Carta a un médico venezolano, por Laureano Márquez
TAL CUAL24-05-2017
Ser médico en la Venezuela de estos tiempos es un acto de
heroísmo y de amor, de ingenio y de creatividad para salvar vidas en medio de
esta tragedia artificial llamada gobierno, que lleva dieciocho años destruyendo
lo mejor de nosotros, lo más bueno, lo más noble, lo más sagrado
Querido doctor:
Quiero que sepas que los venezolanos estamos orgullosos de
ti, que estamos clarísimos: sabemos que nuestros médicos son los mejores del
mundo y los más humanos. En ningún otro lugar se ejerce la medicina como en
nuestro país, en el que hasta en una piñata puedes tener una consulta
ambulatoria con uno de los papás del amiguito de tu hijo. En Venezuela uno no
va a una consulta impersonal, como hace la gente de otros países; aquí tu
médico es tu amigo y conoces a su esposa y vas a la graduación de su hija; si
lo encuentras en el mercado, pregunta por tu salud y averigua si te estás
tomando la pastillita. Él no revisa tu historia porque se la sabe de memoria:
la ha hecho parte de la suya y ves en ella los colores de todas las plumas
fuente de sus años y los tuyos, porque la relación de un paciente con un médico
en Venezuela es “hasta que la muerte los separe”. Tu médico envejece
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11 jul. 2010
El Dr. Otto Lima Gomez, distinguido médico internista venezolano y profesor titular de la Escuela de Medicina J ...
contigo;
podrá pasar de los noventa, como el Dr. Otto Lima Gómez, pero tu confianza en
él no merma, porque lo hallas cada vez más sabio, más bueno y hasta más
elegante; pero especialmente porque él sabe lo que tú tienes no a partir de los
exámenes de sangre, sino del examen que hizo de tu alma en la mirada triste con
la que entraste a su consulta y porque su mano en tu hombro es la mejor
medicina. Estamos tan orgullosos de ustedes, queridos amigos médicos, tan
conmovidos con su quehacer, que no hallamos las palabras exactas de gratitud en
esta dolida hora en la que ustedes sacan las balas de los cuerpos de los hijos
de esta tierra, caídos en una guerra a la que van con “un canto infinito de
paz”.
Ser médico en la Venezuela de estos tiempos es un acto de
heroísmo y de amor, de ingenio y de creatividad para salvar vidas en medio de
esta tragedia artificial llamada gobierno, que lleva dieciocho años
destruyendo lo mejor de nosotros, lo más bueno, lo más noble, lo más sagrado.
Seguro que hay algo —los alumnos lo sabrán— en nuestras escuelas de Medicina
que hace que quien salga de allí sea dueño de un alma especial, no solo plena
de sabiduría, sino lo más importante: de sensibilidad y virtud. Es como si en
una cápsula de Petri se hubiesen mezclado la ciencia de Razetti, la santidad de
José Gregorio y el sentido de la justicia de Vargas. Ahí están los muchachos de
la Cruz Verde, los estudiantes de Medicina, salvando, ayudando, sembrando vida
donde otros se la roban. Son nuestros superhéroes, nuestros salvadores, nuestra
certeza de que no toda esperanza ha sido arrebatada por la maldad, de que esta
tierra es esencialmente de gente buena y solidaria, inteligente y pacífica, por
más que el mal, la crueldad y el terror se hayan apoderado temporalmente de las
riendas de nuestro destino envileciéndonos a todos; es “el vil egoísmo que otra
vez triunfó”: Boves redivivo siembra de muerte los campos de Venezuela. En
medio de esta debacle están ustedes, los médicos, más que ejerciendo la
medicina, haciendo milagros. Junto a ustedes, las enfermeras y enfermeros,
porque si el médico salva vidas, la enfermera salva al médico.
Querido amigo: gracias por dar la cara por la salud y
recibir heridas de aquel de quien te vengarás salvando la vida de su hijo o la
suya propia. Gracias por tu humanidad toda, por la santidad de tu vida
cotidiana, por las causas que apoyas en los lugares más remotos, por
actualizarte cada día en un país al que ya no llegan las revistas de medicina.
Gracias por hallar un sustituto al remedio que no se consigue, o por dármelo tú
mismo, aunque en ello se te vaya la vida cruzando el mar. Gracias por las
consultas que no causaron honorarios cuando me suponías pelando. Gracias,
pichón de médico, que saliste a una calle insegura a entregar tu vida salvando
a tu hermano; ojalá que el que te arrolló siempre encuentre médicos y
medicinas; ojalá que viva para siempre. Gracias, doctor, muchas gracias, que
Diosito me le pague, como dicen nuestras abuelitas cuando salen de tu consulta.
¡Ah! y no te preocupes: Carujo, esta vez, también pasará, porque “es el hombre
de bien el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre
su conciencia”.
¿QUIEN ES EL DR. OTTO LIMA GÓMEZ?
Internista,
Eminente profesor universitario, nace en Barinitas, Estado
Barinas en 1924, hijo de Ángel Custodio Gómez y de Zoila Ortega de Gómez;
En 1941 es Bachiller en Filosofía y Letras en Barquisimeto y
en 1948
Doctor en Ciencias Médicas de la Universidad Central de
Venezuela,
Presidente de la Federación de Estudiantes de la UCV durante
sus estudios;
1951 Postgrado en el Instituto Oswaldo Cruz y Hospital de la
Santa Casa de Río Janeiro, Hospital Das Clinicas, Sao Paulo de Brasil y
Hospital Rivadavia de Buenos Aires Argentina y
En 1952 Facultad de Medicina de París en diversos
Hospitales: Necker. Enfants Malades, Broca, Bichat, Cochin, Saint Antoine y
Pitié.;
Hospital Vargas de Caracas: Externo por Concurso 1944-46,
Interno 1947,
Médico Adjunto a los Servicios de Medicina 1949,
Médico Agregado 1950,
Jefe Encargado del Servicio de Medicina 1957,
Jefe del Servicio II de Medicina 1958-78,
Jefe del Departamento de Medicina 1960-70,
Presidente de la Sociedad de Médicos y Cirujanos,
Miembro de la Comisión Técnica y Fundador de la Revista
Archivos del Hospital Vargas de Caracas.
1948-1949 Instructor de Clínica Médica,
1949-53 Agregado y jefe de Clínica, 1961 Titular,
1959-1970 Fundador y Primer Director del Curso de Postgrado
de Medicina Interna,
1958 Miembro del Consejo de la Facultad,
1960-67 Jefe del Departamento de Medicina Escuela Vargas,
1972-75 Representante del Profesorado ante el Consejo
Universitario UCV,
1979 Investigador en el Instituto de Psicología de la
Facultad de humanidades y Educación UCV,
1986 Jefe del Departamento de Neuropsicología del Instituto
de Psicología;
1999 Jubilación del UCV;
2000 Profesor Emerito de la Universidad Central de
Venezuela.
Miembro Fundador de: ASOVAC, Sociedad Venezolana de
Reumatología, de Alergología e Inmunología, Sociedad Venezolana de Hematología
(Presidente), Sociedad Venezolana de Medicina Interna y de Hipertensión
Arterial;
Miembro de: Internacional Society of Internal Medicine,
Venezolana de Anatomía Patológica, Gastroenterología, Psiquiatría y Neurología,
Medicina Humanística. Franco-Venezolana de Ciencias de la Salud,
Fellow of the New York Academy of Medicine.
Elegido Miembro Correspondiente Nacional Puesto #45 en 1993
de la Academia Nacional de Medicina con el Trabajo "Evaluación
Neuropsicológica,
El Protocolo Luria-UCV y Electo Individuo de Número Sillón
XXXIV en 1996,
Se incorporó con el Trabajo "Vigencia de la
aproximación clínica al paciente, Análisis de 2000 historias clínicas" en
1997 con Juicio Critico del Dr. Augusto León y Bienvenida del Dr. Blas Bruni
Celli.
Vicepresidente de la Junta Directiva 2002-2004.
Miembro Emerito de la sociedad Venezolana de Menopausia,
Climaterio y Osteoporosis, honorario de la sociedad Venezolana de
Neurociencias, American Association for the Advancement of Sciences y de
la Sociedad Venezolana de Neuropsicología.
Condecoraciones:
Orden José maría Vargas, Andrés Bello, Francisco de miranda,
Diego de Lozada, Libertador, Francisco de Vennanzi y José I Baldó.
Tiene más de 215 publicaciones tanto en Revistas Nacionales
como Extranjeras. Libros: Las anemias en Venezuela, ¿Solo Medicina?, Normas y
procedimientos de un servicio de medicina interna, Frente al enfermo, Dispersa,
Propedéutica clínica médica, Elementos de psiconeurología, Introducción a la
medicina psicosomática, Neuropsicología, El hombre, la enfermedad y la
medicina, Sobre enseñanza de la clínica y teoría de la enfermedad y Archivos
Médico-Psicológicos del Hospital Vargas (1965-1976 Editor). Ha dirigido seis
tesis doctorales.
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