“El papa se ha convertido en la conciencia de la humanidad”
El reportero de CNN en Español José Levy fue uno de los 75 periodistas que acompañó al líder de la Iglesia Católica en su gira por Latinoamérica. Dice que lo más conmovedor fue ver la cercanía de Francisco con el pueblo y el fervor que despertó su visita
José Levy ha estado presente como periodista en lugares de acontecimientos que han cambiado la historia en los últimos 25 años. Desde la caída del Muro de Berlín hasta atentados terroristas y los conflictos del Medio Oriente, el reportero de CNN en Español encuentra un remanso cuando debe cubrir noticias del Vaticano.
Es judío, médico y vive en Israel. Eso, asegura, ha sido fundamental para que su trabajo sea equilibrado, pero sobre todo respetuoso. Fue uno de los periodistas invitados a acompañar al papa Francisco en el trayecto de Roma a Ecuador, donde realizó la primera parada de su reciente gira por Latinoamérica. Su experiencia con Jorge Mario Bergoglio, sin embargo, no se limita a este viaje. El religioso le agradeció hace 10 años, cuando aún era cardenal, la manera sensible y profesional con la que cubrió la muerte de Juan Pablo II.
Levy llegó a su casa a comienzos de semana. “Fueron días ajetreados, de dormir muy poco. Pero ya estoy más descansado y de regreso a la rutina”, dice.
—¿Qué impresión tuvo al cubrir la primera visita de Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay? ¿Cómo fue la experiencia?
—Fueron unos días inolvidables. Ser testigo de ese fervor que despertó el papa Francisco en cada una de las paradas que hizo durante estos ocho días de viaje fue increíble. Ver cómo miles de personas llegaban a las ceremonias. La sensación especial que existía porque el papa se dirigía en su idioma era algo sin precedentes. Tener delante un papa tan admirado, con el cual la gente se identifica, despertaba un entusiasmo incontrolable. Yo mismo me encontraba en medio de esas miles de personas que gritaban y lloraban. Eso es indescriptible y no deja indiferente ver tanto sentimiento. Yo sé que él hubiera querido detenerse a hablar con cada uno, pero es un ser humano y ya ha hecho bastante esfuerzo para tener la cercanía de los más necesitados. Cuando veía a personas en sillas de ruedas, bebés, enfermos, él tenía la deferencia de detener el papa móvil para abrazarlos. Fue algo muy especial. Eso lo hace tan querido y tan cercano.
—¿Cuál fue el momento más conmovedor?
—Me cuesta decirlo, pero fue durante el viaje entre Roma y Quito. El papa tuvo el detalle de salir a conversar con cada uno de los periodistas que estábamos presentes como parte del séquito papal. Más allá del saludo, hablamos de lo inestable del Medio Oriente. Él sigue CNN en Español y conoce que yo cubro esas noticias. Hablamos cerca de 2 minutos y aproveché de pedirle que bendijera 30 rosarios de madera de olivo de Tierra Santa que llevaba conmigo, para quienes se involucraron en este trabajo. ¿Qué mayor simbolismo? Eso para mí fue inolvidable. Le di un rosario a Rafael Correa, otro a Evo Morales y otro a Horacio Cartes.
—¿Cuáles son las complejidades de una cobertura de esta magnitud?
—Los detalles logísticos se hacen a gran escala, organizados por el Vaticano, con una precisión suiza. Todo está calculado. Un día normal comienza a las 5:00 am. En una de las salas habilitadas recibes los discursos que pronunciará el papa durante esa jornada. A esa misma hora lo envían por correo electrónico. Ya tienes acceso, desde temprano, a la agenda. Ocurrió en una ocasión que el santo padre improvisó. Sin embargo, esa organización lo hace más ligero, más fácil. Luego los desayunos, los traslados, todo está previsto de manera que no hayan errores. Durante esos días estuve sujeto a un calendario estricto, que es necesario para poder controlar a 75 periodistas con necesidades propias.
—Su trabajo periodístico es conocido, entre muchas cosas, por la cobertura que hace del Medio Oriente. ¿Cuáles son los retos de cubrir un área tan conflictiva?
—Es una de las zonas más apasionantes por su complejidad, porque son muchas las religiones en conflictos. Si hablamos de suníes y chiitas, que son dos ramas de la religión musulmana, ese es un aspecto que representa un desafío, porque es central y además lleva divisiones. Eso es desconocido pero hay que aprender y transmitir todos esos aspectos que son vitales si se quiere entender. También se ven verdades enfrentadas. Ese es uno de los grandes retos que tenemos los periodistas a la hora de informar de qué se trata y por qué existen esas tensiones, muchas veces basadas en religión. Eso es algo que afecta al mundo entero, por la cantidad de desplazados y refugiados y las células extremistas. Hay que preguntarse: ¿Qué va a ser de la humanidad? ¿Hacia dónde nos llevarán esos conflictos?
—¿Cuál ha sido la cobertura más significativa para usted?
—Hay muchas relacionadas con el tema Vaticano. Otras que no, como la caída del Muro de Berlín. Yo ya pertenecía a CNN en Español y en ese momento era solo un noticiero que Telemundo transmitía. Fui a Berlín, al lado de la puerta de Brandenburgo. Había camiones enormes de cadenas como NBC, CBS, ABC. Yo buscaba el camión de CNN ¡y lo que había era una tienda de campaña en el suelo! Era un canal muy chiquito, algunos se reían y no creían que ese concepto de informar desde todo el mundo, todo el tiempo, iba a cuajar. El gran cambio ocurrió en 1991, durante la Guerra del Golfo. En ese momento se vio el potencial tan enorme que tenía seguir los conflictos en directo. Vivir ese cambio desde adentro fue un gran privilegio.
—También ha trabajado muchas veces desde el Vaticano.
—Sí, te voy a contar una anécdota muy interesante. Cuando falleció Juan Pablo II, estábamos informando desde el Vaticano. Me encontraba delante del dormitorio donde murió un papa tan querido. Uno de los que veía ese reporte era el cardenal Jorge Mario Bergoglio, el actual papa. Él tuvo la deferencia, increíble y que no la tuvo nadie más, de decirle a su portavoz: “Ve a la sala de prensa, busca al señor Levy y agradécele en mi nombre la manera como cubrió un momento central de mi propia vida. Me emocionó su forma de transmitir tantos sentimientos profundos y también saber que es judío”. Eso fue una situación tan especial, tan memorable, que él viera el fallecimiento de uno de sus predecesores a través de mis reportes.
—¿Cómo cree que ha cambiado el ejercicio del periodismo?
—El periodista está sometido al desafío de la inmediatez. Eso representa cambios considerables en la estructura de conseguir la noticia con el máximo de veracidad. Sin embargo, la necesidad de competir con las redes sociales representa un reto. En lo que nunca podemos ceder es en la necesidad de saber que lo que informamos es verídico, que no es ficción ni propaganda. A veces me da rabia que hay una noticia, sin confirmar, que la querría transmitir pero hasta que no la verifique no se puede salir al aire.
—¿Ha sentido miedo en algún momento?
—Muchas veces he sentido miedo. Estar dentro de la noticia, en una zona de conflicto, es arriesgado. Las personas tienden a irse cuando existen situaciones de violencia, pero como periodistas nosotros vamos en dirección contraria: hacia donde está el peligro. Pero son riesgos asumidos. Sin embargo, en medio de eso he podido cubrir cosas con mucho significado espiritual, como la gira del papa. Eso es algo refrescante porque sale uno del marco de hostilidad y llega a un sitio de amor, de cercanía con los seres humanos. Este papa se ha convertido en la conciencia de la humanidad, en el líder que el mundo necesita, que cuestiona temas necesarios como el calentamiento global. Esa conciencia va más allá de católicos o cristianos y nos recuerda que tenemos que cambiar, evolucionar hacia una cultura que tenga como epicentro el ser humano.
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