¿Con
la misma gente? ¡Ni de vainas!
Humberto Seijas Pittaluga
Recientemente,
Eddy Barrios, uno de los hijos adoptivos de Puerto Cabello con más enjundia,
bagaje cultural y cantidad de artículos de opinión —aparte de ser buen piloto
naval, buen músico y buena gente— compartió con un grupo de amigos un
intercambio epistolar que tuvo con un cuñado. Básicamente, era la respuesta a una hipótesis
que le esbozaba este. El planteamiento
—palabras más, palabras menos— era: ¿qué tal si la alternativa democrática
busca el acercamiento con eso que llaman el “chavismo crítico” para salir del
ilegítimo? Vale decir, unir fuerzas con
la gente de Nícmer Evans, de Juan Barreto, del PPT y del PCV para hacer un
grupo tan numeroso que ni las madamas del CNE —con todo y la maestría que
tienen en trácalas electorales— podrían intentar desconocer esa realidad o
robarle los votos. Reconozco que la idea
es tentadora; y que lo más probable es que ya haya gente propiciándola por ahí,
pero pienso que habrá que decir como en los garitos: barájamela más despacio.
Primero,
porque, como dice el capitán Barrios, eso de unirse o permitir a los chavistas
entrar en un nuevo proyecto de país, hace recordar dos momentos ya
experimentados: “el del ‘chiripero’ y el de 1988, cuando todos nos unimos con
grandes esperanzas contra el puntofijismo y los errores de la IV República y
votamos por el Mesías Redentor”. A
todos, esos momentos nos hacen sentir un sabor áspero y reverdecer malos
recuerdos. Puesto de nuevo en palabras de
Eddy, “un nuevo ‘chiripero’; donde se amancebaren los nuevos ‘buenos’ contra
los viejos ‘malos’ del régimen corrupto, incapaz y narcoterrorista sería como
reeditar esas dos experiencias harto conocidas”.
Por
otro lado, añado yo, eso no sería gratis.
Ellos buscarían su cuota de poder; se pondría de moda esa forma de
operar que, a falta de una palabra en español que la describa, importamos del
francés: “cohabitación”. Con lo chocante
que me cae la palabreja porque, originalmente, significaba: amancebamiento,
contubernio. Con todo lo que eso
implica. Sobre todo si ese “arreglito”,
ese “entendimiento”, se va a hacer con unos resabidos (y resabiados) veteranos
de la vieja manera de hacer política.
Todos son “perros que comen manteca”.
No hay que intentar solucionar el problema mayúsculo que tiene el país
poniendo a los mismos hombres que nos han traído al estado de cosas
actual. ¿Para qué, para llevar a la
práctica las mismas ideas que han sido la línea de acción (o de inacción, más
bien) del régimen? Habrá que poner de
moda aquello del Cabito: “Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos
procedimientos”. Pero de verdad-verdad;
no el reencauchamiento de personajes ya gastados y mañosos que intentarán hacer
lo de siempre: conseguir su ñemeo mediante los mismos procedimientos y
descartando por la borda eso, tan abstruso para ellos, que mientan “ideales”.
O
sea, puesto nuevamente en el verbo del capitán Barrios: “Quiero que hombres con
conocimiento, preparación y experiencia en sus áreas profesionales, con honestidad
y capacidad asuman la gerencia pública, para que Venezuela pueda reconstruirse,
reorganizarse y reinstitucionalizarse, y saquemos provecho de los inmensos
recursos de toda índole que seguimos teniendo por la gracia de Dios (…) Más democracia,
economía de mercado, integrarnos al siglo XXI, dejar atrás el castro comunismo
y el socialismo del siglo XXI (…) No quiero oír nada mas de Fidel, el Che o el
difunto. Déjenlos en sus tumbas. Que
descansen en paz y nosotros descansar de ellos”.
No
es, entonces, dar dos saltos generacionales para entregarle la conducción del
país a los hoy estudiantes, como propician algunos. No, a ellos hay que rendirles el agradecimiento
por la labor patriótica que están haciendo diariamente, estimularlos para que
sigan adquiriendo conocimientos y experiencia, no dejar que se extinga en ellos
la llama de la devoción por Venezuela. ¿Pero
es que se puede entregar la conducción de un Boeing 777 a un piloto recién
graduado de una escuela de aviación civil donde, cuando mucho, tripuló una
Cesna 206? Con un poquito más de edad,
pero con mucha más experiencia profesional en sus respectivos campos, hay miles
de conciudadanos bienintencionados que pueden echarse al hombro la pesada carga
de sacar a Venezuela del foso donde los actuales mangantes han tratado de
enterrarla durante dieciocho largos años.
Casi cuatro períodos presidenciales de los de antes, y estos zarandajos
siguen echándole la culpa al “gobierno anterior”. Requiere gente con —además de experiencia y
conocimientos— capacidad de sacrificio, visión de futuro y, sobre todo,
resiliencia. Porque van a ser el blanco
de todas las críticas de gente que no entiende que habrá que tragar grueso;
todos, ellos y nosotros. Que no existe
eso que les han vendido todo este tiempo de que se puede vivir sin trabajar,
pegados a la ubre de la res pública; que tienen que despertarse de la obnubilación
comunista y del echarle la culpa de sus pobrezas a los que generan riqueza
porque generan, a su vez, los puestos de empleo. En fin, que como explica el adagio gringo, "There ain't no such thing as a free
lunch".
Remato
con palabras de Eddy: “Estos dieciocho años deben quedar atrás; no volver a
ellos”.
hacheseijaspe@gmail.com
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