Diego de Losada funda Caracas (¿29 julio de 1567?)
“El vocablo Caracas corresponde a una planta rastrera, parecida al bledo, de la que se alimentaban los toromaymas porque crecía silvestre en el valle que habitaban, y a los españoles se les fijó el vocablo en la memoria de tanto oírlo por parte de ellos. De allí comenzaron a llamarlos así: los caracas”
Antes de llegar a la fundación definitiva de Losada, veamos los intentos iniciales. Comienzan con las incursiones de Francisco Fajardo (el mestizo hijo de Diego Fajardo y la indígena guaiquerí Isabel) en Chuspa, en 1555, al mando de una mínima tropa de 20 guaiqueríes y tres españoles, que son recibidos con alegría y amistad por los aborígenes y luego regresan a Margarita. Continúa con otra incursión de Fajardo en Catia (hoy Caraballeda y Tanaguarena), en 1558, valido de su parentesco con Naiguatá (hermano de su madre, quien también venía en la expedición), después de haberse preparado en Margarita y reclutado a cerca de 200 indígenas. Al ver su tío y el cacique Guaimacuare que se trataba de un contingente grande, le indican que puede establecerse en Catia, lejos de sus zonas de dominio. Demás está decir que esta segunda incursión de Fajardo fue recibida con menos beneplácito por parte de los dueños y señores de la región. Después de fijado sitio en Catia, Fajardo y los suyos siguen con su adentramiento en el valle de los toromaymas, en 1560. Entonces, funda la Villa de San Francisco, primer asentamiento que hubo a orillas del río Guaire.
Aclaremos que la denominación Caracas no corresponde con las distintas maneras como se hacían llamar los aborígenes pobladores de la zona. Siguiendo lo auscultado por el hermano Nectario María en el Archivo de Indias de Sevilla, tenemos que los toromaymas eran los habitantes del valle del Guaire, los mariches de Petare y parte del río Tuy, y también dominaban la costa y las montañas vecinas los tarmas, paracotos, chagaragotos, chavaros, tomusas, quiriquires, mayas, meregotos, y algunos otros que se le han podido escapar de la lista al religioso investigador. El vocablo Caracas corresponde a una planta rastrera, parecida al bledo, de la que se alimentaban los toromaymas porque crecía silvestre en el valle que habitaban, y a los españoles se les fijó el vocablo en la memoria de tanto oírlo por parte de ellos. De allí comenzaron a llamarlos así: los caracas.
Entretanto, el gobernador Collado está enterado de las incursiones de Fajardo y las respalda, lo mismo hace la Real Audiencia de Santo Domingo, a donde Fajardo viaja para recibir licencia y apoyo, de modo que no está actuando por su cuenta y riesgo. Luego, Collado envía a la región de los caracas a Pedro de Mendoza, obviando a Fajardo y en busca de minas, pero fracasa, y luego encarga a Juan Rodríguez Suárez de la tarea, quien sí llega hasta la Villa de San Francisco a reforzar a Fajardo, que batallaba solo en contra de los toromaymas, pero estando allí sale Rodríguez Suárez a enfrentar a Lope de Aguirre, y muere a manos de Paramaconi, en 1561. Entonces, Fajardo abandona el valle y se establece en Collado, en la costa, y luego regresa a Margarita ante la evidencia de la portentosa resistencia que los indígenas estaban ofreciendo ante su invasión, y va a morir en 1564, en Cumaná, después de haber sido hecho preso por un enemigo suyo: el justicia mayor de la ciudad, Alonso Cobos, quien lo juzgó sumariamente y lo ejecutó vergonzosamente. Luego, este Cobos fue llevado a Margarita y juzgado y ejecutado similarmente, en venganza por lo hecho a Fajardo. Una tragedia hija de los celos y la enemistad.
Por cierto, Fajardo es hijo de un español y una indígena. Esta combinación de pareja fue la más frecuente durante las primeras décadas del siglo XVI, ya que los conquistadores que venían a América eran jóvenes y viajaban sin esposas (en caso de tenerlas), lo que les conducía a los brazos de las indígenas de inmediato. Era imposible pensar que no fuese así. De modo que el mestizaje comenzó en América tan pronto como la necesidad amatoria de los peninsulares se manifestó. Más aún, no son pocas las relaciones de españoles recién llegados a América que manifiestan su sorpresa por el cambio de costumbres que ya ostentan los que llevan décadas aclimatados al Nuevo Mundo, formando pareja con indígenas con quienes han procreado. No sólo ha nacido el mestizaje, sino el prototipo de un personaje que se delineará en el tiempo: el criollo. Uno que no es de allá, de la península, pero tampoco es un aborigen.
El mismo año de la triste muerte de Fajardo el gobernador Bernáldez y Gutiérre de la Peña intentan penetrar en la región de los caracas y fracasan, hasta que el primero nombra al capitán Diego de Losada para la tarea en 1566 y, como vimos, el nuevo gobernador Ponce de León lo ratifica. La fama de Losada lo señalaba para el encargo. Antes de su designación sumamos: las tres incursiones de Fajardo, la fallida de Mendoza, la abortada de Rodríguez Suárez, las inútiles de Bernáldez y de la Peña, de modo que el valle de los toromaymas se había convertido en un dolor de cabeza y en un reto para los españoles.
Señala el hermano Nectario María en su Historia de la conquista y fundación de Caracas que Losada partió de Barquisimeto hacia Valencia a principios de 1567. La cifra de españoles que venían en la expedición alcanza a 136, según documentación del autor, pero no precisa el número de indígenas que venían también en ella en condición de auxiliares. En cuanto al día de la fundación de la ciudad la polémica histórica es ingente, ya que no se cuenta con el acta fundacional que lo certifique. En cuanto al año no parece haber dudas, dada la documentación de Nectario María. Incluso el día probable, 25 de julio de 1567, luce razonable, como bien lo explica el hermano, pero no hay manera de despejar el entuerto. El 25 de julio es el día del apóstol Santiago y habría sido muy raro que Losada no denominara a la urbe naciente con lo que prescribía el santoral de su tiempo, según la costumbre fundacional al uso, aunque la otra hipótesis que se esgrime es que los Losada eran integrantes de la Orden de Caballeros de Santiago de León y, por ello, el nombre de la ciudad. En cualquier caso, ante la imposibilidad de dar con el día preciso, se comprende la asunción del 25 de julio, sobre todo al estar comprobado documentalmente que la ciudad tuvo que ser fundada entre abril y diciembre de 1567.
Una vez fundada la proto-urbe, como era de rigor, Losada nombra alcaldes y regidores, y reparte los solares donde habrán de construirse las casas. Entonces comienza el mayor desafío, ya que los pobladores originarios, que oscilaban entre 10 mil y 30 mil en la zona extendida más allá del valle de los toromaymas, iban a hacer resistencia. No en balde el valle fue el más difícil de conquistar, en razón de lo aguerrido de sus pobladores y de la cantidad que lo habitaban. Ya vimos como Paramaconi dio cuenta de Rodríguez Suárez, y lo que significaba Guaicaipuro en la región. No obstante la cifra anotada, los autores divergen mucho en cuanto al número de indígenas. La verdad, parece imposible saberlo, de modo que son cifras aproximadas.
Hacia finales de año era evidente para Losada que Caracas requería de un puerto y se traslada al litoral a buscar sitio. Advierte que el lugar donde siete años antes Fajardo fundó el Collado es el indicado. Este pueblo no prosperó por la hostilidad de los indígenas y quedó en ruinas lo poco que llegó a haber. Allí refundó Losada con el nombre de Carballeda, denominación en honor al culto a la virgen de La Carballeda que existía en su pueblo natal: Ríonegro del Puente(Zamora, en Castilla León). Como vemos, el nombre derivó en Caraballeda con el paso del tiempo y las simplificaciones fonéticas.
Ante la invasión de los españoles del valle de los toromaymas, las tribus aledañas se vieron en la necesidad de reconocer un liderazgo único para enfrentar la situación y fue Guaicaipuro el escogido, quien había labrado su fama en una invasión previa al hato San Francisco donde ejecutó hasta a los hijos de Rodríguez Suárez. La reunión de las etnias intentó asaltar de nuevo a Caracas en 1568, recién fundada la ciudad, pero el proyecto se abortó. No obstante, a Losada le quedó claro que el líder era Guaicaipuro y envió al alcalde Francisco Infante a apresarlo, cosa que no pudo hacer, pero en la refriega le dio muerte al cacique de los teques, dejando a los indígenas desconcertados y sin cabeza que los guiara. A partir de entonces la conquista del valle por parte de los españoles tuvo un horizonte menos comprometido.
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