Pacha Pocoy
Con las lluvias crecían los pastos y las frutas; el ganado empezaba a engordar y
cesaba el hambre en todo el
cesaba el hambre en todo el
Tahuantinsuyo. Llamas negras eran sacrificadas a los dioses en señal de veneración;
y en ciertos días debían
y en ciertos días debían
abstenerse los hombres de comer sal y fruta, de tocar a sus mujeres y de cantar taquis
El “Taqui Oncoy”, la danza rebelde
Jueves, 14 Marzo 2013 23:13
La crónica de la rebeldía indígena de 1533 hasta el siglo XX (VI)
Con Manco Cápac II en el bastión del orgullo imperial en Vilcabamba, donde hoy aún quedan terrazas,
despeñaderos y muros de la fortaleza que representó la savia de la identidad nativa del Perú primero, los
“hatunrunas”, el pueblo inca, empezaba a sufrir el ajuste del yugo español.
Cincuenta grandes rocas labradas, extraídas de una cantera cercana, tuvieron que ser abandonadas en
el camino, lo cual revela los rigores de la ingeniería incaica y también la frustración del proyecto de
reinstauración del Imperio.
Lejos de representar un lugar de tributo penoso hoy es un atractivo turístico, mayormente ofrecido
a visitantes de otro imperio extranjero, avasallador y codicioso. Vilcabamba fue borrada de la
memoria y geografía, pues ahora los tours prefieren llevar a los turistas a Ollantaytambo, pueblo a
180 km. del bastión de Manco Inca.
El lugar cuenta ahora con tres cadenas de hoteles de peruanos descendientes de los españoles
venidos en 1532, un hostal y un albergue para mochileros. A Manco Inca II se le recuerda en
una pequeña calle de dos cuadras en la Ciudad Imperial, al sureste del Cusco.
Enfermedad del baile
Pero desde 1536 a 1560, Vilcabamba era un centro de contagio rebelde que, cual mazazo de Cahuide,
remecía los cimientos del aún endeble sistema colonial que España quería asentar en el Perú.
El contagio de Vilcabamba provocó una peculiar “enfermedad”: la enfermedad del baile o
“Taqui Oncoy”.
“El nombre se originó a consecuencia de las sacudidas y convulsiones que experimentaban los
seguidores de este movimiento de salvación: reconversos de manera milagrosa a la cultura andina,
decidían reconciliarse con sus dioses, acatar las órdenes de los sacerdotes indígenas y romper
con los usos de los blancos…Al parecer, los organizadores del movimiento pensaban sublevar
a todo el Imperio contra los españoles… “Los primeros adeptos fueron reclutados en la cuenca
del río Pampas (Ayacucho), localidad accesible desde Vilcabamba. Se ha pensado que existiría
alguna conexión con la resistencia incaica en esas montañas, pero no puede omitirse que los
seguidores del ‘Taqui Oncoy’ no querían volver al tiempo de los Incas, sino que predicaban la
resurrección de las huacas, es decir, las divinidades locales. La vuelta del pasado, pero todavía
como tiempo anterior a los Incas…”. (Alberto Flores Galindo. “Buscando un Inca. Identidad
y Utopía en los Andes. 1987-Juan Ossio. “Ideología Mesiánica del Mundo Andino”. 1973).
Desunión
La añorada unidad en este pedazo de tierra sagrada siempre fue esquiva. En los momentos
que se necesitaba cohesión, surgen movimientos místicos que ignoraban la autoridad del Inca.
La resistencia no nacía, abortaba desde el inicio para felicidad de los delincuentes venidos de España.
Mas era un símbolo de valentía rebelde contra la dominación extranjera.El “Taqui Oncoy”
intentó romper cadenas, pero sin querer, apretó más sus eslabones.
Aún así se volcaron a crear una revolución religiosa de Quito al Cusco, pero querían que
un cuerpo anduviera sin cabeza. Sin Inca. No había posibilidad alguna de expulsar al invasor.
El significado del emperador era la unidad política, geográfica y militar. Su ausencia en el
discurso del “Taqui Oncoy”, le quebraba las patas a ese caballo en el mismo partidor.
Por ello bastó que uno de sus seguidores, obligado a servir al encomendero y al cura, y a
confesarse ante el párroco todos los domingos, lo hizo, jurando que el sacerdote se ceñiría al
secreto confesional. Confesó que pertenecía al “Taqui Oncoy”.
Ocho mil fueron encarcelados y no vueltos a ver. El mensaje cundió pero formando pequeños
nevados y volcanes que no llegaban a formar una cordillera amenazante. Abancay, Cusco,
Puno y Arequipa intentaron alzarse pero cada uno por su lado. Se apagaron solos.
Chocne
El “Taqui Oncoy” o “Taki Unquy”, ni bien iniciada la evangelización forzosa de los
indígenas, el huamanguino Juan Chocne organizó el movimiento.
Justamente de rebelión contra el culto cristiano, el “Taqui Oncoy” derivó rápidamente
en un movimiento de rebelión política con una ideología típicamente andina.
La rebelión fue duramente reprimida por el visitador Cristóbal de Albornoz, con quien colaboró
el futuro cronista Felipe Guamán Poma de Ayala. Se llevó a Chocne y a los líderes espirituales a Cusco
donde debieron rechazar en acto público sus creencias.
Con Manco Cápac II en el bastión del orgullo imperial en Vilcabamba, donde hoy aún quedan terrazas,
despeñaderos y muros de la fortaleza que representó la savia de la identidad nativa del Perú primero, los
“hatunrunas”, el pueblo inca, empezaba a sufrir el ajuste del yugo español.
Cincuenta grandes rocas labradas, extraídas de una cantera cercana, tuvieron que ser abandonadas en
el camino, lo cual revela los rigores de la ingeniería incaica y también la frustración del proyecto de
reinstauración del Imperio.
Lejos de representar un lugar de tributo penoso hoy es un atractivo turístico, mayormente ofrecido
a visitantes de otro imperio extranjero, avasallador y codicioso. Vilcabamba fue borrada de la
memoria y geografía, pues ahora los tours prefieren llevar a los turistas a Ollantaytambo, pueblo a
180 km. del bastión de Manco Inca.
El lugar cuenta ahora con tres cadenas de hoteles de peruanos descendientes de los españoles
venidos en 1532, un hostal y un albergue para mochileros. A Manco Inca II se le recuerda en
una pequeña calle de dos cuadras en la Ciudad Imperial, al sureste del Cusco.
Enfermedad del baile
Pero desde 1536 a 1560, Vilcabamba era un centro de contagio rebelde que, cual mazazo de Cahuide,
remecía los cimientos del aún endeble sistema colonial que España quería asentar en el Perú.
El contagio de Vilcabamba provocó una peculiar “enfermedad”: la enfermedad del baile o
“Taqui Oncoy”.
“El nombre se originó a consecuencia de las sacudidas y convulsiones que experimentaban los
seguidores de este movimiento de salvación: reconversos de manera milagrosa a la cultura andina,
decidían reconciliarse con sus dioses, acatar las órdenes de los sacerdotes indígenas y romper
con los usos de los blancos…Al parecer, los organizadores del movimiento pensaban sublevar
a todo el Imperio contra los españoles… “Los primeros adeptos fueron reclutados en la cuenca
del río Pampas (Ayacucho), localidad accesible desde Vilcabamba. Se ha pensado que existiría
alguna conexión con la resistencia incaica en esas montañas, pero no puede omitirse que los
seguidores del ‘Taqui Oncoy’ no querían volver al tiempo de los Incas, sino que predicaban la
resurrección de las huacas, es decir, las divinidades locales. La vuelta del pasado, pero todavía
como tiempo anterior a los Incas…”. (Alberto Flores Galindo. “Buscando un Inca. Identidad
y Utopía en los Andes. 1987-Juan Ossio. “Ideología Mesiánica del Mundo Andino”. 1973).
Desunión
La añorada unidad en este pedazo de tierra sagrada siempre fue esquiva. En los momentos
que se necesitaba cohesión, surgen movimientos místicos que ignoraban la autoridad del Inca.
La resistencia no nacía, abortaba desde el inicio para felicidad de los delincuentes venidos de España.
Mas era un símbolo de valentía rebelde contra la dominación extranjera.El “Taqui Oncoy”
intentó romper cadenas, pero sin querer, apretó más sus eslabones.
Aún así se volcaron a crear una revolución religiosa de Quito al Cusco, pero querían que
un cuerpo anduviera sin cabeza. Sin Inca. No había posibilidad alguna de expulsar al invasor.
El significado del emperador era la unidad política, geográfica y militar. Su ausencia en el
discurso del “Taqui Oncoy”, le quebraba las patas a ese caballo en el mismo partidor.
Por ello bastó que uno de sus seguidores, obligado a servir al encomendero y al cura, y a
confesarse ante el párroco todos los domingos, lo hizo, jurando que el sacerdote se ceñiría al
secreto confesional. Confesó que pertenecía al “Taqui Oncoy”.
Ocho mil fueron encarcelados y no vueltos a ver. El mensaje cundió pero formando pequeños
nevados y volcanes que no llegaban a formar una cordillera amenazante. Abancay, Cusco,
Puno y Arequipa intentaron alzarse pero cada uno por su lado. Se apagaron solos.
Chocne
El “Taqui Oncoy” o “Taki Unquy”, ni bien iniciada la evangelización forzosa de los
indígenas, el huamanguino Juan Chocne organizó el movimiento.
Justamente de rebelión contra el culto cristiano, el “Taqui Oncoy” derivó rápidamente
en un movimiento de rebelión política con una ideología típicamente andina.
La rebelión fue duramente reprimida por el visitador Cristóbal de Albornoz, con quien colaboró
el futuro cronista Felipe Guamán Poma de Ayala. Se llevó a Chocne y a los líderes espirituales a Cusco
donde debieron rechazar en acto público sus creencias.
el futuro cronista Felipe Guamán Poma de Ayala. Se llevó a Chocne y a los líderes espirituales a Cusco
donde debieron rechazar en acto público sus creencias.
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