Tomado del blog "Termómetro Zodiacal" de Pedro González Silva
Este viernes 21 de junio, a las 12:35 de la madrugada, hora venezolana (05:05 GMT), el Sol entra al signo de Cáncer, momento en que se producirá el solsticio de verano, que nos trae el día más largo del año. Este instante cósmico se asocia a la conmemoración del rito religioso de San Juan Bautista.
Cáncer es un signo cardinal; los signos cardinales son los que están al inicio de una estación del año, en este caso, el verano, en la latitud norte. Los signos cardinales son de iniciativas, les gusta promover, incitar, pero su ánimo decae fácilmente y suelen dejar las cosas por la mitad a menos que haya innovaciones que los motiven, pues detestan la rutina.
Cáncer es también un signo de agua, elemento asociado a la emotividad, es el agua de Juan el Bautista, que nos purifica y renueva. La Luna, regente de Cáncer, no tiene luz propia, sino que recibe, retiene y refleja la luz del Sol. El elemento agua también refleja la luz y la sombra; estas cualidades de recepción y reflejo son las más sobresalientes del signo del cangrejo.
La Luna simboliza la memoria universal, el inconsciente colectivo, la energía de las masas, del colectivo, el sentido de arraigo, de pertenencia, tradiciones, costumbres y hábitos. En el zodíaco sideral, de las constelaciones, Cáncer marcó la era de los comienzos de la vida en nuestro planeta, pues se asocia a la gestación, al vientre materno, al líquido amniótico. La era de Cáncer es la era del génesis: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra…”
La energía del signo de Cáncer se activa el 21 de junio al llegar el Sol a esa franja del zodíaco tropical, que es el de la vida cotidiana, y 24 días después de esa fecha, el astro rey se coloca también en el área de la constelación (grupo de estrellas) de Cáncer, que marca procesos relacionados con el destino global de la humanidad.
Cada año, el ciclo de Cáncer se activa para todos, independientemente de nuestra fecha de nacimiento; es un tiempo para rendir tributo a nuestros ancestros, para reencontrarnos con nuestras raíces, para retornar a nuestro lugar de origen, para purificarnos de alguna manera, limpiando resentimientos y otras perturbaciones emocionales.
El caparazón del cangrejo tiene un significado espiritual interesante, pues alberga un organismo sensible y sutil, que es el motor de vida que impulsa a esa pesada coraza.
Esta característica la refleja el séptimo arcano del tarot, La Carroza, en el que se dibuja a un hombre conduciendo ese vehículo; esa carroza es el caparazón, simboliza nuestro cuerpo físico e individualidad personal, mientras que el conductor es Dios, el soplo de vida, la energía vital que moviliza la carroza.
Este arcano sugiere que no existe una voluntad individual, sino que la voluntad de Dios se manifiesta a través de nuestro vehículo físico; pero solamente cuando logramos hacernos conscientes de esto y apartamos el ego individual para permitir que se exprese a plenitud la voluntad de Dios, es cuando podemos lograr nuestro mayor éxito y nuestra mayor realización.
Por eso resulta mágico y muy poderoso, que cada vez que vayamos a realizar una actividad, sintamos que es Dios quien manifiesta su voluntad a través de nosotros; este es un pensamiento muy poderoso que nos abre caminos, porque lo que nosotros deseamos, es un deseo de Dios, pero primero es importante alinear realmente ese deseo del Ser Superior con nuestro deseo individual. A eso, Buda lo llamó: Iluminación.
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