Los pensamientos van más rápido que las palabras, pero para evitar arrepentirnos de lo que decimos es mejor pensar antes de hablar y no acelerarnos a expresar lo que pretende el corazón antes de la razón, aprendiendo a estar cómodos con el silencio, educando nuestra mente a la calma y la oportunidad.
Cuando escuchamos pausadamente nuestros pensamientos, podemos dar respuestas más elaboradas y sensatas, porque estamos conscientes y atentos para captar la información que queremos dar. En ese espacio de reserva, está nuestro poder para elegir nuestro argumento.
No debemos buscar tener siempre la razón, ni debemos desgastarnos en convencer a los demás de que decimos la verdad, solo el tiempo y las acciones lo logran en el momento preciso. Nuestro deber es razonar, para saber si es mejor callar, antes de hablar. Incluso, muchas veces la ausencia de palabras deja más sentido a la conversación, utilizando la prudencia ante la discusión, valorando el verdadero poder de la elocuencia, pudiendo estar más abiertos con la mente y el corazón, a conocer lo que otros cavilan, mientras se usa la reflexión.
Muy distinto es, decir todo lo que se piensa a pensar todo lo que se dice. Aunque parezca fácil, es una tarea muy complicada, porque como seres humanos, tratamos constantemente de defender nuestro punto de vista, desconectando muchas veces las palabras de nuestros pensamientos. Pero, aplicando la inteligencia, podemos tener la capacidad de decir lo que ideamos sin necesidad de herir a nuestros seres queridos, incluso si nos equivocamos en las palabras dichas de manera serena, nos pueden dejar pasar por alto lo emitido y continuar el diálogo de igual manera.
Manifestemos los aspectos positivos de los demás y de todo lo que nos rodea, evitando cuestionar con facilidad, haciendo comentarios destructivos e hirientes. La comunicación no es nada fácil, porque en el mismo momento en el que se da una información, fácilmente se puede tergiversar el mensaje, según la imagen auditiva que tengamos, por eso respiremos profundo antes de hablar, para no opinar sin conocimiento, porque el poder de la palabra trabaja desde nuestro cerebro, generando un mundo interno de acuerdo a como nosotros lo formemos.
Pensemos antes de hablar, escuchemos nuestros pensamientos positivos, callemos los mensajes desagradables y procedamos en nuestras vidas según como dice Plutarco "Para saber hablar, tres cosas son precisas: saber pensar, saber escuchar y saber callar."
mauquer.daniela@gmail.com
@dmauquer.com
Más peligroso que un ni-ni
Como si se tratara de una nueva especie humana, en Venezuela ha surgido una elite que está inmersa en las clases sociales que quedan en el país. Son los llamados "ni-ni" ellos fácilmente pueden definirse como esos que ni lavan, ni prestan la batea. Cada uno en su estilo contribuye a la labor de quienes tienen el propósito de destruir a Venezuela.
Ni-ni cómodo: esta especie se encuentra en la clase alta, la "oligarquía rancia" como también se le conoce, ellos tienen una posición de ventaja pues gracias a su trabajo y a las condiciones de vida no tienen mucho de qué preocuparse, si vivir en Venezuela no les resulta rentable, sencillamente arman la maleta, encienden la avioneta y en un, dos, tres respirarán otro aire.
Ni-ni clase media: es predominante, se esconden bajo oraciones como "a mí no me gusta la política", "la política es cochina", "si no trabajo no como", y cualquier otra que justifique su indiferencia, aunque el ni-ni clase media no lo comprenda, la situación social, económica y cultural le afecta directa o indirectamente, porque su empleo, educación, calidad de vida, entre otros factores dependen de una nación en óptimas condiciones.
Ni-ni clase C: son personas que por razones sociales y políticas no han podido escalar posiciones que les garantice el acceso a una preparación adecuada, ni cuentan con la estimulación necesaria para conquistar peldaños que le permitan modificar sus condiciones de vida, para ellos la política ha sido la gran culpable de la situación, no obstante no hay quienes los impulse a construirla. Desde el Gobierno se juega al resentimiento, y sí bien es cierto que ahora los sectores populares cuentan con un poco de atención, la realidad es que no existe proyecto que los motive a salir del barrio. Siendo el venezolano trabajador y amante de las cosas buenas.
Ni-ni decepcionado: en este segmento se encuentran venezolanos que confiaron en los sucesos de abril, el paro petrolero, y otros eventos como la solución para transformar la situación política. Al no ver resultado decidieron echar tierra y dedicarse a otras actividades, la apatía los consumió.
Pasan los días y no se perciben estrategias concretas que visualicen la participación de los ni-ni y mientras esto no ocurre, este grupo aumenta de manera ostensible. El peligro de no atraer a los que ni quieren agua, ni bebida se traduce en más incertidumbre en un esquema perjudicial. Si usted conoce a un ni-ni converse con él, dígale que si no participa ni tendrá país, ni futuro.
Pero el peligro de tener cerca a un ni-ni va más allá de la política, por ejemplo, si en su lugar de trabajo la encargada de recursos humanos posee esta tendencia, ni atenderá su reclamo, ni buscará su bienestar.
Independientemente que no conozcamos todos los temas que mueven al mundo, sabemos fijar posición sobre lo que vivimos política, sentimental y emocionalmente. Además, cuando poseemos criterio podemos aportar a la solución de muchas situaciones. Es importante amigo ni-ni, que a pesar de vivir en un contexto político agobiante, poder contar contigo para construir un esquema que nos permita tener un mejor país.
Ni pasivos, ni obsesivos, llegó el momento de participar y aportar en el presente para la construcción del porvenir.
orianjesusbrito@gmail.com
@OrianTV
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