Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 31 de julio de 2017

Ganancia de calle Lo que comenzó en abril con un contundente rechazo de los ciudadanos a las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que despojaron de funciones a la Asamblea Nacional, cuatro meses después se ha convertido en la consolidación de una fuerza social pacífica con un objetivo central: recuperar la democracia


Venezolanos en el distribuidor Altamira de la autopista Francisco Fajardo
Por CARMEN VICTORIA INOJOSA CINOJOSA@EL-NACIONAL.COM
30 DE JULIO DE 2017 12:57 AM | ACTUALIZADO EL 30 DE JULIO DE 2017 03:01 AM
El 28 de marzo las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia fueron el detonante para profundizar el descontento ciudadano ante la ruptura del orden democrático. Esta vez salieron a reclamar en la calle lo que no pudieron exigir a través del voto: el cambio político que dibujó el triunfo de la oposición en las parlamentarias de 2015, que fue truncado el año siguiente por la suspensión del revocatorio y el retraso de las elecciones regionales.
Desde esas sentencias han pasado 120 días de protestas. La oposición comenzó apostando en abril por una agenda política de movilizaciones de calle, una marcha tras otra, casi interdiarias, multitudinarias. En cada una de ellas el cerco de la PNB y la GNB trancó el camino para llegar al TSJ, a la Defensoría del Pueblo y al Consejo Nacional Electoral. La represión desmedida se impuso con graves violaciones a los derechos humanos y un saldo de asesinatos que aumenta jornada tras jornada. Un día antes de la llamada “Mamá de las marchas” del 19 de abril, el gobierno activó el plan Zamora en su primera fase, lo que incrementó el número de heridos y muertes. Pero también aumentó la voluntad de los ciudadanos de seguir en la calle.
Llegó mayo y con él un nuevo motivo para intensificar la protesta. Se pone en juego la República. A las exigencias por la apertura de un canal humanitario, reconocimiento a la Asamblea Nacional, liberación de presos políticos y la ruta para un calendario electoral, se unió el rechazo a la convocatoria de Nicolás Maduro para ir al proceso constituyente de hoy. La respuesta ha sido un ciclo de trancazos y plantones nacionales, y más marchas. También las vigilias y las movilizaciones de toda la sociedad. A la lucha en la calle hay que sumar la consulta popular en la que casi 7,6 millones de personas rechazaron la realización de la asamblea nacional constituyente. Este es un poderoso hito que hará sombra a la convocatoria del gobierno.
“En estos cuatro meses hemos observado diferentes fases del ciclo de protestas, sobre todo en la constitución de una protesta enfocada a objetivos cada vez más claros. En abril reacciona la población ante la indignación por las sentencias del TSJ. Era la agenda política que estaba conduciendo la protesta, pero que se ha ido perfilando hacia una agenda ciudadana. Hemos visto un proceso de toma de conciencia del poder ciudadano, la consolidación de esa fuerza, una conciencia sólida de organización. El 16 de julio más que desobediencia civil vimos un acto de afirmación de la cultura cívica y pacífica”, dice la psicóloga social y especialista en malestar social y conflicto político, María Teresa Urreiztieta.
En el camino de estos cuatro meses, el Ministerio Público agregó elementos nuevos al escenario. La fiscal Luisa Ortega Díaz fijó posición sobre la ruptura del hilo constitucional, rechazó la imputación de civiles en tribunales militares, hizo un llamado de atención por las detenciones arbitrarias e irregulares y condenó el uso exacerbado de la fuerza de funcionarios de seguridad en las manifestaciones pacíficas.
En junio la agenda cambió a una “fase de lucha decisiva” con la activación de los artículos 333 y 350 de la Constitución. El llamado fue a desconocer al TSJ y al CNE ante sus actuaciones en respaldo a la constituyente, lo que desembocó en una nueva fase de acciones de calle que un mes después estuvo liderado por los Comités de Rescate de la Democracia y el Movimiento Libertador. La presión ya no sería únicamente en las concentraciones, sino también desde las comunidades. Desde julio, la responsabilidad la asumió la sociedad civil empoderada con el éxito de la consulta del 16J. La calle, de alguna manera, sobrepasó a la dirigencia política.
Para la psicóloga social parte de los frutos de cuatro meses de protestas es “el poderoso movimiento ciudadano en gestación”. Un movimiento que asumió su rol político histórico sin precedentes: “Al intentar llevar al gobierno al límite de sus fuerzas y no confrontarlo desde el punto de vista bélico, la sociedad civil está utilizando la inteligencia colectiva que deriva de años de democracia”.
El politólogo Miguel Ángel Martínez Meucci agrega que con el actual ciclo de protestas la sociedad cambió de modo radical: “Se ha hecho evidente que la gente está dispuesta a asumir costos altísimos con tal de impedir que este régimen siga gobernando, por lo menos tal como lo ha hecho hasta ahora. La ciudadanía ha adquirido conciencia de su fuerza y son cada vez más los venezolanos que han decidido asumir los costos necesarios para vivir en libertad. Mientras más fuerte es la represión, mayor es el rechazo que el régimen recibe de la población”.
Constituyente en puertas
“Alexis de Tocqueville señalaba que a veces los gobiernos que se encuentran en posiciones de extrema debilidad estiman que con reformas profundas lograrán esquivar la crisis, y que más bien lo que sucede es que esos cambios drásticos, realizados en momentos de gran vulnerabilidad, terminan por ocasionar su desmoronamiento”, dice Martínez, especialista en conflictos. Para el analista son casi insuperables los obstáculos que enfrenta la constituyente: rechazo popular, total condena internacional y dudas dentro de las filas del gobierno. “Parece fracturarse en la medida en que se prolonga la movilización popular”.
Lo que se puede esperar en caso de que se produzca la elección, según Martínez, es que la represión se intensifique con lo cual el rechazo interno y externo al régimen se hará aún más profundo. “En ese caso estimo que las condiciones no mejorarán demasiado para el régimen, y que su salida anticipada del poder –sobre todo la de Maduro– no deberá ser descartada”.
Mientras que de suspenderse el proceso “posiblemente será planteado a la opinión pública como el resultado de una negociación, lo cual podría ser cierto o no. El problema en este sentido es que, en mi opinión, después de cuatro meses de protesta y un centenar de asesinados, con el país al borde de la hambruna y una vez orquestado un gran consenso internacional, las fuerzas de la Unidad Democrática no deberían aceptar una desmovilización de la ciudadanía a cambio de otra cosa que no sean las bases de una transición política a la democracia”, destaca Martínez.

Momento de negociar
El año pasado con la participación del Vaticano, el entonces secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, y los ex presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, de España; Leonel Fernández, de República Dominicana; y Martín Torrijos, de Panamá, se intentó un diálogo político en el país. En julio de 2016 el gobierno y la oposición aceptaron el acompañamiento del Vaticano y en septiembre ambos grupos políticos hicieron formal esa invitación. Solo se lograron dos encuentros entre las partes y sin efectos. En diciembre, el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, envió una carta para mostrar su preocupación ante el retraso en la aplicación de los acuerdos. Demandó que se concretaran cuatro hechos antes del 6 de diciembre: implementación urgente de medidas para el abastecimiento de comida y medicinas, un cronograma electoral, la restitución de las competencias del Parlamento y los instrumentos legales para acelerar la liberación de los detenidos.
Desde entonces la palabra diálogo quedó en el aire, con algunas visitas al país de Rodríguez Zapatero y con un conflicto político que se intensificó desde abril, por lo que a la fecha la negociación resulta necesaria. “Sin negociación no habrá democracia ni paz, se profundiza la conflictividad social y la escalada de violencia sin límite. Porque se responde a la lógica del todo o nada. No debe ser un diálogo de compadres, tiene que ser uno con un objetivo claro: cómo hacemos para que salgan del gobierno y se retome la ruta a la democracia. O para convocar a un gobierno de transición que asuma el llamado a elecciones generales. Sin esa ruta es imposible que se vuelva a la democracia”, señala Urreiztieta.
La preocupación por Venezuela tiene hitos clave durante estos cuatros meses, según reconoce la doctora en ciencias políticas e internacionalista, Elsa Cardozo: la resolución 1078 de la OEA que calificó a Venezuela en una situación de ruptura inconstitucional del orden democrático; en mayo con el anuncio de Nicolás Maduro de ir a una constituyente se sumaron más voces críticas. En julio, los países de la región reconocieron la masiva participación de los ciudadanos en la consulta popular: “Tanto a su organización y carácter pacífico y democrático, como a su resultado”, sostiene Cardozo.
Maduro se ha mantenido a espaldas de estos y otros exhortos. El abogado en derecho internacional, Mariano de Alba, destaca la importancia de que el gobierno escuche a sus vecinos: “Es muy difícil para un país conseguir su desarrollo económico aislado de la comunidad internacional y especialmente de sus países más cercanos. En el caso venezolano el Estado ha asumido compromisos internacionales para tener un gobierno democrático y respetar los derechos humanos, por lo que es perfectamente admisible que otros Estados que también han asumido esos compromisos así se lo exijan”. Manifiesta la importancia de preservar las relaciones comerciales para conseguir el desarrollo económico. “Si no lo hace, como lo estamos viendo, eventualmente podrían haber consecuencias”.
Cardozo destaca los anuncios de sanciones y las nuevas demandas del Mercosur, la iniciativa de Almagro de encargar al exfiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, de analizar el caso venezolano para esa instancia, la sexta cita de la OEA que se ocupa de Venezuela y los movimientos que sin demasiada discreción hace y cuenta el ex presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero”. Para Cardozo existe una mayor disposición a presionar al gobierno y en reconocer las razones de los opositores en su talante democrático, disposición pluralista y capacidad organizativa.
Con la inminente realización del proceso constituyente la palabra diálogo se puso otra vez en primer plano. Las solicitudes y exhortos que han hecho distintos gobiernos del mundo y organismos multilaterales para que el gobierno suspenda la elección de la asamblea nacional constituyente han obligado a que el término negociación sea prioridad en la agenda de ambas partes, aunque la sola mención de la palabra genere polémica en distintos sectores. Mientras transcurre la semana en la cual está prevista la elección constituyente, Rodríguez Zapatero ha permanecido en el país como mediador para posibles acuerdos que al cierre de esta edición, a dos días de los comicios, aún siguen sin concretarse.  
Resulta un proceso complejo, por lo que Martínez expresa que la negociación en medio de conflictos políticos violentos es siempre difícil: “Obviamente resulta deseable en la medida en que sustituye a la violencia como forma de dirimir las diferencias. Pero en el caso venezolano no podemos perder nunca de vista que se trata de oponentes sumamente desiguales, pues se enfrentan un oponente mayoritario, legítimo y pacífico, que sufre los rigores de políticas represivas y generadoras de miseria, con otro oponente minoritario, ilegítimo y violento, seriamente cuestionado por casi todos los demócratas del hemisferio occidental”.
En vez de establecer una especie de tregua o equilibrio entre el opresor y el oprimido, Martínez señala que se hace necesario asentar las bases de un cambio de régimen político. “Solo una negociación orientada en esa dirección hará que el sacrificio de la gente haya valido la pena”, expresa Martínez.  Y será el movimiento ciudadano en gestación, al que Urreiztieta señala como fruto del ciclo de protestas, el que será clave en la etapa post 30 de julio: “No solo porque le tocará hacer resistencia y oposición al gobierno, sino también porque debe señalar el camino hacia la recuperación de la República y la democracia”, concluye.      
Aciertos y desaciertos
Movilizaciónž desobediencia civil, coordinación y una nueva generación de políticos al frente son algunos de los aspectos positivos que señala el politólogo Miguel Ángel Martínez Meucci en lo que han sido estos cuatro meses de protestas. Explica que “la Unidad Democrática ha acertado al comprender definitivamente que la movilización popular y la desobediencia civil no comprometen la ventana de aparente institucionalidad que el régimen parecía mantener entreabierta, sino que constituyen un poderoso mecanismo para recuperar la libertad y la democracia cuando no hay Estado de Derecho ni orden constitucional”. En cuanto a la coordinación, añade, se ha ganado mucho en comparación con anteriores ciclos de protestas.
“Más que errores observo una dificultad básica, la cual por lo demás me parece hasta cierto punto natural dada su diversidad interna: la dificultad para manejarse apropiadamente en el terreno de la negociación en medio del conflicto; ese es un espacio para mejorar”, sostiene.
Entre los desaciertos, la psicóloga social María Teresa Urreiztieta destaca la diferenciación entre los paros cívicos y los trancazos: “Este último no es pacífico. Son imposiciones, se presentan de forma autoritaria, deterioran la convivencia entre vecinos. El verbo no es paralizar sino movilizar, poner en marcha para decirle no a la constituyente”. Asimismo, le resulta preocupante el fenómeno de los jóvenes en la línea de fuego. “El uso de la violencia confrontativa, exponer la vida de esos muchachos que vienen en busca de reconocimiento por un futuro detenido, una vida atropellada, ellos podrían estar defendiendo valores y principios que consideren, pero podrían estar siendo utilizados como carne de cañón en el imaginario heroico. Cuando todo pase, podrían sentirse desencajados y empezar a preguntarse qué harán, lo que incluso podría iniciar procesos de insurgencia urbana”. 

No hay comentarios: