MANUELA SAENZ AISPURU
Libertadora del Libertador
Nacimiento: 27 de Diciembre de 1.797 en Ecuador Quito.
Fallecimiento: 23 de Noviembre de 1.856 en Lima Perú.
Manuela Sáenz Aispuru
(* Quito, Ecuador; 27 de diciembre de 1797 - † Paita, Perú; 23 de noviembre de 1856) fue una destacada patriota ecuatoriana, además de ser la amante del Libertador Simón Bolívar. Es conocida también como "Manuelita Sáenz" y "Libertadora del Libertador" (en referencia a Simón Bolívar). Es considerada, con sus debidos matices, como una de las primeras feministas de América Latina y una importante líder revolucionaria de la Independencia de América del Sur.
Por algunos de sus contemporáneos fue también severamente criticada por su actitud extrovertida, provocadora y adelantada para la época, así como por la influencia política que llegó ejercer, llegando a ser incluso desterrada y exiliada; aún muchas décadas después de su muerte, influyentes intelectuales e historiadores omitieron su vida en sus obras sobre la historia de la campaña libertadora, así como otros la reducían a una condición decorativa romántica y aun denigrante, tejiendo una leyenda sexual alrededor de su figura, la que sigue teniendo peso en el imaginario popular.
A pesar de las críticas, siempre acompaño a Bolívar en sus gestas libertadoras.
Solo en la mitad del siglo XX, aparecieron biografías y ensayos en los que se empezó a reivindicar su verdadero papel en la gran gesta libertadora de lo que hoy son Ecuador, Colombia y Perú. En los últimos años ha sido convertida en un icono del feminismo latinoamericano e igual como sigue teniendo detractores su vida también es exaltada por escritores e historiadores respetables como Alfonso Rumazo González, Germán Arciniegas o Alberto Miramóm y Pablo Neruda y en todo caso, casi dos siglos después, es un personaje que continua despertando odios y amores, ocasionando debates y controversias.
Niñez y Adolescencia
Hija del noble español Simón Sáenz Vergara y de la criolla María Joaquina de Aispuru, nació en la ciudad de Quito, Ecuador, el 27 de diciembre de 1797, aunque algunas fuentes citan el año de 1795, debido a su condición de hija ilegítima no existe partida de nacimiento, por eso la duda de la fecha exacta de su nacimiento.
Por causa del nacimiento de "Manuelita", su madre fue enviada a la Hacienda Cataguango, propiedad de los Aizpuru y al parecer murió el día que nació Manuela (o según otras versiones) solo sobrevivió dos años más, por lo cual Manuelita, huérfana de madre, fue entregada al convento de las monjas Conceptas, donde pasó sus primeros años bajo la tutela de la superiora, Sor Buenaventura.
Sus talentos y dones especiales hicieron que su padre le llevara de visita a la casa que compartía con su esposa, Doña Juana del Campo y Larraondo, quien siempre trató a la niña como la "ilegítima", allí nació un profundo lazo de amor con su hermano de padre, José María Sáenz. A las negras Natán y Jonatás las conoció en los primeros años de su vida, cuando salía del internado para pasar unos días en Cataguango, por lo que les unió una amistad que se inició en la niñez y fueron sus inseparables amigas y compañeras.
Luego de haber completado su formación con las Conceptas, pasó al monasterio de Santa Catalina de Siena (Quito) de la Orden de Santo Domingo, para concluir así con la formación que en ese tiempo se impartía a las señoritas de las más importantes familias de la ciudad. En ese lugar aprendió a bordar y a elaborar dulces, además de aprender a comunicarse y expresarse en inglés y francés, habilidades y labores que son con que se mantendría en sus años de exilio en Paita. A los 17 años huyó del convento, en un episodio del que se sabe pocos o ningún detalle y del cual ella no hablaba pues al parecer fue seducida y luego abandonada por Fausto D'Elhuyar oficial del ejercito real, sobrino e hijo de Juan José y Fausto Elhúyar (los descubridores del tungsteno).
Matrimonio
En diciembre de 1816 Manuela conoce en Quito a James Thorne, acaudalado médico inglés veintiséis años mayor que ella, y Simón Sáenz, su padre, pacta su boda para julio de 1817 apoyándose en dos argumentos: 1. por fin tendrá su propio hogar; y, 2. el arreglo de los matrimonios corresponde a los padres.
La boda se celebró en Lima, entonces capital del Virreinato del Perú, ciudad que no conocía las condiciones "ilegítimas" de su nacimiento, por lo cual Manuelita fue aceptada en el ambiente aristocrático de la ciudad virreinal y pronto, se convirtió en el centro de las tertulias limeñas involucrándose de lleno en actividades políticas en una atmósfera en donde el descontento con las autoridades españolas era evidente y las mujeres eran quienes entraban en los círculos vireinales para conseguir empleos a sus padres, esposo e hijos, por lo que estaban informadas de los acontecimientos en el virreinato, siendo esta una de las razones que explican el involucramiento femenino en los movimientos revolucionarios, apoyando la causa de Bolívar por liberar la Nueva Granada y de San Martín por independizar el Perú.
Por sus actividades pro independentista el general José de San Martín, luego de haber tomado Lima con sus milicianos y proclamado su independencia el 21 de Julio de 1821, le concedió a Manuela el título de "Caballeresa del Sol" de la "Orden El Sol del Perú"
En 1822 Manuela regresó a Ecuador, para poner en orden una parte de su herencia, Catahuango, viajó con su medio hermano, entonces oficial del Numancia (fuerza integrada al ejército libertador, comandado por Sucre), que había recibido la orden de trasladarse a Quito, su ciudad natal.
Encuentro con Bolívar
En los eventos de entrada triunfal de Simón Bolívar a Quito, el 16 de junio de 1822, Manuela Sáenz de Thorne lo ve por primera vez, en un evento narrado por ella en su diario de Quito: "Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tome la corona de rosas y ramitas de laureles y la arrojé para que cayera al frente del caballo de S.E.; pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída, a la casaca, justo en le pecho de S.E. Me ruboricé de la vergüenza, pues El Libertador alzó su mirada y me descubrió aún con los brazos estirados en tal acto; pero S.E. se sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía a la mano..."; a partir de este suceso y de un encuentro posterior en el baile de bienvenida al Libertador, él le manifiesta como "Señora: si mis soldados tuvieran su puntería, ya habríamos ganado la guerra a España..." Manuela y Simón Bolívar se convirtieron en amantes y compañeros de lucha durante ocho años, hasta la muerte de éste en 1830.
Los años Turbulentos
Al año siguiente al que se conocieron (1823), Manuelita acompañó a Bolívar hasta Perú y estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente, hasta culminar la gesta libertadora cuando se radicaron en la ciudad de Santa Fé de Bogotá. Durante su estancia en esa ciudad, el 25 de septiembre de 1828, Bolívar fue objeto de una intentona de asesinato, frustrado gracias a la valiente intervención de Manuelita. Los enemigos del Libertador, habían conjurado para darle muerte aquella noche de septiembre. Al entrar al palacio de San Carlos (hoy día sede de la Cancillería de Colombia), frente al Teatro Colón, Manuela se da cuenta del atentado, y se interpone a los rebeldes, con el fin de que Bolívar tuviera tiempo de escapar por la ventana. En esta casa se colocó una placa con las siguientes palabras:
"SISTE PARUMPER SPECTATOR GRADUM / SI VACAS MIRATORUS VIAM SALUTIS
QUA SESE LIBERAVIT / PATER SALVATORE PATRIAE / SIMON BOLIVAR / IN NEFANDA NOCTE SEPTEMBRINA
AN MDCCCXXVIII"
"DETÉNTE, ESPECTADOR, UN MOMENTO / Y MÍRA EL LUGAR POR DONDE SE SALVÓ / EL PADRE Y
LIBERTADOR DE LA PATRIA / SIMÓN BOLÍVAR / EN LA NEFANDA NOCHE SEPTEMBRINA 1828"
Por estas acciones, Bolívar mismo la llamó la "Libertadora del Libertador".
Thorne en varias ocasiones pidió a Manuela que volviera a su lado. La respuesta de Manuela fue contundente: seguiría con Bolívar y daba por finalizado su matrimonio con el inglés.
Exilio y Muerte
Bolívar dejó la capital al exilio de la Gran Colombia en 1830, y falleció en la ciudad de Santa Marta producto de la tuberculosis y otras afecciones (posiblemente veneno), sumiendo a Manuela en la más aguda desesperación, en la que intentó suicidarse haciéndose morder por una serpiente. A la muerte del Libertador, asume el poder el general Francisco de Paula Santander, quién expulsa a Manuela de Colombia. Ella parte hacia el exilio en la isla de Jamaica. Intenta regresar a su tierra en 1835, y cuando se encontraba en Guaranda, Ecuador, su pasaporte fue revocado por el presidente Vicente Rocafuerte, por lo que, sin tener a donde ir, sin tener la Patria por la que luchó, decidió instalarse en el pueblo de Paita, al norte del Perú. Lugar en el que fue visitada por varios ilustres personajes como el escritor estadounidense Herman Melville (autor de la novela Moby Dick), el patriota italiano Giuseppe Garibaldi (quién la acompañó en sus últimos momentos) o el escritor venezolano Simón Rodríguez.
Durante los siguientes 25 años se dedicó a la venta de tabaco, además de traducir y escribir cartas a los Estados Unidos de parte de los balleneros que pasaban por la zona, de hacer bordados y dulces por encargo.
En 1847 su esposo murió asesinado, siendo incapaz de cobrar ni siquiera los 8.000 pesos de la dote entregada por su padre al momento de su matrimonio.
A los 59 años de edad, "Manuelita" sucumbió durante una epidemia de difteria que azotó la región el 23 de noviembre de 1856. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y
todas sus posesiones fueron incineradas, incluidas una suma importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Manuelita entregó a O'Leary gran parte de documentos para elaborar su Biografía sobre el Libertador. De quién Manuela dijo: "Vivo adoré a Bolívar, muerto lo veneró"
Valoración Histórica
Manuela Sáenz es sin duda uno de los personajes más interesantes de las guerras de independencia de América del Sur. Su relación con Simón Bolívar no opaca sus propios méritos personales, como una de las grandes defensoras de la independencia de los países sudamericanos y como una de las más destacadas y avanzadas defensoras de los derechosde la mujer.
En la ciudad de Quito existe un museo dedicado a su memoria, creado el año 1994.
Mujer Militar
Manuela Sáenz combatió en la Batalla de Pichincha a su regreso del Perú y recibió el grado de Teniente de Húsares del Ejército Libertador; posteriormente combatió en la Batalla de Ayacucho, bajo las órdenes del Mariscal Antonio José de Sucre, quien le sugirió a Bolívar su ascenso a Coronela, rango que le fue concedido.
El 22 de mayo de 2007, en el marco de la conmemoración de la Batalla de Pichincha el Presidente de Ecuador Rafael Correa le concedió a Sáenz el grado de Genérala de Honor de la República de Ecuador.
TESTAMENTO DE SU EXCELENCIA, LIBERTADOR DE COLOMBIA, GENERAL SIMON BOLIVAR PALACIOS
Santa Marta, 10 de diciembre de 1830.
En nombre de Dios todo Poderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo legitimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo y confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como Católico fiel Cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Testamento en la forma siguiente:
1.- Primeramente encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor que de la nada la crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis Albaceas, el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.
2.- Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no tuvimos hijo alguno.
3.- Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, mi referida esposa, no introdujo a el ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis padres.
4.- Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder del Sr. Juan de Francisco Martín vecino de Cartagena.
5.- Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaceas que estén y pasen por las cuentas que dichos Señores presenten y las satisfagan de mis bienes.
6.- Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República.
7.- Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral. Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas "El Contrato Social" de Rousseau y "El Arte Militar" de Montecuculi, se entreguen a la Universidad de Caracas.
8.- Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.
9.- Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.
10.- Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal.
11.- Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.
12.- Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el buen comportamiento de su hijo el Coronel Belfort Wilson, que tan fielmente me ha acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.
13.- Para cumplir y pagar este mi testamento y lo en el contenido, nombro por mis Albaceas testamentarios, fidei comisarios, tenedores de bienes a los Sres. Gral. Pedro Briceño Méndez, Juan de Francisco Martín, Dr. José Vargas, y el Gral. Laurencio Silva, para que de mancomún et insolidum entre en ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado el año fatal de Albaceazgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre franca, y general administración.
Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en el contenido instituyo y nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana Bolívar y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios.
Y revoco, anulo, y doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de él, salvo el que presente que ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que mas halla lugar en derecho.
En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión de la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.
Y su excelencia el otorgante a quien yo, infrascrito, Escribano Publico del Número certifico que conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, así lo dijo, otorgó y firmó por ante mí en la casa de su habitación, y en éste mi Registro Corriente de Contratos Públicos siendo testigos los S.S.: Gral. Mariano Montilla, Gral. José María Carreño, Coronel Belford Hinton Wilson, Coronel José de la Cruz Paredes, Coronel Joaquín de Mier, Primer Comandante Juan Glenn y el Dr. Manuel Pérez Recuero, presentes.
Ante mí, José Catalino Noguera, Escribano Público
MANIFIESTO DE CARTAGENA
[1812]
Libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redimir a ésta de la que padece, son los objetos que me he propuesto en esta Memoria. Dignaos, oh mis conciudadanos, de aceptarla con indulgencia en obsequio de miras tan laudables.
Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas, y políticas, que siempre fiel al sistema liberal, y justo que proclamó mi patria, he venido a seguir aquí los estandartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en estos Estados.
Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme a vosotros, para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción; lisonjeándome que las terribles, y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida República, persuadan a la América, a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez, y energía que se notan en sus gobiernos.
El más consecuente error que cometió Venezuela, al presentarse en el teatro político fue, sin contradicción. la fatal adopción que hizo del sistema tolerante; sistema improbado como débil e ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y tenazmente sostenido hasta los últimos periodos, con una ceguedad sin ejemplo.
Las primeras pruebas que dio nuestro gobierno de su insensata debilidad, las manifestó con la ciudad subalterna de Coro, que denegándose a reconocer su legitimidad, lo declaró insurgente, y lo hostilizó como enemigo.
La Junta Suprema en lugar de subyugar aquella indefensa ciudad, que estaba rendida con presentar nuestras fuerzas marítimas delante de su puerto, la dejó fortificar, y tomar una actitud tan respetable, que logró subyugar después la Confederación entera, con casi igual facilidad que la que teníamos nosotros anteriormente para vencerla.
Fundando la Junta su política en los principios de humanidad mal entendida que no autorizan a ningún gobierno, para hacer por la fuerza, libres a los pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos.
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