VENEZUELA ENTRA EN LA FASE DECISIVA
Jurate Rosales | junio 30, 2017 | Web
del Frente Patriotico
Venezuela entra -por fin- en la fase decisiva de
la alternativa entre el sistema dictatorial proyectado a través de la constituyente
de Maduro y el democrático representado por la voluntad del 85% de la
población, según las encuestas. Perdió dos décadas por culpa de sus propias
debilidades y por la maldición de la venalidad petrolera.
En esta medición de fuerzas que puede ser decisiva, donde
por una parte se aplica la represión y la utilización del miedo, mientras que
por la otra se apuesta a la voluntad de la mayoría, cada bando representa
fuerzas que rebozan con creces el ámbito nacional: cada lado combate en el
amplio frente que divide desde hace décadas al mundo en dictaduras y
democracias, y donde en este momento, Venezuela es el premio a conquistar. Es
falsa la creencia de que fuera de Venezuela, su suerte no importa.
Los militares
Los nombramientos militares efectuados por Nicolás Maduro el
pasado miércoles 21 de junio no son, como muchos creen, debidos a los desmanes
del equipo anterior. Son la respuesta inmediata en el tablero internacional, al
discurso de Donald Trump sobre Cuba, con un endurecimiento de la garra
cubana sobre Venezuela.
Los cambios en la cúpula militar no presagian acatamiento
alguno a las normas que prohíben la utilización de armas letales contra los
manifestantes desarmados. Por el contrario, algunos de los designados
cargan un historial de colaboración con grupos civiles armados, popularmente
llamados “colectivos”. Podrían indicar la utilización de éstos en las “labores”
de represión.
Sería ingenuo considerar que el asesinato aparentemente
selectivo de las víctimas y la represión con armas letales (disparos de
lacrimógenas dirigidas al pecho del manifestante, utilización de municiones
prohibidas y finalmente la de pistolas con balas), no haya sido parte de una
escalada voluntaria de los cuerpos de represión. Si la meta era infundir el
miedo para acabar con la manifestación de calle, obviamente el resultado ha
sido contrario, porque en vez de asustar, incrementó la indignación popular. De
manera que ahora, lo que le queda al régimen de Nicolás Maduro sería llevar esa
indignación al punto de forzar un enfrentamiento armado, para luego
sofocarlo por la fuerza.
De allí cabe observar con atención las medidas de vigilancia
interna aplicada dentro de la Fuerza Armada, para sofocar cualquier señal de
presunto “descontento” en la oficialidad. Se trata de un sapeo interno,
característico de los sistemas comunistas y que el propio Hugo Chávez
permitió instalar al estilo cubano en el estamento militar venezolano, si bien
nunca alcanzó la efectividad que la denuncia interna logró en los sistemas del
comunismo puro.
Si comparamos el sometimiento del militar venezolano
al funcionario encargado de vigilar su fidelidad al partido con la llamada
“vigilancia política” cubana, cabe sacar varias conclusiones. La primera es que
el sistema de espionaje interno acoplado con sanciones que no respetan ni el
rango ni la importancia del “investigado”, es ya parte de la FANB y no se
limita a un sometimiento a la DIM sola. La segunda es que el esfuerzo de
transformar la fuerza armada en un ciego instrumento del sistema, parece haber
encontrado en Venezuela múltiples obstáculos. Creo que nunca arraigó, sólo se
impuso desde afuera aplicando métodos de control cada día más cuestionados
internamente. De eso habría que consultar a Vladimir Padrino, el fiel de la
balanza quien intenta no desbalancearla.
Por parte de la oposición
Con 80 días de resistencia en la calle y un saldo
trágicamente alto de asesinados, apresados, torturados y vandalizados incluso
en sus propios hogares, la nación – porque estamos hablando del 85% de los
venezolanos -, está clara que no es el momento de perder los avances que se
lograron con el reciente e inmenso sacrificio de vidas jóvenes. La señal más
evidente de esa actitud, parte de los padres de jóvenes asesinados, quienes son
los primeros en exigir la valoración de cada pérdida de vida, como aporte a una
victoria final y el lugar que pertenece a ese hijo muerto en la memoria
nacional.
Los avances que logró la oposición son los siguientes. La
nunca ejercida en América Latina modalidad de resistencia pacífica ha sido
aceptada por la población como la más efectiva forma de lucha en la actual
situación de Venezuela. Permitió cohesionar en un solo cuerpo de acción de
calle y sin armas, no solamente a todos los partidos de oposición reunidos en
la MUD, sino que cuenta con el apoyo de la población civil en todas sus
facetas, fuese popular, gremial o estudiantil.
Ese último segmento, el de los estudiantes, es notable
porque tras 18 años del chavismo, los jóvenes que más actúan en las
manifestaciones, nunca conocieron en su vida consciente a otro sistema y son
los que más lo rechazan incluso con la decisión de arriesgar la vida en ello.
(Tan notorio es ese fracaso del partido de gobierno, el PSUV, que las más
recientes medidas anunciada por Nicolás Maduro de dar trabajo a 2.000 jóvenes
en las policías, otros 2.000 en los cuerpos armados y otros tantos miles en
diferentes estamentos oficiales, son el tácito reconocimiento de que intentan
recuperar lo perdido).
La aparición del chavismo originario como una fuerza de
oposición, merece otro comentario importante, porque parte de una posición de
fuerza como lo es la Fiscalía de la República. Cuenta además con un reducido,
pero activo segmento del acervo ideológico que permaneció nacionalista. Chávez
le inyectó su debilidad el día en que viajó a La Habana para colocarse bajo el
ala cubana. Pese a ese tutelaje, las casi dos décadas de un sostenido trabajo
de propaganda a favor de la Constitución y el socialismo, generó un caudal de
creyentes sobre todo en los barrios, que debe ser tomado en cuenta.
Todos juntos, oposición y chavismo originario, están
aguijoneados por las penurias y el hambre, que Maduro, lastrado de dos décadas
de un país sin mantenimiento de los servicios (sobre todo luz, agua y
vialidad), un hambre rampante y una inflación desbocada, no puede frenar, por
más fuerza y represión que ejerza.
Los frentes externos
Así como la oposición es parte indisoluble del frente común
conformado por el mundo democrático, el chavismo ofrece una base en América a
importantes fuerzas empeñadas en penetrar en el continente, tales como China,
Rusia e Irán, ese último con su apéndice el Hezbollah.
Los votos del chiripero caribeño que frenan las decisiones
de la Organización de Estados Americanos para exigir la aplicación de la Carta
Democrática a Venezuela, son el equivalente en las Naciones Unidas del veto que
puede utilizar la Confederación Rusa o China en el Consejo de Seguridad de la
ONU. De hecho, la oposición venezolana no sólo combate internamente al
madurismo, sino que enfrenta una combinación de fuerzas externas.
Muy especial es la posición del chavismo originario, cuyas
denuncias terminarán afectando seriamente el lobby izquierdoso de diversos
intelectuales europeos y algunos universitarios norteamericanos, siendo su voz
cantante el filósofo alemán Heinz Dieterich, el más desilusionado de
todos. De hecho, en difícil posición ya se encuentran los subsidiados por
Venezuela como Podemos en España, el partido de Mélanchon en
Francia y los remanentes del comunismo en Italia y Grecia que intentan surfear
en las olas del chavismo. También están el narcotráfico,
narcolavado, extremismo islámico y otros “amigos” reunidos por el chavismo
venal, a los que ya nadie en Venezuela, salvo los que medran de esas fuentes,
brinda apoyo. Que es, probablemente, lo que terminará por hundir a través de la
aplicación de fuerzas externas e internas, el gobierno de Nicolás Maduro.
¿A DÓNDE VAMOS?
Tal como se presentan las cosas, probablemente se va al
desenlace. El aparente desafío de Maduro con la constituyente acelera la crisis
en lo político, mientras que la falta de dinero incrementa la inflación y el
desespero de la gente. Lo de mantener el orden público matando a un muchacho
diario enfurece a la población, en vez de asustarla.
La gente está en la calle y de allí no se va. No es algo que
Maduro puede frenar con un discurso, un bailecito de salsa o tocando tambor
sobre una tarima.