor, que sellan ese indestructible vínculo. Recordemos que también lo vivió Jesucristo, como nos lo expresa la Sagrada Escritura y en el Calvario exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Que la celebración del Día del Padre, sea una gran oportunidad para testimoniar el gran afecto y gratitud que los hijos sienten por su papá. Si ya no está presente, recordémoslo elevando oraciones al Señor y demos gracias por el padre que tuvimos la dicha de tener y si lo tienen vivo exprésenle con bellas palabras y acciones su intenso amor y gratitud, ábranle con gran sencillez los sentimientos de su corazón y díganle cuanto lo quieren y le agradecen por haberles dado junto a su mamá la vida. Los papás en estos momentos de tantas angustias y de tanto agite y convulsión social, requieren ser comprendidos y amados con intensidad por sus hijos.
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