By EFE
El Nacional 21 DE MARZO DE 2017
El laureado director de cine ruso Nikita Mijalkov(Moscú, 21 de octubre de 1945) se
confiesa monárquico pero reconoce que en la Rusia actual, 100 años después de
la Revolución que acabó con los zares, "sería ingenuo" pensar en la
restauración de la monarquía.
"Yo, de forma general, soy en principio monárquico...
pero la monarquía no se designa, es un proceso que debe surgir de forma
natural", dijo a Efe Mijalkov, acerca de un tema de debate que si bien es
recurrente en Rusia se ha reactivado recientemente.
En opinión del famoso realizador, ganador del Oscar a la
mejor película extranjera en 1994 por Quemados por el sol, la
monarquía es un sistema que conviene a Rusia.
"Para la mentalidad rusa, la monarquía es un sistema de
poder en el que el soberano responde por el futuro del país ante los hijos y no
ante los partidos o ante la Duma. Y esto es otro tipo de responsabilidad",
afirmó, en línea con esa disquisición que, desde posiciones nacionalistas,
aboga en Rusia por la monarquía como contrapunto a los excesos de la democracia
occidental.
No obstante, "sería ingenuo pensar que podría surgir
ahora la monarquía, sería algo artificial que suscitaría una sonrisa burlona o
ironía", reconoció, después de presentar anoche en el Teatro Malii de
Moscú el preestreno de Metamorfosis, una novedosa obra interpretada
por actores de la Academia de arte cinematográfico y teatral que él dirige.
Acérrimo partidario del presidente ruso, Vladímir Putin, en
igual medida que detractor de los anteriores dirigentes, Borís Yeltsin y Mijail
Gorbachov, el veterano cineasta no está de acuerdo en que Rusia viva momentos
difíciles en la arena internacional por la crisis de Ucrania, la anexión de
Crimea y las subsiguientes sanciones.
"Creo que Rusia vive momentos muy buenos, especialmente
en el plano internacional. Rusia ha dejado de estar pendiente de lo que se dice
de ella, de lo que dice Occidente. Entiende que tiene que pensar en su propio
futuro, entiende que nadie va a alimentarnos, que tenemos millones de hectáreas
de tierras... que hay que trabajar", dice a los periodistas.
Y considera que "es una actitud valiente y legítima...
que Rusia se mantenga tranquila, sin histerismos, defendiendo sus posiciones en
el terreno diplomático".
Al presidente de la Unión de Cineastas de Rusia y del Fondo
de Cultura de Rusia, un organismo público, le asusta que en el centenario de
las revoluciones rusas de febrero y octubre de 1917 "se ve que la juventud
no entiende en absoluto el significado de lo que pasó en la revolución".
Opina que hoy, igual que hace años, "los métodos y
forma de organizar una revolución no cambian. Lo único que cambia es la
velocidad", gracias a la facilidad de internet y los medios de
comunicación para influir y dirigir a la gente, especialmente a los más
jóvenes.
"Me preocupa que el Estado no trate de explicar, sobre
todo a los jóvenes, a qué puede llevar esto. Una revolución en Rusia afectaría
a todo el mundo, sería muy peligrosa", y aclara que si bien "no se
ven signos" se refiere a "cualquier revolución, la toma del poder por
medio de la fuerza".
Nacionalista, hijo del autor del himno soviético y ruso, el
director y también actor, de 72 años, está actualmente enfrascado en la
dirección de actores de su Academia, que cumple un año de funcionamiento con el
"collage literario-escénico" que constituye Metamorfosis.
El propio Mijalkov va explicando lo largo de la
representación el proceso de creación de lo que considera "un experimento
arriesgado", la dramatización de varias obras en prosa de los grandes
escritores Antón Chejov e Iván Bunin.
El cineasta, que se basó en cuentos de este último -premio
Nobel de Literatura en 1933- en su película Insolación con la
que en 2015 volvió a concurrir a los Oscar, afirma que se volcó en la
literatura rusa porque es lo único que no ha sufrido la corrosión del tiempo.
Sobre la literatura rusa moderna, aseguró que "la que
de una u otra forma sigue siendo rusa, quiero decir desde el punto de vista del
código genético, toda ella me gusta, me parece bien... se siguen tratando las
mismas cuestiones eternas, la vida, la muerte, la enfermedad...".
Pero igual que observa con preocupación que en el cine hay
una "devaluación", que la palabra "director" perdió su
sentido, lo mismo ocurre en muchos casos con la palabra "escritor",
asegura.
Mijalkov desnuda el alma de Stanislavski
Por Antonio Rondón García
Moscú, 21 mar (PL) El afamado actor, director y guionista ruso Nikita Mijalkov logró desnudar el alma del método de Konstantin Stanislavsky al presentar hoy su original obra Metamorfosis, sin relación alguna con los cuentos de Frank Kafka.
Moscú, 21 mar (PL) El afamado actor, director y guionista ruso Nikita Mijalkov logró desnudar el alma del método de Konstantin Stanislavsky al presentar hoy su original obra Metamorfosis, sin relación alguna con los cuentos de Frank Kafka.
Mijalkov, actual director del Festival Internacional de Cine
de Moscú, se presentó como actor y máximo dirigente a la vez, de un fenómeno
que llamó Metamorfosis, visto como el intento de transformar al actor en algo
bien parecido al personaje.
En una liga de clase magistral, multimedia y actuación práctica, con la complicidad del público, Mijalkov logró el objetivo que explicaba: atrapar al espectador con los gestos del actor, meterlo en la escena sin permitirle otra salida.
La actuación en Rusia tiene como base al método de Stanislavsky y otros grandes del teatro universal, pero se necesita abrir o desnudar el alma de ese método para que la actuación sea una extensión matizada de la vida real, comentó.
Creamos una academia para graduados de arte y teatro con el fin de armarlos con los conocimientos y habilidades que les permita una autonomía de calidad ante el déficit o bajo nivel de dirección de filmes e instituciones teatrales, consideró.
De esa forma, Mijalkov presentó con una introducción en forma de clase magistral a varios de los fragmentos de piezas de Anton Chejov, en una velada en que los aplausos se ofrecían casi contenidos y a sorbos por un público hipnotizado.
El director de Quemado por el Sol, combinó técnicas modernas de escenografía, sin irrespetar en lo más mínimo la esencia original de las obras de Chejov, para demostrar una vez más que el público puede disfrutar de lo nuevo sin denigrar el pasado.
Así, el preestreno de Metamorfosis dio la alarma a amantes del teatro en Rusia para prepararse a enfrentar escasez de entradas y lucha con revendedores para disfrutar de una nueva forma de teatro, un intento por llegar al alma de Stanislavsky.
En una liga de clase magistral, multimedia y actuación práctica, con la complicidad del público, Mijalkov logró el objetivo que explicaba: atrapar al espectador con los gestos del actor, meterlo en la escena sin permitirle otra salida.
La actuación en Rusia tiene como base al método de Stanislavsky y otros grandes del teatro universal, pero se necesita abrir o desnudar el alma de ese método para que la actuación sea una extensión matizada de la vida real, comentó.
Creamos una academia para graduados de arte y teatro con el fin de armarlos con los conocimientos y habilidades que les permita una autonomía de calidad ante el déficit o bajo nivel de dirección de filmes e instituciones teatrales, consideró.
De esa forma, Mijalkov presentó con una introducción en forma de clase magistral a varios de los fragmentos de piezas de Anton Chejov, en una velada en que los aplausos se ofrecían casi contenidos y a sorbos por un público hipnotizado.
El director de Quemado por el Sol, combinó técnicas modernas de escenografía, sin irrespetar en lo más mínimo la esencia original de las obras de Chejov, para demostrar una vez más que el público puede disfrutar de lo nuevo sin denigrar el pasado.
Así, el preestreno de Metamorfosis dio la alarma a amantes del teatro en Rusia para prepararse a enfrentar escasez de entradas y lucha con revendedores para disfrutar de una nueva forma de teatro, un intento por llegar al alma de Stanislavsky.
Pedro I Alekséievich o Pedro I de Rusia, apodado Pedro el Grande (ruso: Пётр I, Пётр Великий, Пётр Алексéевич; Moscú, 30 de mayojul./ 9 de junio de 1672greg.- San Petersburgo, 28 de enerojul./ 8 de febrero de 1725greg.)1 hijo del zar Alejo I y de su segunda esposa Natalia Narýshkina y sucesor de su medio hermano Teodoro III (Fiódor Alekséievich), fue uno de los más destacados gobernantes de la historia de Rusia, perteneciente a la Dinastía Románov.
Gobernó Rusia desde el 7 de mayo (27 de abril C.J.) de 1682, hasta su muerte, y antes de 1696 lo hizo junto con su débil y enfermizo hermano, Iván V de Rusia. Llevó a cabo un proceso de modernización mediante la occidentalización y expansión que transformó a la Rusia Moscovita en una de las principales potencias europeas. Se casó con Eudoxia Lopujiná, con quien tuvo un hijo y, en segundas nupcias, con su sirvienta, que tomaría el título de Catalina I al suceder a Pedro tras su muerte ocurrida en San Petersburgo el 8 de febrero de 1725 a consecuencia de una infección en la vejiga.
Los últimos años de Pedro I estuvieron marcados por nuevas
reformas en Rusia. El 22 de octubre de 1721, poco después de que se
firmase la paz con Suecia, fue proclamado emperador de
Toda Rusia. Algunos propusieron que tomara el título de emperador
del Este, pero lo rechazó. Gavrila Golovkin, canciller del
estado, fue el primero en añadir «el Grande, padre de la Patria, emperador de Toda Rusia»
al título tradicional de Pedro, zar, tras un discurso del arzobispo Pskov en 1721.
El título imperial de Pedro fue reconocido por Augusto II de Polonia, Federico Guillermo I de Prusia y Federico I de Suecia, pero no por otros
monarcas europeos. En la mente de muchos, la palabra emperador tenía
la connotación de superioridad o preeminencia sobre los «meros» reyes. Varios
gobernantes temían que Pedro reclamase autoridad sobre ellos, tal y como el
emperador del Sacro Imperio había reclamado antes sobre todas las naciones
cristianas.
Pedro también reformó el gobierno de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El líder tradicional
de esta era el Patriarca de Moscú. En 1700, cuando el puesto
quedó vacante, Pedro rechazó nombrar a un sucesor, permitiendo al vicepatriarca
acarrear con los deberes del puesto. Veintiún años más tarde, en 1721, Pedro
siguió el consejo de Feofán Prokopóvich e instituyó el Santísimo Sínodo Gobernante: un consejo
de diez clérigos que tomarían el lugar del patriarca y del vicepatriarca. La
institución del Patriarcado fue restituida en 1918 al
separar el gobierno soviético a la Iglesia del Estado.
En 1722, Pedro creó una nueva jerarquía que plasmó en la llamada Tabla de Rangos. Antes, la
preeminencia la determinaba el nacimiento, pero como medida de privar a los
boyardos de sus posiciones, Pedro determinó que la posición jerárquica la
determinaría el mérito y el servicio al emperador. La Tabla de Rangos siguió en
vigor hasta que la monarquía rusa fue depuesta en 1917 en el
transcurso de la Revolución de Febrero.
Pedro también introdujo nuevos impuestos para financiar las
mejoras en San Petersburgo. Abolió el impuesto de la tierra y las casas, y lo
reemplazó con un impuesto por cabeza (una cantidad igual para todos los
ciudadanos). Los impuestos sobre la tierra o los hogares solo los pagaban los
propietarios de bienes inmuebles, mientras que estas últimas las pagaban todos.
En 1724, Pedro hizo que su segunda esposa, Catalina, fuera coronada
emperatriz (si bien él mantuvo todo el poder). Todos los hijos varones de Pedro
habían muerto: el mayor, Alexis Petróvich, había sido torturado por
orden de Pedro en 1718 por
desobedecer a su padre y oponerse a las políticas oficiales. Su madre, Eudoxia,
también había sido castigada. Fue arrastrada fuera de su casa y acusada de
falsos cargos de adulterio. Sin embargo, al conocer la traición de su amante Anna Mons,
Pedro fue menos severo condenándola a un breve arresto domiciliario en 1704.
En 1725 se completó la construcción del palacio de Peterhof (en
alemán, 'Corte de Pedro') cerca de San Petersburgo. Era una gran residencia que
se llegó a conocer como el Palacio de Versalles ruso.
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