FREDDY ÑÁÑEZ, PRESIDENTE DE FUNDARTE
"El arte es en sí mismo político"
"Hay que hacer política que no es lo mismo a hacer de la política una alineación" "Hoy debemos reafirmar lo que puede ser el mundo a través de la fuerza del arte"
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El poeta venezolano ya trabaja en la organización de la cuarta Feria del Libro de Caracas, que empieza el viernes ARCHIVO
DANIEL FERMÍN , FREDDY ÑÁÑEZ , PRESIDENTE DE FUNDARTE | EL UNIVERSAL
lunes 22 de julio de 2013
La Feria del Libro de Caracas ya prepara su cuarta edición. La edición 2013 del evento, que se realizará del 26 de julio al 4 de agosto en Plaza de Los Museos de Los Caobos, estará dedicada a la literatura infantil. Leonor Pérez (Ecuador) y Paco Abril (España) vendrán como los invitados internacionales de una feria que reunirá a 80 expositores, entre privados, públicos e independientes. "Nosotros nos reivindicamos como una feria del Estado, es decir, de todos", dijo Freddy Ñáñez, presidente de Fundarte.
(Advertencia al lector: la entrevista se hizo vía correo electrónico. La agenda del directivo le dificulta conceder conversaciones en persona. No hubo espacio para repreguntas. Aquí apenas se copian algunos fragmentos del cuestionario).
-El Centro Nacional del Libro ha intentado en los últimos años promocionar la lectura con distintos planes, algunos fallidos. ¿Cree que la solución deba ser incentivar el gusto por los libros desde la infancia, que estos eventos son para formar lectores futuros a largo plazo?
-El Plan de Lectura ha tenido distintas etapas con sus altos y bajos. Esto es lógico: no nos enfrentamos a una desmotivación por la lectura sino al desapego por el pensamiento mismo que es un resultado de la ideología del inmediatismo, el confort, la abundancia y la intrascendencia (...) Lo que está en juego no es el comportamiento lector sino el pensamiento mismo pues éste supone trabajo, esfuerzo, angustia y compromiso; antípodas de la ideología que decimos. (...) Estamos intoxicados de información vacua, de simplismos idealistas, de un estilo de vida idiota. Este combate por el sujeto pensante lo ha asumido la revolución desde sus instituciones, con el incremento de la producción de libros y su circulación nacional y con los distintos estadios del Plan de Lectura (...) Nosotros, en esta feria, ponemos el acento no sólo en la escritura para niños sino en su rol activo en la defensa de la imaginación y la ternura. Ningún esfuerzo está demás.
-El Festival Mundial de Poesía estuvo dedicado a Chávez. El afiche de la feria tiene a un niño que vuela hacia el Cuartel de la Montaña. ¿La literatura, sobre todo la dedicada a los más pequeños, no debe ser ajena al poder? ¿No podría llevar eso a que el niño, después, esté sujeto a una ideología?
-Eso sería subestimar a los niños y, sobre todo, al alma humana. El Festival de Poesía hizo un merecido reconocimiento al primer Presidente en el mundo en la defensa de los libros, de la palabra como memoria y como creación, para decirlo más exactamente, de los poetas. Y creo que él ha inspirado como nadie la lectura de muchos libros clásicos y variopintos: El Quijote, Los Miserables,Oficina No. 1, Doña Bárbara, Las venas abiertas de América Latina, la poesía de Luis Crespo, Alberto Arvelo Torrealba y Ana Enriqueta Terán, El Popul Vuh, el teatro de César Rengifo y, para resumir: El Zaratustra. Creo que en esa biblioteca mínima no hay tributo a una sola ideología. Así es la lectura: un combate natural contra el dogma, una permanente invitación a crear. La ilustración del afiche es una alegoría de Miguel Vicente Patacaliente, el diminuto viajero de Orlando Araujo y ese Cuartel de la Montaña es también un homenaje a quien en vida restituyó los derechos de los niños, niñas y adolescentes, dejándole como legado un país que lee y se lee a sí mismo: su historia, su presente y su devenir.
-Hay eventos culturales del Estado que terminan convertidos en propaganda política. ¿Debe un ente gubernamental, dedicado a las artes, hacer proselitismo solo por ser el organizador?
-Si miramos bien, la participación del sector privado más politizado en la Feria Internacional del Libro de Venezuela contradice el espíritu de la pregunta (...) El arte es en sí mismo político y nunca neutral, y, siendo expresión del alma y no de la razón cartesiana, es la única expresión capaz de resemantizarse en el otro y a través de los tiempos. En eso radica su libertad (...) Creo que un artista tiene que ser un crítico implacable del mundo y nadie puede pedirle, a escasos pasos de una catástrofe ecológica, gestos para el consuelo y la evasión. Hay que hacer política que no es lo mismo a hacer de la política una alienación.
-Algunas de las voces más relevantes de la oposición, me refiero a escritores, hace un tiempo decidieron alejarse de eventos organizados por el Estado. ¿Los lectores debemos resignarnos a ver a autores chavistas por un lado y a los antichavistas por el otro? ¿Qué hay que hacer para reducir la división en el sector de la literatura?
-Si un escritor decide retirarse de los espacios que promueve la Revolución, por disidencia, está en su derecho. Es algo ético. Lo que no supone que sean excluidos por el poder o perseguidos, como sí pasó durante el puntofijismo. Pero también es ética la posición que han tenido las otras voces relevantes de la literatura nacional que hoy defienden la Revolución. Los lectores tenemos que ser capaces de leer al país también, interpretarlo precisamente a partir de la diferencia, de sus contradicciones que hablan, por cierto, muy bien de las libertades políticas y del momento cultural en que nos tocó vivir. El tiempo de los falsos consensos fue superado.
-Más allá de esa marcada ausencia de ciertos escritores en algunos eventos, ¿cree que la polarización de estos años le ha hecho daño a la literatura en el país?
-Yo no estoy seguro en llamarle polarización, pues me remite a una fuerza externa que separa, quiebra y daña. Yo quiero pensar que esto que vivimos es un momento político y cultural donde se han asumido posturas antagónicas no sólo sobre el rumbo del país, sino sobre el concepto mismo de país y de historia nacional. A mi juicio es, insisto, un tiempo fecundo por eso: por el desafío intelectual que supone crear nuevos referentes a partir del disenso y de la interpretación de la historia, la política, la economía y el ser venezolano. Creo que más daño hicieron cuatro décadas de violencia política, censura y el consuelo de la frivolidad mayamera.
-Hay una campaña, en España, para que a Rafael Cadenas le otorguen el Premio Cervantes. ¿El Gobierno venezolano, y sus entes culturales, no deberían respaldar la candidatura? ¿Usted apoyaría a un autor más allá de su preferencia política?
-Creo que todos celebraríamos ese reconocimiento para Rafael Cadenas porque es un gran poeta. Incluso quienes no se sienten atraídos por la poesía, festejarían igual por el hecho de ser un venezolano. Es una característica de este momento cultural: la autoafirmación, el amor por nosotros. Estoy de acuerdo en que hay que apoyar, institucionalmente, esta iniciativa pero creo que eso a Cadenas no le gustaría mucho, primero por su humildad casi hermética y luego por su aversión al proceso. En lo personal lo celebraría con mucho apego porque este poeta, junto a Palomares, Calzadilla y Montejo, hacen parte (sus libros) de mi historia personal.
-Albert Camus decía que la tarea de su generación no era rehacer el mundo sino impedir que se deshaga. Le pregunto a usted, que es poeta: ¿Cuál debería ser, hoy, el papel del escritor?
-Camus guardaba esa esperanza, y estoy de acuerdo en que una de las cosas esenciales que justifica al poeta (y al artista en general) es la resistencia a una muerte prematura del ser humano como ser sensible y pensante. Hoy que estamos acostumbrados al desastre, debemos reafirmar lo que puede ser el mundo a partir de la fuerza del arte, y esto pasa por exigirle al poeta, entonces, que nos recuerde con su crítica, con su confrontación, con su resistencia, que así como hemos sido capaces de resistir, también lo somos de sostener en colectivo una promesa: la de "reinventar el amor". (Rimbaud).
dfermin@eluniversal.com
(Advertencia al lector: la entrevista se hizo vía correo electrónico. La agenda del directivo le dificulta conceder conversaciones en persona. No hubo espacio para repreguntas. Aquí apenas se copian algunos fragmentos del cuestionario).
-El Centro Nacional del Libro ha intentado en los últimos años promocionar la lectura con distintos planes, algunos fallidos. ¿Cree que la solución deba ser incentivar el gusto por los libros desde la infancia, que estos eventos son para formar lectores futuros a largo plazo?
-El Plan de Lectura ha tenido distintas etapas con sus altos y bajos. Esto es lógico: no nos enfrentamos a una desmotivación por la lectura sino al desapego por el pensamiento mismo que es un resultado de la ideología del inmediatismo, el confort, la abundancia y la intrascendencia (...) Lo que está en juego no es el comportamiento lector sino el pensamiento mismo pues éste supone trabajo, esfuerzo, angustia y compromiso; antípodas de la ideología que decimos. (...) Estamos intoxicados de información vacua, de simplismos idealistas, de un estilo de vida idiota. Este combate por el sujeto pensante lo ha asumido la revolución desde sus instituciones, con el incremento de la producción de libros y su circulación nacional y con los distintos estadios del Plan de Lectura (...) Nosotros, en esta feria, ponemos el acento no sólo en la escritura para niños sino en su rol activo en la defensa de la imaginación y la ternura. Ningún esfuerzo está demás.
-El Festival Mundial de Poesía estuvo dedicado a Chávez. El afiche de la feria tiene a un niño que vuela hacia el Cuartel de la Montaña. ¿La literatura, sobre todo la dedicada a los más pequeños, no debe ser ajena al poder? ¿No podría llevar eso a que el niño, después, esté sujeto a una ideología?
-Eso sería subestimar a los niños y, sobre todo, al alma humana. El Festival de Poesía hizo un merecido reconocimiento al primer Presidente en el mundo en la defensa de los libros, de la palabra como memoria y como creación, para decirlo más exactamente, de los poetas. Y creo que él ha inspirado como nadie la lectura de muchos libros clásicos y variopintos: El Quijote, Los Miserables,Oficina No. 1, Doña Bárbara, Las venas abiertas de América Latina, la poesía de Luis Crespo, Alberto Arvelo Torrealba y Ana Enriqueta Terán, El Popul Vuh, el teatro de César Rengifo y, para resumir: El Zaratustra. Creo que en esa biblioteca mínima no hay tributo a una sola ideología. Así es la lectura: un combate natural contra el dogma, una permanente invitación a crear. La ilustración del afiche es una alegoría de Miguel Vicente Patacaliente, el diminuto viajero de Orlando Araujo y ese Cuartel de la Montaña es también un homenaje a quien en vida restituyó los derechos de los niños, niñas y adolescentes, dejándole como legado un país que lee y se lee a sí mismo: su historia, su presente y su devenir.
-Hay eventos culturales del Estado que terminan convertidos en propaganda política. ¿Debe un ente gubernamental, dedicado a las artes, hacer proselitismo solo por ser el organizador?
-Si miramos bien, la participación del sector privado más politizado en la Feria Internacional del Libro de Venezuela contradice el espíritu de la pregunta (...) El arte es en sí mismo político y nunca neutral, y, siendo expresión del alma y no de la razón cartesiana, es la única expresión capaz de resemantizarse en el otro y a través de los tiempos. En eso radica su libertad (...) Creo que un artista tiene que ser un crítico implacable del mundo y nadie puede pedirle, a escasos pasos de una catástrofe ecológica, gestos para el consuelo y la evasión. Hay que hacer política que no es lo mismo a hacer de la política una alienación.
-Algunas de las voces más relevantes de la oposición, me refiero a escritores, hace un tiempo decidieron alejarse de eventos organizados por el Estado. ¿Los lectores debemos resignarnos a ver a autores chavistas por un lado y a los antichavistas por el otro? ¿Qué hay que hacer para reducir la división en el sector de la literatura?
-Si un escritor decide retirarse de los espacios que promueve la Revolución, por disidencia, está en su derecho. Es algo ético. Lo que no supone que sean excluidos por el poder o perseguidos, como sí pasó durante el puntofijismo. Pero también es ética la posición que han tenido las otras voces relevantes de la literatura nacional que hoy defienden la Revolución. Los lectores tenemos que ser capaces de leer al país también, interpretarlo precisamente a partir de la diferencia, de sus contradicciones que hablan, por cierto, muy bien de las libertades políticas y del momento cultural en que nos tocó vivir. El tiempo de los falsos consensos fue superado.
-Más allá de esa marcada ausencia de ciertos escritores en algunos eventos, ¿cree que la polarización de estos años le ha hecho daño a la literatura en el país?
-Yo no estoy seguro en llamarle polarización, pues me remite a una fuerza externa que separa, quiebra y daña. Yo quiero pensar que esto que vivimos es un momento político y cultural donde se han asumido posturas antagónicas no sólo sobre el rumbo del país, sino sobre el concepto mismo de país y de historia nacional. A mi juicio es, insisto, un tiempo fecundo por eso: por el desafío intelectual que supone crear nuevos referentes a partir del disenso y de la interpretación de la historia, la política, la economía y el ser venezolano. Creo que más daño hicieron cuatro décadas de violencia política, censura y el consuelo de la frivolidad mayamera.
-Hay una campaña, en España, para que a Rafael Cadenas le otorguen el Premio Cervantes. ¿El Gobierno venezolano, y sus entes culturales, no deberían respaldar la candidatura? ¿Usted apoyaría a un autor más allá de su preferencia política?
-Creo que todos celebraríamos ese reconocimiento para Rafael Cadenas porque es un gran poeta. Incluso quienes no se sienten atraídos por la poesía, festejarían igual por el hecho de ser un venezolano. Es una característica de este momento cultural: la autoafirmación, el amor por nosotros. Estoy de acuerdo en que hay que apoyar, institucionalmente, esta iniciativa pero creo que eso a Cadenas no le gustaría mucho, primero por su humildad casi hermética y luego por su aversión al proceso. En lo personal lo celebraría con mucho apego porque este poeta, junto a Palomares, Calzadilla y Montejo, hacen parte (sus libros) de mi historia personal.
-Albert Camus decía que la tarea de su generación no era rehacer el mundo sino impedir que se deshaga. Le pregunto a usted, que es poeta: ¿Cuál debería ser, hoy, el papel del escritor?
-Camus guardaba esa esperanza, y estoy de acuerdo en que una de las cosas esenciales que justifica al poeta (y al artista en general) es la resistencia a una muerte prematura del ser humano como ser sensible y pensante. Hoy que estamos acostumbrados al desastre, debemos reafirmar lo que puede ser el mundo a partir de la fuerza del arte, y esto pasa por exigirle al poeta, entonces, que nos recuerde con su crítica, con su confrontación, con su resistencia, que así como hemos sido capaces de resistir, también lo somos de sostener en colectivo una promesa: la de "reinventar el amor". (Rimbaud).
dfermin@eluniversal.com
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