Bajo la Tierra están los Infiernos y el reino de los muertos (el “País de las Tinieblas”). En este reino se puede penetrar ya sea a través de la vertiginosa pendiente o a través de un abismo que se halla en cerca de las orillas marinas.
El país de las tinieblas
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
martes 13 de octubre de 2015 12:00 AM
En un país donde ya no sirven los filtros ni vale ningún aparato propagandístico para vendernos una realidad inocultable, se insiste en convencernos, generalmente mediante decretos televisados, de que somos, o seremos, algún día, quizás dentro de mil años, quizás dentro de diez minutos, "una potencia", según el caso y las alucinaciones del orador, en materia de energía eólica, en la producción de equipos médicos de alta factura tecnológica, en la elaboración de derivados de la sábila, en la cosechas de yuca y ñame, en la exportación de pastillas para frenos, pero también en aquellas que apaciguan las alteraciones del sistema nervioso central.
Tales fantasías sonaban a gloria cuando el barril de petróleo estaba a cien dólares, cualquier quimera parecía posible y aun se prolongaba un efecto inercial que compensaba los errores, las omisiones y la irresponsabilidad en la administración, mantenimiento y crecimiento (de acuerdo a la demanda) de servicios básicos como el de la energía eléctrica. Pero ahora que todo parece posible, aunque al revés y luego de 16 años de abandono total y decenas de miles de millones de dólares supuestamente invertidos en mejorar el sistema, Venezuela se ha convertido en el reino de la oscuridad.
No los voy a atosigar con cifras (que ésas quedan para los especialistas), pero si quisiera destacar una obviedad, que resulta clave, robándole un par de frases al ilustre camarada Vladimir Ilich Ulianov, el gran caudillo de la revolución rusa, quien estaba persuadido de que "es imposible edificar la sociedad socialista sin restaurar la industria y la agricultura", o aquella según la cual "el comunismo es el poder más la electrificación de todo el país...".
Tan claro estaba en ese objetivo que no esperó que terminara la guerra civil contra los rusos blancos para crear el denominado Plan Goelro, es decir, la Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia, iniciativa que implicó la contratación de cientos de ingenieros eléctricos procedentes, sobre todo de Alemania, y la creación de las "facultades obreras", en las cuales se formaban, a marchas forzadas, los obreros calificados para emprender una tarea que parecía imposible en un pobrísimo, atrasado e inmenso país gélido que aún se alumbraba con velas. Diez años después, se había cumplido la titánica tarea que se proponía, en principio, la construcción de 30 centrales regionales, 20 plantas de energía térmica y 10 estaciones de energía hidroeléctrica.
La electrificación de Rusia permitiría el proceso de industrialización, que corre paralelo al de la colectivización de la agricultura, impuesto luego por Stalin, con deportaciones masivas y condiciones escalofriantes para los obreros (que vivían y morían en covachas bajo temperaturas glaciales) encargados de la construcción de fábricas, muchas de las cuales estaban dirigidas a la producción de quincalla bélica antes que a la de bienes de consumo. Ese sacrificio "colectivo" permitió la derrota de la Alemania nazi y posteriormente el desarrollo de los adelantos tecnológicos y la carrera armamentista disputada con los Estados Unidos. Todo a costa de la muerte y el sufrimiento de decenas de millones de seres humanos.
En Venezuela, preservada hasta entonces de magnas tragedias y a partir de los años 60, se desarrolló una política de electrificación sobre la base de la construcción de embalses (energía hidroeléctrica) y de plantas termoeléctricas que propiciaron el desarrollo en todos los órdenes y la creación de lo que han sido las empresas básicas de Guayana, cuya producción demandaba grandes cantidades de energía eléctrica. Durante cuatro décadas, tanto la producción, como la transmisión y la distribución de la energía eléctrica presentaban altos niveles de confiabilidad y formaban parte de un sistema que, a partir del año 2000, la politización, el abandono de los planes y del mantenimiento echaron por tierra. Indetenible, el proceso de deterioro llegó a un punto en que se hizo obligatorio reducir la producción de las empresas básicas (que ya la habían disminuido su rendimiento) porque si trabajan al máximo de su capacidad, los apagones que afectan al país entero serían más numerosos y prolongados.
Pues bien, Lenin fue claro al advertir que si el deber de la primera generación soviética era derribar a la burguesía y "fomentar en las masas el odio contra ella" para destruir el antiguo régimen hasta convertirlo en "un montón de ruinas", la segunda debía sacrificarse en aras del desarrollo, la modernización y la igualdad y ya sabemos cuáles fueron los resultados definitivos 73 años después. Pues bien, aquí no conocían, no comprendieron o no pudieron cumplir a cabalidad con el axioma del gran hacedor del socialismo soviético y metieron en el mismo saco a "la burguesía" y a la magnífica red eléctrica nacional. El resultado, sin embargo, no está a la vista. No lo divisamos. La oscuridad lo impide.
@rgiustia
Tales fantasías sonaban a gloria cuando el barril de petróleo estaba a cien dólares, cualquier quimera parecía posible y aun se prolongaba un efecto inercial que compensaba los errores, las omisiones y la irresponsabilidad en la administración, mantenimiento y crecimiento (de acuerdo a la demanda) de servicios básicos como el de la energía eléctrica. Pero ahora que todo parece posible, aunque al revés y luego de 16 años de abandono total y decenas de miles de millones de dólares supuestamente invertidos en mejorar el sistema, Venezuela se ha convertido en el reino de la oscuridad.
No los voy a atosigar con cifras (que ésas quedan para los especialistas), pero si quisiera destacar una obviedad, que resulta clave, robándole un par de frases al ilustre camarada Vladimir Ilich Ulianov, el gran caudillo de la revolución rusa, quien estaba persuadido de que "es imposible edificar la sociedad socialista sin restaurar la industria y la agricultura", o aquella según la cual "el comunismo es el poder más la electrificación de todo el país...".
Tan claro estaba en ese objetivo que no esperó que terminara la guerra civil contra los rusos blancos para crear el denominado Plan Goelro, es decir, la Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia, iniciativa que implicó la contratación de cientos de ingenieros eléctricos procedentes, sobre todo de Alemania, y la creación de las "facultades obreras", en las cuales se formaban, a marchas forzadas, los obreros calificados para emprender una tarea que parecía imposible en un pobrísimo, atrasado e inmenso país gélido que aún se alumbraba con velas. Diez años después, se había cumplido la titánica tarea que se proponía, en principio, la construcción de 30 centrales regionales, 20 plantas de energía térmica y 10 estaciones de energía hidroeléctrica.
La electrificación de Rusia permitiría el proceso de industrialización, que corre paralelo al de la colectivización de la agricultura, impuesto luego por Stalin, con deportaciones masivas y condiciones escalofriantes para los obreros (que vivían y morían en covachas bajo temperaturas glaciales) encargados de la construcción de fábricas, muchas de las cuales estaban dirigidas a la producción de quincalla bélica antes que a la de bienes de consumo. Ese sacrificio "colectivo" permitió la derrota de la Alemania nazi y posteriormente el desarrollo de los adelantos tecnológicos y la carrera armamentista disputada con los Estados Unidos. Todo a costa de la muerte y el sufrimiento de decenas de millones de seres humanos.
En Venezuela, preservada hasta entonces de magnas tragedias y a partir de los años 60, se desarrolló una política de electrificación sobre la base de la construcción de embalses (energía hidroeléctrica) y de plantas termoeléctricas que propiciaron el desarrollo en todos los órdenes y la creación de lo que han sido las empresas básicas de Guayana, cuya producción demandaba grandes cantidades de energía eléctrica. Durante cuatro décadas, tanto la producción, como la transmisión y la distribución de la energía eléctrica presentaban altos niveles de confiabilidad y formaban parte de un sistema que, a partir del año 2000, la politización, el abandono de los planes y del mantenimiento echaron por tierra. Indetenible, el proceso de deterioro llegó a un punto en que se hizo obligatorio reducir la producción de las empresas básicas (que ya la habían disminuido su rendimiento) porque si trabajan al máximo de su capacidad, los apagones que afectan al país entero serían más numerosos y prolongados.
Pues bien, Lenin fue claro al advertir que si el deber de la primera generación soviética era derribar a la burguesía y "fomentar en las masas el odio contra ella" para destruir el antiguo régimen hasta convertirlo en "un montón de ruinas", la segunda debía sacrificarse en aras del desarrollo, la modernización y la igualdad y ya sabemos cuáles fueron los resultados definitivos 73 años después. Pues bien, aquí no conocían, no comprendieron o no pudieron cumplir a cabalidad con el axioma del gran hacedor del socialismo soviético y metieron en el mismo saco a "la burguesía" y a la magnífica red eléctrica nacional. El resultado, sin embargo, no está a la vista. No lo divisamos. La oscuridad lo impide.
@rgiustia
Situación actual ¿difícil o catastrófica?
HERBERT HUDDE | EL UNIVERSAL
martes 13 de octubre de 2015 12:00 AM
Los diferentes economistas, reporteros económicos, representantes del empresariado, etc., que escucho y leo, dicen que la situación actual es complicada, o difícil, pero excepto Francisco Faraco, quien dijo que es catastrófica, para mí, no pintan adecuadamente la realidad de la situación actual, porque esta es sencillamente caótica.
Estos personeros no dicen lo que piensan porque si lo hacen los van a acusar de profetas del desastre, enemigos de la patria, etc. Pero como yo no tengo nada que perder, puedo decir lo que verdaderamente pienso, que expongo de seguidas.
Veamos algunos hechos (cifras redondas).
Para comenzar, el ocultamiento de información por parte del BCV, el INE, etc., es un claro síntoma de que la cosa está tan mal que prefieren, contraviniendo Constitución y leyes, no dar las cifras, lo cual trascendió que se debe a instrucciones expresas del Presidente de la República (inaudito). Este hecho revela el grado de inteligencia de la gente que nos gobierna, porque aquellos a quienes desean engañar, al ver esta infantil actitud piensan que la cosa está peor de lo que realmente está, que es precisamente lo contrario de lo que quieren. Avispados que son.
El Cendas, organismo súper serio, anunció que para adquirir en agosto la canasta básica alimentaria, es decir, solo para que la familia coma, se necesitaban 7 salarios mínimos (SM). La canasta básica familiar (comida más los demás productos básicos) llegó ese mes a Bs. 78.600, y para comprarla, es decir para sobrevivir, más que para vivir, se requerían 11 SM. De diciembre pasado hasta agosto, en 8 meses, el aumento de la canasta básica, que fue de Bs. 48.400, se tragó casi 7 SM, es decir, 1 SM por mes. La inflación alimentaria de agosto 2014 hasta agosto 2015, fue de 275%. Además señaló, y lo apoyó con cifras, que estamos entrando de lleno en una híperinflación, terrible flagelo. Estas cifras sin duda son para que cualquiera piense en el suicidio. Pero hay mucho más.
Un amigo que tiene la dicha de vivir de sus dólares, y sabe muy bien sacar las cuentas, me comentó que para el 2012, él traía $2.800 por mes para cubrir sus gastos, y hoy en día, llevando el mismo tren de vida (bastante alto, por cierto), con menos de $200 al mes le alcanza sobradamente. ¡De Ripley! Esta locura solo se ve en Venezuela, pues para llevar el mismo nivel de vida en EEUU se requieren 8-9.000 $/mes, casi 50 veces más. ¿Significa esto que Venezuela es un paraíso? Pues para ese señor, claro que sí. Pero para nosotros, la mayoría de la población, que cuando para nuestro infortunio tenemos que traer de afuera algo que no encontramos aquí, y debemos pagar Bs. 80.000 por 100 piches dólares, la cosa, como decía mi abuela, no es ninguna gracia sino una desgracia, pues por 2 meses no vamos a poder comer.
El presidente de Anauco dijo en TV hace unos días que la preocupación mayor de los venezolanos, que fue la escasez de productos durante el 2014, desde principio de este año pasó a ser la inflación. Esto implica que ya, los pobrecitos de nosotros, a quienes nos preocupaba mayormente no encontrar algo, ahora cuando lo conseguimos, resulta que no lo podemos comprar.
Organismos internacionales y destacados economistas venezolanos estiman que la contracción económica cerrará este año entre 7 y 10 %. Personalmente pienso que va a superar abiertamente el 10. Ahora bien, independientemente de la cifra que resulte en definitiva, la disponibilidad de productos se afectará en un porcentaje bastante mayor que dicha cifra, debido a la forma en que se calcula el PIB, en lo cual no entro porque se alargaría demasiado el artículo.
Aparte de los que han cerrado, hay una gran parte del aparato productivo nacional, muchas industrias y empresas del agro, produciendo a una pequeña parte de su capacidad, por diversas razones, entre las cuales destacan los controles de precio, y la escasez de divisas.
Por lo demás las colas siguen empeorando, y si bien ello se debe a que el Gobierno está echando la casa por la ventana, importando todo lo que puede para que antes de las elecciones haya menos desabastecimiento, después regresaremos, no a donde estábamos, sino a peores, ya que se habrá raspado completamente la olla.
En resumen, un panorama con un aparato productivo contraído a niveles dramáticos, unido a una feroz escasez de dólares para importar todo lo que necesitamos y no se produce aquí, sazonado con una galopante inflación, configuran un cuadro, no recesivo, sino altamente depresivo y calamitoso.
Para no extenderme demasiado y ponerlos a todos a llorar conmigo, lo más grave de todo es que según los diversos expertos que he escuchado, y según mi pronóstico, la cosa se va a seguir empeorando, pues aun no hemos llegado al clímax de la crisis. Recordemos que aún no se han agotado por completo muchos inventarios, pero inexorablemente lo harán. ¿Y entonces?
¿Situación difícil o catastrófica? Creo que está clarísimo como calificarla.
herbert_hudde@yahoo.es
Estos personeros no dicen lo que piensan porque si lo hacen los van a acusar de profetas del desastre, enemigos de la patria, etc. Pero como yo no tengo nada que perder, puedo decir lo que verdaderamente pienso, que expongo de seguidas.
Veamos algunos hechos (cifras redondas).
Para comenzar, el ocultamiento de información por parte del BCV, el INE, etc., es un claro síntoma de que la cosa está tan mal que prefieren, contraviniendo Constitución y leyes, no dar las cifras, lo cual trascendió que se debe a instrucciones expresas del Presidente de la República (inaudito). Este hecho revela el grado de inteligencia de la gente que nos gobierna, porque aquellos a quienes desean engañar, al ver esta infantil actitud piensan que la cosa está peor de lo que realmente está, que es precisamente lo contrario de lo que quieren. Avispados que son.
El Cendas, organismo súper serio, anunció que para adquirir en agosto la canasta básica alimentaria, es decir, solo para que la familia coma, se necesitaban 7 salarios mínimos (SM). La canasta básica familiar (comida más los demás productos básicos) llegó ese mes a Bs. 78.600, y para comprarla, es decir para sobrevivir, más que para vivir, se requerían 11 SM. De diciembre pasado hasta agosto, en 8 meses, el aumento de la canasta básica, que fue de Bs. 48.400, se tragó casi 7 SM, es decir, 1 SM por mes. La inflación alimentaria de agosto 2014 hasta agosto 2015, fue de 275%. Además señaló, y lo apoyó con cifras, que estamos entrando de lleno en una híperinflación, terrible flagelo. Estas cifras sin duda son para que cualquiera piense en el suicidio. Pero hay mucho más.
Un amigo que tiene la dicha de vivir de sus dólares, y sabe muy bien sacar las cuentas, me comentó que para el 2012, él traía $2.800 por mes para cubrir sus gastos, y hoy en día, llevando el mismo tren de vida (bastante alto, por cierto), con menos de $200 al mes le alcanza sobradamente. ¡De Ripley! Esta locura solo se ve en Venezuela, pues para llevar el mismo nivel de vida en EEUU se requieren 8-9.000 $/mes, casi 50 veces más. ¿Significa esto que Venezuela es un paraíso? Pues para ese señor, claro que sí. Pero para nosotros, la mayoría de la población, que cuando para nuestro infortunio tenemos que traer de afuera algo que no encontramos aquí, y debemos pagar Bs. 80.000 por 100 piches dólares, la cosa, como decía mi abuela, no es ninguna gracia sino una desgracia, pues por 2 meses no vamos a poder comer.
El presidente de Anauco dijo en TV hace unos días que la preocupación mayor de los venezolanos, que fue la escasez de productos durante el 2014, desde principio de este año pasó a ser la inflación. Esto implica que ya, los pobrecitos de nosotros, a quienes nos preocupaba mayormente no encontrar algo, ahora cuando lo conseguimos, resulta que no lo podemos comprar.
Organismos internacionales y destacados economistas venezolanos estiman que la contracción económica cerrará este año entre 7 y 10 %. Personalmente pienso que va a superar abiertamente el 10. Ahora bien, independientemente de la cifra que resulte en definitiva, la disponibilidad de productos se afectará en un porcentaje bastante mayor que dicha cifra, debido a la forma en que se calcula el PIB, en lo cual no entro porque se alargaría demasiado el artículo.
Aparte de los que han cerrado, hay una gran parte del aparato productivo nacional, muchas industrias y empresas del agro, produciendo a una pequeña parte de su capacidad, por diversas razones, entre las cuales destacan los controles de precio, y la escasez de divisas.
Por lo demás las colas siguen empeorando, y si bien ello se debe a que el Gobierno está echando la casa por la ventana, importando todo lo que puede para que antes de las elecciones haya menos desabastecimiento, después regresaremos, no a donde estábamos, sino a peores, ya que se habrá raspado completamente la olla.
En resumen, un panorama con un aparato productivo contraído a niveles dramáticos, unido a una feroz escasez de dólares para importar todo lo que necesitamos y no se produce aquí, sazonado con una galopante inflación, configuran un cuadro, no recesivo, sino altamente depresivo y calamitoso.
Para no extenderme demasiado y ponerlos a todos a llorar conmigo, lo más grave de todo es que según los diversos expertos que he escuchado, y según mi pronóstico, la cosa se va a seguir empeorando, pues aun no hemos llegado al clímax de la crisis. Recordemos que aún no se han agotado por completo muchos inventarios, pero inexorablemente lo harán. ¿Y entonces?
¿Situación difícil o catastrófica? Creo que está clarísimo como calificarla.
herbert_hudde@yahoo.es
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