TALLER CRITICO
LA ESCRIBANA DEL VIENTO[1]
POR: ROBERTO LOVERA DE-SOLA
“A mediados del siglo
XVII se desarrolló en Caracas uno de los más largos, enojosos y terribles
episodios de nuestra historia”.
José Antonio Calcaño:
El atalaya. Caracas: Monte Ávila Editores,1977,p.101.
Nuestra escritora Ana Teresa
Torres(1945) ha sido una de las cultoras de la novela histórica en las últimas
décadas. Esos libros tocan momentos de la vida venezolana. Las registramos
cronológicamente de acuerdo con los tramos de la historia venezolana: debemos
comenzar aquí por Doña Inés contra el
olvido(Caracas: Monte Ávila Editores, 1992. 239 p.) que se inicia en los
días coloniales y llega hasta el siglo XX; tiempo en que se sucede El exilio del tiempo(Caracas: Monte
Ávila Editores, 1990. 263 p.); no podríamos dejar de mencionar Los últimos espectadores del Acorazado de
Potemkin(Caracas: Monte Ávila Editores, 1999.309 p.), relativa a la lucha
armada de los años sesenta. Pero la historia empapa otras de sus novelas como La favorita del señor(Caracas: La Nave
va/Editorial Blanca Pantin, 2001. 190 p.), cuyo asunto se desarrolla en la
España Islámica de la Edad Media.
Ese mismo periplo creador nos lleva
ahora a su nuevo libro La escribana del
viento(Caracas: Alfa, 2013.383 p.), cuya anécdota sucede en nuestro siglo
XVII, la centuria que menos conocemos de nuestra historia, de la cual se ha
escrito poco. Ella logra mirar en su obra su suceso más singular.
Creemos que la lectura de La escribana del viento debemos comenzar
deteniéndonos ante dos asuntos:
BREVE ESCOLIO SOBRE
LA NOVELA HISTORICA
Un breve escolio para entrar en La escribana del viento, ya que se trata
de una novela histórica, un género que abunda en nuestra producción literaria,
la gran crisis de la democracia latinoamericana explica su proliferación, pese a ser “casi” el modo
fundador de la novela latinoamericana, ya que si bien esta se inicio en 1816 ya
en 1826, a una década de El periquillo
Sarmiento, de José Joaquín Fernadez de Lizardi(1776-1821), la fundadora del
genero en nuestras letras, se publica la novela de autor anónimo Xicotencatl, que es la novela histórica
fundadora del modo. Se ha pensado siempre que una novela histórica no es novela
ni es historia. Nada más errado. Las novelas históricas constituyen una fuente para
el conocimiento del pasado. Este punto, el que hacemos nuestro, lo ha examinado
con especial atención el profesor Germán Carrera Damas(1930)[2].
Y, en Venezuela, desde la aparición de
nuestra primera novela, en 1842, Los
mártires, de Fermín Toro(1806-1865), estamos ante una novela histórica por
el lugar y los hechos que relata su autor, tanto que el tratadista del tema
entre nosotros, Alexis Márquez Rodríguez(1931). reconoce que Los mártires, “sin ser histórica en el
estricto sentido del término, si tiene mucho de la técnica de la novela
histórica”[3].
Nosotros si la consideramos plenamente histórica. No es el sitio aquí para
exponer en que basamos nuestro aserto.
Nos basamos para el estudio de las
novelas históricas, y en este caso para La
escribana del viento, en varias citas sobre el asunto hechas por Carrera
Damas. La primera es de Mariano Picón Salas(1901-1965), en ella se lee: “lo que
tiene más valor en la producción cultural venezolana, son algunas obras de
imaginación donde el instinto del artista como en ciertas páginas de poesía o
de novela tropezó más inconsciente que concientemente con el secreto o el enigma nativo”[4].
O aquella de Arnold Toynbee(1889-1975), quizá el mayor historiador del siglo
XX, “Nunca he logrado prescindir por entero de elementos de ficción…en
realidad, al observar y presentar las instituciones sociales y registrar su
operación, el uso de la ficción parace ser un artificio mental indispensable; y
las formas más paladinas del artificio son realmente las menos censurables, ya
que son las menos suspectibles de que se les tome erróneamente por realidades
en lugar de tomárselas por lo que son”[5].
O Enrique Bernando Nuñez(1895-1964), al decir en su novela histórica La galera de Tiberio(1938), “debemos
establecer nuevas conjeturas. Sólo así podremos ser buenos historiadores”[6].Tambien
Francisco Herrera Luque(1927-1991) utilizó en Los viajeros de Indias los testimonios literarios para el análisis
de los hechos históricos que refiere en su libro[7].
Las novelas históricas nos muestran la
intra-historia de la que habló don Miguel de Unamuno(1864-1936), logran con su
imaginación llegar más allá de la apariencia y logran averiguar aquello que
“está encerrado en el saco”[8].
Es decir, que para comprender la
esencia más honda del discurrir histórico hay que detenerse ante el trabajo de
los novelistas, quienes utilizan la imaginación a la hora dediscurrir sobre el
suceder, que dijo Toynbee; la necesidad de tropezar, según anotó Picón Salas,
con lo “más que insconsciente que conscientemente, con el secreto o el enigmático”;
hay que llegar al “secreto o enigma nativo” según Enrique Bernardo Nuñez. De
allí la importancia que como el conocimiento de nuestra historia, y para que
este llegue a las masas, el valor que tuvieron a principios del siglo XX los Episodios venezolanos, de don Francisco
Tosta García(1846-1921), suerte de Benito Pérez Galdós(1943-1920), cuando
escribió para España sus Episodios
nacionales. O a finales del siglo XX, las historias fabuladas de Herrera
Luque, novelización histórica de todos los períodos de la historia venezolana,
desde la conquista al siglo XX.
Son estas ficciones fuentes de
conocimiento del pretérito porque como anota Guillermo Morón(1926): “La novela
no elimina la historia sino una la ilumina”[9].
O como lo dice un personaje de La escribana del viento: “Isabel había abierto
una puerta en mi imaginación”(p.203) pues lo que hace el novelista de este modo
es iluminar la historia con la imaginación.
Y hay que referir también que al
examinar la historia con los ojos y modos de la literatura, los novelistas
históricos logran penetrar mucho más adentro que los historiadores, cuya
discurso debe detenerse en el momento en que concluye el documento. En cambio
el creador puede seguir, ahondar, llegar a lo más hondo, sobre todo al suceder
psicológico del pasado, lo cual nos conduce a hondos por qués.
UN SUCESO EN LA CARACAS DE 1642
Tocamos brevemente la esencia del sucede que Ana Teresa Torres recrea en
La escribana del viento con mano
maestra. Son estos los sonados escándalos de los días del obispado de fray
Mauro de Tovar Báñez(1605-1666), en el siglo XVII(1640-1654), tal lo revelan
quienes han estudiado el tema como Andrés F.Ponte(1881-1948) en su Fray Mauro de Tovar[10], Blas
Millán(1901-1960) en su delicioso El
agresivo obispado caraqueño de don fray Mauro de Tovar, este estupendo
escritor, demasiado olvidado fue el primero en dar cuenta que era necesario
utilizar la psiquyiatría para poder comprender aquellos sucesos[11]. Y después
Francisco Herrera Luque en Los amos del
valle[12]. El historiador Luis
Alberto Sucre(1865-1942) caracterizó al mitrado así: “Era Fray Mauro joven
todavía, fogoso, de espíritu invasor, de carácter tiránico, fanático, imbuido
de las ideas de los inquisidores españoles; con talento, honrado y ambicioso,
procedía con decisión extralimitando sus atribuciones, convencido de que
trabajaba para el bien y por el triunfo de la justicia”[13].
Y Lucas Guillermo Castillo Lara(1921-2002), dijo de él que era “Apasionado en
extremo, defendía a ultranza lo que creía…poseía una personalidad dominante y
hasta tiránica, orgulloso, despiadado y hasta arbitrario en sus procederes”[14].
Ángel Raúl Villasana(1920-2004), nuestro sutil bibliógrafo, lo llamó “Fogoso y
pendenciero obispo”[15].
Fray Mauro siempre tuvo grandes polémicas, tanto con la comunidad Mercedaria
como contra el gobernador Rui Fernández de Fuenmayor(1603-1651).
Pero la más intensa algarabía que provocó fue con sus polémicas del
llamado “caso Ponte”. Este comenzó, explicó don Ramón Díaz Sánchez(1903-1968),
“por una cuestión meramente administrativa…de interés financiero, que luego
deriva hacia materias más complicadas. El obispo, bien lo pinta Millan en su
libro, amaba el dinero y era, como buen castellano, hombre autoritario y
apasionado. Recien llegado a Caracas entra en tratos con don Pedro Navarro y
Campos(también se apellidaba Villavicencio) y acuerda confiar a éste la venta
de las bulas de la Santa Cruzada. Las bulas son unos documentos de categoría
pontificia que S.S.el Papa expide para determinados asuntos…Bien mirada el caso,
fray Mauro procedió cuerdamente a exigir a don Pedro Navarro una fianza para
poner en sus manos aquellas bulas que valían dinero y que de seguro iban a
tener excelente demanda entre los caraqueños…don Pedro era un hombre de buena
familia, buen católico y ventajosamente relacionado...Pero carecía de fortuna
propia y su reputación no era tan diáfana que se diga. Exigida la fianza por el
Obispo, él[don Pedro] pensó en su mujer, doña Ana de Cepeda,que si poesía
bienes. Pero doña Ana estaba encamada y sus relaciones con su marido andaban
tan mal qie hasta había llegado a pensar en separarse de él. Intervienen
entonces otros parientes, maquinan un subterfugio y logranm que doña Ana firmé
la fianza aunque neutralizada con un documento privado(una exclamación llamaban en aquel tiempo a esta suerte de documentos)
por el cual se retractaba del anterior alegando que le había sido arrancado por
el temor”.
Pero a poco don Mauro logró tener noticia de lo hecho por doña Ana,
sobre todo de la firma de la “Exclamación” que anulaba, si era necesario, la
“Fianza”. Allí ardió todo. Prosigue Díaz Sánchez: “Tal el origen de uno de los
más resonantes conflctos de que guarda memoria la historia venezolana,
Arrebatado por su genio irascible, fray Mauro reacciona contra el engaño y pone
en prisión a doña Ana. Quiere que se convierta en acusadora de su marido para
llevar a don Pedro a un litigio que podría conducirlo a la ruina, y como la
señora se niega a ello no vacila en mantenerla en la cárcel[eclesiástica] por
más de dos años…A partir de aquel acto de reacción en reacción el prelado
multiplica sus agresiones sin detenerse en ningún atropello, ante ninguna
crueldad” [16].
Doña Ana de Cepeda, lo sabemos, había pedido al obispo el divorcio de su
esposo Pedro Navarro a quien acusó de los malos tratos de él recibidos por ella
y por estar amancebado con su hermana Jimena Ponte. Después de los
interrogatorios el obispo dio la orden de detención de los dos hermanos, Jimena
y Pedro; también excomulgó a los hermanos Gabriel Navarro y Elvira Ponte por
haberse negado a presentarse al juicio incoado por el metropolitano contra su
familia. En 1643 los dos acusados, Pedro Navarro y Jimena Ponte, una vez
condenados por fray Mauro se escaparon de la prisión. También condenó a la
madre de ambos por encubrir el incesto de los dos hermanos. Fue entonces cuando
la familia Ponte acudió a pedir justicia ante la Real Audiencia de Santo
Domingo y el arzobispado de esa ciudad, pidiendo justicia. También el
gobernador acusó a fray Mauro ante el rey Felipe IV(1606-1665). En ese momento
tanto el gobernador Fernández de Fuenmayor, su teniente general y los alcaldes
ordinarios había sido excomulgados por el obispo por su actutud en defensa de
los acusados. Entonces al pedirle la Real Audiencia y al arzobispado a fray Mauro
los papeles del juicio este se negó a entregárselos, lo que era ilegal, por lo
cual fray Mauro también fue excomulgado por la arquidiocesis de Santo Domingo,
de la cual dependía el obispado caraqueño, El caso fue entonces enviado al
Consejo de Indias. En 1646 el Consejo de Indias perdonó y amonestó a fray
Mauro, mándandolo a cumplir la leyes. En 1650 el Consejo de Indias nombró a
fray Mauro obispo de Chiapas. Después de haber provocado todos estos sucesos,
fray Mauro en el momento de tomar el barco en La Guaira dijo sacudiendo sus
sandalias: “De Caracas no quiero ni el polvo, ahí se los dejó”[17].
Desde luego, la gran controversia sucedida en una ciudad tan pequeña
como Caracas, que no tenía aun ni 6000 habitantes, fue grande escándalo. Y
aquello tuvo connotaciones sexuales, dado el asunto que se trató ante el
mitrado: un caso de incesto, dadas las acusaciones que se hicieron de
particulares amistades del diocesano con algunas mujeres que comían con él.
Cierta connotación sexual tuvo también
por el hecho de haber mandado el obispo a latigar a doña Jimena, medio desnuda
en plena calle.
No queda duda por las características de su carácter y por las tropelías
que hizo, que este obispo que tanta bulla creó en Caracas era una personalidad
psicopática, por cierto, según Herrera Luque, tan abundantes en la vida
venezolana desde muy atrás[18].
DENTRO LA NOVELA
La escribana del viento, títula Ana Teresa Torres su libro. La palabra le otorga un hondo sesgo
femenino a la novela. De hecho nos recuerda “La salvaja” de la mexicana Carmen
Boullosa.
Layéndola lo primero que fascina al lector son las descripciones
geográficas que podemos encontrar en ellas: las de la peninsula de Paraguana,
“El viento sopla constantemente en la península y resistirlo produce un gran
cansancio”(p.33). O las de Caracas y sus alrededores. Tal cuando dice del
Ávila: “Pienso que nosotros no hemos necesitado edificar esos bastiones porque
el valle, custodiado por la Sierra Grande, queda naturalmente fortificado y
defendido de los ataques por mar. Si guardo alguna nostalgia(y la guardo) es
por esa mirada a la montaña que está siempre presente en cualquier parte que
nos encontremos en Caracas”(p.230).
Igual el precioso pasaje, el más bello seguramente de esta ficción, en
el que cuenta un traslado desde Caracas a Guatire, hasta llegar al mar, pasando
luego por Camurí hasta arribar a La Guaira(p.298-301), tres páginas primorosas
son estas, de exaltado amor por nuestra tierra.
Pero la esencia de la novela es recordar, escribir para que no se olvide
lo sucedido, ya que sin memoria los pueblos no pueden andar. Y sería terrible
no hacer memoria de las tropelías de fray Mauro, ya que “Olvidar de lo que es
capaz, imposible”(p.136).
Además esta es siempre ficción. Ella misma confiesa en “El testimonio de
la autora”, con que se cierra el tomo, que sus lectores no deben pensar que se
haya propuesto intentar “por mi parte de esclarecer la veracidad de la
historia”(p.381). Ella la cuenta y lña recrea. Y cuando, lo que es propio de
este tipo de obras, le faltaron datos “en los vacíos me sentí libre de
inventar”(p.377), ya “que en mi novela la veracidad de los hechos circula en
terrenos poco verificables”(p.377).
Mientras leemos La escribana del
viento nos damos cuenta lo que se puede hacer cuando se usa la imaginación.
Hay, también, una notable parte de la novela en la que describe la vida
conventual venezolana de aquella época, en especial el convento de las monjas concepcionistas, puesto en marcha
en Caracas en 1637, situado en el mismo
lugar en donde está hoy el Palacio Federal.
También, o esencialmente, la idea de la “pertenecia” es fundamental en
esta historia, el ser de un lugar y un tiempo. Importante aquí pues fray Mauro
los lanza a todos al desarraigo al sacarlos de sus casas, a lo no pertenencia.
NOVELA EN LA NOVELA
Característica muy especial de La
escribana del viento es el hecho de ser esta una novela en la novela. De
hecho su autora es Ana, la escribana a quien la protagonista de los sucesos le
dicta lo acaecido. Pero también Ana, mientras toma el dictado, va comprendiendo
aquellos sucesos, lo hace con la imaginación como guía(p.203).
Y puede dictarle a Ana porque descubre que es una mujer que sabe
escribir(p.15), cosa rara en aquellos días del siglo XVII, recordemos que la
educación privada de las mujeres comenzó en Caracas en 1768, gracias al
canónmigo Simón Malpica(1714-1776) y la publica fue propuesta, por a don Simón
Rodríguez(1769-1854) en 1793. .
Cuando la invita a que tome sus recuerdos y los pase al papel le dice: ”Esto
es para que escribas lo que te voy a dictar…¿Una carta?...Una larga carta, en
efecto…¿Para sor Isabel Atienza?...Para mi…Nunca había escuchado que alguien se
escribiera a sí mismo…¿Y para qué escribir lo que ya sabe?...Para que no se me
olvide, ni a ti tampoco…¿Y para qué debo recordar todo eso que usted quiere
escribir…Si tienes paciencia y haces menos preguntas lo comprenderás…Fui a
buscar en la casa un taburete, y sentada en él comecé a ser su escribana”(p.34).
En verdad, ”Una escribana no pregunta a quien le dicta las razones de su dictado,
se limita a copiar correctamente”(p.37). Quien dicta está consciente que”Todo
hay que escribirlo”(p.191), que en su dictado no debe omitir nada “quiero que
toda la verdad sea escrita”(p.44).
La reacción contra las tropelías de fray Mauro es tal que cuando
Catalina, como Sor Juana, llega a Coro con la idea de fundar un convento, Ana
dice: “Y por eso le pregunté a sor Juana si tenía licencia de fundación; se rió
y me dijo que no quería nada con los poderes de la Iglesia”(p.14), desde luego.
Y cuando va llegando la hora final el trabajo se hizo más intenso, ”Fue
una época febril en la que me hizo tomar su dictado muchas horas”(p.291). Y
tenía que escribir lo vivido porque las palabras dichas a viva voz de la lleva
el viento.
LAS CRIATURAS DE LA FICCION
A lo largo de La escribana del
viento todos los testigos de los desafueros del prélado van dando cuenta de
lo que vieron, sintieron y padecieron.
Los personajes que más interesan son Ana Ventura, la escribana, su singular
apellido nos dice no solo del goce de contar sino del placer de hacer memoria a
tráves de la palabra.
Quien se llama Sor Juana en la novela, en verdad es Catalina de Campos,
quien fue en la vida real Jimena de Ponte y Campos), una de las víctimas de
fray Mauro, quien ha llegado a Coro huyendo de los sucesos de Caracas(p.32),
quien invita a Ana a pasar con ella a Paraguaná, que es donde esta, una vez
descubierta su verdera identidad, le cuenta los hechos que Ana trascribe.
Desde luego Fray Mauro de Tovar. Y a su lado el “sabandija”(p.178) presbítero
Marcos de Sobremonte, secretario del obispo, hombre dispuesto a todo, uno de
esos “pobres diablos” que siempre aparecen en todos los procesos sociales, en
Venezuela los conocemos de sobra. Sobremonte siempre estuvo dispuesto a todo lo
que inventara hacer fray Mauro, por peor que aquello fuera. Era un hombre de
los peores que hallamos en el relato, auque siempre fray Mauro le gana.
Y las victimas del preelado: Beatriz Cepeda y Rivera, esposa de Pedro
Navarro Villavicencio, este escribano mayor del Cabildo de Caracas; Elvira de Campos y Catalina de Campos e
Isabel de Atienza, priora fundadora del convento caraqueño de las
concepcionistas.
EL OBISPO PERSEGUIDOR
Debemos reiterar que todo aquello fue mucho más escandaloso en aquella pequeña Caracas,
entonces de 6000 habitantes(p.63), donde la alta clase si acaso podría llegar a
las 500 personas. Como pequeñísima urbe “Aquí en Santiago León se sabe
todo”(p.79).
Fray Mauro de Tovar más que hombre peleón fue una personalidad
psicopática, incapaz de respetar fuero alguno, no tenía amor por nadie, sus
pasiones eran las peores, tal como lo dejó sentado en su acción en Caracas. Y,
sin duda, prosiguió en Chiapas, por era su modo de ser era crear líos a cada
paso. Sería interesante que algún día alguién se tomara el trabajo de estudiar
su vida en España, antes de llegar a Caracas, para entender las raíces de
aquella personalidad descoyuntada, como la suya.
Fue fray Mauro hombre de pasiones, las más lejanas en un religioso, más
es un Benedictino, orden de contemplativos.
Apenas llegó comenzó a enfrentarse con el gobernador Rui Fernández de
Fuenmayor(1603-1651) y con la comunidad Mercedaria, también protegida por el
Gobernador. Fue el comiezo de sus mil controversias, en ella dejó clara la
perversidad de su espíritu y su psicopatía, pese a ser hombre de iglesia. No
creemos que el análisis de su personalidad enferma pueda ser omitido en
nuestros días, con los instrumentos científicos que tenemos, los propios de la
ciencia de la conducta.
Tanto fue que en La embarazada del
viento se lee: ”desde que llegó don fray Mauro las cosas se han puestos
difíciles…por los presos que tiene, y los clérigos armados y las
excomuniones”(p.199). Tanto que a Beatriz ”le repugna que Pedro[su esposo] esté
en tratos con Tovar, considera que el obispo ha ofendido muchas veces al
Cabildo, ha mostrado una conducta impía con los frailes mercedarios, ha sido
enemigo de nuestro gobernador, y se pasea por la ciudad flanqueado por clérigos
armados, lo que nunca se había visto”(p.123).Todo aquello “Fue la desgracia
para la ciudad. Fue mi desgracia y la de toda mi familia”(p.32).
A poco de llegar fray Mauro, con la idea de poner a andar el Colegio
Seminario de Caracas, aprobado por el rey ya en 1592. Pero ello no fue posible
porque el 11 de junio de 1641 se produjo un gran terremoto, este asoló a
Caracas y a La Guaira. Todo debió detenerse entonces. Fray Mauro tenía apenas
menos de siete meses de haber llegado a Caracas y tomado posesión del
obispado(diciembre 20,1640).
A poco hubo la proposición del Gobernador, dados los daños cuasados por
el cataclismo, de mudar la ciudad al este. Fray Mauro se opuso, ya que lo suyo
era siempre llevarle la contraria al Gobernador, la autoridad civil de la
Provincia. Por ello la población se amotinó(p.99), unos de acuerdo con
Fernandez de Fuenmayor, otros con el obispo, quien deseaba que la ciudad no
fuera mudada. A poco comenzará su persecusión de los Ponte, esta se inició en
1642.
PERFIL DEL OBISPO
En La escribana del viento
hallamos trazado el perfil de don fray Mauro. Era hombre de ”voz alterada y
ademas de enojo”(p.99); ”Lo que quería
era sembrar cizaña, desunir los ánimos, y cualquier motivo, hasta la
catástrofe, le parecía útil a sus fines”(p.99); ”es que Tovar es un hombre un
tanto avaricioso”(p.124); ”Fray Mauro es implacable. No hay argumentación que
lo conforme cuando se ha enardecido y eso ocurre con toda frecuencia”(p.129);
no respetaba ley alguna del reino: “Mi
jurisdicción es hasta donde es mi gusto”(p.136), llegó a decir; las
triquiñuelas legales “eran su especialidad”(p.136); pensaba que “pleitear le
refrescaba la sangre”(p.140); .”Ese hombre no tiene ninguna clase de
escrúpulos”(p.221); nunca gustó de los Mantuanos: “Estos señores quieren estar
por encima de todo, se creen dueños de esta ciudad y se las quieren dar de esto
y lo otro cuando son unos campesinos”(p.170); los muchos castigos que impuso,
muchos bajo tortura dirigida por él mismo, “Lo que Tovar hace es un remedo de
estos castigos que aplica a delito que no son contra de la fe de la Iglesia
sino contra la fe de su persona”(p.262).
Y no hace caso a nadie, como lo observamos al leer este diálogo: ”Te
preocupa mucho ese don Pedro. No es él, su ilustrísima, sino usted mismo. Si
llega a morir toda la ciudad se pondrá contra usted y no faltará quien le
escriba a la Real Audiencia dando cuenta de que ha fallecido en la prisión de
la casa episcopal el escribano del cabildo, y además notario del Santo
Oficio”(p.169). Fue esto lo que a la larga sucedió, lo que terminó por derrotar
a aquel metropolitano: se fue de Caracas con las tablas en la cabeza, por su
propia culpa, inmerso en los conflictos que él mismo había provocado.
LOS CRIOLLOS
Consecuencia de su animadversión a los Mantuanos es esto que debemos
señalar: cuando el obispo Tovar llegó a Caracas el 20 de diciembre de 1640 la
ciudad tenía setenta y tres años de fundada(1567), y ya habían personas nacidas
y crecidas aquí: los criollos.
Los criollos, en los días del señor Tovar, estaban tan molestos con lo
que veían sucederse, algo que no había sucedido antes entre Obispos y
Gobernadores, algo que no sucedería en el fururo, pese a las controversias que
hubo entre los dos poderes a lo largo de nuestro devenir. Pero dentro de
aquellas condiciones escandalosas nunca. Basta leer los Anales eclesiíasticos venezolanos de monseñor Nicolás Eugenio
Navarro(1867-1960) para comprobarlo[19].
Quizá el único ejemplo llamativo fue la conducta y los malos consejos que el
presbítero Antonio José de Sucre(1831-1895), un sobrino de el Gran Mariscal,
dio al arzobispo Silvetre Guevara y Lira(1814-1882) durante las controversias
con el presidente Antonio Guzmán Blanco(1829-1899), sin ellos es posible que se
hubiera encontrado otro sendero, pero tales fueron las “diabluras” del
arcediano, que como todos los psicópatas todo lo enrredan.
Por ello entonces: ”Algunos vecinos gritaban en contra del obispo.
¡Respeto a los criollos”, se escuchó una voz”(p.162). O este otro signficativo
pasaje: ”No pude contenerme más. Mira Agustín[de Palma], ¿cómo es posible que
siendo tu criollo y criado en Santiago de León con todos nosotros, te hayas
convertido en nuestro enemigo…Eres un lambucio, que lo único que quieres es
ganar méritos porque entre Sobremonte, Navas, Becerra y Sevillano acaparan
todos los favores del obispo y a ti lo que te dejan son las sobras”(p.273).
Estas palabras de doña Paula de Ponte al padre Agustín de Palma nos hablan de
que ya estaba fundado aquí un sentido de identidad de los aquí nacidos, de la
venezolanidad, de la pertenecia. El maestro José Antonio Calcaño(1900-1978)
concedió un especial valor a lo dicho por doña Paula a gritos aquella noche del 3 de junio de 1643[20].
EL DOLOR DE UNA FAMILIA
Si algo conmueve al lector de La
escribana del viento lo constituye el dolor que padece la familia objeto de
la persecusión del Obispo. Es mucho el sentimiento que hallamos en la
descripción que leemos de aquel trubulento suceder.
Los Ponte llegaron a dolerse de aquello, “Nosotros le dimos la
bienvenida a quien procuró destruirnos”(p.85).
Todo comenzó a suceder en el momento de la prisión de Beatriz, el 30 de
diciembre de 1641. Llevada entonces a las Casas Episcopales fue interrogada por
el Obispo, aplicándole torturas, momento terrible aquel ya que ella estaba embarazada.
El capítulo en que lee el interrogatorio constituye uno de los momentos mas
arduos, y estilísticamente memorables, de la novela(p.145-155).
De allí que digan las gentes, “No se prende a una mujer principal así
como así, y llevamos dos. ¿Qué es lo que quiere Tovar?¿desaparecer a nuestra
familia?”(p.162). Ante aquellas tropelías: “Hay que presentar una denuncia que
de una vez lo incapacite como obispo”(p.142).
El proceso siguió: “Dos días después de la fuga[de Beatriz y Pedro], el
22 de juio de 1643, el obispo pronunció la sentencia contra doña Elvira de
Campos por los delitos de consentimiento y encubrimiento del incesto entre sus
hijos Pedro Navarro y Catalina de Campos, y por no haber bautizado a ninguno de
sus hijos habidos con Pablo de Ponte…y como guinda del postre incluyó a Diaz
Meza, sin sentencia ni condena, sino eso, como parte del castigo por la fuga de
don Pedro y de su hermana Catalina, quien también huyó esa misma noche del
convento”(p.262).
La familia logró llegar hasta la Real Audiencia de Santo Domingo, ser
escuchados, esta obligó “al obispo a absolver a los excomulgados en el término
de tres días, otorgar las apelaciones, entregar los autos a los acusados para
que los remitiesen, e inhibirse de estas causas en el ínterin. En resumen los
jueces eclesiásticos fallaban a favor de doña Elvira de Campos y sus hijos
Pedro Navarro y Villavicencio y Catalina de Campos y Villavicencio”(p.286).
Pese a ello, el obispo no obedeció, esa era su costumbre(p.288)
Por ella Catalina le dice a Isabel, la priora del convento, a donde esta
había sido traslada cuando se acercaba su parto, “Lo único que puedo hacer es
esperar a que Tovar sea trasladado de sede, o que se muera, o por lo menos que
mis hermanos logren algo en la audiencia de Santo Domingo, pero en estas
condiciones, Pedro encarcelado, Gabriel medio escondido, Tomás en algún
servicio del gobernador, no hay esperanza”(p.203)
Todos los maltratados por aquel obispo inicuo sufrieron mucho, hasta el
punto que Felipa de Ponte dijo: “No quiero regresar al tiempo de antes, a lo
que fuimos, a lo que sufrimos”(p.321); o Gabriel Navarro de Campos, “En mi
memoria están frescos todos los sufrimientos a que nos vimos expuestos”(p.337).
Por ello escribió la monja Isabel de Atienza a Catalina: “Soy solo una
mujer que vivió de cerca el sufrimiento que tú y tu familia tuvieron que
soportar. En fin, esta es la gran noticia que ha regocijado mi corazón: don
fray Mauro de Tovar acaba de morir, el 3 de noviembre de 1666 en Ciudad Real de
Chiapas, la diócesis de Guatemala a donde fue trasladado de su obispado de
Caracas”(p.29).
RAZONES DEL CONFLICTO
Antes de comenzar a sucederse los hechos Ana de Cepeda[Beatriz en la
novela] a través del su tío [Melchor]Candamo “le ha solicitado a Tovar la
separación, ¿no estabas enterado? No, no lo estaba pero no quise
decirselo”(p.114). La razón era el adulterio continuado por parte de su esposo
Pedro, con su media hermana, Jimena de Ponte, lo que era además un incesto. A
este hecho lo considera Ana Teresa Torres, en el apéndice, “el primer caso
dcumentado de una joven venezolana enjuiciada por un delito sexual que hoy
veríamos como abuso”(p.377). Por ello Jimena fue condenada y encarcelada.
Pese a este hecho, ya hemos indicado que las razones del conflicto
fueron económicas, la venta de las Bulas,
“Don fray Mauro le otorga la recaudación a Pedro[Navarro y Villavicencio] pero
exige una fianza y la que puede poner sus bienes en garantía es Beatriz. En
realidad, como sabes, ella, en su condición de mujer casada no se la puede
negar, es derecho del marido proceder, pero últimamente. Últimamente las cosas se
han complicado porque Beatriz quiere pedir una separación y el obispo lo
sabe”(p.121).
Es ello es lo que lleva al personaje de Beatriz en la novela(en la
realidad Ana de Cepeda,p.379) a firmar el documento llamado “Exclamación”, el
cual “existe en derecho a fin de que quien se vea obligado a conceder algo por
fuerza mayor y contrariamente a su voluntad, tenga alguna manera de hacerlo
saber. En pocas palabras la ‘exclamación’ afirma la nulidad de lo anteriormente
concedido”(p.125). Beatriz pensó firmar ambos, “la garantía de su dote y la Exclamación”(p.125).
Y lo hizo. Alguien le contó aquello a Tovar y entonces este se enfureció. “Estos
que tengo aquí son pecadores y deben pagar por ello. Pero doña Beatriz, señor,
doña Beatriz de qué la acusan. ¿De que la acusan?¿Te parece poco lo que hizo?
Me da una fianza pero si se arrepiente me la quita[con la Exclamación]”(p.170),
este hecho es la clave de todo, todo el conficto tuvo solo razones monetarias
no religiosas, Tovar usó el catolicismo como arma, atribuyéndose incluso
potestades que no tenía, como la de “actuar en representación del Santo
Oficio?”(p.171).
LA LITERATURA VENEZOLANA DEL SIGLO XVII
Escribe Ana Teresa Torres en el colofón de su novela: “Algunos
documentos de la época introducidos como intertextos han sido versionados
tratando de conservar la mayor parte de su contenido, pero con ciertas
intervenciones gramaticales para acercar el lenguaje al lector
contemporáneo…Son, por cierto, muy interesantes porque revelan el vivido estilo
narrativo de los memoriales y escribanías. No hay herencia literaria del siglo
XVII venezolano, y de cómo era el lenguaje común menos sabemos, así que
salvando las excepciones mencionadas, la escritura de la novela no pretende
reconstruirlo”(p.381).
Todo ello es verdad. No tuvimos una literatura, no tuvimos una obra
poética de envergadura, como podrían ser las Elegías de Juan de Castellanos(1522-1607), relativas a la
conquista, al siglo XVI, publicadas, su
primera parte, en 1589; no tuvimos un libro de historia que contara los sucesos
acecidos entre 1601-1701, los cien años de la centuria. La única obra sobre
nosotros aparecida, en 1627, las Noticias
historiales, del fray Pedro Simón, que es la segunda historia del país,
solo se refiere al siglo XVI y a los primeros diez y nueve años del XVII. La
única excpeción son las composiciones poéticas insertas por fray Jacinto de
Carvajal en sus Jornadas naúticas(1647),
desconocidas hasta 1892 cuando fueron editadas. Algo hay, anota Uslar Pietri,
en Piratas en América(1678), del médico de los corsarios Alexander Olivier
Exquemeling(c1645-d1707), en las cuales da noticias sobre las tomas de los
filibusteros a Maracaibo y Gibraltar. Pero en Venezuela, dice el maestro, no
apareció nada, ni siquiera había una imprenta, esta no nos llegaría hasta 1808,
tanto que el primer libro venezolano que se imprime, la Historia de la conquista y fundación de la provincia de Venezuela,
apareció en 1723, en el siglo siguiente, y fue impresa en Madrid. “Esos cien
años que van del libro de Simón al del Oviedo, de 1626 a 1723, son cien años de
silencio en la literatura venezoalana. El mas largo silencio que ella haya
conocido”[21].
Sin embargo, fuera de Venezuela es un rico siglo de creación literaria,
como lo observó José Balza(1939), el primero literariamente hablando del Nuevo
Mundo por sus ricas invenciones[22].
Pero también, la oscura y pobre Venezuela estaba entonces lejos de todo, fuera
de lo que sucedía en nuestro continente en España se vivía la plenitud del
siglo de Oro, la centuria del Quijote,
de Quevedo, Calderón y Góngora. La centuria en que por vez primera un
hispanoamericano, mexicano de nacimiemto, Juan Ruiz de Alarcón, triunfó con su
obra teatral en España, la España, entre otros, de Lope de Vega.
ALGUNAS NOTICIAS
Pese a todo esto, escrudiñando archivos y bibliotecas hemos logrado
reunir algunas noticias literarias, que son singulares por las pocas personas
que la cultivaron.
Asi, en nuestro siglo XVII, los escritores a examinar son fray Jacinto
de Carvajal(¿1567-1647?), Miguel de Ochogavia(1614 o 1617-¿1666?), Alonso
Padilla, Juan Jaraquemada, Juan Pacheco y Quiñónez, Pedro Padilla, Cristóbal de
Vera y Felipe Colón, todos incluyendo el padre Carvajal, son los llamados cantores
de Apure, por aparecer sus composiciones en el libro del fraile sobre el
descubrimiento del río Apure. Le sigue fray Cristóbal de la Concepción, fray Juan Moro(1660-1732), el
jesuita Alonso de Neira(1650-1706), las diez personas que formaron la primera
elite intelectual caraqueña, una vez fundado el Colegio Seminario: Juan
Fernández de Ortiz(16??-1691), Nicolás Herrera y Ascanio(16??-1721), Domingo
López de Landaeta, Felix de Acuña(16??-1725), José Mijares de
Solórzano(1684-1743), Antonio Tovar y Bañez(1691-1762), José Martínez de
Porras(1608-1753) y su hermano Francisco(1682-1739) y José de Oviedo y
Baños(1671-1738), todos sacerdotes menos don José. Juan de
Arechederra(1686-1751) fue un distinguidísimo alumno de Colegio Seminario, no
lo podemos dejar de mencionar. Le siguen Pablo de Orihuela(1636-¿1695?), Diego
de los Ríos, Juan Torquemada y Francisco Ubierna(1638-1679), lo cual nos indica
que no estuvo tan en la tierra yerma nuestra creación literaria en ese siglo,
tan desconocido como es nuestro siglo XVII, pese a las investigaciones de
Guillermo Morón en su Historia de Venezuela, es poco lo que se
le ha estudiado. Tenemos además de la obra de Morón, que es el libro que mejor
trata esa centuria, Gobernadores y
Capitanes Generales de Venezuela, de don Luis Alberto Sucre(1865-1942), un
estudio de Oscar Martínez: Maracaibo en
el siglo XVII. Sobre los sucesos, casi todos políticos, de esa ciudad y el
examen, casi día a día, que fija sus hitos hasta 1640, nos ha ofrecido
Alejandro Gerendas Kiss(1946) en un magnífico recuento[23].
Claro, al penetrar en el siglo XVII
debemos referirnos al ensayo, que antes hemos citado, que Uslar Pietri dedicó a
esta centuria[24] porque ha sido mal
entendido por los autores que se refieren a él, más que todo por una poco
cuidadosa lectura que no les ha permitido percibir que es a lo que don Arturo
se refiere allí, que es a sólo un hecho: que ningún autor que haya vivido en
esa época escribió un libro sobre esa centuria. A ella se dijo se referiría
Oviedo y Baños en el segundo tomo de su obra el cual si bien fue redactado,
como él mismo lo indica en las líneas finales del primer tomo[25],
que es el único que fue impreso, el que conocemos como su Historia. El segundo fue destruido e incinerado por los Mantuanos
para evitar se conocieran sus tropelías. Sabemos que existió escrita, es
posiblemente la que tuvo entre sus libros, en México, el hermano jesuita de don
José, don Juan Antonio de Oviedo(1670-1757).
A la carencia en nuestra
historiografía de una historia del siglo XVII escrita por un hombre de aquella
centuria, y a la carencia de testimonios literarios de aquellos cien años, es
lo que se refirió Uslar en su luminoso artículo. El no negó los sucesos de ese
período, ni en ningún momento se le escaparon los hechos social y políticamente
creadores de esa centuria, la del asentamiento ciudadano, la del desarrollo de
las ciudades, terminaba la algarabía de la conquista, que fue el suceder el
siglo XVI. Y tiene razón don Arturo porque si bien las Noticias historiales de fray Pedro Simón(1581-d1623) se publicaron
en 1627 en ella vuelve a tocar el siglo XVI, como lo hizo al padre Pedro de
Aguado(1538-d1589), el primer historiador de Venezuela. Simón sólo toca el
siglo XVII solo hasta 1619 y el único testimonio del XVII que existe son las Jornadas naúticas del padre Carvajal,
que interesa también a la literatura. De allí en adelante lo que hay es
silencio bibliográfico, aunque la documentación existente es numerosa, tanto
que quienes han estudiado en el tiempo contemporáneo, Sucre, Morón, Martínez,
Gerendas Kiss, han encontrado perfiles dignos de todo examen. También en el
análisis de la documentación del período se basan las noticias que sobre el
siglo XVII utilizó Herrera Luque al concebir y su desarrollar su novela
histórica Los amos del valle, obra en
la cual la desaparición del segundo tomo de la Historia de Oviedo y Baños es asunto sustancial, vacío que el
desarrollo de su ficción trata de llenar. Los mantuanos en general son
condenados por sus hechos en Los amos del
valle, pero allí están los sucesos que en su documentación Herrera Luque
estudió en los archivos de España como lo hicieron Morón y Martínez. Sin
embargo, Herrera Luque llegó a explicar lo dificultosa que era la lectura de
los papeles del siglo XVII, ya que esos tiempos las palabras se escribían
pegadas unas de otras, lo cual hacía más laboriosa su lectura, como le sucedió
a él cual estudió aquellas hojas.
Pero, desde luego, en aquellos
tiempos, pese a los testimonios que hemos señalado, no se podía hablar de la
existencia de una literatura venezolana porque una literatura “es un sistema
continúo de producciones que traze el perfil original de esta comunidad”, como
nos enseño Segundo Serrano Poncela(1912-1976)[26].
Y eso no sucedió aquí hasta el siglo XVIII.
[1] Trabajo leído en la sesión de “Los
tertulieros se reúnen”, celebrada en la Fundación Francisco Herrera Luque, la
tarde del jueves 28 de noviembre de 2013. Publicado en www.analitica.com: Caracas: noviembre
28,2013.
[2] Germán Carrera Damas: Aviso a los
historiadores críticos. Caracas: Ediciones GE,1995.446 p. En cuyas páginas
155-157, nota 87. examina aquello de lo que tratamos.
[3] Alexis Márquez Rodríguez: Historia y ficción
en la novela venezolana. Caracas: Monte Ávila Editores, 1991.257 p. La cita
procede de la p.80
[4] Citado por Germán Carrera Damas: Aviso a los
historiuadores críticos,p.155.
[5] Arnold Toynbee: Estudio de la Historia.
Buenos Aires: Emecé, 1953, t.V,p.480-482.
[6] Enrique Bernardo Nuñez: La galera de Tiberio.
Crónica del Canal de Panamá. Prólogo: Augusto Germán Orihuela.- Caracas:
Universidad Central de Venezuela,1967. 205 p. La cita procede de la p.102. La
primera edición de esta obra fue impresa en Bruges: Desclee de Browner,1938.
163 p. esta edición fue inmediatamente destruida por su autor para seguir
trabajando sobre ella, la edición que cita Carrera Damas fue preparada por un
grupo de amigos de Nuñez tras su deceso. Pese a ello nosotros, como crítico
literario, consideramos que la edición de 1938 es superior a la de 1967. Se
puede hacer el cotejo en Cubagua/La Galera de Tiberio. Prólogo: Domingo
Miliani. La Habana: Casa de Las Américas,1978. XLV,239 p., en donde aparece la
edición de 1938.
[7] Francisco Herrera Luque: Los viajeros de
Indias,p.617-624.
[8] Mariano Picón Salas: Comprensión de
Venezuela. Prólogo: Guillermo Sucre. Caracas: Monte Ávila Editores,1976. 238 p.
La cita procede de la p.69.
[9] Guillermo Morón: Escritores Latinoamericanos
contemporáneos. Caracas: Equinoccio,1979.387 p. La cita procede de la p.330,
referencia que aparece en el capítulo en donde examina Terra nostra(1975) de Carlos
Fuentes.
[11] Blas Millán: El agresivo obispado caraqueño de
Fray Mauro de Tovar.Caracas: Tipografía Vargas,1956. XII,205 p.
[12] Francisco Herrera Luque: Los amos del valle,
t.II,p.21-82. Sobre este hecho se debe consultar hoy la novela histórica de Ana
Teresa Torres: La escribana del viento. Caracas: Alfa, 2013. 283 p.
[13] Luis Alberto Sucre: Gobernadores y Capitanes
General de Venezuela.2ª.ed. Caracas: Litografia Tecnocolor, 1964.323 p.La cita
procede de la p.131. La primera edición de esta obra, aun de vigencia plena,
fue impresa en 1928.
[14] Lucas Guillermo Castillo Lara: Los
Mercedarios y la vida politica y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII.
Caracas: Academia Nacional de la Historia,1980. 2 vols. La cita procede del
t.I,p.83. Esta parte es un buen estudio, el más certero a la hora de tratar
este asunto, que se haya dedicado al obispado de fray Mauro. Esta obra es,
además, una rica fuente para el estudio del siglo XVII venezolano, centuria de
la cual seguimos careciendo de un mayor número de estudios, después del que nos
ofrece Guillermo Morón en su Historia de Venezuela.
[15] Angel Raúl Villasana: Ensayo de un repertorio
bibliográfico venezolano(1808-1950). Caracas: Banco Central de
Venezuela,1969-1976. 6 vols. La cita procede de la t.V,p.599.
[16] Ramón Díaz Sánchez: Diez rostros de
Venezuela.3ra.rd. Caracas: Editorial Lisbona, 1978. 296 p. Ver: “El turbulento
Obispo y su mundo”(p.81-94). La citas proceden de las p.83-85.
[17] Hemos seguido aquí, bastante de cerca, a
Astrid Avendaño en “Tovar, Mauro de”, en Varios Autores: Diccionario de
Historia de Venezuela. 2ª.ed.aum. Caracas: Fundación Polar,1997,t.IV,p.69-71.
[18] Consultar aquí el libro psiquiátrico de
Francisco Herrera Luque: Las personalidades psicopáticas. 11.ed. Caracas:
Alfaguara, 2007.221 p. Este estudio académico, especialmente concebido por sus
alumnos de la Cátedra de Psiquiatría de la UCV, publicado originalmente en
1969, nos permite comprender las ideas
que aplicó a la descripción del personaje en su novela histórica Los amos del
valle.
[19] Monseñor Nicolás Eugenio Navarro: Anales
eclesiásticos venezolanos.2ª.ed.aum. Caracas: Tip. Ameriacana,1951. XLVI,579 p.
[20] José Antonio Cañcaño El atalaya. Nuevos
estudios antiguos. Caracas: Monte Avila Editores, 1977.199 p. Ver: “Tesoro de
documentos”(p.99-103). El hecho está tratado en las p.101-102.
[21] Arturo Uslar Pietri: Letras y hombres de
Venzuela. Caracas: Monte Ávila Editores, 1995. 319 p. Ver: “El siglo
silencioso”(p.27-31). Alexander Olivier
Exquemelin es Piratas en América. Prólogo: Carlos Barral. Barcelona: Barral
Editores, 1971.225 p. Su ´primera edición apareció en 1678.
[22] José Balza: Iniciales. Anuncios de la teoría
literaria enAmpérica Latina. Caracas: Monte Ávila Editores,1993.110 p.
[23] Guillermo Morón: Historia de Venezuela.
Caracas: Italgráfica,1971. 5 vols; Oscar Martínez: Maracaibo en el siglo XVII.
Caracas: Editorial Arte,2006; Alejandro
Gerendas Kiss: Historia de Venezuela narrada año por año,1410-1640. Caracas:
Edimax, 2005. 734 p. Ver las p.691-704.
[24] Arturo Uslar Pietri: “El siglo silencioso” en sus Letras y hombres
de Venezuela,p.27-31. Este artículo fue publicado originalmente como “El siglo
silencioso” en El Nacional, Papel Literario, Caracas: Octubre 29,1950,p.1.
[25] José Oviedo y Baños: Historia de la conquista
y población de la provincia de Venezuela,p.327
[26] Segundo Serrano Poncela: La literatura
occidental. Caracas: Universidada Central de Venezuela, 1971. 719 p. La cita procede de la p.570.
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