Segundo día del Sínodo: Ya 70 obispos realizaron sus intervenciones
Lograr que el matrimonio sea válido, fructífero y que transmita la fe
Por H. Sergio Mora
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El segundo día del Sínodo sobre la familia, convocado por el papa Francisco, se ha realizado este martes. Son dos reuniones o congregaciones cada día; ayer lunes se desarrollaron las dos primeras y este martes las dos siguientes.
Entre ayer y hoy más de 70 obispos realizaron sus intervenciones, cuyos contenidos fueron transmitidos, esta mañana, a los periodistas en una conferencia realizada en la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Presentes el cardenal Vicent Nichols, y el patriaca Boutros Bechara; el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi y otros dos portavoces, uno para el idioma inglés, padre Thomas Rosica y otro para el español, padre Manuel Dorantes, quienes respondieron también a las preguntas de los periodistas.
Durante la tercera congregación general ha proseguido el debate siguiendo el orden del Instrumentum Laboris, que hoy indicaba: "Evangelio de la familia y ley natural" y "La familia y la vocación de la persona en Cristo".
Los padres sinodales realizaron diversas intervenciones, indicó el padre Lombardi, comenzando por la necesidad del lenguaje que la Iglesia tiene que usar para explicar la voluntad de Dios, así como para incentivar el Evangelio de la familia. Entretanto, los padres sinodales reiteraron que “no es suficiente cambiar el vocabulario si luego no se consigue crear un puente de diálogo efectivo con los fieles” .
Se planteó también la necesidad, indicó el portavoz, de “realizar un camino, gradual, en el que los fieles se acercan al ideal de la familia y matrimonio cristiano como es indicado en el Magisterio de la Iglesia”.
Se invitó además a reconocer el apoyo positivo que significa la experiencia de las personas, así como a fortalecer las etapas de la vida cristiana, de manera que haya una continuidad y coherencia en el matrimonio y en la familia.
De manera que el matrimonio “no sólo sea válido, sino también fructífero, porque hay que transmitir una visión del matrimonio no sólo como punto de llegada, sino como un camino hacia una meta más alta, un camino de crecimiento personal”.
El padre Lombardi, añadió que los padres sinodales indicaron: “Hay que acompañar constantemente a los cónyuges en su itinerario de vida, a través de una pastoral familiar intensa y vigorosa”. Y si fuera el caso “sin miedo a que eventualmente disminuya el número de bodas celebradas en la Iglesia”. Otro padre sinodal habló de la importancia de “verificar que existan condiciones para el matrimonio, ser exigentes para aceptar a las parejas que se acercan al matrimonio en la Iglesia”.
Entre las ideas que expusieron los padres sinodales figura que “la Iglesia debe ofrecer su enseñanza de forma más incisiva, presentando la doctrina no como una lista de prohibiciones, sino haciéndose más cercana a los fieles, como hacía Jesús”.
“Debemos enfocar más lo positivo que la prohibición, más la propuesta que la norma. También el valor de la sexualidad dentro del matrimonio”.
Muchos dieron ejemplos de pastoral familiar con servicio de preparación a la familia, o de acompañamiento de las familias en dificultad, para que no se sientan abandonados. También se habló sobre las situaciones conflictivas y las repercusiones en la vida familiar, como en el caso de las migraciones.
En cuanto al acercamiento a la Eucaristía de los divorciados que se han vuelto a casar, se indicó que la comunión no es el sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino, y sobre este tema se seguirá profundizando.
Al igual que ayer por la tarde, se ha indicado que es necesario escuchar las experiencias de las parejas casadas, porque sus luchas y sus fracasos no pueden ser ignorados; al contrario, pueden ser el fundamento de una teología real, verdadera.
Otros puntos han sido la importancia de la catequesis para las familias, especialmente para los niños, y de la oración entre las paredes domésticas que da lugar a una verdadera y propia generación de la fe, transmitiéndola de padres a hijos.
Se ha hablado también de otros temas, como los retos de la familia delante de la revolución informática, de los problemas de los sacerdotes católicos de rito oriental que son casados y de la asistencia que a veces necesitan, o del problema de la poligamia en África.
Varias intervenciones en el Sínodo subrayaron la importancia misionera del evangelio de la familia y manifestaron gratitud por el empeño de los movimientos.
Entre ayer y hoy más de 70 obispos realizaron sus intervenciones, cuyos contenidos fueron transmitidos, esta mañana, a los periodistas en una conferencia realizada en la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Presentes el cardenal Vicent Nichols, y el patriaca Boutros Bechara; el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi y otros dos portavoces, uno para el idioma inglés, padre Thomas Rosica y otro para el español, padre Manuel Dorantes, quienes respondieron también a las preguntas de los periodistas.
Durante la tercera congregación general ha proseguido el debate siguiendo el orden del Instrumentum Laboris, que hoy indicaba: "Evangelio de la familia y ley natural" y "La familia y la vocación de la persona en Cristo".
Los padres sinodales realizaron diversas intervenciones, indicó el padre Lombardi, comenzando por la necesidad del lenguaje que la Iglesia tiene que usar para explicar la voluntad de Dios, así como para incentivar el Evangelio de la familia. Entretanto, los padres sinodales reiteraron que “no es suficiente cambiar el vocabulario si luego no se consigue crear un puente de diálogo efectivo con los fieles” .
Se planteó también la necesidad, indicó el portavoz, de “realizar un camino, gradual, en el que los fieles se acercan al ideal de la familia y matrimonio cristiano como es indicado en el Magisterio de la Iglesia”.
Se invitó además a reconocer el apoyo positivo que significa la experiencia de las personas, así como a fortalecer las etapas de la vida cristiana, de manera que haya una continuidad y coherencia en el matrimonio y en la familia.
De manera que el matrimonio “no sólo sea válido, sino también fructífero, porque hay que transmitir una visión del matrimonio no sólo como punto de llegada, sino como un camino hacia una meta más alta, un camino de crecimiento personal”.
El padre Lombardi, añadió que los padres sinodales indicaron: “Hay que acompañar constantemente a los cónyuges en su itinerario de vida, a través de una pastoral familiar intensa y vigorosa”. Y si fuera el caso “sin miedo a que eventualmente disminuya el número de bodas celebradas en la Iglesia”. Otro padre sinodal habló de la importancia de “verificar que existan condiciones para el matrimonio, ser exigentes para aceptar a las parejas que se acercan al matrimonio en la Iglesia”.
Entre las ideas que expusieron los padres sinodales figura que “la Iglesia debe ofrecer su enseñanza de forma más incisiva, presentando la doctrina no como una lista de prohibiciones, sino haciéndose más cercana a los fieles, como hacía Jesús”.
“Debemos enfocar más lo positivo que la prohibición, más la propuesta que la norma. También el valor de la sexualidad dentro del matrimonio”.
Muchos dieron ejemplos de pastoral familiar con servicio de preparación a la familia, o de acompañamiento de las familias en dificultad, para que no se sientan abandonados. También se habló sobre las situaciones conflictivas y las repercusiones en la vida familiar, como en el caso de las migraciones.
En cuanto al acercamiento a la Eucaristía de los divorciados que se han vuelto a casar, se indicó que la comunión no es el sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino, y sobre este tema se seguirá profundizando.
Al igual que ayer por la tarde, se ha indicado que es necesario escuchar las experiencias de las parejas casadas, porque sus luchas y sus fracasos no pueden ser ignorados; al contrario, pueden ser el fundamento de una teología real, verdadera.
Otros puntos han sido la importancia de la catequesis para las familias, especialmente para los niños, y de la oración entre las paredes domésticas que da lugar a una verdadera y propia generación de la fe, transmitiéndola de padres a hijos.
Se ha hablado también de otros temas, como los retos de la familia delante de la revolución informática, de los problemas de los sacerdotes católicos de rito oriental que son casados y de la asistencia que a veces necesitan, o del problema de la poligamia en África.
Varias intervenciones en el Sínodo subrayaron la importancia misionera del evangelio de la familia y manifestaron gratitud por el empeño de los movimientos.
Card. Erdö: No dejar a la familia sola, sino sostenerla en su camino
La 'Relatio ante disceptationem' del cardinal Peter Erdö: anunciar la belleza de la familia que apesar de todo es escuela de humanidad
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El cardenal Peter Erdö, relator general del Sínodo de los Obispos, fue el encargado de dar la relación previa a la discusión de los trabajos que iniciaron este lunes y finalizaran el domingo 19 de octubre.
Los puntos principales de la exposición del cardenal fueron: mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que no es un "modelo fuera de curso". Y a pesar de las dificultades y factores disgregadores, tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, la pesadilla de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones, la familia es siempre una "escuela de humanidad".
Sobre las situaciones maritales difíciles, recordó que Iglesia es una "casa paterna" y que los afectados deben sentirse amados por la comunidad eclesial, lo que no anula el compromisos matrimonial. Y que después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia.
Indicó también que muchos matrimonios celebrados puede resultar no validos, y que la sentencia de nulidad debe evitar la impresión de un divorcio. Añadió que "es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial". Concluye que la propuesta del sínodo tiene que ir ''más allá del círculo de los católicos practicantes" y que es necesario volver ''atractivo'' el mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia.
***
La Relatio ante disceptationem del cardenal Erdö, destacó los puntos principales sobre los que se desarrollará la discusión en el aula, teniendo en cuenta los textos escritos de los Padres Sinodales, enviados a la Secretaría general del Sínodo antes del inicio de los trabajos.
Durante estas dos semanas, se reúnen en el Vaticano cardenales, obispos, sacerdotes y laicos para afrontar el tema elegido por Francisco para este Sínodo "Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización".
En primer lugar, la relación del cardenal Erdö invita a mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que, a pesar de las muchas dificultades, no es un "modelo fuera de curso"
El cardenal afirma que vivimos en un mundo solamente de emociones, en el que la vida "no es un proyecto, sino una serie de momentos" y "el compromiso estable parece temible" para el ser humano, al que el individualismo ha hecho muy frágil. Pero es precisamente aquí, frente a estos "signos de los tiempos" que el evangelio de la familia se presenta como un "remedio", una "verdad medicinal", que hay que proponer ''poniéndose en el lugar de aquellos a quienes más les cuesta reconocerla como tal y vivirla''.
Por eso dice no al "catastrofismo o a la abdicación" dentro de la Iglesia. ''Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido'', observa. Por ejemplo, las ideologías tales como la teoría del género o la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre hombre y mujer no gozan de consenso entre la gran mayoría de los católicos, mientras que el matrimonio y la familia siguen considerándose ampliamente vistos como un ''patrimonio'' de la humanidad, que se debe proteger, promover y defender.
Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocido o practicada, pero "esto no significa que se ponga en tela de juicio".
Esto vale en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. No se cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, precisa el cardenal, en este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas --inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe--, de naturaleza exquisitamente pastoral.
De ahí --prosigue la relación del purpurado-- la necesidad de una mayor formación, especialmente para los novios, para que sean plenamente conscientes tanto de la dignidad sacramental del matrimonio, basado en la "unicidad, fidelidad y fecundidad", tanto de su ser "una institución de la sociedad."
Aunque amenazado por "factores disgregadores", tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, "la pesadilla" de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones, la familia es siempre una "escuela de humanidad", explica el cardenal Erdö. ''La familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana'', observa.
El cardenal indica que por eso la Iglesia sostiene a la familia concretamente, incluso si dicha ayuda ''no puede prescindir de un compromiso eficaz de los Estados'' en la tutela y promoción del bien común, mediante políticas adecuadas.
Mirando, más tarde, a los que viven en situaciones maritales difíciles, el cardenal Erdö hace hincapié en que la Iglesia es una "casa paterna" para ellos y con ellos es necesaria ''una acción de pastoral familiar renovada y adecuada'' sobre todo para que se sientan amados por Dios y por la comunidad eclesial, en una perspectiva misericordiosa que no cancele sin embargo, "la verdad y la justicia". Por tanto, el relator subraya que la misericordia tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto significa que, en el caso de un matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia'.
Por otra parte, dada la diversidad de situaciones - divorcio, matrimonio civil, convivencia - el cardenal Erdö destaca la necesidad de "directrices claras" para que los pastores de las comunidades locales puedan ayudar concretamente a las parejas en problemas, evitando las improvisaciones de una “pastoral casera”. En cuanto a la situación divorciados vueltos a casar civilmente, el purpurado observa que crearía confusión ''concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos'': es necesario, en cambio mirar a un contexto más amplio, de preparación al matrimonio y de ayuda- no burocrática, sino pastoral- a los cónyuges para ayudarles a entender las razones del fracaso del primer matrimonio, y identificar elementos útiles para la invalidez. De este modo afirma que "hay que tener en cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular''.
No sólo eso, teniendo en cuenta la escasa conciencia que existe hoy del sacramento del matrimonio y la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, ''no parece imprudente'', considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no válidos. De ahí, la sugerencia del texto del cardenal, de reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial siempre y cuando se eviten ''el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio'' o "soluciones injustas y escandalosas". En este ámbito, dice el purpurado, "es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial".
En la última parte del documento del cardenal Erdö se centra en el Evangelio de la vida: la existencia va desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso añade que la apertura a la vida es "una parte esencial, una exigencia intrínseca" del amor conyugal, mientras que hoy en día, sobre todo en Occidente , las parejas que eligen deliberadamente no tener hijos, o las que hacen de todo por tenerlos se ven aplastadas por la propia capacidad de autodeterminación.
"La acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones", explica el purpurado. Por eso, "es cada vez más importante no dejar a la familia o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino. De este modo advierte que detrás de las tragedias familiares con mucha frecuencia hay una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que nadie ha sabido escuchar.
Asimismo destaca la importancia "recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta'' superar la "privatización de los afectos" que vacía de sentido a la familia y la confía a la decisión del individuo; es necesario crear en el plano institucional, las condiciones que facilitan la acogida de un niño y la asistencia a un anciano, como ''un bien social que hay tutelar y favorecer''. Por su parte, la Iglesia debe cuidar de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad, explicando su valor y evitando la "banalización y la superficialidad''.
Para concluir el cardenal Erdö, habla del desafío del Sínodo que es lograr proponer ''más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la situación compleja de la sociedad'', el ''atractivo'' del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, dando respuestas verdaderas e impregnadas de caridad'', porque ''el mundo necesita a Cristo''.
El cardenal Peter Erdö, relator general del Sínodo de los Obispos, fue el encargado de dar la relación previa a la discusión de los trabajos que iniciaron este lunes y finalizaran el domingo 19 de octubre. Durante estas dos semanas, se reúnen en el Vaticano cardenales, obispos, sacerdotes y laicos para afrontar el tema elegido por Francisco para este Sínodo "los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización".
La Relatio ante disceptationem del cardenal Erdö, destacó los puntos principales sobre los que se desarrollará la discusión en el aula, teniendo en cuenta que esta intervención tiene en cuenta los textos escritas de los Padres Sinodales, enviadas a la Secretaría general del Sínodo antes del inicio de los trabajos.
En primer lugar, la relación del cardenal Erdö invita a mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que, a pesar de las muchas dificultades, no es un "modelo fuera de curso". El cardenal afirma que vivimos en un mundo solamente de emociones, al, en el que la vida "no es un proyecto, sino una serie de momentos" y "el compromiso estable parece temible" para el ser humano, al que el individualismo ha hecho muy frágil. Pero es precisamente aquí, frente a estos "signos de los tiempos" que el evangelio de la familia se presenta como un "remedio", una "verdad medicinal", que hay que proponer ''poniéndose en el lugar de aquellos a quienes más les cuesta reconocerla como tal y vivirla''.
Por eso dice no al "catastrofismo o a la abdicación" dentro de la Iglesia. ''Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido'', observa. Por ejemplo, las ideologías tales como la teoría del género o la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre hombre y mujer no gozan de consenso entre la gran mayoría de los católicos, mientras que el matrimonio y la familia siguen considerándose ampliamente vistos como un ''patrimonio'' de la humanidad, que se debe proteger, promover y defender. Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocido o practicada, pero "esto no significa que se ponga en tela de juicio". Esto vale, en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. No se cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, precisa el cardenal, en este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas --inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe--, de naturaleza exquisitamente pastoral.
De ahí --prosigue la relación del purpurado-- la necesidad de una mayor formación, especialmente para los novios, para que sean plenamente conscientes tanto de la dignidad sacramental del matrimonio, basado en la "unicidad, fidelidad y fecundidad", tanto de su ser "una institución de la sociedad." Aunque amenazado por "factores disgregadores", tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, "la pesadilla" de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones, la familia es siempre una "escuela de humanidad", explica el cardenal Erdö. ''La familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana'', observa.
El cardenal indica que por eso la Iglesia sostiene a la familia concretamente, incluso si dicha ayuda ''no puede prescindir de un compromiso eficaz de los Estados'' en la tutela y promoción del bien común, mediante políticas adecuadas.
Mirando, más tarde, a los que viven en situaciones maritales difíciles, el cardenal Erdö hace hincapié en que la Iglesia es una "casa paterna" para ellos y con ellos es necesaria ''una acción de pastoral familiar renovada y adecuada'' sobre todo para que se sientan amados por Dios y por la comunidad eclesial, en una perspectiva misericordiosa que no cancele sin embargo, "la verdad y la justicia". Por tanto, el relator subraya que la misericordia tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto significa que, en el caso de un matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia'.
Por otra parte, dada la diversidad de situaciones - divorcio, matrimonio civil, convivencia - el cardenal Erdö destaca la necesidad de "directrices claras" para que los pastores de las comunidades locales puedan ayudar concretamente a las parejas en problemas, evitando las improvisaciones de una “pastoral casera”. En cuanto a la situación divorciados vueltos a casar civilmente, el purpurado observa que crearía confusión ''concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos'': es necesario, en cambio mirar a un contexto más amplio, de preparación al matrimonio y de ayuda- no burocrática, sino pastoral- a los cónyuges para ayudarles a entender las razones del fracaso del primer matrimonio, y identificar elementos útiles para la invalidez. De este modo afirma que "hay que tener en cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular''.
No sólo eso, teniendo en cuenta la escasa conciencia que existe hoy del sacramento del matrimonio y la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, ''no parece imprudente'', considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no válidos. De ahí, la sugerencia del texto del cardenal, de reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial siempre y cuando se eviten ''el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio'' o "soluciones injustas y escandalosas". En este ámbito, dice el purpurado, "es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial".
En la última parte del documento del cardenal Erdö se centra en el Evangelio de la vida: la existencia va desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso añade que la apertura a la vida es "una parte esencial, una exigencia intrínseca" del amor conyugal, mientras que hoy en día, sobre todo en Occidente, las parejas que eligen deliberadamente no tener hijos, o las que hacen de todo por tenerlos se ven aplastadas por la propia capacidad de autodeterminación. "La acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones", explica el purpurado. Por eso, "es cada vez más importante no dejar a la familia o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino. De este modo advierte que detrás de las tragedias familiares con mucha frecuencia hay una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que nadie ha sabido escuchar.
Asimismo destaca la importancia "recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta'' superar la "privatización de los afectos" que vacía de sentido a la familia y la confía a la decisión del individuo; es necesario crear en el plano institucional, las condiciones que facilitan la acogida de un niño y la asistencia a un anciano, como ''un bien social que hay tutelar y favorecer''. Por su parte, la Iglesia debe cuidar de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad, explicando su valor y evitando la "banalización y la superficialidad''.
Para concluir el cardenal Erdö, habla del desafío del Sínodo que es lograr proponer ''más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la situación compleja de la sociedad'', el ''atractivo'' del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, dando respuestas verdaderas e impregnadas de caridad'', porque ''el mundo necesita a Cristo''.
Los puntos principales de la exposición del cardenal fueron: mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que no es un "modelo fuera de curso". Y a pesar de las dificultades y factores disgregadores, tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, la pesadilla de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones, la familia es siempre una "escuela de humanidad".
Sobre las situaciones maritales difíciles, recordó que Iglesia es una "casa paterna" y que los afectados deben sentirse amados por la comunidad eclesial, lo que no anula el compromisos matrimonial. Y que después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia.
Indicó también que muchos matrimonios celebrados puede resultar no validos, y que la sentencia de nulidad debe evitar la impresión de un divorcio. Añadió que "es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial". Concluye que la propuesta del sínodo tiene que ir ''más allá del círculo de los católicos practicantes" y que es necesario volver ''atractivo'' el mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia.
***
La Relatio ante disceptationem del cardenal Erdö, destacó los puntos principales sobre los que se desarrollará la discusión en el aula, teniendo en cuenta los textos escritos de los Padres Sinodales, enviados a la Secretaría general del Sínodo antes del inicio de los trabajos.
Durante estas dos semanas, se reúnen en el Vaticano cardenales, obispos, sacerdotes y laicos para afrontar el tema elegido por Francisco para este Sínodo "Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización".
En primer lugar, la relación del cardenal Erdö invita a mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que, a pesar de las muchas dificultades, no es un "modelo fuera de curso"
El cardenal afirma que vivimos en un mundo solamente de emociones, en el que la vida "no es un proyecto, sino una serie de momentos" y "el compromiso estable parece temible" para el ser humano, al que el individualismo ha hecho muy frágil. Pero es precisamente aquí, frente a estos "signos de los tiempos" que el evangelio de la familia se presenta como un "remedio", una "verdad medicinal", que hay que proponer ''poniéndose en el lugar de aquellos a quienes más les cuesta reconocerla como tal y vivirla''.
Por eso dice no al "catastrofismo o a la abdicación" dentro de la Iglesia. ''Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido'', observa. Por ejemplo, las ideologías tales como la teoría del género o la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre hombre y mujer no gozan de consenso entre la gran mayoría de los católicos, mientras que el matrimonio y la familia siguen considerándose ampliamente vistos como un ''patrimonio'' de la humanidad, que se debe proteger, promover y defender.
Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocido o practicada, pero "esto no significa que se ponga en tela de juicio".
Esto vale en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. No se cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, precisa el cardenal, en este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas --inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe--, de naturaleza exquisitamente pastoral.
De ahí --prosigue la relación del purpurado-- la necesidad de una mayor formación, especialmente para los novios, para que sean plenamente conscientes tanto de la dignidad sacramental del matrimonio, basado en la "unicidad, fidelidad y fecundidad", tanto de su ser "una institución de la sociedad."
Aunque amenazado por "factores disgregadores", tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, "la pesadilla" de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones, la familia es siempre una "escuela de humanidad", explica el cardenal Erdö. ''La familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana'', observa.
El cardenal indica que por eso la Iglesia sostiene a la familia concretamente, incluso si dicha ayuda ''no puede prescindir de un compromiso eficaz de los Estados'' en la tutela y promoción del bien común, mediante políticas adecuadas.
Mirando, más tarde, a los que viven en situaciones maritales difíciles, el cardenal Erdö hace hincapié en que la Iglesia es una "casa paterna" para ellos y con ellos es necesaria ''una acción de pastoral familiar renovada y adecuada'' sobre todo para que se sientan amados por Dios y por la comunidad eclesial, en una perspectiva misericordiosa que no cancele sin embargo, "la verdad y la justicia". Por tanto, el relator subraya que la misericordia tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto significa que, en el caso de un matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia'.
Por otra parte, dada la diversidad de situaciones - divorcio, matrimonio civil, convivencia - el cardenal Erdö destaca la necesidad de "directrices claras" para que los pastores de las comunidades locales puedan ayudar concretamente a las parejas en problemas, evitando las improvisaciones de una “pastoral casera”. En cuanto a la situación divorciados vueltos a casar civilmente, el purpurado observa que crearía confusión ''concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos'': es necesario, en cambio mirar a un contexto más amplio, de preparación al matrimonio y de ayuda- no burocrática, sino pastoral- a los cónyuges para ayudarles a entender las razones del fracaso del primer matrimonio, y identificar elementos útiles para la invalidez. De este modo afirma que "hay que tener en cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular''.
No sólo eso, teniendo en cuenta la escasa conciencia que existe hoy del sacramento del matrimonio y la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, ''no parece imprudente'', considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no válidos. De ahí, la sugerencia del texto del cardenal, de reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial siempre y cuando se eviten ''el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio'' o "soluciones injustas y escandalosas". En este ámbito, dice el purpurado, "es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial".
En la última parte del documento del cardenal Erdö se centra en el Evangelio de la vida: la existencia va desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso añade que la apertura a la vida es "una parte esencial, una exigencia intrínseca" del amor conyugal, mientras que hoy en día, sobre todo en Occidente , las parejas que eligen deliberadamente no tener hijos, o las que hacen de todo por tenerlos se ven aplastadas por la propia capacidad de autodeterminación.
"La acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones", explica el purpurado. Por eso, "es cada vez más importante no dejar a la familia o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino. De este modo advierte que detrás de las tragedias familiares con mucha frecuencia hay una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que nadie ha sabido escuchar.
Asimismo destaca la importancia "recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta'' superar la "privatización de los afectos" que vacía de sentido a la familia y la confía a la decisión del individuo; es necesario crear en el plano institucional, las condiciones que facilitan la acogida de un niño y la asistencia a un anciano, como ''un bien social que hay tutelar y favorecer''. Por su parte, la Iglesia debe cuidar de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad, explicando su valor y evitando la "banalización y la superficialidad''.
Para concluir el cardenal Erdö, habla del desafío del Sínodo que es lograr proponer ''más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la situación compleja de la sociedad'', el ''atractivo'' del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, dando respuestas verdaderas e impregnadas de caridad'', porque ''el mundo necesita a Cristo''.
El cardenal Peter Erdö, relator general del Sínodo de los Obispos, fue el encargado de dar la relación previa a la discusión de los trabajos que iniciaron este lunes y finalizaran el domingo 19 de octubre. Durante estas dos semanas, se reúnen en el Vaticano cardenales, obispos, sacerdotes y laicos para afrontar el tema elegido por Francisco para este Sínodo "los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización".
La Relatio ante disceptationem del cardenal Erdö, destacó los puntos principales sobre los que se desarrollará la discusión en el aula, teniendo en cuenta que esta intervención tiene en cuenta los textos escritas de los Padres Sinodales, enviadas a la Secretaría general del Sínodo antes del inicio de los trabajos.
En primer lugar, la relación del cardenal Erdö invita a mirar a la familia con esperanza y misericordia, anunciando su valor y su belleza, ya que, a pesar de las muchas dificultades, no es un "modelo fuera de curso". El cardenal afirma que vivimos en un mundo solamente de emociones, al, en el que la vida "no es un proyecto, sino una serie de momentos" y "el compromiso estable parece temible" para el ser humano, al que el individualismo ha hecho muy frágil. Pero es precisamente aquí, frente a estos "signos de los tiempos" que el evangelio de la familia se presenta como un "remedio", una "verdad medicinal", que hay que proponer ''poniéndose en el lugar de aquellos a quienes más les cuesta reconocerla como tal y vivirla''.
Por eso dice no al "catastrofismo o a la abdicación" dentro de la Iglesia. ''Existe un patrimonio de fe claro y ampliamente compartido'', observa. Por ejemplo, las ideologías tales como la teoría del género o la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre hombre y mujer no gozan de consenso entre la gran mayoría de los católicos, mientras que el matrimonio y la familia siguen considerándose ampliamente vistos como un ''patrimonio'' de la humanidad, que se debe proteger, promover y defender. Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocido o practicada, pero "esto no significa que se ponga en tela de juicio". Esto vale, en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y su sacramentalidad entre los bautizados. No se cuestiona la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, precisa el cardenal, en este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las cuestiones prácticas --inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe--, de naturaleza exquisitamente pastoral.
De ahí --prosigue la relación del purpurado-- la necesidad de una mayor formación, especialmente para los novios, para que sean plenamente conscientes tanto de la dignidad sacramental del matrimonio, basado en la "unicidad, fidelidad y fecundidad", tanto de su ser "una institución de la sociedad." Aunque amenazado por "factores disgregadores", tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el abuso, "la pesadilla" de la precariedad, el desequilibrio causado por las migraciones, la familia es siempre una "escuela de humanidad", explica el cardenal Erdö. ''La familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana'', observa.
El cardenal indica que por eso la Iglesia sostiene a la familia concretamente, incluso si dicha ayuda ''no puede prescindir de un compromiso eficaz de los Estados'' en la tutela y promoción del bien común, mediante políticas adecuadas.
Mirando, más tarde, a los que viven en situaciones maritales difíciles, el cardenal Erdö hace hincapié en que la Iglesia es una "casa paterna" para ellos y con ellos es necesaria ''una acción de pastoral familiar renovada y adecuada'' sobre todo para que se sientan amados por Dios y por la comunidad eclesial, en una perspectiva misericordiosa que no cancele sin embargo, "la verdad y la justicia". Por tanto, el relator subraya que la misericordia tampoco anula los compromisos que nacen de las exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto significa que, en el caso de un matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la Iglesia'.
Por otra parte, dada la diversidad de situaciones - divorcio, matrimonio civil, convivencia - el cardenal Erdö destaca la necesidad de "directrices claras" para que los pastores de las comunidades locales puedan ayudar concretamente a las parejas en problemas, evitando las improvisaciones de una “pastoral casera”. En cuanto a la situación divorciados vueltos a casar civilmente, el purpurado observa que crearía confusión ''concentrarse sólo en la cuestión de la recepción de los sacramentos'': es necesario, en cambio mirar a un contexto más amplio, de preparación al matrimonio y de ayuda- no burocrática, sino pastoral- a los cónyuges para ayudarles a entender las razones del fracaso del primer matrimonio, y identificar elementos útiles para la invalidez. De este modo afirma que "hay que tener en cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas personas de modo particular''.
No sólo eso, teniendo en cuenta la escasa conciencia que existe hoy del sacramento del matrimonio y la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, ''no parece imprudente'', considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia pueden resultar no válidos. De ahí, la sugerencia del texto del cardenal, de reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial siempre y cuando se eviten ''el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio'' o "soluciones injustas y escandalosas". En este ámbito, dice el purpurado, "es necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas por un carácter penitencial".
En la última parte del documento del cardenal Erdö se centra en el Evangelio de la vida: la existencia va desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso añade que la apertura a la vida es "una parte esencial, una exigencia intrínseca" del amor conyugal, mientras que hoy en día, sobre todo en Occidente, las parejas que eligen deliberadamente no tener hijos, o las que hacen de todo por tenerlos se ven aplastadas por la propia capacidad de autodeterminación. "La acogida de la vida, el asumirse responsabilidades en orden a la generación de la vida y al cuidado que ésta requiere, sólo es posible si la familia no se concibe como un fragmento aislado, sino que se percibe insertada en una trama de relaciones", explica el purpurado. Por eso, "es cada vez más importante no dejar a la familia o a las familias solas, sino acompañar y sostener su camino. De este modo advierte que detrás de las tragedias familiares con mucha frecuencia hay una desesperada soledad, un grito de sufrimiento que nadie ha sabido escuchar.
Asimismo destaca la importancia "recuperar el sentido de una solidaridad difusa y concreta'' superar la "privatización de los afectos" que vacía de sentido a la familia y la confía a la decisión del individuo; es necesario crear en el plano institucional, las condiciones que facilitan la acogida de un niño y la asistencia a un anciano, como ''un bien social que hay tutelar y favorecer''. Por su parte, la Iglesia debe cuidar de modo particular la educación de la afectividad y de la sexualidad, explicando su valor y evitando la "banalización y la superficialidad''.
Para concluir el cardenal Erdö, habla del desafío del Sínodo que es lograr proponer ''más allá del círculo de los católicos practicantes y, considerando la situación compleja de la sociedad'', el ''atractivo'' del mensaje cristiano respecto al matrimonio y la familia, dando respuestas verdaderas e impregnadas de caridad'', porque ''el mundo necesita a Cristo''.
EL PAPA FRANCISCO
Francisco en Sta. Marta: rezar cada día, haciendo memoria
Este martes, el Santo Padre invita a orar teniendo presente todo lo que Dios ha hecho por nosotros en el camino de la vida. Nuestra historia es la historia de su amor por nosotros
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de octubre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco, en la homilía de esta mañana de Santa Marta, ha invitado a que cuando recemos no olvidemos nuestra historia. Porque ha recordado que el Señor está a nuestro lado, en el camino de la vida. Y ha invitado a los fieles a no dejarse distraer de las muchas cosas de la jornada, olvidándonos de rezar.
El Señor "ha elegido a su pueblo y lo ha acompañado durante el camino en el desierto, durante toda la vida", ha explicado. Así, se ha detenido en la primera Lectura en la que San Pablo hace memoria de su vida, sin esconder sus pecados. El Papa ha afirmado que lo que "Dios ha hecho con su pueblo lo ha hecho y lo hace con cada uno de nosotros". A propósito, se ha preguntado, "nosotros hemos sido elegidos: ¿por qué yo soy cristiano y no ese de allí, lejano, que nunca ha escuchado hablar de Jesucristo?". Porque "es una gracia", "una gracia de amor", ha respondido.
Por tanto, ha proseguido el Pontífice, "hacer memoria de esta realidad, pero en su concreción, es lo que hace Pablo" que confiesa haber perseguido ferozmente a la Iglesia y no dice: "Yo soy bueno, soy hijo de este, tengo una cierta nobleza...". No, Pablo dice: "Yo he sido un perseguidor, yo he sido malo". El Papa ha indicado que "Pablo hace memoria de su camino, y así comienza a hacer memoria desde el inicio".
Y lo ha explicado así: "Esta costumbre de hacer memoria en nuestra vida no es muy común entre nosotros. Olvidamos las cosas, vivimos en el momento y después olvidamos la historia. Y cada uno de nosotros tiene una historia: una historia de gracia, una historia de pecado, una historia de camino, muchas cosas... Y hace bien rezar con nuestra historia. Lo hace Pablo, que cuenta un fragmento de su historia pero en general dice: "¡Él me ha elegido! ¡Él me ha llamado! ¡Él me ha salvado! Él ha sido mi compañero de camino...'".
De este modo, Francisco ha explicado que "hacer memoria sobre la propia vida es dar gloria a Dios. Hacer memoria de nuestros pecados, de los que el Señor nos ha salvado, es dar gloria a Dios". Por esto "Pablo dice que él presume solo de dos cosas: de los propios pecados y de la gracia de Dios crucificado, de su gracia". Asimismo ha indiciado que Pablo "hacía memoria de sus pecados, y presumía: 'He sido pecador, pero Cristo crucificado me ha salvado' y presume de Cristo. Esta era la memoria de Pablo. Esta es la memoria a la que nosotros somos invitados a hacer por el mismo Jesús.
A propósito Francisco ha recordado otro pasaje del Evangelio. "Cuando Jesús dice a Marta: 'Tú te afanas y te agitas por muchas cosas, pero solo una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte' ¿Cuál? Escuchar al Señor y hacer memoria. No se puede rezar cada día como si nosotros no tuviéramos historia. Cada uno de nosotros tiene la suya. Y con esta historia en el corazón vamos a la oración, como María. Pero muchas veces nos distraemos, como Marta, por los trabajos del día, por hacer esas cosas que tenemos que hacer, y olvidamos esta historia".
A continuación el Papa ha proseguido subrayando que nuestra relación con Dios "no comienza el día del Bautismo: allí es sellada". Comienza "cuando Dios, desde la eternidad, nos ha mirado y nos ha elegido. En el corazón de Dios, allí comienza". Y Francisco lo ha explicado así: "Hacer memoria de nuestra elección, la que Dios ha hecho en nosotros. Hacer memoria de nuestro camino de alianza. ¿Esta alianza ha sido respetada o no?". Porque "somos pecadores y hacemos memoria, y hacer memoria de la promesa que hace Dios y no desilusiona nunca, que es nuestra esperanza. Esta es la verdadera oración".
Para concluir, el Obispo de Roma ha invitado a rezar con el Salmo 138: "Señor, Tú me sondeas y me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto. Mi pensamiento calas desde lejos; esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes". Esto es rezar --ha afirmado Francisco-- rezar es hacer memoria delante de Dios de nuestra historia. Porque nuestra historia es la historia de su amor por nosotros".
El Señor "ha elegido a su pueblo y lo ha acompañado durante el camino en el desierto, durante toda la vida", ha explicado. Así, se ha detenido en la primera Lectura en la que San Pablo hace memoria de su vida, sin esconder sus pecados. El Papa ha afirmado que lo que "Dios ha hecho con su pueblo lo ha hecho y lo hace con cada uno de nosotros". A propósito, se ha preguntado, "nosotros hemos sido elegidos: ¿por qué yo soy cristiano y no ese de allí, lejano, que nunca ha escuchado hablar de Jesucristo?". Porque "es una gracia", "una gracia de amor", ha respondido.
Por tanto, ha proseguido el Pontífice, "hacer memoria de esta realidad, pero en su concreción, es lo que hace Pablo" que confiesa haber perseguido ferozmente a la Iglesia y no dice: "Yo soy bueno, soy hijo de este, tengo una cierta nobleza...". No, Pablo dice: "Yo he sido un perseguidor, yo he sido malo". El Papa ha indicado que "Pablo hace memoria de su camino, y así comienza a hacer memoria desde el inicio".
Y lo ha explicado así: "Esta costumbre de hacer memoria en nuestra vida no es muy común entre nosotros. Olvidamos las cosas, vivimos en el momento y después olvidamos la historia. Y cada uno de nosotros tiene una historia: una historia de gracia, una historia de pecado, una historia de camino, muchas cosas... Y hace bien rezar con nuestra historia. Lo hace Pablo, que cuenta un fragmento de su historia pero en general dice: "¡Él me ha elegido! ¡Él me ha llamado! ¡Él me ha salvado! Él ha sido mi compañero de camino...'".
De este modo, Francisco ha explicado que "hacer memoria sobre la propia vida es dar gloria a Dios. Hacer memoria de nuestros pecados, de los que el Señor nos ha salvado, es dar gloria a Dios". Por esto "Pablo dice que él presume solo de dos cosas: de los propios pecados y de la gracia de Dios crucificado, de su gracia". Asimismo ha indiciado que Pablo "hacía memoria de sus pecados, y presumía: 'He sido pecador, pero Cristo crucificado me ha salvado' y presume de Cristo. Esta era la memoria de Pablo. Esta es la memoria a la que nosotros somos invitados a hacer por el mismo Jesús.
A propósito Francisco ha recordado otro pasaje del Evangelio. "Cuando Jesús dice a Marta: 'Tú te afanas y te agitas por muchas cosas, pero solo una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte' ¿Cuál? Escuchar al Señor y hacer memoria. No se puede rezar cada día como si nosotros no tuviéramos historia. Cada uno de nosotros tiene la suya. Y con esta historia en el corazón vamos a la oración, como María. Pero muchas veces nos distraemos, como Marta, por los trabajos del día, por hacer esas cosas que tenemos que hacer, y olvidamos esta historia".
A continuación el Papa ha proseguido subrayando que nuestra relación con Dios "no comienza el día del Bautismo: allí es sellada". Comienza "cuando Dios, desde la eternidad, nos ha mirado y nos ha elegido. En el corazón de Dios, allí comienza". Y Francisco lo ha explicado así: "Hacer memoria de nuestra elección, la que Dios ha hecho en nosotros. Hacer memoria de nuestro camino de alianza. ¿Esta alianza ha sido respetada o no?". Porque "somos pecadores y hacemos memoria, y hacer memoria de la promesa que hace Dios y no desilusiona nunca, que es nuestra esperanza. Esta es la verdadera oración".
Para concluir, el Obispo de Roma ha invitado a rezar con el Salmo 138: "Señor, Tú me sondeas y me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto. Mi pensamiento calas desde lejos; esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes". Esto es rezar --ha afirmado Francisco-- rezar es hacer memoria delante de Dios de nuestra historia. Porque nuestra historia es la historia de su amor por nosotros".
Francisco amplia consistorio en programa y añade Oriente Medio
En el segundo día del Sínodo de los obispos, el Santo Padre pidió que cardenales y patriarcas presentes, den continuidad el 20 de octubre, a la cumbre de los nuncios
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 07 de octubre de 2014 (Zenit.org) - En la segunda jornada del Sínodo sobre la familia, el papa Francisco pidió que al consistorio ya convocado para el 20 del presente mes -el día después que concluye el Sínodo en curso- se añada al tema de algunas causas de canonización, la situación de Oriente Medio.
Lo indicó hoy el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, durante el briefing con los periodistas. De manera que “los cardenales y patriarcas presentes hablen de la situación de Medio Oriente, teniendo en vista el encuentro de los nuncios apostólicos que se ha realizado la semana pasada”.
El tema del Consistorio será presentado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. En el encuentro también participarán seis patriarcas orientales y el patriarca latino de Jerusalén, S.B. Fouad Twal.
En la cumbre con los nuncios, que se realizó del 2 al 4 de este mes, se condenaron las atrocidades cometidas por el califato islámico y se reiteró que es lícito detener al agresor respetando el derecho humanitario y en coalición multilateral. Los nuncios, jefes de dicasterios e integrantes de la Secretaría de Estado, añadieron en su declaración final, que es necesario no pensar a resolver el problema solamente con las armas, porque hay resolver las dificultades que son manipuladas por la ideología fundamentalista.
Ver también: Cumbre en el Vaticano condena atrocidades del califato islámico ...
Lo indicó hoy el director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, durante el briefing con los periodistas. De manera que “los cardenales y patriarcas presentes hablen de la situación de Medio Oriente, teniendo en vista el encuentro de los nuncios apostólicos que se ha realizado la semana pasada”.
El tema del Consistorio será presentado por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. En el encuentro también participarán seis patriarcas orientales y el patriarca latino de Jerusalén, S.B. Fouad Twal.
En la cumbre con los nuncios, que se realizó del 2 al 4 de este mes, se condenaron las atrocidades cometidas por el califato islámico y se reiteró que es lícito detener al agresor respetando el derecho humanitario y en coalición multilateral. Los nuncios, jefes de dicasterios e integrantes de la Secretaría de Estado, añadieron en su declaración final, que es necesario no pensar a resolver el problema solamente con las armas, porque hay resolver las dificultades que son manipuladas por la ideología fundamentalista.
Ver también: Cumbre en el Vaticano condena atrocidades del califato islámico ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario