Los Congresos del PC de la URSS cumbres de las intrigas y
del culto al jefe
“A pesar de que para el público se anunció que tras la
muerte de Stalin existiría una dirección colectiva del partido, las intrigas
prosperaron en el curso de 1953 y años siguientes”. Serie “Hechos y personajes
de la revolución rusa en su centenario (7 de noviembre de 1917 - 2017)”. Parte
XXVI
XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética PD
Por ANTONIO GARCÍA PONCE
29 DE JULIO DE 2017 01:00 AM
La preparación de los congresos del Partido Comunista de la
URSS muestra cómo se echaba a un lado la incorporación de la militancia a las
discusiones del temario y a las votaciones de los organismos dirigentes,
mientras se cocinaban en las alturas y bajo la mirada vigilante de José Stalin
las cuestiones más candentes, entre ellas el nombramiento de los integrantes
del Comité Central, la Comisión de Control y el Buró Político. La costumbre de
realizar los congresos anualmente a partir de 1917 operó durante la vida de
Lenin y hasta 1925, un año después de su muerte. Pero, el siguiente congreso
(el XV) tuvo lugar en 1927, el XVI en 1930, el XVII en 1934, el XVIII en 1939 y
el XIX, dieciocho años después, en 1952; largos espacios para que maduraran los
reacomodos de la nomenklatura.
El XIX Congreso estuvo marcado por la sucesión de Stalin,
quien ya tenía más de 70 años de edad y su vida terminaría cinco meses después.
Los así llamados archivos Hoover, de la Universidad de Stanford, han sido
estudiados en fecha reciente por los historiadores Aleksei Tíjonov y Paul R.
Gregory, y encontraron abundante material sobre los entretelones de la
preparación del Congreso.
En las reuniones preparatorias, empezaron a formarse varios
grupos. Estaban los sobrevivientes de la Vieja Guardia: Vyacheslav Molotov,
Kliment Voroshilov, Anastás Mikoyán y Lázaro Kaganovich. Y estaban los de
relevo: Andrei Zhdanov, Georgy Malenkov, Lavrenti Beria, Nikolai Voznesensky,
Alexei Kosyguin y Nikita Jruschov. El gran jefe no simpatizaba mucho con
Molotov, a quien criticaba a menudo en las reuniones del BP. Y lo mismo sucedía
con Mikoyán. Quiso, entonces, que su sucesor fuera Andreí Zhdanov, hombre de
suma confianza, puesto al frente de la nueva Internacional (Cominform) y casado
con la hija única de Stalin. Pero, Zhdanov se enferma y muere en 1948, en medio
de la sospecha de que sus médicos tratantes ocultaron el diagnóstico de infarto
de miocardio y recetaron medicamentos inadecuados. Zhdanov formaba parte del
grupo de Leningrado, junto con Voznesensky, pero este también abandona la
escena al ser criticado por falta de vigilancia; es destituido, en septiembre
de 1949, como jefe de Gosplan, bajo la acusación de haber desobedecido
deliberadamente una orden de Stalin; es detenido junto con varios de sus
parientes y ejecutado el 1° de octubre de 1950, al invocarse la norma “Sobre la
responsabilidad de la distribución de los secretos del gobierno y la pérdida de
los documentos que contienen secretos del gobierno”.
Queda ahora en muy buena posición el grupo Malenkov-Beria.
Otro candidato, Jrushchov, cuenta con el apoyo de Kaganovich. Y el gran ganador
es Malenkov, a quien le toca el honor de presentar el informe del Comité
Central ante el Congreso, en vez de Stalin, quien apenas pronuncia unas pocas
palabras.
En su informe, Malenkov eleva el culto de la personalidad de
Stalin a alturas increíbles. Dice que el gran jefe ha dado solución científica
a diversos problemas que tiene relación con el pronto paso de la URSS a la
etapa del comunismo (la abolición de la antítesis entre la ciudad y el campo, y
entre el trabajo físico y el trabajo intelectual). Además, ha hecho el gran
descubrimiento en el terreno de la economía política de dos leyes, que son: la
ley económica fundamental del capitalismo moderno y la ley económica
fundamental del socialismo. La primera reza que el objetivo del capitalismo es
“asegurar el máximo beneficio capitalista, mediante la explotación, la ruina y
la depauperación de la mayoría de los habitantes de un país dado, mediante el
avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos de otros países,
principalmente de los países atrasados, y, por último, mediante las guerras y
la militarización de la economía nacional, a las que se recurre para asegurar
el máximo beneficio”. Y la segunda expresa que la exigencia del socialismo es
“asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales, en
constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el
perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de
la técnica más elevada”.
Y todavía más, Stalin también ha descubierto otra ley: la
ley económica objetiva de la armonía obligatoria entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas productivas.
¿Falta otra cosa en los aportes de Stalin al marxismo y la
ciencia? Malenkov afirma que el gran jefe acaba de escribir otra obra clásica
(además de la anterior titulada Problemas económicos del socialismo en
la URSS, 1952), que es El marxismo y los problemas de la
lingüística (1950), en la que eleva a un nivel nuevo y superior los
principios fundamentales de la teoría marxista sobre el carácter objetivo del
desarrollo social, y desarrolla aún más la teoría del materialismo dialéctico e
histórico, como la base teórica del comunismo.
De esta manera, el discurso de Malenkov remacha el culto a
Stalin para que se sepa que, antes de su muerte, el marxismo se ha convertido
en marxismo-leninismo-stalinismo.
No obstante, la burocracia soviética mantiene y ahonda su
carácter canibalesco. A pesar de que para el público se anunció que tras la
muerte de Stalin existiría una dirección colectiva del partido, las intrigas
prosperaron en el curso de 1953 y años siguientes. Beria fue detenido
sorpresivamente en el Kremlin en julio del 53 y fusilado en diciembre.
Malenkov, que poseía los cargos de primer ministro y primer secretario del
partido, entregó la jefatura del partido a Jrushchov y, más tarde, fue sacado
de todo cargo en Moscú y enviado a dirigir una central eléctrica lejos de la
capital. Molotov también salió de Moscú para ser embajador en Mongolia. Y el
tercer miembro de lo que se llamó el grupo anti-partido, Kaganovich, también
salió de Moscú para dirigir alguna industria de menor importancia.
Las zancadillas en esta lucha desplegada en la postguerra,
durante la celebración del XIX Congreso y tras la muerte de Stalin, dan paso al
misterio con que se quiso rodear el informe de Jrushchov al XX Congreso (1956),
quien explicó diversos detalles de los crímenes del Gran Jefe, etiquetados con el
calificativo de culto a la personalidad. El informe secreto logró
filtrarse de todas maneras y pudo publicarse a las pocas semanas en Belgrado y
Washington. Hubo que esperar el año de 1988 para que el público de la URSS lo
conociera
Fuentes
consultadas
El archivo del XIX Congreso (RTsHINDI, fond 592,
113 files). Aleksei Tikhonov y Paul R. Gregory. En: CRÍTICA MARXISTA-LENINISTA.
Internet. 1913.
Stalin: nueva biografía de un dictador. Oleg V.
Khlevniuk. Amazon. 2016.
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