Jean Carlo Simancas: "Me llamo Gardel"
"El día que me quieras" regresa a escena con el Gardel de Cabrujas.
A finales de los 70, Cabrujas invitó a Simancas para el rol (Cortesía)
"Cuando terminamos esa novela, José Ignacio me dice: 'Yo tengo la idea de una obra que me está rondando desde hace tiempo que se va a llamar El día que me quieras. No tenía a Carlos Gardel, pero ya lo tengo: ¡Eres tú!'. '¡Maestro, como no!', le dije inmediatamente. Él comienza a escribir y meses después nos convoca. Ya él tenía a su equipo: Fausto Verdial, Amalia Pérez Díaz, Freddy Galavís, Gloria Mirós, Tania Sarabia... Nos reúne, nos lee la obra -el primer acto que era lo que tenía-, y cierra con el único texto de mi personaje: 'Buenas tardes, me llamo Gardel'. Yo quedé desconcertado, me sacaron la silla, pero me pareció tan hermoso lo que había leído, que no me importó, no me molesté", narra hoy quien después de estrenar en 1979 la versión original de El día que me quieras, regresa a la revisión que hiciera el desaparecido Juan Carlos Gené para el Grupo Actoral 80.
"Empezaron a ensayar el primer acto y yo con mi 'Buenas tardes, me llamo Gardel'. Cuando arranca el segundo acto y me entero de lo que iba la obra en general, entiendo y me zambullo en vislumbrar a Gardel. Empiezo un tiempo de ensayos en el que yo no daba pie con bolas, aunque tenía mi cuarto lleno de fotos de Gardel. Yo no sé qué pasaba, pero todo el mundo lo sabía, incluso José Ignacio, no sé, estaba haciendo un personaje con el que no pasaba nada, estaba dando el 40%", cuenta.
Los actores pidieron a Cabrujas que se reuniera con el joven para que lo ayudara y así lo hizo. "Él me estaba esperando como en la octava fila. Como siempre, cada vez que nos juntábamos había silencios muy largos, pero luego empezamos a hablar... ¡de política!. Exploté yo criticándole la carta que le había escrito a Rómulo Betancourt en El sádico ilustrado. En esa época estábamos todos en el MAS (Movimiento al Socialismo). Empezó una disertación hondísima acerca de por qué lo había planteado así y por qué lo había escrito, pero yo estaba decidido a no entender ni estar de acuerdo. Fue hace 14 años cuando me di cuenta de por qué él escribió eso. En el transcurso de los años yo empecé a entender la dimensión de Betancourt dentro de la democracia venezolana. Se me vino a la mente un montón de palabras que él me dijo y pensé en esa visión del país tan especial y honda, y entendí El día que me quieras, Acto cultural,Soni, todo lo que él hizo".
Tras la larga e intensa tertulia política, no hubo ensayo. Sólo la indicación del director: "Yo lo que quiero es que tú me llenes el escenario de luz". Lo demás, según Simancas, pertenece al ámbito de lo esotérico...
"Se hacían cuatro ensayos, para los amigos, para los estudiantes, el de la prensa y el estreno. Al de los amigos llegué con un pánico terrible y una gran depresión. En el primer acto dije mi 'Buenas tardes, me llamo Gardel'. En el segundo, pensaba 'No voy a poder, no me va a salir la voz'. Y cuando salgo y digo: 'Me permite, María Luisa', era como un sonido extraño a mí, algo esotérico. Y empiezo a moverme como si flotara en el escenario y José Ignacio empieza a mirarme sorprendido, me insuflaba ánimo, parecía un secound de boxeo. Había un acto animal en el que yo actuaba y a la vez estaba el 'yo crítico' como mirando qué estaba pasando. ¡Fue una vaina mágica!. Al final me dijo José Ignacio: 'Yo nunca he visto cambios del 40 al 100%. Muy bien. Así como lo hiciste, hasta la última función. Y desde ese día nunca más me equivoqué".
El llamado de Cabrujas
El día que me quieras se desarrolla en tiempos del general Juan Vicente Gómez, cuando la estrella del tango Carlos Gardel visita Caracas, poco antes de su trágica muerte en 1935. El artista visita la casa de los Ancízar, donde conviven seres desilusionados, grises, refugiados en leyendas como Gardel o el sueño socialista por el que vive y muere Pío Miranda, representante de lo más bajo del venezolano de aquel y de todos los tiempos.
"Aquello era el sueño de los fracasados heroicos. Para esta Venezuela, esos fracasados heroicos están en el poder y, además, haciéndolo muy mal. Aquellos eran unos fracasados pobres; estos son unos fracasados millonarios", comenta Jean Carlo Simancas, quien se sorprende con lo claro que estaba José Ignacio Cabrujas y con lo que logró Juan Carlos Gené en 2005.
"Cuando veo la puesta de Gené, con la cual tuve 10.000 críticas, me fascinó. La vi cuatro veces. Por supuesto, yo tenía un punto de vista que había sido directamente abrevado de José Ignacio, pero entendí que lo que hizo Gené era una propuesta bien hecha, bien importante, vista por otro ojo, de una gran carga analítica del hombre. Porque más allá de lo bonito que escriban los grandes artistas, ellos tienen la capacidad de descubrir al hombre y los dos (Cabrujas y Gené) colocaron al hombre como fundamental".
Jean Carlo Simancas confiesa que aceptó volver a interpretar a Gardel principalmente por "descarado". "Segundo, porque es muy fácil dejarse seducir". "Yo hago un Gardel en este espacio, en esta circunstancia, en este país. Este Gardel habla de cosas concretas, de menos sueños y más toma de decisiones, de revisarnos más cercanamente... Todos estamos llenos de pequeñeces y, sin embargo, todos somos capaces de grandes heroísmos. Eso es lo importante de rescatar".
"Empezaron a ensayar el primer acto y yo con mi 'Buenas tardes, me llamo Gardel'. Cuando arranca el segundo acto y me entero de lo que iba la obra en general, entiendo y me zambullo en vislumbrar a Gardel. Empiezo un tiempo de ensayos en el que yo no daba pie con bolas, aunque tenía mi cuarto lleno de fotos de Gardel. Yo no sé qué pasaba, pero todo el mundo lo sabía, incluso José Ignacio, no sé, estaba haciendo un personaje con el que no pasaba nada, estaba dando el 40%", cuenta.
Los actores pidieron a Cabrujas que se reuniera con el joven para que lo ayudara y así lo hizo. "Él me estaba esperando como en la octava fila. Como siempre, cada vez que nos juntábamos había silencios muy largos, pero luego empezamos a hablar... ¡de política!. Exploté yo criticándole la carta que le había escrito a Rómulo Betancourt en El sádico ilustrado. En esa época estábamos todos en el MAS (Movimiento al Socialismo). Empezó una disertación hondísima acerca de por qué lo había planteado así y por qué lo había escrito, pero yo estaba decidido a no entender ni estar de acuerdo. Fue hace 14 años cuando me di cuenta de por qué él escribió eso. En el transcurso de los años yo empecé a entender la dimensión de Betancourt dentro de la democracia venezolana. Se me vino a la mente un montón de palabras que él me dijo y pensé en esa visión del país tan especial y honda, y entendí El día que me quieras, Acto cultural,Soni, todo lo que él hizo".
Tras la larga e intensa tertulia política, no hubo ensayo. Sólo la indicación del director: "Yo lo que quiero es que tú me llenes el escenario de luz". Lo demás, según Simancas, pertenece al ámbito de lo esotérico...
"Se hacían cuatro ensayos, para los amigos, para los estudiantes, el de la prensa y el estreno. Al de los amigos llegué con un pánico terrible y una gran depresión. En el primer acto dije mi 'Buenas tardes, me llamo Gardel'. En el segundo, pensaba 'No voy a poder, no me va a salir la voz'. Y cuando salgo y digo: 'Me permite, María Luisa', era como un sonido extraño a mí, algo esotérico. Y empiezo a moverme como si flotara en el escenario y José Ignacio empieza a mirarme sorprendido, me insuflaba ánimo, parecía un secound de boxeo. Había un acto animal en el que yo actuaba y a la vez estaba el 'yo crítico' como mirando qué estaba pasando. ¡Fue una vaina mágica!. Al final me dijo José Ignacio: 'Yo nunca he visto cambios del 40 al 100%. Muy bien. Así como lo hiciste, hasta la última función. Y desde ese día nunca más me equivoqué".
El llamado de Cabrujas
El día que me quieras se desarrolla en tiempos del general Juan Vicente Gómez, cuando la estrella del tango Carlos Gardel visita Caracas, poco antes de su trágica muerte en 1935. El artista visita la casa de los Ancízar, donde conviven seres desilusionados, grises, refugiados en leyendas como Gardel o el sueño socialista por el que vive y muere Pío Miranda, representante de lo más bajo del venezolano de aquel y de todos los tiempos.
"Aquello era el sueño de los fracasados heroicos. Para esta Venezuela, esos fracasados heroicos están en el poder y, además, haciéndolo muy mal. Aquellos eran unos fracasados pobres; estos son unos fracasados millonarios", comenta Jean Carlo Simancas, quien se sorprende con lo claro que estaba José Ignacio Cabrujas y con lo que logró Juan Carlos Gené en 2005.
"Cuando veo la puesta de Gené, con la cual tuve 10.000 críticas, me fascinó. La vi cuatro veces. Por supuesto, yo tenía un punto de vista que había sido directamente abrevado de José Ignacio, pero entendí que lo que hizo Gené era una propuesta bien hecha, bien importante, vista por otro ojo, de una gran carga analítica del hombre. Porque más allá de lo bonito que escriban los grandes artistas, ellos tienen la capacidad de descubrir al hombre y los dos (Cabrujas y Gené) colocaron al hombre como fundamental".
Jean Carlo Simancas confiesa que aceptó volver a interpretar a Gardel principalmente por "descarado". "Segundo, porque es muy fácil dejarse seducir". "Yo hago un Gardel en este espacio, en esta circunstancia, en este país. Este Gardel habla de cosas concretas, de menos sueños y más toma de decisiones, de revisarnos más cercanamente... Todos estamos llenos de pequeñeces y, sin embargo, todos somos capaces de grandes heroísmos. Eso es lo importante de rescatar".
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