Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

miércoles, 19 de junio de 2013

Con Nicolás Maduro está pasando una cosa sui generis en el país, NADIE SABE SU BIOGRAFIA...A Carlos Andrés Pérez (vecino y amigo de mi familia en Rubio, Edo. Táchira) lo investigaron de todas formas, y él declaró que su papá, Don Angel, había nacido en Chinácota, Colombia, pero la vida de Maduro inicia cuando es chofer del metrobús...y ya...Quisiera saber si con Henrique Capriles Radonsky han sido igual los legisladores pulquérrimos chavistas, que han tenido el tupé de decirle "nazi" cuando sus abuelos murieron en un campo de concentración justamente de...¡LOS NAZIS!!! (Les pido lean la historia de la segunda guerra mundial antes de decir babosadas)...Digan la verdad, por favor, y ya...

¿Y si Nicolás Maduro es colombiano?

ALEXANDER CAMBERO |  EL UNIVERSAL
miércoles 19 de junio de 2013  12:00 AM
Sí llegase a comprobarse que Nicolás Maduro nació en la ciudad colombiana de Cúcuta, capital del departamento del Norte de Santander, estaríamos en presencia de la peor estafa infringida a la buena fe de los venezolanos. Un engaño gigantesco que no solo es violatorio de la Constitución, sino que demostraría la poca idoneidad que tiene quien usurpa el poder desde Miraflores. Ya no sería lograr el gobierno a través de un proceso fraudulento en donde el CNE mostró una sumisión absoluta a los intereses oficiales. La máscara democrática y de respeto a las leyes de la república rodaría hasta lo más profundo de la inmoralidad. Dejando al ilegítimo como un auténtico charlatán. Nuestra Carta Magna es clara en su ordenamiento jurídico. El artículo 41 de la actual Constitución sentencia: "Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República". El 227 señala lo siguiente: "Para ser elegido Presidente o Presidenta de la República se requiere ser venezolano o venezolana por nacimiento, no poseer otra nacionalidad, mayor de treinta años, de estado seglar y no estar sometido o sometida a condena mediante sentencia definitivamente firme y cumplir con los demás requisitos establecidos en esta Constitución". El texto es sumamente explícito. Quien no reúna dichas condiciones no puede postularse, y si lo hace incurre en un delito por lo cual sus actos son ilegales y revisten nulidad absoluta, esta normativa aparece en  casi todos los textos constitucionales del mundo. Los legisladores buscaron defender el carácter soberano de los pueblos, impidiendo que las naciones fueran regidas por funcionarios nacidos en otras latitudes y que respondieran a poderes subalternos. La idea aristotélica era que el Estado fuera dirigido por los poseedores de grandes fortunas, y dentro de éstos los más virtuosos, son los elegidos para dirigir la sociedad (solamente a ellos les pertenece la ciudadanía), puesto que lo son por su condición social, al estar liberados de todo trabajo manual. La guerra del Peloponeso y el expansionismo macedonio debilitan a Grecia y los pueblos logran autonomía, es desde allí en donde se fortalece  la idea de ser administrados por ellos mismos.

Queremos aclarar: no cuestionamos a Colombia como supuesta patria de Nicolás Maduro. Tampoco el origen cucuteño de sus raíces familiares. Queremos muchísimo a nuestra hermana histórica, los lazos que nos unen no se desatarán jamás. Son millones de hogares de ambos lados del territorio, en donde por el torrente sanguíneo fluyen las dos naciones. Haber nacido en Colombia no es un delito, solo le impide a Nicolás Maduro ser presidente de Venezuela. El hecho haría que sus actos, acciones y ejecutorias estén viciados de nulidad absoluta. Incluyendo su postulación como abanderado del régimen. Si se comprueba,  tendría que salir inmediatamente del gobierno, para enfrentar a la justicia como usurpador del poder y responder por la utilización de los recursos que manejó sin estar facultado.


La vida es tan extraña que Nicolás Maduro puede terminar siendo compatriota del prócer neogranadino Francisco de Paula Santander, del expresidente Álvaro Uribe Vélez y del actual: Juan Manuel Santos. Lo que sí le agradaría es compartir ciudadanía con los terroristas de las FARC. ¡La sangre llama...!

alexandercambero@hotmail.com    twitter @alecambero

Peregrinación inútil

Así decían las abuelas de antes cuando los jóvenes díscolos se iban a confesar. No les duraba la contrición y volvían a su afición por los pecados. La penitencia era un trámite que dejaban de lado, sin cargas de conciencia.

“Morcillas para el diablo”, decían las abuelas cuando los muchachos se levantaban del confesionario para volver a las andadas. Es el caso de Nicolás Maduro, después de su visita a la Santa Sede.

Maduro mostró sus cualidades angelicales ante el Papa. Habló de la canonización de José Gregorio, de las virtudes de la beata María de San José, de la importancia de la madre Iglesia para un país afligido por los pecadores, o también de los peligros de la herejía, y estuvo dispuesto a escuchar las admoniciones del anfitrión. No se puso de rodillas, pero estuvo a punto. 
No sacó el rosario, ni repitió las letanías en voz alta ni besó la imagen de san Pedro, pero mantuvo una actitud de feligrés dispuesto a respetar los mandamientos de una fe que seguía con entusiasmo de catecúmeno. Casi silbó como san Francisco de Asís para que pajaritos volaran a su alrededor.

El Papa aprovechó, con vaticana prudencia, para una breve sesión de reproches que el visitante no sólo escuchó en silencio, sino que consideró oportunos y necesarios. Amén, Santidad. Para terminar el fugaz encuentro sólo le faltó anunciar la creación de la Misión Querubines Afrodescendientes
del Cielo, para no olvidarse de la retórica acostumbrada, pero las papales prisas no le permitieron el anuncio. Amén, Santidad, en todo caso.

La comitiva del catecúmeno no garantizaba la seriedad de los amén: ateos convictos y confesos, soldados que apenas creen en el Dios de los Ejércitos,
individuos cautivados por el ídolo de la codicia, adoradores hindúes de Sai Baba, gentes de curiosas santerías y marxistas que han dedicado su vida a
luchar contra el opio del pueblo, no avalaban la mansedumbre del hombre que parecía un monaguillo ante la presencia de Francisco. Tal vez por la influencia de semejante procesión, o quizá por propia naturaleza, el hombre volvió inmediatamente por sus fueros. Apenas al abandonar el recinto y después de un remedo de juramento en el monte Aventino, dejó de ser el corderito que pareció mientras visitaba al pontífice.

El cordero se convirtió en el inquisidor que había viajado a Roma. Sólo se había quitado el uniforme para un ritual de limpieza espiritual que no le venía
mal, dada la precariedad de su mandato. Ya gané mis indulgencias y ahora hago lo que me parezca, pudo pensar.

Volvió a sus ataques contra los periodistas, a sus acusaciones contra la oposición golpista, al discurso dominado por la hostilidad, a la clasificación
de los venezolanos en santos que merecen el cielo y malvados dignos del infierno porque así lo establece el manual de la revolución, más obligante que
la palabra de Francisco. Las peregrinaciones auxilian, pero no hacen milagros. 

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