La cultura del saqueo
La cultura del saqueo en Venezuela, no es nueva, es de larga data. En la guerra federal, el grito de los ignaros guerrilleros era “viva la revolución, y muera el ganado”, consigna que la rescató la actual revolución que ha acabado con fundos enteros. El gran civilizador, Antonio Guzmán Blanco, que había aprendido el arte de la guerra en los vivac de las tropas, primero en las de Ezequiel Zamora, y posteriormente en las de su protector y amigo Juan Crisóstomo Falcón, tuvo las precauciones de tener fondos, y su ejército que desembarcó en Palma Sola parecía una feria comprándole gallinas, carne y toda clase de abastecimientos a los campesinos y hacendados. Así dirigió oportunamente sus tropas hacia la capital, y apoderarse del gobierno federal por muchos años.
En el año 1936 el viejo zorro de la política, el general en jefe, Eleazar López Contreras, ante el temor de los ultragomecistas lo derribaran permitió que se saquearan sus casas, mientras que los gomecistas que lo habían apoyado, tenían toda la protección policial posible. En el año 1945 año del golpe de los adecos y la nueva oficialidad, saquearon al Club Paraíso, club emblemático de antiguos gomecistas y conservadores de uña en el rabo. También en el año 1958, año de saqueos de las casas de perezjimenistas, se quiso saquear de nuevo al célebre Club, pero lo impidieron algunos jóvenes hijos de los miembros que habían participado en las jornadas contra la dictadura en la UCAB y la UCV.
En el fatídico año de 1989, año en que el segundo gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez, inició el programa de ajuste coyuntural promovido por el FMI, producto de una serie de errores y omisiones, entre los cuales tenemos: elevación inconsulta de unos pasajes de camionetas en Guarenas; indolencia de las autoridades policiales y militares; y lo más grave algunos policías colaborando con los saqueadores; más la transmisión en televisión en directo de los desmanes, se gestó el llamado “caracazo”. De acuerdo a datos publicados: murieron más de 276 personas, las pérdidas de negocios asegurados en Caracas, ascendieron a Bs. 3.073 millones de los viejos, se saquearon más de 900 bodegas, 131 abastos, 95 ferreterías, 62 papelerías, más 154 incendios que se generaron. Solo se pudo aplacar el “caracazo” mediante el traslado de varios batallones del Ejército que con furia detuvieron los saqueos, y destrozos. Cabe destacar que hasta los militares tuvieron bajas, murió por ejemplo, un capitán Carlés, que Chávez lo quería mucho, hermano por cierto de un general que eruptó ante la televisión en unos depósitos de la Pepsicola.
En la actualidad, la revolución, los colectivos del 23 de Enero, y el gobierno solapadamente, amenazan siempre con el saqueo. Y como el hampa anda con el “moño suelto” como lo decía Ultimas Noticias, cualquier llamado a delinquir colectivamente cala de inmediato. Total, la política ha caído a un nivel tan bajo, que en lugar de proponer soluciones para evitar la inflación, el desabastecimiento, etc, nos vamos por las amenazas.
Quizá la ciudadanía de Caracas, y de las grandes ciudades debamos prepararnos para contrarrestar estas amenazas. A medida que el hambre y la escasez se extiendan, habrán más incentivos para saquear y robar. Ya el gobierno, se quitó el traje de la abuelita para engañarnos y mostrar sus asquerosas fauces de lobo insaciable. De ahora en adelante, no tendremos electrodomésticos nuevos, porque ningún individuo va a invertir para que lo saqueen y le obliguen a vender a un precio al cual no está de acuerdo. Se ha muerto la confianza para siempre. El gobierno es como Jalisco que cuando pierde arrebata.
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