En el momento de su confirmación Miranda como acostumbraba hacerlo con todos los que recibían ese honor, le tomó a Bolívar el juramento siguiente: "Yo no reconoceré por gobernantes legítimos de mi Patria sino a los elegidos por la libre y espontánea voluntad del pueblo; y siendo el sistema republicano el más aceptable al Gobierno de las América, emplearé todos los medios que estén a mi alcance para hacerlo admitir a sus habitantes". Este juramento que hizo Bolívar en el momento de recibir su confirmación de Maestro, es el quinto voto que exigía Miranda a los masones que llegaban a esa cumbre del simbolismo.
Esta versión publicada por el historiador Américo Carnicelli, fue confirmada por el masón y prestigioso historiador argentino Bartolomé Mitre, en su libro sobre la organización de los 'Caballeros Racionales".
Miranda, con la gran personalidad que tenía, a la Logia "la Gran Reunión Americana", que funcionaba en Londres, le había impuesto algunas modalidades ajenas al ritual masónico. Por ese motivo, algunos escritores venezolanos, han tratado de cuestionar la autenticidad masónica de la confirmación de Maestro, que recibió Bolívar.
Otros escritores, han llegado al exabrupto de dudar de que Miranda fuera masón, lo cual además de ser un chocante irrespeto a la memoria de uno de los hombres más grandes que dio América, es una falacia para arrojar sombras sobre el pasado de la masonería venezolana, que tiene en Miranda no solo a su máximo mentor, sino al Padre de la Masonería Latinoamericana.
Bolívar, permaneció en Londres hasta el 25 de septiembre de 1810, fecha en que emprendió regreso a Venezuela en la corbeta "Saphire". Miranda lo haría después el 10 de octubre en el barco "Avon".
EL GRADO 33
En los últimos años han aparecido evidencias sobre la alta jerarquía masónica del Libertador Bolívar, la cual no se limitó al Grado de Maestro, sino que llegó a la cúspide del escocismo, que es el Grado 33°.
El Libertador Bolívar, en 1923, habla logrado indiscutible prestigio continental. Su nombre ocupaba con frecuencia la primera plana de los diarios más acreditados de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia.
Una persona con esa bien ganada fama, siempre es merecedora de los más altos homenajes, principalmente de instituciones como la masonería que rinde culto permanente a los valores morales e intelectuales del hombre. Por eso no tiene nada de raro que el escocismo le haya otorgado los más elevados Grados Filosóficos, como hoy lo hacen las Universidades con los títulos de "Doctores Honoris Causa", con los personajes ilustres.
En el Museo Masónico de Nueva York, junto con muchas de las reliquias masónicas de los héroes de la Independencia de las América, se exhiben el mandil y el collarín del Libertador Bolívar, con los ornamentos propios del Grado 32°, Al respecto señaló un erudito masón norteamericano en una revista de la Gran Logia de Nueva York, que en los agitados años de la guerra de la Independencia, los grandes jefes, acumularon tal suma de poderes, que era perfectamente natural que les confirieran de un solo viaje los más altos grados del escocismo.
El Libertador Bolívar, no sólo era insigne héroe militar, sino extraordinario político, gran estadista, literato y pensador. Tenía méritos sobrados y brillantes para llevar en el pecho el collarín del Grado 32°. Por eso se explica que en el Museo Masónico de Nueva York, estén las referidas reliquias masónicas del Libertador.
Pero el historiador masónico venezolano, Celestino B. Romero, llegó más lejos. Después de una exhaustiva investigación, consiguió reunir suficientes pruebas, para informar en un libro que al Libertador Bolívar le fue otorga- do el Grado 33°, o sea el último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Celestino B. Romero, fue Gran Maestro de la Gran Logia de la República de Venezuela y Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33° para la República de Venezuela. Estudioso y dedicado a la investigación de la historia masónica, tenía acceso a los archivos de la Orden donde se guardan viejos y desconocidos papeles, algunos con antigüedad de más de 170 años.
En una de sus visitas al vetusto archivo, hizo un sensacional hallazgo. Encontró un amarillento documento que revela que en el año 1823, llegó a Caracas el l:. y P:. H:. José Cerneau, alto dignatario del Supremo Consejo de los Estados Unidos, con la misión expresa de conferir los máximos honores a los masones que se distinguieron en la lucha por la libertad de la Gran Colombia.
El I:. y P:. H:. José Cerneau, investido de amplios poderes, en nombre del Soberano Gran Consistorio de Jefes de la Alta Masonería de los Estados Unidos, según consta en el Boletín del Archivo Nacional en su número 2, publicación que dirigía el prestigioso historiador Vicente Dávila, en el mes de abril de 1824, instaló en diversos cuerpos a los siguientes Masones Grados 33°; Diego Bautista Urbaneja, Carlos Soublette, Andrés Narvarte, Lino de Clemente, Manuel M. Quintero, José de España, Vicente del Castillo, J. Porfirio Iribarren, José Marra Pelgrón, José Manuel Landa, Francisco Vicente Parejo, José Gabriel Lugo, José Manuel Morales, Santiago Mariño, Tomás José Sanabria, Marcelino de la Plaza, Felipe Estévez, José Remigio Martín, Ramón Landa, José Marra Lovera, Gerónimo Pompa, José Manuel Rivero, Manuel Cala, Juan José Cande, Francisco Carabaño, Judas Tadeo Piñango, Juan Bautista Monserrate, José Marra Ponce, Joaquín Tellechea, Manuel Vicente Huizi, Juan Maimó, José Santiago Rodríguez, Simón Bolívar, Rafael Lugo, Francisco Conde, José Manuel Olivares, José Cordero, Carlos Cornejo, José Marra de Rojas, Antonio Febres Cordero, José Marra del Castillo, Andrés Caballero, Juan M. Barry, George Woudwery, Leonardo Jiménez, José Tadeo Monagas, Diego Vallenilla, Manuel Maneiro, José Francisco Bermúdez,
José Antonio Páez, Juan Bautista Arismendi, Manuel López de Umérez, Francisco Aranda, José Austria, Leonardo de Lorenzy, Matras Padrón, Rafael Guevara, Manuel Echeandía, Juan Escalona, Valentín Osío, José Manuel Gonell, Santos Michelena, José de Lima, Pedro Gual, Carlos Padrón, José Grau, Miguel Vargas, Esteban Escobar, Manuel Muñoz, Rafael Urdaneta, Ramón Machado, Agustín Armario, Tomás Yánez, Andrés Torrellas, Pablo de Michelli, Fernando Peñalver, Pedro Briceño Méndez, Rafael Hermoso, Juan Bautista Dalla Costa, José Freyres y José Blanco (Presbítero).
De acuerdo con esta lista publicada en abril de 1824 en el Boletín del Archivo Nacional y corroborada por las investigaciones que llevó a cabo el I:. y P:. H:. Celestino B. Romero, el Libertador Bolívar, si obtuvo el Grado 33°.
EL HEROE
Cuando llegó el 5 de julio de 1811, día en que el Congreso de la Provincia de Venezuela firma el Acta de la Independencia, Bolívar y Miranda a través de la Sociedad Patriótica, constituida por masones, presionaron para que los indecisos se pronunciaran por la emancipación. En momentos cuando la duda parecía apoderarse del Congreso, Bolívar, enardecido gritó: "Trescientos años de esclavitud no bastan?".
El 11 de julio, se produjo en Los Teques, la primera rebelión de los realistas, a los gritos de: "Viva el Rey y la Santísima Virgen del Rosario!". Días más tarde estalló en Valencia otro golpe contrarrevolucionario. El Marqués del Toro fue comisionado para someter la sublevación, pero le fue tan mal, que el General Francisco de Miranda tuvo que acudir en su ayuda.
A fines de 1811, el isleño Domingo Monteverde, oscuro oficial de Marina, pero feroz y lleno de odio contra la joven República, organiza un ejército y entra a Carora. El 26 de marzo de 1812, ya cuando la contrarrevolución de los españoles había tomado cuerpo, sacude gran parte del país un violento terremoto, que es utilizado por el clero reaccionario para decir a la asustada gente que era un castigo de Dios por haberse rebelado contra la autoridad del rey español.
Fue entonces cuando Bolívar demostró su pasta de Líder, replica: "el cielo nada tiene que ver con nuestro movimiento para libertarnos del poder español... Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca!".
Los acontecimientos se precipitaron y la lucha por la independencia se generalizó en todo el país. El realista Monteverde avanza incontenible. El ejército patriota, indisciplinado, sin instrucción y carente de armamento, bajo el mando de Miranda, poco puede hacer para detener la ofensiva española.
Bolívar es el jefe de la importante plaza de Puerto Cabello, pero la traición echa por tierra a sus planes. Monteverde sigue avanzando y para no ser copado por los realistas, Bolívar, escapa a La Guaira por el mar.
Miranda, entre tanto, con sus 62 años de edad a cuestas, para evitar que Monteverde ahogue en sangre a Caracas, después de la traición del mantuano Casa León y tras de recibir la aprobación de la Junta Nacional, negocia con los realistas la capitulación.
Pero los chismes y las intrigas de los mantuanos, presentan a Miranda como "entreguista" en la última semana de julio de 1812. Un traidor, Manuel María de las Casas, el comandante de La Guaira que colaboraba con Monteverde y el licenciado Miguel Peña, finalmente persuadieron a Bolívar ya un grupo de oficiales, sobre la "culpabilidad" del viejo general caraqueño.
Bolívar, Chatillón y Montilla fueron los encargados de hacer preso al generalísimo, quien después fue entregado a los españoles. Bolívar logra embarcar para Curazao, de donde partió a Cartagena. Rápidamente consigue recursos y gente, para luchar en la zona del Magdalena, hasta llegar a Tunja. En mayo de 1813, convence al Gobierno de la Nueva Granada para que lo ayude a combatir a los españoles de Venezuela.
Entra triunfalmente en Mérida y el 15 de junio, en Trujillo, proclama la guerra a muerte, como respuesta a los horrores cometidos por los realistas.
Peleando con indescriptible ardor se abre paso a Caracas, destruyendo tropas españolas bien pertrechadas. Esa titánica operación bélica que duró noventa días, es la que se conoce en la historia con el nombre de "Campaña Admirable". En Caracas, es aclamado Libertador, y continúa luchando con éxitos y fracasos, como la famosa batalla de Araure.
En 1814, el sanguinario Boves, al mando de llaneros, negros y mulatos, enloquecidos por la sed de sangre, había convertido en un infierno a gran parte del territorio venezolano. A Bolívar le tocó combatirlo en las dos batallas de San Mateo y en la primera batalla de Carabobo. En junio de 1814, Boves triunfa en La Puerta y avanza hacia Caracas. Perseguido por las hordas realistas, Bolívar se retira al Oriente. En Aragua sufrió un revés ante las fuerzas de Morales. Llega a Barcelona y con sus tropas diezmadas sigue a Cumaná y Carúpano, embarcándose finalmente rumbo a Cartagena, el 25 de septiembre de 1814, acompañado de Santiago Mariño.
En Tunja, el Congreso le tributó cordial recibimiento, otorgándole amplios poderes para la campaña de Santa Fe de Bogotá, que estaba en poder de los realistas. Expulsa a los españoles de esa ciudad y avanza sobre Santa Marta, para desalojar a los realistas. Entre tanto una nueva expedición militar llegó de España a Venezuela, aumentando los sufrimientos de los patriotas.
Bolívar, de Colombia se trasladó a Jamaica, donde escribió la célebre "Carta de Jamaica", en la cual hace un certero análisis de las causas de la derrota y de lo que debe hacerse definitivamente para lograr la libertad.
En Jamaica, Bolívar, desarrolló una laudable actividad intelectual y de organización para la nueva campaña militar en Venezuela. Uno de sus grandes colaboradores fue Luís Brión, más tarde Almirante de Colombia. El gobierno británico lo obligó a salir de Jamaica. Marchó entonces a Haití, donde encontró la fraternal acogida del Presidente Alejandro Petión, quien lo ayudó a regresar a Venezuela. En 1815, Bolívar llegó a Margarita y de allí al mando de una expedición, donde Santiago Mariño, era el segundo jefe, partió a Carúpano, siguiendo después a Ocumare de la Costa.
Proclamó la cesación de la guerra a muerte, el perdón de los españoles que se rindan y la libertad de los esclavos negros, cumpliendo así una promesa hecha a Petión.
Volvió a Haití por segunda vez y regresó a Venezuela en enero de 1817, llamado por Brión y Arismendi. Reorganizó el ejército patriota en Oriente y se instaló en Guayana, donde hizo una estrecha amistad con el entonces coronel Antonio José de Sucre.
Angostura, hoy Ciudad Bolívar; era la capital del Gobierno Revolucionario. Desde allí escribe a los revolucionarios de Argentina, Perú, Nueva Granada y entra en contacto con José Antonio Páez, que había tomado el control de los llaneros. Por esos días uno de los jefes patriotas, el general Piar trata de levantarse contra la autoridad de Bolívar, quien para mantener ladisciplina del ejército se vio en la necesidad de ordenar su fusilamiento.
Desde Guayana, Bolívar entró a Calabozo, derrotando al general español Morillo. Ocupó los valles de Aragua, pero volvió a ser derrotado en La Puerta. Sin embargo, infatigable, volvió a Angostura, reorganizó el ejército, nombró su Gabinete y hasta se dio tiempo para fundar el periódico "El Correo del Orinoco". Seguidamente convocó el Congreso de Angostura y dirigió su proclama a los neogranadinos.
La Legión Británica aumentó las fuerzas de Bolívar. Entonces cruzó Los Andes para libertar a Colombia. Con tropas cansadas, mal vestidas y peor alimentadas, derrotó a los españoles en la Batalla de Boyacá, considerada por todos los historiadores como proeza militar y modelo de estrategia. Eso sucedió el 7 de agosto de 1819.
El Congreso de Colombia, agradecido confirmó a Bolívar como Jefe Supremo del Ejército y lo eligió Presidente de la República. El 17 de diciembre de 1819, su proposición para la unión de la Nueva Granada y Venezuela, fue aceptada por el Congreso.
En enero de 1820, Bolívar proclamó en Bogotá la creación de la Gran Colombia. En diciembre de ese mismo año, Bolívar se encontró con éste en la villa de Santa Ana, del Edo. Trujillo para firmar un armisticio, luego Morillo se retiró a España, dejando al general La Torre, como jefe del Ejército Español.
Cuando Maracaibo se adhirió a la revolución de la independencia, el general La Torre, creyó que se había roto el armisticio firmado por Morillo, decidió entonces hacer de nuevo la guerra al ejército de Bolívar.
El choque inevitable se produjo en la llanura de Carabobo, el 24 de junio de 1821, a las once de la mañana. Otra vez demostró Bolívar su gran capacidad de guerrero y genio organizador. Con la ayuda de los Llaneros de José Antonio Páez y de la Legión Británica, derrotó al ejército español. Con esa batalla quedó sellada la independencia de Venezuela.
Después de la liberación del Ecuador, surgió el problema de Guayaquil. El general argentino, José de San Martín, que había libertado Argentina y Chile y dominado parcialmente el Perú, con el titulo de Protector, deseaba que la provincia de Quito sea anexada al Perú. Bolívar que tenía el sueño de la Gran Colombia, rechazó esa idea. Luego de infructuosas negociaciones diplomáticas, Bolívar y San Martín decidieron entrevistarse en Guayaquil. Ambos luchaban por la independencia americana, pero tenían concepciones diferentes sobre la organización de los pueblos liberados.
En Guayaquil, Bolívar demostró su gran talla de político y diplomático. Fraternalmente, pero con argumentos contundentes, convenció a San Martín sobre la conveniencia de que las provincias de Quito y Guayaquil formen parte de la Gran Colombia.
Después de la entrevista de Guayaquil, Bolívar predicó la necesidad de una gran Asamblea de los Estados Americanos, de Tratados sobre dos grandes principios: el de utipossidetis y el de arbitraje. Contento con la liberación de Panamá, habló del istmo como de "la gran vía del universo".
San Martín, había desembarcado en el Perú el 8 de septiembre de 1820 y proclamado su independencia el 28 de julio de ese mismo año, recibiendo en agradecimiento el titulo de "Protector", pero las tropas realistas seguían intactas en la Sierra. San Martín dejó el Perú en septiembre de 1822. En 1823, las tropas realistas tomaron de nuevo Lima.
La batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824, que dirigió triunfalmente Bolívar, con su célebre carga de caballería, produjo junto con la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), la independencia definitiva del Perú.
Después de rehusar al Supremo poder que le ofrecieron en el Perú, Bolívar se trasladó al Alto Perú (hoy Bolivia), cuya liberación proclamó el 16 de mayo de 1825, constituyéndolo luego en República independiente el 6 de agosto del mismo año, con el nombre de Bolivia que el Congreso le puso en honor del Libertador, a quien confirió además el título de Padre de la Patria.
Bolívar, como Libertador y Fundador de Bolivia, procedió a su organización política, redactó su Constitución, estableció escuela, dictó numerosas leyes y trató de darle la fisonomía de Nación moderna.
Pero sus obligaciones en el Perú, le obligaron a entregar el mando presidencial a su amigo y colaborador, el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, quien de ese modo fue el Primer Presidente de Bolivia, ya que el Libertador actuó como su Fundador.
De regreso a Lima, Bolívar fue nombrado Presidente Vitalicio, en 1826. Sin embargo, días más tarde partió para combatir la insurrección de Venezuela. Las intrigas y las desavenencias entre Páez y Santander, produjeron graves perturbaciones. Páez quería iniciar la revuelta pero fue contenido por Bolívar, quien entró triunfalmente en Caracas, en 1827. Regresó a Bogotá en 1828 y convocó la Convención de Ocaña para abril del año siguiente. Pero la división siguió avanzando en las sombras.
El 25 de septiembre de 1828, en Bogotá, un grupo de conspiradores atentaron contra la vida del Libertador, el cual se salvó de la muerte gracias al coraje de Manuelita Sáenz.
En 1829, las intrigas empujaron al Perú contra Colombia, pero el Mariscal Sucre controló la situación en la batalla de Tarqui. La salud del Libertador desmejoraba por la vida agitada que llevaba constantemente. El 27 de abril de 1830 renunció al mando y se retiró al campo. Viajó a Cartagena con intención de embarcarse para Europa.
En esa ciudad de la costa colombiana, recibió la infausta noticia del asesinato del Mariscal Sucre, en la montaña de Berruecos, el 4 de junio de 1830.
El 10 de diciembre se agravó su salud. Habló de nuevo a los pueblos, pidiéndoles la unión. Pero el mal que le aquejaba acabó con su vida el 17 de diciembre de 1830, en la Quinta San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, Colombia, donde era atendido por el médico francés Próspero Reverend y por sus amigos devotos. Por una ironía del destino, la casa donde falleció el Libertador era del español Joaquín de Mier.
Los restos del Padre Libertador Simón Bolívar, recién fueron repatriados en 1842, y trasladados al Panteón Nacional el 28 de octubre de 1877, durante el gobierno del masón Antonio Guzmán Blanco.
PROCERES MASONES VENEZOLANOS
El Precursor Francisco de Miranda , Libertador Simón Bolívar , Simón Rodríguez, José María España, Manuel Gual, José Cortés Madariaga, José Félix Blanco, Andrés Bello, Juan Germán Roscio, José Antonio Páez, Carlos Soublette, Rafael Urdaneta, Santiago Mariño, José Francisco Bermúdez, Juan Bautista Arismendi ,Diego Bautista Urbaneja, Antonio Ricaurte, José Félix Ribas, Antonio José de Sucre, Daniel Florencio O'Leary, Gregorio Mac Gregor, José María Vargas, Santos Michelena, Antonio Leocadio Guzmán, José Laurencio Silva, Francisco Aranda, José Austria, José Tadeo Monagas, Pedro Gual, José Gregorio Monagas, Juan Manuel de Cajigal, Juan Vicente González, Juan Crisóstomo Falcón, Juan Bautista Dalla Costa, Laureano Villanueva, Lisandro Alvarado, Antonio Guzmán Blanco, Juan Antonio Pérez Bonalde, Rufino Blanco Fombona, Andrés Eloy Blanco.
JURAMENTO EN EL MONTE SACRO
El 15 de agosto de 1805, en compañía de Simón Rodríguez y Fernando Toro, Bolívar asciende a la histórica colina romana del Monte Sacro y allí, en el solemne templo de la naturaleza, el futuro Libertador, de apenas 22 años de edad, jura por la libertad de Venezuela.
El día 15 de agosto de 1805, hacia el atardecer, se produce un hecho sencillo, que ha entrado en la Historia con calidad de sublime. Simón Bolívar emprendió uno de sus largos y nostálgicos paseos en compañía de Simón Rodríguez. El lento paseo lo condujo hasta la cumbre del Aventino, el Monte Sacro de Roma. Una de las siete colinas de Roma. Caía la tarde y ya habían descansado un poco, allí en lo alto, podía admirarse en la serenidad de la tarde la ciudad a los pies del monte. Rodríguez y Bolívar se sentaron a descansar. Sus miradas recorrían el amplio paisaje que se ofrecía ante sus ojos. Admirando aquel panorama, a Bolívar le vino el recuerdo del campo y el paisaje venezolanos, y pensando en los plebeyos conducidos por Licinio hasta aquel monte, recordó a su país ansioso también de libertad y en voz alta y firme, para que le oyeran sus acompañantes, dijo:
"¿Conque este es el pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Tiberio y de Trajano?. Aquí todas las grandezas han tenido su tipo y todas las miserias su cuna...
Seguí hablando, pensando en todo lo que le inspiraba ese pueblo, que había dado para todo, menos para la causa de la humanidad. De pronto, la exaltación acumulada durante los días anteriores en el corazón de Simón Bolívar y la angustia que le produjo el recuerdo de su país natal explotaron violentamente. Con los ojos encendidos como dos llamas, se puso en pie, se aferró con frenesí a las manos de Rodríguez, cayó de rodillas y dió rienda suelta a sus pensamientos con una emoción incontenible.
"Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".
El hermoso cielo romano, teñido con las luces rojas del atardecer, recogió y guardó amorosamente aquel gran juramento histórico que un joven criollo acababa de hacer en la cumbre del Monte Sacro y que iba a ser la divisa de toda su vida.
Tenía entonces 22 años. Y no sólo fue por el fragor de la juventud, lo que hizo hacer este juramento, sino porque así lo sentía. Estaba inspirado en medio de las alturas de la Roma milenaria.
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