La sala TAC de la Fundación trasnocho Cultural, con el apoyo de la Fundación Leufert y laFundación Gego organizan una exposición para conmemorar el centenario del nacimiento del artista Gerd Leufert, bajo la curaduría de Ruth Auerbach
Por Ruth Auerbach
Sin duda alguna, Gerd Leufert (Memel 1914 –Caracas, 1998) es uno de los más grandes maestros del diseño gráfico en Venezuela al tiempo que un consecuente y destacado artista plástico.
Pionero en la concepción profesional del oficio de diseñador, desarrolló en paralelo una práctica innovadora como pintor, escultor, dibujante, grabador, fotógrafo, docente y curador deexposiciones.
Su fecunda trayectoria marca la dimensión del artista integral que se fundamenta con plenitud en el espíritu y la disciplina de los postulados de la modernidad y en la abstracción de las formas.
Una experiencia creadora múltiple y plural en la que se ensamblan con rigor y principios éticos la función social y comunicacional del diseño con la naturaleza estética, la imaginación y la sensibilidad de su expresión artística hasta alcanzar, sin contradicciones, una liberadora dialéctica del arte.
De origen germano-lituano, Leufert, como tantos otros artistas e intelectuales que escaparon de una Europa derrotada, emigra al país en 1951.
Desde aquí, este venezolano por adopción desarrolló, durante más de cinco décadas, una producción artística que lo hizo merecedor del Premio Nacional de Artes Plásticas en 1990, reconocimiento oficial que por primera vez se le concedía a un diseñador gráfico y que confirma, no sólo toda una existencia dedicada al universo de la creación sino que hoy, en el centenario de su nacimiento, constata la indiscutible influencia del maestro Gerd Leufert en la historiografía de las artes en Venezuela.
Redescubriendo los listonados de Leufert
No obstante y contrario a la amplia difusión desplegada a su extraordinaria obra gráfica, resulta aún insuficiente el conocimiento y comprensión de su desarrollo pictórico, un proceso creador pocas veces revelado a la escena pública. Esta exposición apunta a la indagación de una serie específica de obras realizadas por Leufert en los primeros años de la década del setenta: Los Listonados y sus sorprendentes correlaciones visuales.
Nace así del deseo de reunir nuevamente estas estructuras en el espacio museográfico y repensar las insospechadas correspondencias que se establecen con el amplio repertorio de su producción artística.
La serie Listonados, una de sus últimas y más contundentes propuestas, es quizás la que mejor resume sus exploraciones plásticas y recapitula lo esencial de sus obsesiones.
La muestra coincide con la primera edición del libro Listonados –un proyecto original de 1976, no publicado-asumido para esta ocasión por el diseñador Álvaro Sotillo y el impresor Javier Azpurua.
El estudio de estas piezas tridimensionales ha revelado un hilo conductor que relaciona, no sólo los aspectos formales y estructurales de este específico cuerpo de trabajo, sino que también se orienta hacia una idea, una noción de espacio: aquél que se refiere al vacío, a la ausencia material.
La construcción del vacío como ese ideal metafísico de representación que instaura, desde su obra temprana, un proceso articulado de experimentación, otorgando continuidad conceptual a la totalidad de su propuesta.
Es así como también desde los más diversos planteamientos gráficos, en especial de la emblemática y de los carteles, pasando por sus pinturas y esculturas, hasta sus inusitadas experiencias con la fotografía, se percibe esa fascinación argumental por el encuadre, por la demarcación y por los límites establecidos al espacio, aquel que separa y a la vez encierra una figura metafórica o la abstracción de una nueva realidad visible.
Podemos detectar esta fascinación por la geometría ortogonal desde sus piezas tempranas de los años 50, pasando por una serie de óleos monocromos, hasta alcanzar los amplios formatos que desarrolló en los años sesenta y setenta.
Estas últimas, obras corresponden a una poética formal que opera sobre la ambigüedad espacial y el uso de correspondencias cromáticas disonantes -verdes, naranjas, magentas, púrpuras, violetas e índigos- hasta alcanzar una geometría constructiva vulnerada por la emoción.
Desafía así la ortodoxa rigidez de la estructura, cuestionando también la armonía tradicional decolores postulada por el arte abstracto y el cinético.
¿Pero qué son los Listonados? ¿Marcos vacíos? ¿Marcos sin pinturas? ¿pinturas sin soporte? ¿Esculturas? Los Listonados corresponden a una serie de obras difíciles de clasificar pues en ellas se complementan, sin contradicciones, los más diversos principios visuales que identifican su lenguaje plástico.
Las pinturas que alguna vez preexistieron como unidad bidimensional (y asimismo, los diseños de planos ambiguos y estructuras absurdas que denominó acertadamente Imposibilias) abandonan la superficie y se desplazan hacia el marco que las contiene.
Leufert da inicio así a un juego empírico de líneas rectas y colores que avanzan entre los intersticios y la oquedad de estas inusuales construcciones cuadrangulares abiertas y ligeras, realizadas a partir de sencillos “listones” de madera.
Ahora, lo que se representa es la construcción del vacío. Desde una perspectiva experimental y a la vez conceptual, el vacío es enmarcado por las estructuras volumétricas.
Lo pictórico, a su vez, emplaza un virtual cromatismo sobre estos intrincados y volubles cuerpos – marcos, molduras y perfiles, ensamblados o tallados artesanalmente- los cuales participan activamente al “atrapar” el espacio inmediato, impulsándonos a percibir, a través de un encuadre fijado por el espectador, las inéditas e infinitas realidades circundantes.
Romper los límites y establecer una relación entre objeto y sujeto serán entonces los desafíos que enfrentan estas posibles entidades para la comunicación. Y será entre el juego y la parodia que Leufert re-significa, para nosotros los espectadores, el cuadrado vacío y la nada como espacio de representación.
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