Acuerdos mínimos
El nivel de hostilidad y de odio que sufrimos hoy solo es comparable con los relatos de guerra
SOLEDAD MORILLO BELLOSO | EL UNIVERSAL
martes 17 de diciembre de 2013
No me inspira un ánimo de repartir culpas por la delicada situación en la que nos hallamos. Antes bien, de reflexión. Porque si nos da por andar buscando a quien echarle la responsabilidad, seamos honestos e incluyámonos, todos. Que aquí nadie es inocente.
La calidad de los gobiernos no se mide tan solo en cifras macroeconómicas, por muy bonitas o feas que se vean en una infografía. Tampoco alcanza el análisis de lo microeconómico. Hay mucho más tapado tras los gritos y estruendos que han caracterizado la puesta en escena en estos largos y dolorosos quince años.
Hay que poner sobre la mesa los problemas que se han agravado o surgido. No es cierto que porque tengamos una nación extremadamente politizada hayamos conseguido progresar en materia ciudadana. Cuando se cree que es "normal" 41% de abstención en un país politizado hasta los tuétanos, se está enterrando el espejo y la cabeza. Al contrario, lo que sí tenemos es una sociedad exhausta, craquelada y en permanente riesgo de guerra civil. El nivel de hostilidad y de odio que sufrimos hoy solo es comparable con los relatos de las guerras de independencia y federal. La gente es capaz de irse a los golpes por un rollo de papel toilette, por un paquete de harina, por un litro de leche, por un antibiótico. Si es importante que los ciudadanos del común entendamos el tsunami que se nos avecina, tanto más lo es que lo comprendan todos los que están en posiciones de gobierno, los unos y los otros. No solo es deseable el diálogo, es imprescindible. Venezuela no es viable sin que dialoguemos, todos, desde el presidente de la República hasta el más humilde de los ciudadanos. Es indispensable que lleguemos a acuerdos mínimos. O atengámonos a las consecuencias.
Los venezolanos andan en modo de éxodo. De un país que no llega a treinta millones, más de un millón se encuentran en diáspora. Los consulados y embajadas no se dan abasto para procesar las miles de solicitudes de visas. Nuestros jóvenes tienen las ojeras mojadas. Pero buscan visa para un sueño, la visa que ya su propio país no les da. Aman a su nación con pasión pero sienten que cada día hay más empeño en sacarlos de aquí. Hicieron lo que les dijimos que hicieran, que estudiaran con dedicación y empeño, que se formaran profesionalmente, que buscaran una buena pareja y armaran familia. Cumplieron los pasos que les prometimos los llevarían al progreso. Pero la promesa básica no se cumplió. Tienen razón cuando sienten que los traicionamos. La verdad es que les enseñamos lo único que sabíamos: a ser gente decente. Y eso no bastó. Ahora nos enfrentamos a ir quedándonos sin argumentos.
Las familias, rotas, esparcidas por el planeta, se han convertido en espacios que se mantienen a punta de mensajes de textos, de emails, de fotos por Instagram y de conversaciones por Skype. Los domingos familiares, esos que eran sano hábito y agradable costumbre, desaparecieron de la agenda. No hay cómo reunir a los hijos y nietos. Ahora tenemos familias virtuales. Millones de jóvenes se preguntan, ¿dónde, dónde, dónde está la "patria querida"?
soledadmorillobelloso@gmail.com
SOLEDAD MORILLO BELLOSO | EL UNIVERSAL
martes 17 de diciembre de 2013
No me inspira un ánimo de repartir culpas por la delicada situación en la que nos hallamos. Antes bien, de reflexión. Porque si nos da por andar buscando a quien echarle la responsabilidad, seamos honestos e incluyámonos, todos. Que aquí nadie es inocente.
La calidad de los gobiernos no se mide tan solo en cifras macroeconómicas, por muy bonitas o feas que se vean en una infografía. Tampoco alcanza el análisis de lo microeconómico. Hay mucho más tapado tras los gritos y estruendos que han caracterizado la puesta en escena en estos largos y dolorosos quince años.
Hay que poner sobre la mesa los problemas que se han agravado o surgido. No es cierto que porque tengamos una nación extremadamente politizada hayamos conseguido progresar en materia ciudadana. Cuando se cree que es "normal" 41% de abstención en un país politizado hasta los tuétanos, se está enterrando el espejo y la cabeza. Al contrario, lo que sí tenemos es una sociedad exhausta, craquelada y en permanente riesgo de guerra civil. El nivel de hostilidad y de odio que sufrimos hoy solo es comparable con los relatos de las guerras de independencia y federal. La gente es capaz de irse a los golpes por un rollo de papel toilette, por un paquete de harina, por un litro de leche, por un antibiótico. Si es importante que los ciudadanos del común entendamos el tsunami que se nos avecina, tanto más lo es que lo comprendan todos los que están en posiciones de gobierno, los unos y los otros. No solo es deseable el diálogo, es imprescindible. Venezuela no es viable sin que dialoguemos, todos, desde el presidente de la República hasta el más humilde de los ciudadanos. Es indispensable que lleguemos a acuerdos mínimos. O atengámonos a las consecuencias.
Los venezolanos andan en modo de éxodo. De un país que no llega a treinta millones, más de un millón se encuentran en diáspora. Los consulados y embajadas no se dan abasto para procesar las miles de solicitudes de visas. Nuestros jóvenes tienen las ojeras mojadas. Pero buscan visa para un sueño, la visa que ya su propio país no les da. Aman a su nación con pasión pero sienten que cada día hay más empeño en sacarlos de aquí. Hicieron lo que les dijimos que hicieran, que estudiaran con dedicación y empeño, que se formaran profesionalmente, que buscaran una buena pareja y armaran familia. Cumplieron los pasos que les prometimos los llevarían al progreso. Pero la promesa básica no se cumplió. Tienen razón cuando sienten que los traicionamos. La verdad es que les enseñamos lo único que sabíamos: a ser gente decente. Y eso no bastó. Ahora nos enfrentamos a ir quedándonos sin argumentos.
Las familias, rotas, esparcidas por el planeta, se han convertido en espacios que se mantienen a punta de mensajes de textos, de emails, de fotos por Instagram y de conversaciones por Skype. Los domingos familiares, esos que eran sano hábito y agradable costumbre, desaparecieron de la agenda. No hay cómo reunir a los hijos y nietos. Ahora tenemos familias virtuales. Millones de jóvenes se preguntan, ¿dónde, dónde, dónde está la "patria querida"?
soledadmorillobelloso@gmail.com
La calidad de los gobiernos no se mide tan solo en cifras macroeconómicas, por muy bonitas o feas que se vean en una infografía. Tampoco alcanza el análisis de lo microeconómico. Hay mucho más tapado tras los gritos y estruendos que han caracterizado la puesta en escena en estos largos y dolorosos quince años.
Hay que poner sobre la mesa los problemas que se han agravado o surgido. No es cierto que porque tengamos una nación extremadamente politizada hayamos conseguido progresar en materia ciudadana. Cuando se cree que es "normal" 41% de abstención en un país politizado hasta los tuétanos, se está enterrando el espejo y la cabeza. Al contrario, lo que sí tenemos es una sociedad exhausta, craquelada y en permanente riesgo de guerra civil. El nivel de hostilidad y de odio que sufrimos hoy solo es comparable con los relatos de las guerras de independencia y federal. La gente es capaz de irse a los golpes por un rollo de papel toilette, por un paquete de harina, por un litro de leche, por un antibiótico. Si es importante que los ciudadanos del común entendamos el tsunami que se nos avecina, tanto más lo es que lo comprendan todos los que están en posiciones de gobierno, los unos y los otros. No solo es deseable el diálogo, es imprescindible. Venezuela no es viable sin que dialoguemos, todos, desde el presidente de la República hasta el más humilde de los ciudadanos. Es indispensable que lleguemos a acuerdos mínimos. O atengámonos a las consecuencias.
Los venezolanos andan en modo de éxodo. De un país que no llega a treinta millones, más de un millón se encuentran en diáspora. Los consulados y embajadas no se dan abasto para procesar las miles de solicitudes de visas. Nuestros jóvenes tienen las ojeras mojadas. Pero buscan visa para un sueño, la visa que ya su propio país no les da. Aman a su nación con pasión pero sienten que cada día hay más empeño en sacarlos de aquí. Hicieron lo que les dijimos que hicieran, que estudiaran con dedicación y empeño, que se formaran profesionalmente, que buscaran una buena pareja y armaran familia. Cumplieron los pasos que les prometimos los llevarían al progreso. Pero la promesa básica no se cumplió. Tienen razón cuando sienten que los traicionamos. La verdad es que les enseñamos lo único que sabíamos: a ser gente decente. Y eso no bastó. Ahora nos enfrentamos a ir quedándonos sin argumentos.
Las familias, rotas, esparcidas por el planeta, se han convertido en espacios que se mantienen a punta de mensajes de textos, de emails, de fotos por Instagram y de conversaciones por Skype. Los domingos familiares, esos que eran sano hábito y agradable costumbre, desaparecieron de la agenda. No hay cómo reunir a los hijos y nietos. Ahora tenemos familias virtuales. Millones de jóvenes se preguntan, ¿dónde, dónde, dónde está la "patria querida"?
soledadmorillobelloso@gmail.com
Tarzán y los ojos del muerto...
ALEXANDER CAMBERO | EL UNIVERSAL
miércoles 18 de diciembre de 2013
La colocación de unos ojos en la tarjeta del PSUV tratando de transmitir la idea de la presencia de Hugo Chávez en el momento de la decisión electoral, nos hizo recordar un capítulo de Tarzán. En el mismo algunos nativos observaban con sorpresa una película filmada en Londres en donde un ferrocarril avanzaba velozmente por una ensenada, de pronto ante la proximidad visual de la locomotora aquellos aborígenes salieron despavoridos. Pensaron que el desconocido armatoste de hierro podía aplastarlos. Que su destino estaba unido al designio de aquel poderoso armazón que vomitaba fuego. En fin una forma de infundir miedo en medio de espíritus dóciles. Los mecanismos siguen siendo los mismos. El sometimiento de la gente utilizando la manipulación como instrumento para el dominio de la masa con escasa preparación. Es el viaje de la superchería a través de los cromosomas que se fundieron en nuestro mestizaje. En los grilletes de los esclavos llegaron los sueños de libertad y la creencia marcada en que los seres de ultratumba nos vigilan desde el más allá. Los venezolanos fueron conminados a rendirle culto al patriarca. Un decreto presidencial enunció el domingo 8 de diciembre como el día de la lealtad y el amor por el comandante supremo. Algunos indicaron que desde el cielo, el adalid invicto de la patria antiimperialista estaría vigilándolo todo para lograr que la orden de sumisión absoluta se cumpliera de manera total. En la intimidad del acto de votación muchos sintieron que su líder intergaláctico los acompañaba al momento de sufragar, que por algún misterio de los arcanos egipcios de Luna llena su presencia estaba reflejado en su mirada. Un policía espiando desde el más allá para lograr que el cerebro de muchos siga clausurado. Si Nicolás Maduro cree que Hugo Chávez se convierte en pajarraco, ¿por qué otros no tendrían perfecto derecho de alucinar con los ojos del muerto? La verdad es que Chávez no vive. Han intentado mantener un culto a la personalidad que lo convierta en un héroe de la patria. Saben que teniéndolo presente pueden vivir escudándose en los desvaríos que lo hicieron célebre. Quieren tener su fetiche construido con los elementos de la mentira. Viven inventado historias que colocan en la mente de personas que no saben discernir. Embaucan a grandes conglomerados utilizando a Hugo Chávez. Es un personaje ideal en la fabricación del cuento revolucionario.
Es parte de nuestra cultura hispanoamericana creer que los muertos pueden vivir entre nosotros, que de vez en cuando pueden materializarse en algún ser para desde allí poder poner las cosas en orden. Los ojos en la tarjeta oficialista es el estigma en el corazón de millones que sostienen que el hombre vive. Un mecanismo de defensa para negar la realidad o el anhelo de estar acompañado por el tipo que sembró la discordia entre los venezolanos, pero que entre los menos entendidos tiene su culto. Desde los tiempos remotos nuestro antepasado observó la piedra para hacerla un ídolo, invitó a las estrellas para dar luz al ser inanimado.
En Venezuela se han valido de un grosero ventajismo en todos los órdenes, para vendernos la idea de que estuvimos en presencia de un ser supremo. Hace poco escuché al presidente ilegitimo Nicolás Maduro comparar al mandatario caído con Jesucristo, semejante acto de irracionalidad solo es compatible con la crasa ignorancia de quien expresó semejante desatino. Llegar a poner en el mismo nivel al hijo de Dios con un mandatario contumaz, incapaz y cruel es sencillamente un acto de locura.
Como en el capítulo de Tarzán la locomotora sigue avanzando por la ensenada. Un país observa cómo el armatoste de hierro puede aplastarnos, si no salimos de los rieles ardientes en donde estamos atados. Quedarse trabados en actitud de machacona queja o luchar para liberarnos es una decisión de cada quien.
Alexandercambero@hotmail.com
@alecambero
Es parte de nuestra cultura hispanoamericana creer que los muertos pueden vivir entre nosotros, que de vez en cuando pueden materializarse en algún ser para desde allí poder poner las cosas en orden. Los ojos en la tarjeta oficialista es el estigma en el corazón de millones que sostienen que el hombre vive. Un mecanismo de defensa para negar la realidad o el anhelo de estar acompañado por el tipo que sembró la discordia entre los venezolanos, pero que entre los menos entendidos tiene su culto. Desde los tiempos remotos nuestro antepasado observó la piedra para hacerla un ídolo, invitó a las estrellas para dar luz al ser inanimado.
En Venezuela se han valido de un grosero ventajismo en todos los órdenes, para vendernos la idea de que estuvimos en presencia de un ser supremo. Hace poco escuché al presidente ilegitimo Nicolás Maduro comparar al mandatario caído con Jesucristo, semejante acto de irracionalidad solo es compatible con la crasa ignorancia de quien expresó semejante desatino. Llegar a poner en el mismo nivel al hijo de Dios con un mandatario contumaz, incapaz y cruel es sencillamente un acto de locura.
Como en el capítulo de Tarzán la locomotora sigue avanzando por la ensenada. Un país observa cómo el armatoste de hierro puede aplastarnos, si no salimos de los rieles ardientes en donde estamos atados. Quedarse trabados en actitud de machacona queja o luchar para liberarnos es una decisión de cada quien.
Alexandercambero@hotmail.com
@alecambero
El pacto secreto MUD-PSUV
LUIS JOSÉ SEMPRUM | EL UNIVERSAL
miércoles 18 de diciembre de 2013
Mucho se ha especulado sobre la existencia de un oscuro convenio entre algunos dirigentes de la MUD y el Gobierno. Se alega que las debilidades y errores de la oposición no son espontáneas, sino producto de acuerdos y negociaciones.
En mayo de 2009, un conocido editor denunció que "hay un político venezolano, a quien en Miraflores llaman La Grúa, porque arrastra para allá en las madrugadas a dirigentes opositores que van arreglando uno por uno. Los van amasando mediante el soborno y las dádivas". Esto fue confirmado en septiembre de 2012 por un asesor electoral extranjero, quien reveló detalles sobre las reuniones nocturnas entre altos dirigentes de la oposición y Hugo Chávez.
Luego de las primarias de 2012, un precandidato presidencial declaró que existen "cables pelados" entre el PSUV y algunos políticos de oposición; refiriéndose al financiamiento que éstos reciben por parte de empresarios "boliburgueses", que condicionan su apoyo a una determinada agenda.
Hasta el momento, no se han presentado pruebas palpables sobre estas denuncias, pero lo que sí está a la vista es una coincidencia vital entre la MUD y el PSUV. Es público y notorio que ambas organizaciones comparten un mismo objetivo declarado: impedir por todos los medios que se produzca un golpe militar.
El Gobierno y sus jefes cubanos consideran que la única manera que saldrán del poder es mediante un alzamiento militar, porque el CNE garantiza su permanencia a través de la vía electoral. Por su parte, la oposición está convencida que cualquier sublevación castrense buscaría únicamente detentar el poder y no restablecer el hilo constitucional, lo cual apartaría a los partidos del escenario durante algún tiempo.
Preocupados este "enemigo común", la MUD y el PSUV muchas veces se respaldan mutuamente, sin necesidad de que hayan conversaciones secretas o acuerdos escondidos. Todo aquello que perturbe el ámbito militar, como la nacionalidad de Maduro, el fraude del 14-A, o la verdad sobre la muerte de Chávez, son esquivados por ambas organizaciones, considerándolo "intrascendente" e "irrelevante", y opinando que se debe "pasar la página".
Irónicamente, tanto el Gobierno como los partidos de oposición quieren apropiarse del 23 de enero de 1958, fecha en que pueblo y militares se alzaron contra un gobierno dictatorial, y establecieron un modelo democrático que durante muchos años fue ejemplo para toda América Latina.
@LuisSemprumH
En mayo de 2009, un conocido editor denunció que "hay un político venezolano, a quien en Miraflores llaman La Grúa, porque arrastra para allá en las madrugadas a dirigentes opositores que van arreglando uno por uno. Los van amasando mediante el soborno y las dádivas". Esto fue confirmado en septiembre de 2012 por un asesor electoral extranjero, quien reveló detalles sobre las reuniones nocturnas entre altos dirigentes de la oposición y Hugo Chávez.
Luego de las primarias de 2012, un precandidato presidencial declaró que existen "cables pelados" entre el PSUV y algunos políticos de oposición; refiriéndose al financiamiento que éstos reciben por parte de empresarios "boliburgueses", que condicionan su apoyo a una determinada agenda.
Hasta el momento, no se han presentado pruebas palpables sobre estas denuncias, pero lo que sí está a la vista es una coincidencia vital entre la MUD y el PSUV. Es público y notorio que ambas organizaciones comparten un mismo objetivo declarado: impedir por todos los medios que se produzca un golpe militar.
El Gobierno y sus jefes cubanos consideran que la única manera que saldrán del poder es mediante un alzamiento militar, porque el CNE garantiza su permanencia a través de la vía electoral. Por su parte, la oposición está convencida que cualquier sublevación castrense buscaría únicamente detentar el poder y no restablecer el hilo constitucional, lo cual apartaría a los partidos del escenario durante algún tiempo.
Preocupados este "enemigo común", la MUD y el PSUV muchas veces se respaldan mutuamente, sin necesidad de que hayan conversaciones secretas o acuerdos escondidos. Todo aquello que perturbe el ámbito militar, como la nacionalidad de Maduro, el fraude del 14-A, o la verdad sobre la muerte de Chávez, son esquivados por ambas organizaciones, considerándolo "intrascendente" e "irrelevante", y opinando que se debe "pasar la página".
Irónicamente, tanto el Gobierno como los partidos de oposición quieren apropiarse del 23 de enero de 1958, fecha en que pueblo y militares se alzaron contra un gobierno dictatorial, y establecieron un modelo democrático que durante muchos años fue ejemplo para toda América Latina.
@LuisSemprumH
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