Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 9 de diciembre de 2013

La Inmaculada Concepción de María constituye para los católicos una buena noticia de esperanza en la liberación del pecado traída por la redención de Cristo en la Cruz. Durante los siglos, a pesar de las dificultades en la definición del dogma, el pueblo católico ha creído y defendido intensamente esta verdad. El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX (Giovanni Maria Mastai Ferretti, 1792-1878) proclamaba con la bula Ineffabilis Deus el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Es decir, que la Virgen María había sido preservada por Dios desde el mismo instante de su concepción, por los méritos de la redención de Cristo, del pecado original que todos los hombres tienen por la transgresión de Adán, para prepararse la más perfecta madre para su Hijo. "El misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo", afirmó Benedicto XVI durante la oración del rezo del Ángelus el día de la Inmaculada del año 2010. Sobre la pureza de María, Benedicto XVI decía el 8 de diciembre de 2009 que “María Inmaculada nos ayuda a redescubrir y defender la profundidad de las personas, pues en ella se da una perfecta transparencia del alma en el cuerpo. Es la pureza en persona, en el sentido de que espíritu, alma y cuerpo son en ella plenamente coherentes entre sí y con la voluntad de Dios”. El Papa anima a dirigirse a la Inmaculada con la alegría de ser sus hijos: “Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión el mal, podemos dirigirnos a Ella, y nuestro corazón recibe luz y consuelo”. En el caso de la Inmaculada Concepción, el sentir del pueblo fiel ha ido por delante de la formulación del dogma, ya desde los primeros siglos. En la Edad Media, la controversia llegó a extremos épicos. Por ejemplo, la defensa de la fiesta empujó a los monjes ingleses en el siglo XI a resistir a los normandos invasores, mientras que en las universidades del continente, profesores y alumnos se juramentaban con pactos de sangre en defensa de la Inmaculada. Son numerosas las leyendas medievales de apariciones y visiones angélicas en este sentido. Existe un gran patrimonio artístico y cultural sobre la Inmaculada, especialmente en los países hispanos, en el sur de Italia y en Estados Unidos, que muestran cuán profundamente repercute en la vida cristiana la preservación de María del pecado original desde su concepción. Muchos santos han hablado con ternura de la Inmaculada. Uno de ellos fue, por ejemplo, san Maximiliano Kolbe, quien afirmó que "el Espíritu Santo mora en Ella, vive en Ella, y esto desde el primer instante de su existencia, siempre y para la eternidad". Es tradicional que cada 8 de diciembre, el Papa reinante se dirija a la Plaza de España de Roma para homenajear a la imagen de la Virgen Inmaculada. En María resplandece la santidad de la Iglesia que Dios quiere para todos sus hijos. En ella, la Iglesia ha llegado ya a la perfección, por eso acude a ella como “modelo perenne” (en palabras de la carta encíclica de Juan Pablo II Redemptoris Mater) en quien se realiza ya la esperanza escatológica de la vida futura.

Francisco reza una conmovedora oración a la Inmaculada en la Plaza de España
¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María! escucha nuestra oración, atiende nuestra súplica. Se acerca y saluda a la multitud de enfermos
Por Redacción
ROMA, 08 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco realizó hoy por primera vez la tradicional ceremonia romana de veneración de la Virgen Inmaculada, en la columna de Plaza de España.
El papa Francisco ha salido del Vaticano en una ford focus azul de la Gendarmeria, sentado adelante hacia a la Plaza de España. Durante el recorrido, el Santo Padre se ha parado brevemente delante de la iglesia de la Santísima Trinidad donde ha recibido el homenaje de la Asociación Comerciantes Via Condotti.
Ya en la céntrica plaza romana, a la que ha llegado con diez minutos de adelanto sobre el horario previsto, el Pontífice se ha detenido ante un grupo de enfermos para abrazarlos y acariciarlos.
Tras saludar al cardenal vicario Agostino Vallini y al alcalde de Roma, Ignazio Marino, el Papa ha departido brevemente con dos religiosos, que han intercambiado el solideo blanco del Santo Padre por otro que llevaban de regalo. El Coro Pontificio de la Capilla Sixtina cantó las letanías lauretanas mientras las flores del santo padre eran depositadas a los piés de la columna.
A continuación, ha comenzado el tradicional acto de veneración a los pies del monumento a la Inmaculada Concepción de María. Durante una celebración de la Palabra, el Pontífice ha rezado.
La oración del papa Francisco a los pies de la Inmaculada
Virgen Santa e Inmaculada, a Ti, que eres el honor de nuestro pueblo y la guardiana atenta que cuida de nuestra ciudad, nos dirigimos con confianza y amor.
¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María !El pecado no está en Ti.
Suscita en todos nosotros un renovado deseo de santidad:en nuestra palabra brille el esplendor de la verdad, en nuestras obras resuene el canto de la caridad,en nuestro cuerpo y en nuestro corazón habiten la pureza y la castidad, en nuestra vida se haga presente toda la belleza del Evangelio.
¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María!La Palabra de Dios se hizo carne en Ti.
Ayúdanos a mantenernos en la escucha atenta de la voz del Señor: el grito de los pobres nunca nos deje indiferentes,el sufrimiento de los enfermos y los necesitados no nos encuentre distraídos, la soledad de los ancianos y la fragilidad de los niños nos conmuevan, toda vida humana sea siempre amada y venerada por todos nosotros.
¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María!En ti está el gozo pleno de la vida bienaventurada con Dios.
Haz que no perdamos el sentido de nuestro camino terrenal: la suave luz de la fe ilumine nuestros días, la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos, el calor contagioso del amor anime nuestro corazón, los ojos de todos nosotros permanezcan fijos, allí, en Dios, donde está la verdadera alegría.
¡Tú eres la Toda Hermosa, oh María!
Escucha nuestra oración, atiende nuestra súplica: se Tú en nosotros la belleza del amor misericordioso de Dios en Jesús,que esta belleza divina nos salve a nosotros, a nuestra ciudad, al mundo entero.
Amén.
Al termino de este acto de devoción filial a María, fue evidente que le indicaron de la necesidad de partir para ir a Santa María la Mayor. Entretanto el papa señaló que primero tenía que acercarse a los enfermos y lo hizo saludando multitud de enfermos acompañados por los voluntarios del Unitalsi.
Desde allí el papa Francisco se ha acercado en automóvil a la Basílica de Santa María la Mayor en donde el obispo de Roma entró hasta la capilla de la imagen de Nuestra Señora Salus Populi Romani para pedir por las intenciones de todos los habitantes de la Ciudad Eterna.
(RED/IV)


Las palabras del papa Francisco en el ángelus de la Inmaculada
Texto completo. Ante una plaza repleta recuerda que Marí­a nos sostiene en nuestro camino hacia Navidad
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 08 de diciembre de 2013 (Zenit.org) - En este segundo domingo de Adviento, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la plaza de san Pedro.
Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Este segundo domingo de Adviento cae en el día de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, y entonces nuestra mirada es atraída por la belleza de la Madre de Jesús, ¡nuestra Madre! Con gran alegría la Iglesia la contempla «llena de gracia» (Lc 1, 28). Digámoslo tres veces: "Llena de gracia". Todos: ¡Llena de gracia! ¡Llena de gracia! ¡Llena de gracia! y así como Dios la ha mirado desde el primer instante en su diseño de amor. María nos sostiene en nuestro camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo de Adviento en la espera del Señor. ¡El Señor viene! ¡Esperémoslo!
El Evangelio de san Lucas nos presenta a María, a una joven de Nazaret, pequeña localidad de Galilea, en la periferia del imperio romano y también en la periferia de Israel. Y sin embargo, sobre ella se ha posado la mirada del Señor, que la ha elegido para ser la madre de su Hijo. En vista de esta maternidad, María ha sido preservada del pecado original, es decir, de aquella fractura en la comunión con Dios, con los otros y con el creado, que hiere profundamente a cada ser humano.Pero esta fractura ha sido sanada por adelantado en la Madre de Aquel que ha venido a librarnos de la esclavitud del pecado. La Inmaculada está inscrita en el diseño de Dios; es fruto del amor de Dios que salva el mundo.
Y la Virgen no se ha alejado jamás de ese amor: toda su vida, todo su ser es un “sí” a Dios. ¡Pero ciertamente no ha sido fácil para ella! Cuando el Ángel la llama «llena de gracia» (Lc 1, 28), ella se queda «muy turbada», porque en su humildad se siente nada ante Dios. El Ángel la conforta: «No temas María, porque has hallado gracia ante Dios. Y he aquí, que concebiras a un hijo... y le pondrás por nombre Jesús». (v. 30). Este anuncio la turba todavía más, también porque todavía no está desposada con José; pero el Ángel añade: «el Espíritu Santo vendrá sobre ti... Por lo tanto, el que nazca será santo y será llamado Hijo de Dios». (v. 35). María escucha, obedece interiormente y responde: «He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra». (v. 38).
El misterio de esta chica de Nazaret, que está en el corazón de Dios, no nos resulta extraño. No es ella que está arriba y nosotros aquí. No, no, estamos conectados. De hecho, ¡Dios fija su mirada de amor sobre cada hombre y cada mujer! Con nombre y apellido. Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros. El Apóstol Pablo afirma que Dios «nos ha elegido antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados». (Ef 1, 4). También nosotros, desde siempre, hemos sido elegidos por Dios para vivir una vida santa, libre del pecado. Es un proyecto de amor que Dios renueva cada vez que nos acercamos a Él, especialmente en los Sacramentos.
En esta fiesta, entonces, contemplando a nuestra Madre Inmaculada, bella, reconozcamos también nuestro destino más verdadero, nuetra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor. Miremos a ella, y dejemonos mirar por ella; para aprender a ser más humildes, y también más valientes en el seguimiento de la Palabra de Dios; para acoger el tierno abrazo de su Hijo Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del Ángelus. Y al concluir la plegaria prosiguió:
Queridos hermanos y hermanas, os saludo con afecto, especialmente  a las familias y los grupos parroquiales y asociaciones. Saludo a los fieles de Cossato, Biella, Bianzé, Lomazzo, Livorno Ferraris, Rocca di Papa, San Marzano sul Sarno y Pratola Serra. Quisiera unirme espiritualmente a la iglesia que vive en América del norte, que hoy conmemora la fundación de su primera parroquia, hace 350 años: Notre-Dame de Québec. Damos las gracias por los progresos logrados desde entonces, en particular por los santos y los mártires que han fecundado aquellas tierras. Bendigo a todos los fieles que celebran este jubileo el corazón.
Dirijo un pensamiento especial a los miembros de la Acción Católica Italiana, que hoy renuevan su adhesión a la Asociación. ¡Ahí están! Os deseo todo lo mejor para vuestro compromiso apostólico y formativo. ¡Adelante, sed valientes!
Esta tarde, siguiendo una antigua tradición, iré a la Plaza de España, a orar a los pies del monumento de la Inmaculada. Pido que os unais conmigo en esta peregrinación espiritual, que es un acto de devoción filial a María, para confiar a la ciudad de Roma, a la Iglesia y a la humanidad entera.
En ese momento, el papa Francisco explicó que a continuación iría a visitar la Basílica de Santa María la Mayor, para a rezar a Nuestra Señora Salus Populi Romani por todos los habitantes de la Ciudad Eterna.
Y concluyó, como de costumbre:
Os deseo un buen el domingo y una buena fiesta de nuestra madre. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
(RED/IV)

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