Papel y Tinta
/Larga distancia
Una grande distracción, con general, intenso y también inútil parloteo, ocasiona la polémica sobre si a lo que fue sometido el Presidente en La Habana se trató ciertamente de la extirpación de un absceso pélvico; un megafurúnculo, como sugiere Charito Rojas; u otra práctica de quirófano, un tanto más complicada por el detalle, la largura y filigrana quirúrgica que exigiría una "dermolipectomía", por intervención de filoso bisturí, de ganas y aceros, que levanta, luego de preciso corte longitudinal de espina a espina ilíaca, la tapa de la barriga (esto así, perdonad, dicho en términos comunes, para que se nos entienda en caso de no tener a mano un médico amigo o conocido que lo explique) y proceder a retirar las concentraciones del "lípido" (y también de ser necesario la reblandecida dermis) acumulado por debajo del ombligo hasta el pubis, en la cavidad ventral del cuerpo humano.
Esto de la "dermolipectomía" (con su consecuente aplanamiento y recuperación de la tonicidad muscular y hasta embellecimiento de ombligo incluidos) la verdad, más nos parece infame invención de humorista, de segundo o séptimo día, inadaptado y maldiciente; que posible variante de algún otro peligroso plan conspirativo, desestabilizador y contrarrevolucionario, maquinado por la oligarquía criolla con el apoyo del Pentagon y La Compañía. Sin embargo, corre paralela otra habladuría murmurante, descodificable también de lo escrito el miércoles por la implacable Charito. Y es que eso de la emergencia médica en La Habana, no fue tal. Que todo estaba perfectamente calculado. Que el hombre ya sabía, antes de salir de gira, por recomendación del mismo equipo médico que le revisó la rodilla (no pregunten sobre qué tiene que ver la rodilla con la pelvis), que debía operarse el "megafurúnculo" pélvico, o como se llame; y así fue preparado todo para que, en la última etapa de su gira, en Cuba, se declarara la emergencia médica. ¿Y eso? Porque --me lo dijo el médico al que le consulté opinión acerca de la dermolipectomía--, porque, si de cirugías se trata, "ese hombre no se pone ni de vaina en manos nosotros los médicos venezolanos ni en clínica nuestra, alguna". De nuevo otro ¿por qué? "¡Ve tú a saber, eh!", contesta, imitando son y sonsonete habaneros.
Y el Vicepresidente, a pesar de no ser jauja el compromiso que le ha sobrevenido, se siente seguro y tranquilo. Que no, que no hay de que preocuparse; de nada. Que sí, que el presidente sigue gobernando; fino. Que gobierna con todos los hierros; con todos los hilos y todos los "twitteres" (sin confundir ni mal interpretar la hispanización en plural de la voz anglosajona); con los más avanzados artilugios digitales y, desde luego, inalámbricos. Si todo fallara, para eso está el enorme, por su largura, cordón electro-umbilical que emerge desde hace muy poco, pero definitivo e impepinable, por ambos extremos nacionales, desde el mismo fondo del Mar Caribe, flamante y fantástico, el cable submarino que une a las dos burocráticas regencias hermanas. Porque hermanadas estaban con vínculos revolucionarios e insolubles; y ahora asegurada con esa descomunal guaya para el amarre aseguramiento definitivo. Así pues. Con esa voluntad fraguada al rojo, y su brazo y mano invisibles. Omnipresente. Cuasimilagroso. Así; a distancia, a larga distancia; desde algún lugar de La Habana; así es que se gobierna. Por estos días. Por estos rumbos de arrebatos revolucionarios y de singladuras antillanas. Por ahora.
Asunto de fe
Y hete aquí, del viajero omnipresente, un nuevo asombro. Aunque, si a ver vamos, con la cualidad taumatúrgica ya señalada --esa de la omnipresencia, que ha sido, desde el comienzo de la palabra, el espacio y el tiempo, atributo exclusivo de Dios hasta hace, históricamente, muy poco; pues, luego de las sagradas revelaciones del profeta de la radioeléctrica, en los maravillosos sesentas, el arcipreste canadiense Marshall McLuhan, lo es también de la televisión, lo es… y ahora, como hemos visto, de quien se ha comentado y dicho, no es para sorpresas, o asombrosas expectaciones, que tal habilidad, entre las muchas y cada una más alucinante que la otra, adorne a nuestro argonauta caribeño que, en vez de buscarlo como los originales navegantes, bajo la guía y mando de Jasón, al Vellocino de Oro, éste nauta, el nuestro, lo lleva consigo a donde vaya y lo va regalando, como el oro y el moro, a pedazos, en forma de espada libertadora, en verdes billetes imperiales o en barrilaje y tonelería de aceites combustibles, a quien lo necesite, o no; o a quienes tengan las habilidades esas de mañas que van de ordinarias a muy sofisticadas, sureñas y lunfardas, así como hispanoamericanas y de caribeñas salserías, para engatusamientos de tango, conga, algún taconeo con pandereta y genérica chulería.
Hete aquí pues que se da a conocer el asombroso --en apariencia solo en apariencia-- e inexplicable --para los incrédulos y los gentiles, solo para ellos-- suceso en el que el presidente fue capaz de estampar su firma en la mega simiesca ley de endeudamiento, en el Palacio de Miraflores de Caracas, Venezuela, pero encontrándose él en ese mismísimo día y momento, él, en fin su cuerpo, físicamente pues, sito pero, ojo, sólo física y corpóreamente, en La Habana, Cuba.
Es así que, los descreídos agoreros de la oposición obstruccionista en el consistorio parlamentario de nuestra ágora nacional, con la bella María Corina -mujer de poca fe-- a la cabeza de este reciclado terrorismo neo-nihilista y de derechas, pretenden desconocer que el presidente está facultado para gobernar urbi et orbe sin importar dónde se encuentre su corporeidad física, pues son su alma y su corazón, inaprensibles, sublimes e inquietos, de viaje o en casita, quienes deciden y decidirán por todos nosotros, por el pueblo, ese por cierto que ya decidió hace doce años y ahora es tarde ya, se les recuerda si es que no se han dado cuenta se los digo, para andarse con arrepentimientos… (Aplausos. Focalizados). Ya lo advirtió, con su clara y potente voz, el Carlos Escarrá cuando nada delicada ni respetuosamente bramó: ¡Ustedes lo que tienen es el intestino grueso conectado al cerebro!"…(Más aplausos. Focalizados. En mismo lugar. O sea). ¡Se irrespeta y se viola la Constitución! El tema, diputado, está fuera de lugar… ¡Fuera de orden, diputado!... ni el momento es, pues, para debatir sobre tonterías de presuntas violaciones a presuntos articulados presuntamente constitucionales, ni de otras farfullas o habladurías de paja y baja estofa sobre el presunto estado de derecho perdido y, de paso, al que lo encuentre que le aproveche, señor, y de otras pérfidas vainas así como de presunciones tan presumidas como chocantes e intrascendentes… ¿Otra vez? ¿A cual estado de derecho se refiere, diputado, de qué cosa me habla usted, señor?… Cállese diputado que, hablando de derecho, no lo tiene usted en este momento a la palabra. ¡No hay derecho! ¡Ajá! La materia está suficientemente debatida. Se cierra el debate. ¡Ajá! Votemos pues la única proposición propuesta, y es ella que el presidente queda autorizado de por vida y para siempre a gobernar y mandar desde el lugar cualquiera donde se encuentre en el momento que sea y sitio que esté, vaya a estar o le salga. Ajá! Mayoría suficiente, amplísima y evidente. Aprobado. Se cierra la sesión.
¿Es que no lo entienden ignaros asambleístas? ¡Es un asunto de fe!
Otros
Los citados más arriba son, o fueron pues escribimos esta parte en día jueves, los más importantes y trascendentes asuntos que se vienen ventilando por estos días en el gran mentidero nacional. La "Gran Carpa" criolla.
Para enterarse sobre otros temas puntuales; tales como los apagones causados por impertinentes, irresponsables y enloquecidas amas de casa empeñadas en lavar la ropa en lavadoras eléctricas y, además, además secarlas en secadoras también eléctricas en vez de guindarlas de ventana a ventana poniéndose de acuerdo con la vecina de enfrente, algunas son tan fanáticas que encienden la televisión por horas para ver y escuchar, a falta de la Radio-Rochela, las incalculables e inagotables cadenas, y hasta calientan sopa en microondas en vez de usar hornilla de kerosén; ojo, también son responsables esos maracuchos que cada vez que la temperatura sobrepasa los 45 grados se les acalora la irresponsabilidad y encienden los aires acondicionados todos al mismo tiempo; o si desean satisfacer el morboso saber de homicidios, siniestros sicariatos u otras mortandades y alevosías, de dentro y de fuera de las cárceles; también si quieren enterarse del Metro abandonado de Valencia y de los últimos huecos descubiertos y la basura de por estas calles; para saber de los miles de venezolanos damnificados, sobre todo en la capital, por las lluvias, inundaciones deslaves y otras catástrofes acuáticas y que siguen aún refugiados en albergues maltrechos y malatendidos; para los que quieran soñar despiertos y quedarse dormidos con la promesa de cientos de miles de posibles nuevas viviendas que pueden ser virtualmente adquiridas desde ya mediante la adquisición de los numeritos y los talonarios de la kino-misión-vivienda; o si se quiere enterar sobre como se muere de mengua a las puertas del hospital Enrique Tejera; o de las protesta de los vecinos desesperados por la falta de agua y las de los universitarios y universidades bajo constante castigo financiero y las amenazas de intervención; ... para enterarse de todos esos lloriqueos inoportunos, podrán encender en cualquier momento la TV (bueno, digamos Globovisión), la radio, o abrir cualquier periódico del día; empezando por éste, puede ser.
Humo, fuego y sangre
Y el viernes, "amaneció de bala". Madrugada de ruidos armados, de leves entrechocamientos en la oscuridad de fusiles automáticos y lanzagranadas con armaduras articuladas hechas vinil endurecido con microfibras de carbono -clac, cloc, clac--; ruidos robocop. Vehículos repletos de guardias nacionales. Movimientos de aproximación. Objetivo a la vista. Van tres mil hombres. Luego, apagado, el sordo trepidar de botas que marchan a discreción; trotando en cortos entre trotes; oyéndose sin ser oídos, pisando fuerte; seguros y prudentes por la carretera negra, sobre el agrietado macadam del ingeniero McAdam. Toman posiciones. En posición. Hay ruidos de cortes, cambio y fuera, adelante, entendido, en los auriculares de los intercomunicadores inalámbricos de los oficiales al mando. Atención. Clave tal, clave cual… Y comienza el verguero. Ahora sí. Tás! Tás! Piiing! Pan! Pum! De mordiente escozor en la piel y los pulmones a perforaciones, con o sin orificio de salida; sofocaciones con olores a pólvora china y a picante de chirel andino en polvo, con pimienta negra de Madagascar corrompida, la pimienta, y algo de mostaza no precisamente de Dijon. Afuera, en la calle, mujeres, muchas, sobre todo mujeres, que corren desesperadas. Gritos que claman, ¡basta! ¡basta! Dentro del presidio, plomo cerrado y parejo. Reporte de bajas del primer día. Tres mortales; un teniente, un sargento y un recluso. Heridos, ventitrés.
Amanecida, la de antier, que solo por el horario en que ocurrió, más o menos, pudiese tener algo de amanecido que-ver con la del Chino Valera Mora; que, ya se sabe, fue completamente otra y muy diferente vaina; muy de amores en "tiempos revueltos"; de aquellos clandestinos vivires en sobrevivientes jornadas que, para poetas todos y militantes, fueron también de costumbres, marchas, artes, lujurias, pasiones y fuegos en medio de muy y muchos peligrosos peligros. En tiempos esos y otros anteriores e históricos de pim-pan-pum.
"hay sol hasta la madrugada y creo que jamás moriré
sin embargo deseo que este día me sobreviva…"
(Victor "El Chino" Valera Mora. Amanecí de bala. 1971.)
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