El pincel de Tomás Salazar no producirá más colores
El artista carupanero falleció el jueves 28 de noviembre luego de una complicada situación de salud.
En octubre de este año, recibió la estatuilla de la XI Bienal Salvador Valero de Arte Popular en el rubro obra bidimensional (Cortesía)
EL UNIVERSAL
viernes 29 de noviembre de 2013
Tomás Salazar, uno de los más respetados y queridos pintores de Carúpano, estado Sucre, partió físicamente en su ciudad natal este jueves 28, aproximadamente a las 10:00 am, después de una complicada situación de salud que padeció hace más de un mes. Así lo dio a conocer, Omaira Gutiérrez directora del Gabinete Estadal de Sucre del Ministerio del Poder Popular para Cultura. Sus restos están siendo velados en la Cooperativa Bermúdez de Carúpano, y será sepultado en el Cementerio Parque de Carúpano.
"Siempre puso el nombre de Carúpano en alto, era muy comprometido con la vida, la familia, el arte y el pueblo. Estaba feliz con la inclusión del proceso revolucionario y siempre lo decía", indica Gutiérrez quien habló del legado de este artista plástico.
Salazar inició su sendero en el universo de la pintura a raíz de una experiencia que tuvo durante la escuela primaria al obtener un premio en un concurso durante sus estudios en la escuela básica. Ésta y otras experiencias de su devenir artístico las llegó a narrar en una oportunidad para el video "Creadores Visuales de Venezuela".
En octubre de este año, recibió la estatuilla por obra bidimensional de la XI Bienal Salvador Valero de Arte Popular, en Trujillo.
Aún vibran en las paredes sus obras, pinturas, selvas, paisajes, una explosión de color y alegría característica de este creador que siempre fue optimista, inclusive durante su enfermedad.
En el catálogo para la exposición "Vida y obra de artistas populares del estado Sucre (2001-2002)" se dice de este artista lo siguiente: "Tomás Enrique Salazar nos introduce a un mundo mágico donde el tiempo y el espacio son manejados a su voluntad. Su pintura es el umbral a la selva imaginaria poblada de raíces, ramas entrelazadas con flores fantásticas, irreales e hipertrofiadas, donde habitan ondinas y mujeres encantadas, mundos seductores que embriagan los sentidos y quiebran la voluntad, haciéndonos olvidar por algunos momentos nuestra realidad. Su pintura gracias al uso intuitivo del color, logra una atmósfera de transparencias que recrean un espacio infinito donde abundan esferas translúcidas, que levitan sin rumbo. La obra de Tomás Enrique logra transmitir armonía, permitiendo una lectura reposada y coherente dentro del aparente caos de su universo".
"Siempre puso el nombre de Carúpano en alto, era muy comprometido con la vida, la familia, el arte y el pueblo. Estaba feliz con la inclusión del proceso revolucionario y siempre lo decía", indica Gutiérrez quien habló del legado de este artista plástico.
Salazar inició su sendero en el universo de la pintura a raíz de una experiencia que tuvo durante la escuela primaria al obtener un premio en un concurso durante sus estudios en la escuela básica. Ésta y otras experiencias de su devenir artístico las llegó a narrar en una oportunidad para el video "Creadores Visuales de Venezuela".
En octubre de este año, recibió la estatuilla por obra bidimensional de la XI Bienal Salvador Valero de Arte Popular, en Trujillo.
Aún vibran en las paredes sus obras, pinturas, selvas, paisajes, una explosión de color y alegría característica de este creador que siempre fue optimista, inclusive durante su enfermedad.
En el catálogo para la exposición "Vida y obra de artistas populares del estado Sucre (2001-2002)" se dice de este artista lo siguiente: "Tomás Enrique Salazar nos introduce a un mundo mágico donde el tiempo y el espacio son manejados a su voluntad. Su pintura es el umbral a la selva imaginaria poblada de raíces, ramas entrelazadas con flores fantásticas, irreales e hipertrofiadas, donde habitan ondinas y mujeres encantadas, mundos seductores que embriagan los sentidos y quiebran la voluntad, haciéndonos olvidar por algunos momentos nuestra realidad. Su pintura gracias al uso intuitivo del color, logra una atmósfera de transparencias que recrean un espacio infinito donde abundan esferas translúcidas, que levitan sin rumbo. La obra de Tomás Enrique logra transmitir armonía, permitiendo una lectura reposada y coherente dentro del aparente caos de su universo".
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