Leonardo Favio, el peronista que revolucionó el cine
El también cantante argentino falleció debido a una hepatitis C
El sencillo vendió en su primera semana 137.000 copias EFE
DPA/EL UNIVERSAL
martes 6 de noviembre de 2012 12:00 AM
Buenos Aires.- Una sala entera de pie aplaudiendo durante largos minutos. Él apoyado en su bastón, tembloroso, emocionado, con el eterno gorro de lana cubriéndole la cabeza.
La imagen se repitió mucho en los últimos años. En festivales como San Sebastián, Mar del Plata, o el año pasado en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se presentó el libro sobre su obra La memoria de los ojos. Muchos lo consideraban el mejor cineasta argentino de todos los tiempos.
Al mismo tiempo, había algo de despedida en esos aplausos. Y es que Leonardo Favio llevaba mucho tiempo arrastrando la enfermedad que acabó ayer con su vida. Se encontraba internado en la clínica Anchorena por complicaciones que sufría a causa de una polineuritis melaminosa que le generó una hepatitis C.
Peronista de toda la vida, fue declarado en 2010 embajador de la cultura argentina y recibió en la Cámara de Diputados el diploma de honor presidente Néstor Kirchner "por su trayectoria artística y sus convicciones intransferibles".
Nació como Fuad Jorge Jury el 28 de mayo de 1938 en Mendoza y desarrolló su carrera artística a través de dos facetas bien diferenciadas. En la de cantante, triunfó con baladas románticas como Fuiste mía un verano, en los años 60 y 70 en Latinoamérica. Pero pasará a la historia como cineasta. Al menos en el continente.
Y es que en esa tarea Favio se convirtió en un director de culto, dentro un movimiento que en los 60, inspirado en Robert Bresson, entre otros, renovó el cine argentino. Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca yEl dependiente son consideradas tres de las mejores películas de la historia del cine argentino. Debutó con El señor Fernández, en 1958, un mediometraje que quedó inconcluso. Luego hizo el corto El amigo (1960).
En pleno apogeo de su carrera como cantante, dejó todo para rodar Juan Moreira, que se estrenó en 1973. Luego vino Nazareno Cruz y el lobo (1975), una de las películas más vistas del cine argentino.
En 1976 tras amenazas y prohibiciones, partiría al exilio. Se estableció en México, desde donde realizaba giras como cantante. Regresó en 1987. En 1993 volvió con Gatica, el Mono, sobre el ascenso y la caída del boxeador José María Gatica, que realizó sumido en una profunda depresión.
La obra de Favio está marcada por su profunda militancia peronista, que cristaliza sobre todo en Perón, sinfonía del sentimiento, de 1999, un documental de seis horas de duración que nunca se estrenó comercialmente. Su última película fue Aniceto, en 2008 que fue elegido para representar a Argentina en los Óscar.
La imagen se repitió mucho en los últimos años. En festivales como San Sebastián, Mar del Plata, o el año pasado en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se presentó el libro sobre su obra La memoria de los ojos. Muchos lo consideraban el mejor cineasta argentino de todos los tiempos.
Al mismo tiempo, había algo de despedida en esos aplausos. Y es que Leonardo Favio llevaba mucho tiempo arrastrando la enfermedad que acabó ayer con su vida. Se encontraba internado en la clínica Anchorena por complicaciones que sufría a causa de una polineuritis melaminosa que le generó una hepatitis C.
Peronista de toda la vida, fue declarado en 2010 embajador de la cultura argentina y recibió en la Cámara de Diputados el diploma de honor presidente Néstor Kirchner "por su trayectoria artística y sus convicciones intransferibles".
Nació como Fuad Jorge Jury el 28 de mayo de 1938 en Mendoza y desarrolló su carrera artística a través de dos facetas bien diferenciadas. En la de cantante, triunfó con baladas románticas como Fuiste mía un verano, en los años 60 y 70 en Latinoamérica. Pero pasará a la historia como cineasta. Al menos en el continente.
Y es que en esa tarea Favio se convirtió en un director de culto, dentro un movimiento que en los 60, inspirado en Robert Bresson, entre otros, renovó el cine argentino. Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca yEl dependiente son consideradas tres de las mejores películas de la historia del cine argentino. Debutó con El señor Fernández, en 1958, un mediometraje que quedó inconcluso. Luego hizo el corto El amigo (1960).
En pleno apogeo de su carrera como cantante, dejó todo para rodar Juan Moreira, que se estrenó en 1973. Luego vino Nazareno Cruz y el lobo (1975), una de las películas más vistas del cine argentino.
En 1976 tras amenazas y prohibiciones, partiría al exilio. Se estableció en México, desde donde realizaba giras como cantante. Regresó en 1987. En 1993 volvió con Gatica, el Mono, sobre el ascenso y la caída del boxeador José María Gatica, que realizó sumido en una profunda depresión.
La obra de Favio está marcada por su profunda militancia peronista, que cristaliza sobre todo en Perón, sinfonía del sentimiento, de 1999, un documental de seis horas de duración que nunca se estrenó comercialmente. Su última película fue Aniceto, en 2008 que fue elegido para representar a Argentina en los Óscar.
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