Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 28 de septiembre de 2014

En la actualidad la gestión cultural ha adquirido tal importancia que es objeto de doctorados y maestrías, pero en la Venezuela que vivimos dos semanas después de su nombramiento, Fernando Iturriza, el nuevo ministro, se deja entrevistar en Últimas Noticias y declara que pensó: “Yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí” Esta respuesta nos coloca ante una realidad, otra vez ante una irresponsabilidad, una forma más entre las tantas que venimos sufriendo desde hace 15 años, de irrespetar las trayectorias profesionales del área y a los ciudadanos a los que se supone deben servir.

Reinaldo Iturriza ocupa una oficina que aún asume ajena.Dice que aún se está empapando (Créditos: Luis Vallenilla) 

El mérito de la ignorancia


Es como si al momento del despegue el piloto designado para conducir, digamos, un Airbus le informara a los centenares de pasajeros ya instalados en cabina que desconoce de esos aviones, que no ha sido entrenado para manejarlos y, peor aún, nada sabe de aviación.
Algo análogo acaba de ocurrir en Venezuela con el ministro de Cultura. Dos semanas después de su nombramiento, Fernando Iturriza, el nuevo ministro, se deja entrevistar en Últimas Noticias y declara que pensó: “Yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí”.
Las consecuencias de esta confesión no serán ni han sido las mismas que tendrían la del piloto. No ha habido ni habrá escenas de pánico. Artesanos recogiendo su equipaje de mano y huyendo. Ni músicos renunciando a su cuota anual en el programa de Cultura Popular, solo porque el nuevo ministro confiesa su ignorancia plena de la materia en la que ahora es máxima autoridad.
Pero, desde el punto de vista ético, político y gerencial, ambas confesiones tienen el mismo significado. Si una persona acepta pilotar un avión sin conocer el oficio, y otra, conducir un ministerio sin saber de la materia ni tener experiencia alguna en el campo que administrará, pues, estamos ante dos irresponsabilidades, dos formas de irrespetar las trayectorias profesionales del área y a los ciudadanos a los que se supone deben servir.  
Pero la declaración del pasado 21 de septiembre, en la entrevista firmada por Víctor Amaya, también pone en evidencia a quien tomó la decisión. Porque al nombrar como ministro a alguien que confiesa desconocer el campo, y tampoco es un destacado gerente con trayectoria en la gestión pública, el presidente espurio demuestra su desprecio profundo por una comunidad y por una dimensión de la vida social contemporánea –la de la cultura y las políticas culturales–, cuya importancia para el desarrollo humano es cada vez más reconocida por los países y gobiernos contemporáneos. Subestimación pura: Nicolás no ha puesto al frente de Salud a alguien que no sea médico.
En la actualidad la gestión cultural ha adquirido tal importancia que es objeto de doctorados y maestrías. Quien escribe estas líneas ha sido profesor por largos años en muchas de ellas en América Latina y Europa. Y sabe bien que en los países que tienen gobiernos con vocación de servicio se le entregan estas responsabilidades a gente con formación especializada.
Miremos por ejemplo a Brasil, Lula –quien se supone es admirado por los rojos– tuvo como ministro de Cultura al músico y activista cultural Gilberto Gil, quien hizo una brillante gestión convertida en ejemplo internacional. Colombia, luego de la Constitución de 1991, a un experto hombre de teatro, Ramiro Osorio, quien al terminar su gobierno fue invitado a México a dirigir el Festival Cervantino. Y en Cuba el ministro Abel Prieto, aunque sirva a una tiranía, es un poeta que hizo previamente una larga carrera como gerente cultural.
Sin ir muy lejos. En Venezuela el primer departamento de Cultura a escala nacional lo creó Luis Beltrán Prieto Figueroa, maestro y poeta, cuando fue ministro de educación en 1948. El Inciba, el primer instituto autónomo de la democracia dedicado a la cultura, fue concebido por ese brillante escritor del continente llamado Mariano Picón Salas, quien murió cuando se disponía a dirigirlo. Y cuando a José Antonio Abreu, tan respetado por Hugo Chávez, le correspondió ser presidente del Conac, en el segundo gobierno de Pérez, ya había sido Premio Nacional de Música y creado y dirigido durante catorce años el Sistema Nacional de Orquestas, experiencia que le permitió hacer también una gestión memorable.
Ojalá a Iturriza no le ocurra algo similar a aquella ministra de cultura española en un gobierno de Aznar, escogida por similares razones de la ignorancia como mérito, quien en plena Feria del Libro de Guadalajara declaró a los medios estar muy emocionada porque aquel día iba a conocer “a esa brillante escritora portuguesa llamada Sara Mago”.
Ultimas Noticias 21/09/2014 07:00:00 a.m.
Reinaldo Iturriza: "A mí me gustan el rock, el reguetón y el merengue"
Últimas Noticias conversó en exclusiva con el nuevo ministro para la Cultura. Entre sus tareas más inmediatas está organizar la Fiesta del Joropo



Víctor Amaya | ÚN.- Reinaldo Iturriza sociólogo, profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela ocupa una oficina que aún asume ajena. La biblioteca, por ejemplo, está llena de libros y regalos de sus predecesores en el Ministerio para la Cultura. Y en sus planes está dejarlos en herencia a su sucesor.

El nuevo titular, que viene de ser ministro de Comunas, aún responde titubeante, y lo admite: aún se está empapando. Sin embargo, se siente confiado de contar con un equipo “bastante preparado, por encima del promedio”.

Entre sus tareas más inmediatas está organizar la Fiesta del Joropo, con gira nacional y cierre en Caracas, y el Congreso Nacional de la Cultura, que explorará “la revolución cultural y la cultura comunal”.

¿Qué oportunidades le da ser novato en el campo cultural?

Supone limitaciones obvias. Llego con voluntad y necesidad de aprender y escuchar. Hay un trabajo de dignificación y visibilización de todo lo que hacen los cultores que debe mantenerse y profundizarse. Debemos hacer políticas más específicas de lo cultural desde lo popular. Tenemos que eliminar la distancia universal entre las artes y el pueblo, y trabajar en la reconstrucción histórica.

¿Qué quedó pendiente en las gestiones anteriores?

Aquí cada quien hizo su aporte muy importante a un ministerio que ni siquiera existía. No me corresponde a mí hacer inventario de las cosas que se han podido hacer mal. Venimos a aplicar una política establecida en el Plan de la Patria.

¿Para cuándo estarán los reglamentos de las leyes de Cultura y de Protección Social del Artista que establezcan detalles sobre los fondos y otras cuestiones?

Ese es uno de los objetivos del Congreso Nacional de Cultura. La idea es definir esas precisiones de las que yo, con toda franqueza, me estoy enterando. Si lo que hace falta es publicar el reglamento hay que hacerlo en el menor tiempo posible.

¿Cuándo se instala el congreso?

Será del 1 al 5 de octubre. Se evaluó posponerlo y yo pedí hacerlo porque hay mucha expectativa, mucha demanda de información. Hay un equipo que trabaja en esa organización. La otra semana daremos detalles.

¿Qué opina del paso de la Villa del Cine y Amazonia Films al Minci?

Me parece fundamental que haya articulación institucional, independientemente de a cuál ministerio pertenezcan. Desconozco las razones de ese cambio pero lo importante es que hay una política clara en lo cinematográfico. El cine debe ser un espacio no al servicio de la revolución bolivariana sino de la gente que hace cine. En la medida en que el arte dialoga con lo popular, con la calle, gana la sociedad, gana el arte y ganan los creadores. Debemos dar las condiciones para que ese diálogo se produzca, para que se recreen los imaginarios, que todavía siguen siendo muy de élite, muy de clase media.

Hay cineastas preocupados por la independencia del Cnac, en caso de que pase al Minci.

Creo que la independencia es deseable. Una democracia debe procurarse los medios de escuchar las voces críticas y disidentes. La mejor manera de dialogar con el que piensa distinto es que el conflicto se dirima en el plano cultural, eso enriquece a la sociedad, las distintas miradas y estéticas sobre una misma circunstancia. Lo que no puede pretender la élite es que van a seguir controlando el cine, la literatura, las artes plásticas para excluir al sujeto popular, invisibilizar al pueblo o construir una visión deformada y caricaturizada. A mí, por ejemplo, me parece más honesto el aporte estético de Jackson Gutiérrez sobre la violencia que esa visión predecible y manida que en general han tenido los cineastas venezolanos, con esa mirada a partir del prejuicio que criminaliza la pobreza.

Se dijo que Tves nació para ser una televisora cultural. ¿Cómo ve la programación de ese canal, con un show matutino de formato tradicional, con “Violetta” de Disney y producciones foráneas más que nacionales?

Yo creo que la TV pública debe tener público. Se usa mucho como excusa eso de que las audiencias están alienadas. Desde la izquierda decimos mucho eso, que a la gente lo que le gusta es Sábado Sensacional. Eso también es una posición de élite de la izquierda cultural. No hay que tenerle pavor a la sociedad de masas y la industria cultural, hay que acercarse a la candela sin quemarse. La necesidad de reinventar en el plano estético implica no repetir la estética de la cultura de masas. Como decía el Comandante, hay que inventar lo nuevo y que la gente te vea. La cuestión no son los géneros o formatos sino reinventarlos. Yo no estoy a favor de repetir fórmulas gastadas aun y cuando garantices audiencia. Tenemos que ser más audaces.

Cuando se promulgó la Ley Orgánica de Cultura, la diputada Gladys Requena decía que el Estado no podía promover el rock por no ser una expresión de la identidad venezolana.

Lo que pasa es que no hay arte puro. Si nos ponemos a indagar en el origen del Alma llanera (una zarzuela) y nos ponemos estrictos entonces rechazamos todo lo que venga de España. Es una ridiculez y una falta de respeto. Yo creo en la discriminación positiva, en darle espacio a la música que se produce aquí, sin cerrarnos a la influencia incluso de la industria cultural. Lo que tenemos es que competir, en el mejor sentido. A mí me gusta el rock, me gusta Tego Calderón que es reguetón, me gusta Calle 13, me gusta el merengue.

¿Min-Cultura apoyará el rock y otros géneros urbanos?

Sí. Hay grupos muy buenos como Campesinos Rap al que le hemos dado apoyo. Hay una política de apoyo al rock nacional. Yo me enteré de que en Alba Ciudad hubo un escándalo porque pusieron una canción de Michael Jackson. Ese es uno de los artistas más extraordinarios de la humanidad. Creo que hay que ser más amplio en todos los términos, y eso no tiene nada que ver con la necesidad de defender nuestra música tradicional.

¿Ser amplio implica trabajo conjunto con gobiernos de oposición, por ejemplo?

Hay razones de índole político que impiden eso. Eso se expresa a todo nivel de Gobierno. En algunos órdenes eso no debe ser. En términos ideales, sería mucho más provechosa la cooperación interinstitucional.

En octubre de 2012 Chávez regañó a sus ministros porque no se veía el espíritu comunal. ¿Cómo reflejarlo en la cultura?

Cuando el Comandante hablaba de eso hablaba de las transformaciones en el plano inmaterial. La revolución no es simplemente saldar la deuda material del pueblo pobre. Hay que ir creando las condiciones para producir los valores de una nueva sociedad. Hay que articular el esfuerzo abajo. Usualmente los consejos comunales no impulsan los comités de cultura y están pendiente más de resolver problemas de infraestructura y económicos. Es una visión muy honesta. La relación se da, no hay comuna sin transformación social más allá de las instancias formales. Eso hay que cimentarlo.

¿Cómo quiere ser recordado en Min-Cultura?

Como alguien que hizo política cultural desde la calle.

¿En qué plazo se verán sus primeros resultados?

En seis meses es que uno controla la institución, pero los resultados hay que irlos produciendo de inmediato… En enero, pues, para no darle largas.

¿Se sintió preparado cuando lo nombraron ministro de Cultura?

Lo primero que pensé fue: “Yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí”. Después el Presidente me explicó sus razones.

¿Cuáles?

Para el Presidente, yo soy un intelectual. Me dijo que ya me había probado en el frente de masas, y ahora había que trasladar esa experiencia para acá. Me habló de la necesidad de reimpulsar la revolución cultural, de construir hegemonía cultural, que lo popular predomine, y trabajar fuerte el tema de la identidad. Me he puesto de tarea desmontar la compleja trama del discurso discriminatorio, el discurso de “este país de mierda” que está en la esencia antichavista.

¿Identificarse con el país no pasa por tener uno sin cortes de luz, sin escasez, etc.?

Esta es una revolución asediada. Es verdad que cometemos errores, que hay decisiones que no se terminan de tomar, que no hemos logrado hacer productivas algunas empresas, todo eso es verdad. Pero también es verdad que estamos en una guerra económica que hay que reconocer, así como el esfuerzo de Chávez por evitar que esto se convirtiera en una lucha fratricida.

Su Perfil

Reinaldo Iturriza fue nombrado por el presidente Nicolás Maduro como titular de Cultura el 2 de septiembre de 2014. Antes fue ministro para las Comunas, desde 2013.

Es sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (2000) con mención Magna Cum Laude. Trabajó para la Defensoría del Pueblo (2003) y el Ministerio del Trabajo (2006-2007). Dirigió Ávila TV (2009). Fue profesor de la UCV (2006) y la Universidad Bolivariana de Venezuela (2004-2005).


Por el medio de la calle

Reinaldo Iturriza
 habla con franqueza y critica con fuerza el burocratismo. “Lamento nuestra impresionante incapacidad para transmitir lo que ocurre en las comunas, donde hay gente que contra todo pronóstico supera obstáculos, incluyendo los que pone el Gobierno bolivariano, porque este sigue siendo un Estado burocratizado”. “Allí hay gente creando otra cosa, practicando la política de otra manera y en contacto permanente con lo que molesta: la clientela, el politiquero. Eso produce mucho malestar y es un signo de muy buena salud del pueblo chavista. Allí hay una sociedad tratando de reinventarse”. En el III Congreso del Psuv, los delegados lo pitaron denunciando corrupción y lentitud en el que fue su despacho. “No solamente hubo pitas sino que mi intervención terminó al grito colectivo de ‘revisión’. Allí se criticó fuertemente a Fundacomunal. Hay una propensión todavía, a raíz de que el Estado sigue siendo burgués, que se mezcla con lo peor de nuestra cultura política de izquierda: pretender que la gente es masa de maniobra y clientela política. Yo aprendí a detestar esa política porque me asqueaba”.

-¿Esa política se ha perpetuado? -Hay una continuidad. Es muy difícil. Eso lo dijo el comandante Chávez hasta que se cansó. Donde uno esté tiene la obligación de combatir eso.

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El ministro se reúne con su antecesor y asoma que irá a otro cargo. Foto: Luis Vallenilla

Entrevista a Reinaldo Iturriza: “Sin poder popular no hay revolución”


Reinaldo Iturriza, intelectual, periodista y analista político
Entrevista de Juan Manuel Karg –Licenciado en Ciencia Política UBA, Argentina- a Reinaldo Iturriza –intelectual, periodista y analista político venezolano- de cara a la elección presidencial el próximo 14 de abril en Venezuela.  Aquí, Iturriza desarrolla las potencialidades de un posible nuevo periodo de gobierno de la Revolución Bolivariana y da cuenta del lugar que la participación protagónica del pueblo venezolano deberá tener allí, con la conformación de Consejos Comunales y Comunas.Juan Manuel Karg – De cara a la próxima elección a realizarse el 14 de abril próximo, y teniendo en cuenta los primeros sondeos difundidos, que otorgan una clara ventaja a Nicolás Maduro, ¿Cuáles son las perspectivas que se abren en la Revolución Bolivariana para un próximo periodo de gobierno?

Reinaldo Iturriza – Pienso que todos los que estuvimos en las calles de Caracas el 6 de marzo tenemos una idea bastante precisa de cuál será el resultado de la elección del 14 de abril. Ese día presenciamos o participamos en una manifestación de la que sólo podemos decir que tiene precedentes en Venezuela porque son muchas las grandes manifestaciones populares que han tenido lugar durante los últimos 14 años, desde que llegó Chávez y comenzamos a conocer lo que es vivir los tiempos intensos y maravillosos de una democracia. Si hemos llegado a “acostumbrarnos” a experimentar tan intensamente la democracia, esto no quita, que antes de Chávez padecíamos un remedo de democracia. Parece obvio, pero no lo es: esto no siempre fue así y no hay que olvidarlo.
Algo similar puede decirse del 6 de marzo: si nos acostumbramos a ver al pueblo volcado en las calles por varios centenares de miles, debemos hacer un esfuerzo por identificar lo que el 6 de marzo tiene de singular. Porque no sólo se trató de una manifestación multitudinaria. Aquel río humano, a medio camino entre la marcha y la procesión, no tenía como propósito inmediato despedir al líder. No fue un acto melancólico. Al contrario, fue una demostración de lealtad, de agradecimiento. Fue la reafirmación masiva de un compromiso de lucha con el hombre que la encabezó durante más de dos décadas. Aquí estamos y aquí seguimos.
Precisamente porque en Venezuela experimentamos la democracia con particular intensidad, ella está lejos de significar simplemente la voluntad de la mayoría. Para limitar la capacidad de maniobra de las fuerzas que no creen en la democracia participativa y protagónica, siempre ha sido necesario triunfar contundente, categóricamente. Es lo que debe suceder nuevamente el 14 de abril, y me parece que incurrimos en un grave error si asumimos como un hecho que obtendremos más votos de los que alcanzamos el 7 de octubre pasado, cuando reelegimos al comandante Chávez. El mismo Chávez advirtió reiteradamente contra la seria amenaza del triunfalismo. El triunfalismo nos hace débiles, y con alguna frecuencia las encuestas nos distraen.
Dicho esto, debo agregar que me parece que la mayoría del pueblo venezolano tiene mucha claridad sobre el desafío histórico que tiene por delante. Algún día se hará el inventario de las mentiras que dijeron o pusieron a circular las fuerzas más fanatizadas del antichavismo durante la convalecencia del comandante Chávez. Cuánto resentimiento, cuánto morbo, cuánto irrespeto a la dignidad humana. Intentando derrotar a Chávez una parte del antichavismo cedió irreversiblemente a la inhumanidad. El mismo Capriles protagonizó un episodio brutal y vergonzoso, cuando puso en duda la fecha de muerte de Chávez. De esta forma irrespetaba también al chavismo. Y hasta ahora el chavismo ha evitado caer en provocaciones. Ha canalizado sabiamente sus fuerzas.
JMK – ¿Qué papel cumple en este contexto el Programa de la Patria 2013-2019?
RI – En cuanto a las perspectivas, es claro que el comandante Chávez nos ha legado un programa, que es una carta de navegación. Un programa desarrollado al detalle en campos muy específicos, pero sobre todo un programa abierto, vivo, por desarrollar y concretar, y que junto a la Constitución Bolivariana nos indica el camino que habremos de seguir. Siempre junto al pueblo y subordinados a los intereses del pueblo, como lo expresó Chávez en su último discurso.
JMK – Henrique Capriles ha llamado a su comando de campaña con el nombre “Simón Bolívar”. ¿Cuál es el significado de esta “emulación”, por parte de Capriles, del legado político del chavismo? ¿Hay cierta desesperación de Capriles en este tipo de acciones?
RI – Es un asunto que hemos conversado mucho, entre compañeros: ¿se trata de un acto que traduce una desorientación o de una vulgar provocación? Claro que esto no sucede súbitamente. No se puede decir que fue algo “inesperado”. Este gesto guarda una clara relación de continuidad con lo que fue el manejo de símbolos durante la última campaña presidencial. Es algo resabido: el chavismo impuso una cultura política, luego el antichavismo se convenció de que para lograr establecer alguna interlocución con el chavismo tenía que tomar algunas de sus ideas-fuerza y recrearlas, resignificarlas. Claro está, con Capriles Radonski esto llegó al extremo, porque en su empeño por hacer mímesis, comenzó a imitar malamente el lenguaje popular, pero sobre todo comenzó a imitar el lenguaje corporal de Chávez, a repetir algunas de sus frases, etc. Daba cierta pena ajena.
Podría decirse que todos sabíamos que, con motivo de la muerte del comandante Chávez, darían un paso adelante: la mañana del 7 de marzo, mientras hacía la larga cola en Fuerte Tiuna, escuché a mucha gente decir que ahora el antichavismo comenzaría a hablar bien de Chávez y mal de Nicolás Maduro. Dicho y hecho. Siguen creyendo que el pueblo venezolano es tonto. Pero luego dieron un paso más: intentar recuperar el nombre de Bolívar, mientras hacen un esfuerzo desesperado porque no se hable de Chávez. Prohibido hablar de Hugo Chávez. Parece un mal chiste, pero Primero Justicia solicitó públicamente que el chavismo dejara de nombrarlo. Durante la campaña pasada, Capriles Radonski tenía expresamente prohibido hacerlo. Ahora menos. Porque está más presente que nunca, la sola mención de Chávez le resulta al antichavismo no sólo insoportable, sino extremadamente peligroso. De manera que utilizar el nombre de Bolívar es una manera bastante curiosa de intentar silenciar a Chávez. Vano intento. Para la mayoría del pueblo venezolano, después de Hugo Chávez, Simón Bolívar más nunca fue el mismo. Nombrar a Bolívar es otra forma de nombrar a Chávez.
JMK – En una de sus últimas apariciones públicas, Chávez pidió nuevamente avanzar en la conformación de Consejos Comunales y Comunas. Allí hasta llegó a sentenciar “Independencia o Nada. Comuna o Nada”. ¿Qué papel debe cumplir el Poder Popular en el periodo 2013-2019, en caso de que Maduro resulte electo? 
RI – Un papel de primer orden. Sin el papel protagónico del poder popular no hay revolución bolivariana. Es simple. Tendríamos una democracia mejor o peor gestionada, pero nunca una revolución. En un proceso de transformaciones revolucionarias la política precede y determina a la gestión, y no a la inversa. En cuanto al Estado, nuestra tarea no es gestionarlo mejor o peor, sino minarlo, acabar con él y construir una nueva institucionalidad. De lo contrario, será esa institucionalidad corrompida y anquilosada la que acabe con nosotros. Esa vieja institucionalidad nos pone obstáculos una y otra vez. Cuando el comandante Chávez hablaba de consejos comunales y de Comunas, cuando impulsaba su creación y multiplicación, lo hacía intentando prefigurar el nuevo Estado que habrá de surgir de las ruinas de este armatoste que es a nosotros como una camisa de fuerza. Claro está, se trata de figuras novedosas, y su proceso de conformación es muy incipiente. Es fundamental corregir errores, atacar los vicios de la vieja política; igualmente, entender que las Comunas no se construirán “desde arriba”, y que en caso de que elijamos ese camino, cualquier cosa que construyamos tendrá cimientos muy débiles. En fin, durante el nuevo período nos corresponde revisar, hacer balance de cómo avanza el proceso, corregir entuertos y seguir adelante.
Juan Manuel Karg es Licenciado en Ciencia Política, UBA / @jmkarg

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