Después del Te Deum de final de año el papa visitará el pesebre de la plaza
El miércoles 1 de enero es la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y la XLVII Jornada Mundial de la Paz
Por Redacción
ROMA, 30 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El último día del 2013 concluye con una ceremonia en la Basílica de San Pedro con el canto de las Vísperas por la solemnidad de la Madre de Dios, la exposición del Santísimo Sacramento y el Te Deum en agradecimiento por la conclusión del año civil. Una ceremonia relativamente corta respecto a las habituales en el Vaticano, que concluirá, según indicó enuna nota El Sismógrafo, con una visita que el papa Francisco hará al pesebre ubicado en la Plaza de San Pedro, partiendo en auto por el llamado Arco de las Campanas.
El día siguiente, el miércoles 1 de enero a las 10 de la mañana el papa Francisco celebrará su primera misa de 2014 en la basílica del Vaticano, con motivo de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y de la XLVII Jornada Mundial de la Paz.
El mensaje de la Jornada Mundial de la Paz el papa lo concluye recordando como "la fraternidad necesita ser descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada. Pero sólo el amor donado por Dios nos consiente acoger y vivir plenamente la fraternidad".
De otro lado, el 3 de enero próximo el santo padre visitará la iglesia del Jesús, templo principal de los jesuitas situado en el centro de Roma, en el que se encuentra el cuerpo de su fundador y diversas reliquias de misioneros del porte de san Francisco Javier.
Por lo que se refiere al lunes 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, el santo padre también presidirá la santa misa, a las 10 horas, en la basílica de San Pedro.
El día siguiente, el miércoles 1 de enero a las 10 de la mañana el papa Francisco celebrará su primera misa de 2014 en la basílica del Vaticano, con motivo de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y de la XLVII Jornada Mundial de la Paz.
El mensaje de la Jornada Mundial de la Paz el papa lo concluye recordando como "la fraternidad necesita ser descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada. Pero sólo el amor donado por Dios nos consiente acoger y vivir plenamente la fraternidad".
De otro lado, el 3 de enero próximo el santo padre visitará la iglesia del Jesús, templo principal de los jesuitas situado en el centro de Roma, en el que se encuentra el cuerpo de su fundador y diversas reliquias de misioneros del porte de san Francisco Javier.
Por lo que se refiere al lunes 6 de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, el santo padre también presidirá la santa misa, a las 10 horas, en la basílica de San Pedro.
Demos testimonio del amor en el matrimonio, la familia y la vida
Catequesis para la familia, semana del 29 de diciembre de 2013
Por Luis Javier Moxó Soto
TOLEDO, 30 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - En esta primera semana de Navidad se nos habla del amor en la vivencia y defensa de la familia, de la maternidad de María y de la divinidad de Jesús. Dios es familia y nosotros estamos invitados a participar más activamente como hijos y padres cristianos. No podemos quedarnos de brazos cruzados como si tuviéramos algún temor de afirmar lo que somos ante quien sea, de defender lo nuestro. Ante las diversas adulteraciones y eufemismos acerca del matrimonio, la familia y la vida, es urgente hoy en día la defensa de la dignidad de la vocación matrimonial y familiar. Y esto se verifica a través del elocuente testimonio -sencillo y cotidiano- en el seno de nuestra familia, y desde nuestro trabajo y oración callados por ella. Eduquemos en libertad y responsabilidad, en amor y convicciones firmes, con ternura y seguridad al mismo tiempo.
Hay dos textos que nos ponen en situación de ese compromiso necesario, que nos llevan a una contemplación y tarea muy concretas. Uno es del domingo 29 y otro del miércoles día 1.
El del domingo, como punto de partida, es la oración colecta de la Misa de la fiesta de la Sagrada Familia (donde hemos celebrado la jornada pontificia por la familia y la vida): “Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo”. El ideal con el que debemos confrontar continuamente nuestra familia es la vida en comunión de Jesús, María y José. La familia es un lugar privilegiado para el anuncio de evangelio a todas las naciones. Por ello podemos hacernos unas cuantas preguntas: ¿Nos queremos de verdad, de corazón? ¿Cómo miramos, saludamos, cuidamos, preocupamos, ayudamos, agradecemos, perdonamos y alegramos juntos? ¿Nos echamos de menos? ¿Cómo sobrellevamos nuestros temperamentos y humores a menudo cambiantes? ¿Procuramos templar nuestros nervios y posibles molestias? ¿Damos testimonio, con nuestra propia vida, del gran tesoro de tener a Jesucristo en medio de todo lo que pensamos, decimos y hacemos? ¿Tenemos en cuenta, o no nos olvidamos, de aquellos que ya partieron a la casa del Padre donde queremos un día estar con ellos gozando de la paz del Señor?
El segundo centro de atención semanal viene el día 1 de enero en el Martirologio Romano, solemnidad deSanta María, Madre de Dios, que se celebra “en la Octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como ‘Theotokos’, porque en ella la Palabra se hizo carne y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.”Estamos aún celebrando el misterio de la Natividad del Señor en toda su plenitud. Se nos hace referencia al concilio ecuménico de Éfeso del año 431. Nestorio, patriarca de Constantinopla, desde el 428, predicaba junto con sus discípulos que no se podía atribuir a María el título de Madre de Dios, como la piedad popular hacía, sino sólo Madre de Cristo. Los nestorianos afirmaban que había dos personas completas en Jesús, la divina y la humana, unidas de manera íntima pero moral, no de forma consustancial. Cirilo, patriarca de Alejandría se opuso a Nestorio y Oriente se dividió de nuevo. Por ello se convocó el concilio de Éfeso, donde se llegó a condenar y deponer a Nestorio. También se afirmó la divinidad de Cristo y se declaró que María no sólo era la madre de Jesús sino también madre de Dios, porque en Cristo, Dios y hombre, había una sola persona. Así se defendió la unidad sustancial de Jesús.
¿Cuál ha sido y es nuestra experiencia cristiana, unitaria, de vida matrimonial y familiar? Si ha sido, o es, una experiencia de amor, y fruto también de nuestro esfuerzo y sacrificios constantes, ¿cómo vivimos nuestra identidad y la testimoniamos a los demás? ¿Nos avergonzamos o damos razón de nuestra experiencia gozosa de amor y unidad? Si ha sido dificultosa o tormentosa, ¿hemos intentado superarla permaneciendo abiertos al modelo original de la Sagrada Familia, procurando cada uno vivirla en fe, a través de una profunda conversión personal?
Rogamos juntos en familia, con María, Madre de Dios y nuestra (1 de enero); en obediencia y caridad fraterna con los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia (2 de enero); por el Santísimo Nombre de Jesús (3 de enero), para que no dejemos de testimoniar el amor en nuestra vocación matrimonial y familiar, trabajando y orando por ella.Dios salva en y desde nuestras familias. Dios es Amor, es Familia, es la Vida. No lo olvidemos.
Hay dos textos que nos ponen en situación de ese compromiso necesario, que nos llevan a una contemplación y tarea muy concretas. Uno es del domingo 29 y otro del miércoles día 1.
El del domingo, como punto de partida, es la oración colecta de la Misa de la fiesta de la Sagrada Familia (donde hemos celebrado la jornada pontificia por la familia y la vida): “Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo”. El ideal con el que debemos confrontar continuamente nuestra familia es la vida en comunión de Jesús, María y José. La familia es un lugar privilegiado para el anuncio de evangelio a todas las naciones. Por ello podemos hacernos unas cuantas preguntas: ¿Nos queremos de verdad, de corazón? ¿Cómo miramos, saludamos, cuidamos, preocupamos, ayudamos, agradecemos, perdonamos y alegramos juntos? ¿Nos echamos de menos? ¿Cómo sobrellevamos nuestros temperamentos y humores a menudo cambiantes? ¿Procuramos templar nuestros nervios y posibles molestias? ¿Damos testimonio, con nuestra propia vida, del gran tesoro de tener a Jesucristo en medio de todo lo que pensamos, decimos y hacemos? ¿Tenemos en cuenta, o no nos olvidamos, de aquellos que ya partieron a la casa del Padre donde queremos un día estar con ellos gozando de la paz del Señor?
El segundo centro de atención semanal viene el día 1 de enero en el Martirologio Romano, solemnidad deSanta María, Madre de Dios, que se celebra “en la Octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como ‘Theotokos’, porque en ella la Palabra se hizo carne y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.”Estamos aún celebrando el misterio de la Natividad del Señor en toda su plenitud. Se nos hace referencia al concilio ecuménico de Éfeso del año 431. Nestorio, patriarca de Constantinopla, desde el 428, predicaba junto con sus discípulos que no se podía atribuir a María el título de Madre de Dios, como la piedad popular hacía, sino sólo Madre de Cristo. Los nestorianos afirmaban que había dos personas completas en Jesús, la divina y la humana, unidas de manera íntima pero moral, no de forma consustancial. Cirilo, patriarca de Alejandría se opuso a Nestorio y Oriente se dividió de nuevo. Por ello se convocó el concilio de Éfeso, donde se llegó a condenar y deponer a Nestorio. También se afirmó la divinidad de Cristo y se declaró que María no sólo era la madre de Jesús sino también madre de Dios, porque en Cristo, Dios y hombre, había una sola persona. Así se defendió la unidad sustancial de Jesús.
¿Cuál ha sido y es nuestra experiencia cristiana, unitaria, de vida matrimonial y familiar? Si ha sido, o es, una experiencia de amor, y fruto también de nuestro esfuerzo y sacrificios constantes, ¿cómo vivimos nuestra identidad y la testimoniamos a los demás? ¿Nos avergonzamos o damos razón de nuestra experiencia gozosa de amor y unidad? Si ha sido dificultosa o tormentosa, ¿hemos intentado superarla permaneciendo abiertos al modelo original de la Sagrada Familia, procurando cada uno vivirla en fe, a través de una profunda conversión personal?
Rogamos juntos en familia, con María, Madre de Dios y nuestra (1 de enero); en obediencia y caridad fraterna con los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia (2 de enero); por el Santísimo Nombre de Jesús (3 de enero), para que no dejemos de testimoniar el amor en nuestra vocación matrimonial y familiar, trabajando y orando por ella.Dios salva en y desde nuestras familias. Dios es Amor, es Familia, es la Vida. No lo olvidemos.
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
La Solemnidad de Santa María Madre de Dios es la primer Fiesta Mariana que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma hacia el siglo VI, probablemente junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.
La antigüedad de la celebración mariana se constata en las pinturas con el nombre de “María, Madre de Dios” (Theotókos) que han sido encontradas en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa en tiempos de las persecuciones.
Más adelante, el rito romano celebraba el 1º de enero la octava de Navidad, conmemorando la circuncisión del Niño Jesús. Tras desaparecer la antigua fiesta mariana, en 1931, el Papa Pío XI, con ocasión del XV centenario del concilio de Éfeso (431), instituyó la Fiesta Mariana para el 11 de octubre, en recuerdo de este Concilio, en el que se proclamó solemnemente a Santa María como verdadera Madre de Cristo, que es verdadero Hijo de Dios; pero en la última reforma del calendario –luego del Concilio Vaticano II– se trasladó la fiesta al 1 de enero, con la máxima categoría litúrgica, de solemnidad, y con título de Santa María, Madre de Dios.
De esta manera, esta Fiesta Mariana encuentra un marco litúrgico más adecuado en el tiempo de la Navidad del Señor; y al mismo tiempo, todos los católicos empezamos el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María.
El Concilio de Éfeso
En el año de 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces Dios tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”. Ante ello, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso –la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años– e iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".
Asimismo, San Cirilo de Alejandría resaltó: “Se dirá: ¿la Virgen es madre de la divinidad? A eso respondemos: el Verbo viviente, subsistente, fue engendrado por la misma substancia de Dios Padre, existe desde toda la eternidad... Pero en el tiempo él se hizo carne, por eso se puede decir que nació de mujer”.
Madre del Niño Dios
“He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”
Es desde ese fiat, hágase que Santa María respondió firme y amorosamente al Plan de Dios; gracias a su entrega generosa Dios mismo se pudo encarnar para traernos la Reconciliación, que nos libra de las heridas del pecado.
La doncella de Nazareth, la llena de gracia, al asumir en su vientre al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí para su Hijo; vemos pues que todo en ella apunta a su Hijo Jesús.
Es por ello, que María es modelo para todo cristiano que busca día a día alcanzar su santificación. En nuestra Madre Santa María encontramos la guía segura que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos con Él y poder decir como el Apóstol “vivo yo más no yo, es Cristo quien vive en mí”.
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