ENTREVISTA ELÍAS PINO ITURRIETA, HISTORIADOR
"Los medios fueron miopes y cicateros"
"La presión del gobierno ha propiciado una programación ligera y superficial " "El sector cultural no ha defendido sus intereses con el énfasis necesario. Los artistas han preferido arrinconarse para sobrevivir"
"El único daño que le hacía la Emisora Cultural al país era mantener un espacio relativamente autónomo", dice Elías Pino Iturrieta ADOLFO ACOSTA
JESSICA MORÓN , ELÍAS PINO ITURRIETA , HISTORIADOR | EL UNIVERSAL
lunes 16 de diciembre de 2013
Elías Pino Iturrieta desaprueba la conducta de los medios de comunicación. Critica su falta de imparcialidad y asegura que el pasado 8 de diciembre la cobertura de los comicios municipales le dio la espalda a la oposición. "Los medios radioeléctricos redujeron a su mínima expresión los espacios que debieron dedicarse al mensaje de los candidatos y líderes opositores", apunta.
Como buen conocedor de la historia, afirma que la censura informativa tiene antecedentes y se remonta a la represión de 1848, cuando durante el gobierno de José Tadeo Monagas las voces se alzaron para promulgar leyes de imprenta que impidieran el monopolio de los medios de comunicación por parte del Estado.
Pino Iturrieta cree que las historias se repiten. Tras presenciar el abrupto cambio de dial que sufrió luego de 38 años la Emisora Cultural (97.7 FM a 97.3 FM) procedió a dar su grito y retiró su programa Los pasos perdidos del aire.
"Desde que nos hablaron de una señal potentísima que se iba a operar desde Guarenas y Guatire, y que iba a llegar a toda la capital, nos pareció una propuesta sin ningún tipo de fundamento. Por eso nosotros decidimos retirarnos y romper todas las relaciones con la emisora. Me parece muy abusivo todo lo que pasó, siendo la 97.7 una emisora tan importante para el país", declaró en una entrevista a El Universal el 5 de diciembre de este año.
-¿Cuál era el daño que la Emisora Cultural le hacía al país?
-Mantener un espacio relativamente autónomo. Para las autocracias la autonomía no es conveniente. Les incomoda todo lo que no se pueda dominar y uniformar. La programación de la Emisora Cultural de Caracas no estaba orientada expresamente a la política ni a la crítica de los problemas sociales, pero sí tendía a salirse de la trivialidad cotidiana. En la medida en que esto sucede se les acentúan a los usuarios los horrores del acontecer diario. En ese sentido convenía un control, era absolutamente imprescindible que esa mínima ventana estuviera controlada.
-¿Eso explica por qué la programación actual se ha banalizado tanto?
-La programación radial es en buena medida de entretenimiento y esto no es objeto de reproches severos. No se puede pedir la continuidad de espacios conducidos por catedráticos y académicos. Sin embargo, pienso que sí debería enfocarse de otra manera porque en el fondo subestima la sensibilidad del oyente. Se presume que al usuario sólo le interesa la trivialidad y lo único que quiere es divertirse. No tengo nada en contra del divertimento, entiendo que los pensadores de la radiodifusión consideran al oyente como un pupilo pequeño, como un niño al que hay que amenizarle la vida y no complicársela con el descubrimiento de la realidad.
-¿Qué crítica le haría a la radio en estos momentos?
-No quiero caer en observaciones panorámicas, así que voy a tomar como ejemplo la conducta de los medios radioeléctricos durante el desarrollo de la campaña electoral y en especial el pasado 8 de diciembre, día de la elección municipal. Todos los medios de comunicación se ocuparon de una pequeña parcela de la realidad que se refirió en términos exclusivos y excluyentes a los candidatos y partidarios del oficialismo. Fueron escandalosamente amplios los espacios dedicados a los candidatos del PSUV y a los miembros del alto gobierno. Se redujeron a su mínima expresión los espacios que debieron dedicarse a los candidatos y líderes de la oposición, semejante postura generó un verdadero escándalo. Significó un desconocimiento vital de una inmensa mayoría venezolana que se estaba manifestando ese día en todo el país.
-¿Tendrá que ver con el tema de la censura?
-Por supuesto. Lo preocupante radica no sólo en el hecho de esta observación parcial del proceso y sus participantes, sino en la posibilidad de pensar con fundamento en la existencia de la censura y autocensura. Porque los medios fueron tan miopes y cicateros, por miedo, por temor y por bozal de arepa. Aquello parecía un domingo común y corriente. Cuando se abrían las ventanas entraba un solo tipo de aire: rojo rojito. Ahora debido a las presiones del gobierno que muchas veces caen también en el terreno de los intereses de los anunciantes han propiciado una programación ligera y superficial.
-¿Es peligroso para el poder que se conozca la historia?
-Con la historia quedan al descubierto las carencias y limitaciones. Se ponen a la vista las injusticias y la corruptela, algo que evidentemente a los protagonistas de esas situaciones irregulares e ilícitas no les conviene que se ventile a través de los micrófonos, las cámaras o el papel, porque el primer perjudicado será el gobierno. Aunque el primer beneficiado sería el usuario, a quien se le alimentaría una conciencia susceptible de distanciarlo de la política y de las conductas oficiales.
-¿De qué le sirve al Estado copar todos los medios si no tienen sintonía?
-Les vale porque ese va a ser el único sonido que se escuche y el oído se acostumbra a la voz monocorde. Comienza primero a extrañar y luego a desconocer la polifonía, a conformarse con la existencia de un único sonido que no le da espacio a la pluralidad.
-¿Entonces a los medios sólo les queda callar o amoldarse al dictamen de la revolución bolivariana?
-O se callan las voces y se moderan o desaparecen, esa es la alternativa. Se les está encaminando a la moderación, si no controlan la lengua serán inexistentes. Es un reto de supervivencia. Ahora el camino directo y sin pasar por go es el sendero de la degradación, de la negación de los principios republicanos a los que se deben como medios, y cuyo destinatario es la sociedad.
-¿Dónde queda la Constitución? El artículo 57 protege la libertad de prensa y de expresión y defiende una comunicación libre y plural...
- 'La Constitución sirve para todos', dijo por desdicha en 1848 el general José Tadeo Monagas. Desde entonces, los gobiernos autocráticos la han manejado a su antojo, jugaron con ella en los tiempos de Guzmán Blanco, la convirtieron en papel mojado en la época de Castro y Gómez, ¿por qué no va a suceder ahora cuando estamos frente a la resurrección de autocracias similares? Aunque en pleno siglo XIX surgieron leyes de imprenta que lograron frenar el monopolio de los medios por parte del Estado. Pero hoy en día la Constitución sirve para los intereses del chavismo, convertido en madurismo. No para los intereses de la sociedad ni para el beneficio de la república.
-¿La cultura tampoco tiene espacios en los medios de comunicación?
-La cultura tiene serios problemas de espacio que no pueden atribuírsele únicamente al gobierno y a las necesidades de Conatel. El sector cultural no se ha manifestado masivamente, no ha defendido sus intereses con el énfasis necesario. A la hora de buscar un responsable no sólo hay que mirar a los ministerios sino al resto de las instituciones culturales, a los creadores y artistas que han preferido arrinconarse para continuar sobreviviendo.
-¿Qué opina de las emisoras comunitarias?
-Es evidente que las comunidades y los sectores oprimidos requieren de un micrófono, pero cuando se confunden los intereses de una comarca con los intereses políticos del gobierno estamos frente a una monstruosidad. En Venezuela se están confundiendo las voces con una exclusiva y excluyente: la voz de la 'revolución'.
jmoron@eluniversal.com
Como buen conocedor de la historia, afirma que la censura informativa tiene antecedentes y se remonta a la represión de 1848, cuando durante el gobierno de José Tadeo Monagas las voces se alzaron para promulgar leyes de imprenta que impidieran el monopolio de los medios de comunicación por parte del Estado.
Pino Iturrieta cree que las historias se repiten. Tras presenciar el abrupto cambio de dial que sufrió luego de 38 años la Emisora Cultural (97.7 FM a 97.3 FM) procedió a dar su grito y retiró su programa Los pasos perdidos del aire.
"Desde que nos hablaron de una señal potentísima que se iba a operar desde Guarenas y Guatire, y que iba a llegar a toda la capital, nos pareció una propuesta sin ningún tipo de fundamento. Por eso nosotros decidimos retirarnos y romper todas las relaciones con la emisora. Me parece muy abusivo todo lo que pasó, siendo la 97.7 una emisora tan importante para el país", declaró en una entrevista a El Universal el 5 de diciembre de este año.
-¿Cuál era el daño que la Emisora Cultural le hacía al país?
-Mantener un espacio relativamente autónomo. Para las autocracias la autonomía no es conveniente. Les incomoda todo lo que no se pueda dominar y uniformar. La programación de la Emisora Cultural de Caracas no estaba orientada expresamente a la política ni a la crítica de los problemas sociales, pero sí tendía a salirse de la trivialidad cotidiana. En la medida en que esto sucede se les acentúan a los usuarios los horrores del acontecer diario. En ese sentido convenía un control, era absolutamente imprescindible que esa mínima ventana estuviera controlada.
-¿Eso explica por qué la programación actual se ha banalizado tanto?
-La programación radial es en buena medida de entretenimiento y esto no es objeto de reproches severos. No se puede pedir la continuidad de espacios conducidos por catedráticos y académicos. Sin embargo, pienso que sí debería enfocarse de otra manera porque en el fondo subestima la sensibilidad del oyente. Se presume que al usuario sólo le interesa la trivialidad y lo único que quiere es divertirse. No tengo nada en contra del divertimento, entiendo que los pensadores de la radiodifusión consideran al oyente como un pupilo pequeño, como un niño al que hay que amenizarle la vida y no complicársela con el descubrimiento de la realidad.
-¿Qué crítica le haría a la radio en estos momentos?
-No quiero caer en observaciones panorámicas, así que voy a tomar como ejemplo la conducta de los medios radioeléctricos durante el desarrollo de la campaña electoral y en especial el pasado 8 de diciembre, día de la elección municipal. Todos los medios de comunicación se ocuparon de una pequeña parcela de la realidad que se refirió en términos exclusivos y excluyentes a los candidatos y partidarios del oficialismo. Fueron escandalosamente amplios los espacios dedicados a los candidatos del PSUV y a los miembros del alto gobierno. Se redujeron a su mínima expresión los espacios que debieron dedicarse a los candidatos y líderes de la oposición, semejante postura generó un verdadero escándalo. Significó un desconocimiento vital de una inmensa mayoría venezolana que se estaba manifestando ese día en todo el país.
-¿Tendrá que ver con el tema de la censura?
-Por supuesto. Lo preocupante radica no sólo en el hecho de esta observación parcial del proceso y sus participantes, sino en la posibilidad de pensar con fundamento en la existencia de la censura y autocensura. Porque los medios fueron tan miopes y cicateros, por miedo, por temor y por bozal de arepa. Aquello parecía un domingo común y corriente. Cuando se abrían las ventanas entraba un solo tipo de aire: rojo rojito. Ahora debido a las presiones del gobierno que muchas veces caen también en el terreno de los intereses de los anunciantes han propiciado una programación ligera y superficial.
-¿Es peligroso para el poder que se conozca la historia?
-Con la historia quedan al descubierto las carencias y limitaciones. Se ponen a la vista las injusticias y la corruptela, algo que evidentemente a los protagonistas de esas situaciones irregulares e ilícitas no les conviene que se ventile a través de los micrófonos, las cámaras o el papel, porque el primer perjudicado será el gobierno. Aunque el primer beneficiado sería el usuario, a quien se le alimentaría una conciencia susceptible de distanciarlo de la política y de las conductas oficiales.
-¿De qué le sirve al Estado copar todos los medios si no tienen sintonía?
-Les vale porque ese va a ser el único sonido que se escuche y el oído se acostumbra a la voz monocorde. Comienza primero a extrañar y luego a desconocer la polifonía, a conformarse con la existencia de un único sonido que no le da espacio a la pluralidad.
-¿Entonces a los medios sólo les queda callar o amoldarse al dictamen de la revolución bolivariana?
-O se callan las voces y se moderan o desaparecen, esa es la alternativa. Se les está encaminando a la moderación, si no controlan la lengua serán inexistentes. Es un reto de supervivencia. Ahora el camino directo y sin pasar por go es el sendero de la degradación, de la negación de los principios republicanos a los que se deben como medios, y cuyo destinatario es la sociedad.
-¿Dónde queda la Constitución? El artículo 57 protege la libertad de prensa y de expresión y defiende una comunicación libre y plural...
- 'La Constitución sirve para todos', dijo por desdicha en 1848 el general José Tadeo Monagas. Desde entonces, los gobiernos autocráticos la han manejado a su antojo, jugaron con ella en los tiempos de Guzmán Blanco, la convirtieron en papel mojado en la época de Castro y Gómez, ¿por qué no va a suceder ahora cuando estamos frente a la resurrección de autocracias similares? Aunque en pleno siglo XIX surgieron leyes de imprenta que lograron frenar el monopolio de los medios por parte del Estado. Pero hoy en día la Constitución sirve para los intereses del chavismo, convertido en madurismo. No para los intereses de la sociedad ni para el beneficio de la república.
-¿La cultura tampoco tiene espacios en los medios de comunicación?
-La cultura tiene serios problemas de espacio que no pueden atribuírsele únicamente al gobierno y a las necesidades de Conatel. El sector cultural no se ha manifestado masivamente, no ha defendido sus intereses con el énfasis necesario. A la hora de buscar un responsable no sólo hay que mirar a los ministerios sino al resto de las instituciones culturales, a los creadores y artistas que han preferido arrinconarse para continuar sobreviviendo.
-¿Qué opina de las emisoras comunitarias?
-Es evidente que las comunidades y los sectores oprimidos requieren de un micrófono, pero cuando se confunden los intereses de una comarca con los intereses políticos del gobierno estamos frente a una monstruosidad. En Venezuela se están confundiendo las voces con una exclusiva y excluyente: la voz de la 'revolución'.
jmoron@eluniversal.com
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