El Papa Francisco llega a Paraguay
Estará hasta el domingo y cerrará ahí su gira latinoamericana
ASUNCIÓN, PARAGUAY (10/JUL/2015).- El Papa Francisco llegó a Asunción, capital de Paraguay, donde estará hasta el domingo y cerrará una gira latinoamericana que antes le ha llevado a Ecuador y a Bolivia.
El avión de la compañía Alitalia en el que viajaba el Papa, procedente de Bolivia, aterrizó a las 14:48 hora local (13:48 Tiempo del centro de México) en el aeropuerto internacional Silvio Pettirossi.
Francisco tiene en Paraguay una agenda que incluye entrevistas con las autoridades religiosas y políticas, con representantes de la sociedad civil y misas multitudinarias como las que presidirá el sábado en el santuario de Caacupé, a unos 55 kilómetros de Asunción.
Esperado por el presidente Horacio Cartes, Francisco descendió del avión bajo un aguacero sin protegerse por un paraguas hasta que estrechó las manos de las autoridades paraguayas.
Un coro de niños cantó los himnos nacionales de Paraguay, entonado en guaraní, lengua oficial en este país además del castellano, y del Vaticano.
Paraguay, base principal de las misiones jesuitas en Sudamérica y donde un obispo se convirtió en Presidente en 2008, recibió el viernes al papa Francisco bajo la lluvia pero en un clima de euforia y fiesta con tradiciones guaraníes.
"Papa Francisco bienvenido al Paraguay", entonaron con guitarras y arpas un grupo de 51 reclusas de una hacinada cárcel de mujeres de Asunción, donde el pontífice se detuvo cuatro minutos tras su arribo al país en un acto ajeno a la agenda oficial.
Sin paraguas, el papa Francisco descendió hacia las 15H00 locales (19H00 GMT) del avión que lo trajo desde la ciudad boliviana de Santa Cruz hasta Asunción, en la última escala de una gira sudamericana que lo llevó a Ecuador y Bolivia, y terminará el domingo con una misa campal a la que se prevé asistirán unos tres millones de fieles, entre ellos cientos de miles de brasileños y argentinos como él. (Lea también: Papa dice que reclusión no debe ser exclusión, en una cárcel boliviana)
El pontífice arribó al aeropuerto Silvio Pettirossi, aledaño a Asunción, y antes de subir al papamóvil para trasladarse hasta la capital, un coro de 200 niños de escuelas públicas entonó canciones típicas para luego dar pie a una ceremonia laica con bailarines sobre la pista.
Enérgico y risueño, el papa recibió con afecto los abrazos espontáneos de niñas y hasta bailarines que aprovecharon su cercanía para tocarlo, al igual que niños minusválidos. El papa de 78 años lucía descansado tras realizar su sexto vuelo desde el domingo pasado cuando salió de Roma, en lo que es su noveno viaje al exterior y el segundo a América Latina, después de visitar Brasil en 2014.
Al menos 60.000 jóvenes formaron un cordón humano de más de 10 km tomados de la mano a lo largo de la vía que recorrió Francisco hasta la Nunciatura, donde se alojará, para luego dirigirse al Palacio de López, sede de la presidencia, donde se espera que ofrezca un discurso protocolar.
Esta es la segunda visita a Paraguay de un papa, luego que en 1988 el polaco Juan Pablo II visitara este país de casi siete millones de habitantes, un año antes que cayera la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
Entre los actos más esperados del papa argentino destaca la misa que efectuará este sábado en la Basílica de la Virgen de Caacupé, 50 km al este de Asunción, patrona de los paraguayos y de la cual es devoto desde sus tiempos de arzobispo en Buenos Aires, donde realizó trabajos en barrios pobres con inmigrantes paraguayos.
En tierra de misiones
En este país donde 90% de la población es de confesión católica, los jesuitas que inspiraron a Jorge Bergoglio fundaron en los siglos XVII y XVIII fuertes bases de un utópico modo de vida comunitario para evangelizar durante 150 años a los indígenas guaraníes. (Lea también: Papa Francisco pide 'perdón' por pecados de Iglesia en Conquista)
Las misiones jesuíticas guaraníes fundaron 30 pueblos ubicados en territorios que pertenecen actualmente a Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil, y Bolivia, donde levantaron aldeas capaces de formar una unidad económica independiente y una organización militar para frenar la expansión de Portugal desde Brasil.
Fernando Lugo, un exobispo católico, se convirtió en presidente de Paraguay en agosto de 2008 y abandonó el poder el 22 de junio de 2012 cuando fue destituido a través de un controvertido juicio político.
Argentina en la mira
En su vuelo de Santa Cruz a Asunción, el Sumo Pontífice envió un saludo a la presidenta argentina, Cristina Kirchner, y a su país natal. "Al sobrevolar la amada patria argentina para dar comienzo a mi visita pastoral a Paraguay, me alegra enviar un cordial saludo a vuestra excelencia, expresando mi cercanía y afecto a esta querida nación", dice el telegrama que lleva la firma de Francisco.
El saludo es parte de la diplomacia vaticana y también lo hizo cuando sobrevoló los espacios aéreos de Venezuela y Colombia rumbo a Ecuador, primera escala de esta gira.
Con los pobres, presos y enfermos
Su última actividad pública en Bolivia fue una visita a la cárcel de Palmasola, la más hacinada y peligrosa del país, ubicada en una especie de ciudadela en Santa Cruz de la Sierra, en la que defendió la reinserción de los presos en la sociedad.
Antes de acudir a la cárcel, el Vaticano informó que el papa visitó a la Virgen patrona de Bolivia, a la que le donó las condecoraciones que recibió de manos del presidente Evo Morales.
No se especificó nada sobre el polémico Cristo crucificado sobre la hoz y el martillo, que también recibió de regalo de parte del presidente boliviano.
Francisco lanzó el jueves un histórico pedido de perdón a nombre de la Iglesia, por los crímenes cometidos contra indígenas durante la conquista de América, en una jornada marcada por su apoyo a reivindicaciones sociales, que lo llevaron a ser llamado "papa revolucionario".
AFP
Bienvenida del Santo Padre a Paraguay
Tras visitar Ecuador y Bolivia, Francisco llega a la última nación de su gira por América Latina
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 10 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha aterrizado en Asunción este viernes a las 15.00. En un vuelo procedente de Bolivia, el Papa comenzó su última etapa de su gira por América Latina. En el aeropuerto le esperaba el presidente de Gobierno, Horacio Cartes, junto con su delegación.
A pesar de la lluvia, cientos de personas esperaban la llegada del Pontífice. Mientras, el grupo Los Nazarenos cantaba el himno de la visita papal: ¡Gracias Santo Padre, por bendecir Paraguay! ¡Gracias Santo Padre, mensajero de alegría y paz!
Acompañado por el presidente, el Papa caminó hasta el palco para escuchar el himno nacional paraguayo en guaraní, interpretado por un coro de 200 niños de Luque. A continuación interpretaron el himno del Vaticano. También participó con un canto un coro de niños aché.
Estará hasta el domingo y cerrará ahí su gira latinoamericana
ASUNCIÓN, PARAGUAY (10/JUL/2015).- El Papa Francisco llegó a Asunción, capital de Paraguay, donde estará hasta el domingo y cerrará una gira latinoamericana que antes le ha llevado a Ecuador y a Bolivia.
El avión de la compañía Alitalia en el que viajaba el Papa, procedente de Bolivia, aterrizó a las 14:48 hora local (13:48 Tiempo del centro de México) en el aeropuerto internacional Silvio Pettirossi.
Francisco tiene en Paraguay una agenda que incluye entrevistas con las autoridades religiosas y políticas, con representantes de la sociedad civil y misas multitudinarias como las que presidirá el sábado en el santuario de Caacupé, a unos 55 kilómetros de Asunción.
El avión de la compañía Alitalia en el que viajaba el Papa, procedente de Bolivia, aterrizó a las 14:48 hora local (13:48 Tiempo del centro de México) en el aeropuerto internacional Silvio Pettirossi.
Francisco tiene en Paraguay una agenda que incluye entrevistas con las autoridades religiosas y políticas, con representantes de la sociedad civil y misas multitudinarias como las que presidirá el sábado en el santuario de Caacupé, a unos 55 kilómetros de Asunción.
Esperado por el presidente Horacio Cartes, Francisco descendió del avión bajo un aguacero sin protegerse por un paraguas hasta que estrechó las manos de las autoridades paraguayas.
Un coro de niños cantó los himnos nacionales de Paraguay, entonado en guaraní, lengua oficial en este país además del castellano, y del Vaticano.
Un coro de niños cantó los himnos nacionales de Paraguay, entonado en guaraní, lengua oficial en este país además del castellano, y del Vaticano.
Paraguay, base principal de las misiones jesuitas en Sudamérica y donde un obispo se convirtió en Presidente en 2008, recibió el viernes al papa Francisco bajo la lluvia pero en un clima de euforia y fiesta con tradiciones guaraníes.
"Papa Francisco bienvenido al Paraguay", entonaron con guitarras y arpas un grupo de 51 reclusas de una hacinada cárcel de mujeres de Asunción, donde el pontífice se detuvo cuatro minutos tras su arribo al país en un acto ajeno a la agenda oficial.
Sin paraguas, el papa Francisco descendió hacia las 15H00 locales (19H00 GMT) del avión que lo trajo desde la ciudad boliviana de Santa Cruz hasta Asunción, en la última escala de una gira sudamericana que lo llevó a Ecuador y Bolivia, y terminará el domingo con una misa campal a la que se prevé asistirán unos tres millones de fieles, entre ellos cientos de miles de brasileños y argentinos como él. (Lea también: Papa dice que reclusión no debe ser exclusión, en una cárcel boliviana)
El pontífice arribó al aeropuerto Silvio Pettirossi, aledaño a Asunción, y antes de subir al papamóvil para trasladarse hasta la capital, un coro de 200 niños de escuelas públicas entonó canciones típicas para luego dar pie a una ceremonia laica con bailarines sobre la pista.
Enérgico y risueño, el papa recibió con afecto los abrazos espontáneos de niñas y hasta bailarines que aprovecharon su cercanía para tocarlo, al igual que niños minusválidos. El papa de 78 años lucía descansado tras realizar su sexto vuelo desde el domingo pasado cuando salió de Roma, en lo que es su noveno viaje al exterior y el segundo a América Latina, después de visitar Brasil en 2014.
Al menos 60.000 jóvenes formaron un cordón humano de más de 10 km tomados de la mano a lo largo de la vía que recorrió Francisco hasta la Nunciatura, donde se alojará, para luego dirigirse al Palacio de López, sede de la presidencia, donde se espera que ofrezca un discurso protocolar.
Esta es la segunda visita a Paraguay de un papa, luego que en 1988 el polaco Juan Pablo II visitara este país de casi siete millones de habitantes, un año antes que cayera la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
Entre los actos más esperados del papa argentino destaca la misa que efectuará este sábado en la Basílica de la Virgen de Caacupé, 50 km al este de Asunción, patrona de los paraguayos y de la cual es devoto desde sus tiempos de arzobispo en Buenos Aires, donde realizó trabajos en barrios pobres con inmigrantes paraguayos.
En tierra de misiones
En este país donde 90% de la población es de confesión católica, los jesuitas que inspiraron a Jorge Bergoglio fundaron en los siglos XVII y XVIII fuertes bases de un utópico modo de vida comunitario para evangelizar durante 150 años a los indígenas guaraníes. (Lea también: Papa Francisco pide 'perdón' por pecados de Iglesia en Conquista)
Las misiones jesuíticas guaraníes fundaron 30 pueblos ubicados en territorios que pertenecen actualmente a Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil, y Bolivia, donde levantaron aldeas capaces de formar una unidad económica independiente y una organización militar para frenar la expansión de Portugal desde Brasil.
Fernando Lugo, un exobispo católico, se convirtió en presidente de Paraguay en agosto de 2008 y abandonó el poder el 22 de junio de 2012 cuando fue destituido a través de un controvertido juicio político.
Argentina en la mira
En su vuelo de Santa Cruz a Asunción, el Sumo Pontífice envió un saludo a la presidenta argentina, Cristina Kirchner, y a su país natal. "Al sobrevolar la amada patria argentina para dar comienzo a mi visita pastoral a Paraguay, me alegra enviar un cordial saludo a vuestra excelencia, expresando mi cercanía y afecto a esta querida nación", dice el telegrama que lleva la firma de Francisco.
El saludo es parte de la diplomacia vaticana y también lo hizo cuando sobrevoló los espacios aéreos de Venezuela y Colombia rumbo a Ecuador, primera escala de esta gira.
Con los pobres, presos y enfermos
Su última actividad pública en Bolivia fue una visita a la cárcel de Palmasola, la más hacinada y peligrosa del país, ubicada en una especie de ciudadela en Santa Cruz de la Sierra, en la que defendió la reinserción de los presos en la sociedad.
Antes de acudir a la cárcel, el Vaticano informó que el papa visitó a la Virgen patrona de Bolivia, a la que le donó las condecoraciones que recibió de manos del presidente Evo Morales.
No se especificó nada sobre el polémico Cristo crucificado sobre la hoz y el martillo, que también recibió de regalo de parte del presidente boliviano.
Francisco lanzó el jueves un histórico pedido de perdón a nombre de la Iglesia, por los crímenes cometidos contra indígenas durante la conquista de América, en una jornada marcada por su apoyo a reivindicaciones sociales, que lo llevaron a ser llamado "papa revolucionario".
AFP
Tras visitar Ecuador y Bolivia, Francisco llega a la última nación de su gira por América Latina
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 10 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha aterrizado en Asunción este viernes a las 15.00. En un vuelo procedente de Bolivia, el Papa comenzó su última etapa de su gira por América Latina. En el aeropuerto le esperaba el presidente de Gobierno, Horacio Cartes, junto con su delegación.
A pesar de la lluvia, cientos de personas esperaban la llegada del Pontífice. Mientras, el grupo Los Nazarenos cantaba el himno de la visita papal: ¡Gracias Santo Padre, por bendecir Paraguay! ¡Gracias Santo Padre, mensajero de alegría y paz!
Acompañado por el presidente, el Papa caminó hasta el palco para escuchar el himno nacional paraguayo en guaraní, interpretado por un coro de 200 niños de Luque. A continuación interpretaron el himno del Vaticano. También participó con un canto un coro de niños aché.
Después se proyectó un vídeo con imágnes de san Juan Pablo II cuando visitó Paraguay en mayo de 1988. Al concluir, el Papa bendijo la placa conmemorativa de la visita del papa polaco a esta nación.
Seguidamente, una niña aché entregó a Francisco un ramo de flores y los niños de la ciudad de Luque entregaron un rosario de los orfebres de la localidad.
La siguiente interpretación fue a cargo de un grupo de mujeres y hombres, que con música y trajes tradicionales, bailaron animadamente durante varios minutos, representando un espectáculo en recuerdo de las misiones jesuíticas guaraníes.
Antes de marchar, el Pontífice se acercó a los niños del coro, que no pudieron esconder la emoción y corrieron para abrazarle.
Desde el aeropuerto, el Papa se dirigió en papamóvil hasta la nunciatura y de camino hizo una parada fuera de programa. Francisco detuvo el papamóvil para escuchar una canción que le dedicó un grupo de reclusas de la cárcel de mujeres del Buen Pastor. Las mujeres habían enviado una carta al Santo Padre solicitándole "un pequeño espacio" para ellas.
Tras un breve descanso en la nunciatura, se dirige al Palacio Presidencial para la visita de cortesía al presidente y el encuentro con las autoridades.
Como es tradicional, durante el vuelo papal se envió un telegrama a los presidentes de los países que sobrevuela. En este caso, envió un mensaje a Evo Morales, presidente del Estado plurinacional de Bolivia, en el que renovaba su “agradecimiento y estima al querido pueblo boliviano". “Continúo mi viaje con la alegría de haber compartido unos días colmados de gracia y bendición”, indicó.
Asimismo hizo llegar un telegrama a su compatriota, Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la República Argentina. De este modo expresó su “cercanía y afecto a esta querida nación, para la que pido al Señor copiosas gracias que le permitan progresar en los valores humanos y espirituales, acrecentando el compromiso por la justicia y la paz”.
El Papa a las autoridades de Paraguay: 'Fomenten la comprensión, el diálogo y la colaboración'
18.45. Asunción. Encuentro con los dirigentes y los miembros del Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco elogió el papel de la mujer paraguaya, la más gloriosa de América, en la reconstrucción del país
Por Iván de Vargas
Madrid, 11 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco llegó esta tarde a Paraguay, última escala de su gira por America Latina, después de haber estado previamente en Ecuador y Bolivia. El Santo Padre partió de Santa Cruz de la Sierra rumbo a Asunción, la capital del país sudamericano con mayor porcentaje de católicos, donde fue recibido por el presidente Horacio Manuel Cartes Jara.
Tras la ceremonia de recepción en el aeropuerto, el Pontífice se retiró a descansar un rato a la Nunciatura Apostólica antes de acudir al Palacio de López para sostener un encuentro con el mandatario paraguayo, las autoridades del país y el Cuerpo Diplomático.
Después se proyectó un vídeo con imágnes de san Juan Pablo II cuando visitó Paraguay en mayo de 1988. Al concluir, el Papa bendijo la placa conmemorativa de la visita del papa polaco a esta nación.
Seguidamente, una niña aché entregó a Francisco un ramo de flores y los niños de la ciudad de Luque entregaron un rosario de los orfebres de la localidad.
La siguiente interpretación fue a cargo de un grupo de mujeres y hombres, que con música y trajes tradicionales, bailaron animadamente durante varios minutos, representando un espectáculo en recuerdo de las misiones jesuíticas guaraníes.
Antes de marchar, el Pontífice se acercó a los niños del coro, que no pudieron esconder la emoción y corrieron para abrazarle.
Desde el aeropuerto, el Papa se dirigió en papamóvil hasta la nunciatura y de camino hizo una parada fuera de programa. Francisco detuvo el papamóvil para escuchar una canción que le dedicó un grupo de reclusas de la cárcel de mujeres del Buen Pastor. Las mujeres habían enviado una carta al Santo Padre solicitándole "un pequeño espacio" para ellas.
Tras un breve descanso en la nunciatura, se dirige al Palacio Presidencial para la visita de cortesía al presidente y el encuentro con las autoridades.
Como es tradicional, durante el vuelo papal se envió un telegrama a los presidentes de los países que sobrevuela. En este caso, envió un mensaje a Evo Morales, presidente del Estado plurinacional de Bolivia, en el que renovaba su “agradecimiento y estima al querido pueblo boliviano". “Continúo mi viaje con la alegría de haber compartido unos días colmados de gracia y bendición”, indicó.
Asimismo hizo llegar un telegrama a su compatriota, Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la República Argentina. De este modo expresó su “cercanía y afecto a esta querida nación, para la que pido al Señor copiosas gracias que le permitan progresar en los valores humanos y espirituales, acrecentando el compromiso por la justicia y la paz”.
El Papa a las autoridades de Paraguay: 'Fomenten la comprensión, el diálogo y la colaboración'
18.45. Asunción. Encuentro con los dirigentes y los miembros del Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco elogió el papel de la mujer paraguaya, la más gloriosa de América, en la reconstrucción del país
Por Iván de Vargas
Madrid, 11 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco llegó esta tarde a Paraguay, última escala de su gira por America Latina, después de haber estado previamente en Ecuador y Bolivia. El Santo Padre partió de Santa Cruz de la Sierra rumbo a Asunción, la capital del país sudamericano con mayor porcentaje de católicos, donde fue recibido por el presidente Horacio Manuel Cartes Jara.
Tras la ceremonia de recepción en el aeropuerto, el Pontífice se retiró a descansar un rato a la Nunciatura Apostólica antes de acudir al Palacio de López para sostener un encuentro con el mandatario paraguayo, las autoridades del país y el Cuerpo Diplomático.
El papa Francisco llegó esta tarde a Paraguay, última escala de su gira por America Latina, después de haber estado previamente en Ecuador y Bolivia. El Santo Padre partió de Santa Cruz de la Sierra rumbo a Asunción, la capital del país sudamericano con mayor porcentaje de católicos, donde fue recibido por el presidente Horacio Manuel Cartes Jara.
Tras la ceremonia de recepción en el aeropuerto, el Pontífice se retiró a descansar un rato a la Nunciatura Apostólica antes de acudir al Palacio de López para sostener un encuentro con el mandatario paraguayo, las autoridades del país y el Cuerpo Diplomático.
Una vez en el Palacio Presidencial, el Papa realizó la tradicional visita de cortesía al presidente de la República de Paraguay. La reunión privada tuvo lugar en la Oficina Presidencial. Después de la firma del Libro de Oro y la presentación de la familia del jefe de Estado, se procedió al intercambio de regalos y al saludo de las dos delegaciones.
Luego el presidente Cartes acompañó a Francisco al jardín del Palacio de Gobierno para la reunión con los miembros del Gabinete del Presidente, el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Cuerpo Diplomático. Al finalizar las palabras del mandatario paraguayo, el Santo Padre pronunció su discurso.
En su intervención, el Pontífice pidió que nunca más haya guerras entre hermanos e instó a construir siempre la paz. “La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra”, dijo.
“¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración”, añadió.
El Santo Padre instó también a potenciar, en todos los ámbitos de la sociedad, el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás.
Invitó a los presentes a no detenerse en lo conflictivo y desterrar del amor a la patria toda perspectiva partidaria o ideológica. Y apuntó que ese amor debe ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y luchar “impetuosamente contra la corrupción”.
El Papa recordó además que, a lo largo de su historia, este país conoció el “sufrimiento terrible de la guerra”, el enfrentamiento fratricida, la falta de libertad y la conculcación de los derechos humanos. “¡Cuánto dolor y cuánta muerte!”, lamentó, al tiempo que destacó el sentido de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una nación próspera.
Francisco rindió tributo a los miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que fueron y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de este pueblo.
Una vez más reconoció, con “emoción y admiración”, el papel de la mujer paraguaya en los momentos dramáticos del pasado, cuando madres, esposas y viudas cargaron sobre sus hombros, el peso más grande y supieron sacar adelante a sus familias y a su país. En ese momento, improvisando, el Pontífice exclamó: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.
Por otra parte, llamó a poner a los pobres y necesitados en un lugar prioritario del trabajo por el bien común, sobre todo cuando en Paraguay se están haciendo muchos esfuerzos para consolidar el progreso en la senda del crecimiento económico.
“Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”, insistió.
“Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico”, apuntó.
Por último, el Santo Padre aseguró el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica para la construcción de una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía, porque los obispos también están llamados a preocuparse por el impulso de un mundo mejor.
“Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y al que quieren servir”, concluyó.
La reunión con las autoridades finalizó con un concierto de música del tiempo de las reducciones jesuíticas del Paraguay, junto a la proyección de imágenes de tallas y objetos originales de las misiones de aquella época. Al término del encuentro, el Papa se trasladó desde el Palacio Presidencial a la Nunciatura Apostólica, lugar donde pernoctará.
Francisco acudirá el sábado por la mañana al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu y luego celebrará la eucaristía en la explanada del santuario mariano de Caacupé. Por la tarde, mantendrá un encuentro con representantes de la sociedad civil en el estadio León Condou del colegio San José y finalizará la jornada con el rezo de vísperas en la Catedral Metropolitana de Asunción, acompañado por los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y movimientos católicos.
Texto completo del discurso del Papa a las autoridades civiles de Paraguay
18.45. Asunción. Encuentro con el Gobierno, las altas magistraturas del Estado y el Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco destaca la firme voluntad del país para desterrar la corrupción
Por Redacción
Madrid, 11 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco se ha trasladado este viernes por la tarde al Palacio de López, donde se ha reunido con el presidente de la República del Paraguay, Horacio Cartes. Este ha sido el tercer encuentro del mandatario con el Santo Padre, pero el primero en tierra guaraní.
Una vez concluido el coloquio privado con el presidente Cartes, los ministros de la Corte Suprema de Justicia, los legisladores de ambas Cámaras del Congreso, las demás autoridades del Poder Ejecutivo y el Cuerpo Diplomático han sido saludados por el Pontífice en el jardín del Palacio de Gobierno.
A continuación publicamos las palabras del papa Francisco:
"Señor Presidente
Autoridades de la República
Miembros del Cuerpo diplomático
Señoras y señores:
Saludo cordialmente a Vuestra Excelencia, Señor Presidente de la República, y le agradezco las deferentes palabras de bienvenida y de afecto que me ha dirigido, en nombre también del gobierno, de las altas magistraturas del Estado y del querido pueblo paraguayo. Saludo también a los distinguidos miembros del Cuerpo diplomático y, a través de ellos, hago llegar mis sentimientos de respeto y aprecio a sus respectivos países.
Un «gracias» especial para todas las personas e instituciones que han colaborado con esfuerzo y dedicación en la preparación de este viaje y a que me sienta en casa. Y no es difícil sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocido como el corazón de América, y no sólo por la posición geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía de sus gentes.
Ya desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte! Pero es admirable el tesón y el espíritu de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una Nación próspera y en paz. Aquí –en el jardín de este palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los últimos acontecimientos contemporáneos– quiero rendir tributo a esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán siendo verdaderos protagonistas de su pueblo. Y quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos tan dramáticos de la historia, de modo especial, esa guerra inicua que llegó a destruir casi la fraternidad de nuestro pueblo. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América.
Un pueblo que olvida su pasado, su historia, sus raíces, no tiene futuro, es un pueblo seco. La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra. ¡Nunca más guerras entre hermanos! ¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración.
Desde hace algunos años, Paraguay se está comprometiendo en la construcción de un proyecto democrático sólido y estable. Es justo reconocer con satisfacción lo mucho que se ha avanzado en este camino gracias al esfuerzo de todos, aun en medio de grandes dificultades e incertidumbres. Los animo a que sigan trabajando con todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos. La forma de gobierno adoptada en su constitución: «democracia representativa, participativa y pluralista», basada en la promoción y respeto de los derechos humanos nos aleja de la tentación de la democracia formal que Aparecida definía como la que se «contentaba con estar fundada en la limpieza de los procesos electorales» (cf. Aparecida 74). Esa es una democracia formal.
En todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en la actividad pública, se ha de potenciar el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás. No hay que detenerse en lo conflictivo, la unidad siempre es superior al conflicto; es un ejercicio interesante decantar en el amor a la patria, en el amor al pueblo, toda perspectiva que nace de las convicciones de una opción partidaria o ideológica. Y en ese mismo amor tiene que ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y que luchan impetuosamente contra la corrupción. Sé que existe una firme voluntad para desterrar hoy la corrupción.
Queridos amigos, en la voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y necesitados han de ocupar un lugar prioritario. Se están haciendo muchos esfuerzos para que Paraguay progrese por la senda del crecimiento económico. Se han dado pasos importantes en el campo de la educación y la sanidad. Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral de la persona, especialmente la persona más vulnerable e indefensa.
Señor Presidente, queridos amigos. En nombre también de mis hermanos Obispos del Paraguay, deseo asegurarles el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica en el afán común por construir una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía. Porque todos, también los pastores de la Iglesia, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo mejor (cf. Evangelii gaudium, 183). Nos mueve a ello la certeza de nuestra fe en Dios, que quiso hacerse hombre y, viviendo entre nosotros, compartir nuestra suerte. Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y quieren servir.
Con la inmensa alegría de encontrarme en esta tierra consagrada a la Virgen de Caacupé, y quiero recordar también especialmente a mis hermanos paraguayos de Buenos Aires, de mi anterior diócesis, ellos tienen la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé, imploro la bendición del Señor sobre todos ustedes, sobre sus familias y sobre todo el querido pueblo paraguayo. Que Paraguay sea fecundo, como lo indica la flor de la pasiflora en el manto de la Virgen y como esa cinta con los colores paraguayos que tiene la imagen, así se abrace a la Madre de Caacupé. Muchas gracias".
Texto distribuido por la Sala de Prensa del Vaticano
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana
Una vez en el Palacio Presidencial, el Papa realizó la tradicional visita de cortesía al presidente de la República de Paraguay. La reunión privada tuvo lugar en la Oficina Presidencial. Después de la firma del Libro de Oro y la presentación de la familia del jefe de Estado, se procedió al intercambio de regalos y al saludo de las dos delegaciones.
Luego el presidente Cartes acompañó a Francisco al jardín del Palacio de Gobierno para la reunión con los miembros del Gabinete del Presidente, el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Cuerpo Diplomático. Al finalizar las palabras del mandatario paraguayo, el Santo Padre pronunció su discurso.
En su intervención, el Pontífice pidió que nunca más haya guerras entre hermanos e instó a construir siempre la paz. “La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra”, dijo.
“¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración”, añadió.
El Santo Padre instó también a potenciar, en todos los ámbitos de la sociedad, el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás.
Invitó a los presentes a no detenerse en lo conflictivo y desterrar del amor a la patria toda perspectiva partidaria o ideológica. Y apuntó que ese amor debe ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y luchar “impetuosamente contra la corrupción”.
El Papa recordó además que, a lo largo de su historia, este país conoció el “sufrimiento terrible de la guerra”, el enfrentamiento fratricida, la falta de libertad y la conculcación de los derechos humanos. “¡Cuánto dolor y cuánta muerte!”, lamentó, al tiempo que destacó el sentido de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una nación próspera.
Francisco rindió tributo a los miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que fueron y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de este pueblo.
Una vez más reconoció, con “emoción y admiración”, el papel de la mujer paraguaya en los momentos dramáticos del pasado, cuando madres, esposas y viudas cargaron sobre sus hombros, el peso más grande y supieron sacar adelante a sus familias y a su país. En ese momento, improvisando, el Pontífice exclamó: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.
Por otra parte, llamó a poner a los pobres y necesitados en un lugar prioritario del trabajo por el bien común, sobre todo cuando en Paraguay se están haciendo muchos esfuerzos para consolidar el progreso en la senda del crecimiento económico.
“Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”, insistió.
“Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico”, apuntó.
Por último, el Santo Padre aseguró el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica para la construcción de una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía, porque los obispos también están llamados a preocuparse por el impulso de un mundo mejor.
“Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y al que quieren servir”, concluyó.
La reunión con las autoridades finalizó con un concierto de música del tiempo de las reducciones jesuíticas del Paraguay, junto a la proyección de imágenes de tallas y objetos originales de las misiones de aquella época. Al término del encuentro, el Papa se trasladó desde el Palacio Presidencial a la Nunciatura Apostólica, lugar donde pernoctará.
Francisco acudirá el sábado por la mañana al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu y luego celebrará la eucaristía en la explanada del santuario mariano de Caacupé. Por la tarde, mantendrá un encuentro con representantes de la sociedad civil en el estadio León Condou del colegio San José y finalizará la jornada con el rezo de vísperas en la Catedral Metropolitana de Asunción, acompañado por los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y movimientos católicos.
Texto completo del discurso del Papa a las autoridades civiles de Paraguay
18.45. Asunción. Encuentro con el Gobierno, las altas magistraturas del Estado y el Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco destaca la firme voluntad del país para desterrar la corrupción
Por Redacción
Luego el presidente Cartes acompañó a Francisco al jardín del Palacio de Gobierno para la reunión con los miembros del Gabinete del Presidente, el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Cuerpo Diplomático. Al finalizar las palabras del mandatario paraguayo, el Santo Padre pronunció su discurso.
En su intervención, el Pontífice pidió que nunca más haya guerras entre hermanos e instó a construir siempre la paz. “La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra”, dijo.
“¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración”, añadió.
El Santo Padre instó también a potenciar, en todos los ámbitos de la sociedad, el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás.
Invitó a los presentes a no detenerse en lo conflictivo y desterrar del amor a la patria toda perspectiva partidaria o ideológica. Y apuntó que ese amor debe ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y luchar “impetuosamente contra la corrupción”.
El Papa recordó además que, a lo largo de su historia, este país conoció el “sufrimiento terrible de la guerra”, el enfrentamiento fratricida, la falta de libertad y la conculcación de los derechos humanos. “¡Cuánto dolor y cuánta muerte!”, lamentó, al tiempo que destacó el sentido de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una nación próspera.
Francisco rindió tributo a los miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que fueron y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de este pueblo.
Una vez más reconoció, con “emoción y admiración”, el papel de la mujer paraguaya en los momentos dramáticos del pasado, cuando madres, esposas y viudas cargaron sobre sus hombros, el peso más grande y supieron sacar adelante a sus familias y a su país. En ese momento, improvisando, el Pontífice exclamó: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.
Por otra parte, llamó a poner a los pobres y necesitados en un lugar prioritario del trabajo por el bien común, sobre todo cuando en Paraguay se están haciendo muchos esfuerzos para consolidar el progreso en la senda del crecimiento económico.
“Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”, insistió.
“Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico”, apuntó.
Por último, el Santo Padre aseguró el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica para la construcción de una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía, porque los obispos también están llamados a preocuparse por el impulso de un mundo mejor.
“Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y al que quieren servir”, concluyó.
La reunión con las autoridades finalizó con un concierto de música del tiempo de las reducciones jesuíticas del Paraguay, junto a la proyección de imágenes de tallas y objetos originales de las misiones de aquella época. Al término del encuentro, el Papa se trasladó desde el Palacio Presidencial a la Nunciatura Apostólica, lugar donde pernoctará.
Francisco acudirá el sábado por la mañana al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu y luego celebrará la eucaristía en la explanada del santuario mariano de Caacupé. Por la tarde, mantendrá un encuentro con representantes de la sociedad civil en el estadio León Condou del colegio San José y finalizará la jornada con el rezo de vísperas en la Catedral Metropolitana de Asunción, acompañado por los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y movimientos católicos.
Texto completo del discurso del Papa a las autoridades civiles de Paraguay
18.45. Asunción. Encuentro con el Gobierno, las altas magistraturas del Estado y el Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco destaca la firme voluntad del país para desterrar la corrupción
Por Redacción
Madrid, 11 de julio de 2015 (ZENIT.org)
El papa Francisco se ha trasladado este viernes por la tarde al Palacio de López, donde se ha reunido con el presidente de la República del Paraguay, Horacio Cartes. Este ha sido el tercer encuentro del mandatario con el Santo Padre, pero el primero en tierra guaraní.
Una vez concluido el coloquio privado con el presidente Cartes, los ministros de la Corte Suprema de Justicia, los legisladores de ambas Cámaras del Congreso, las demás autoridades del Poder Ejecutivo y el Cuerpo Diplomático han sido saludados por el Pontífice en el jardín del Palacio de Gobierno.
A continuación publicamos las palabras del papa Francisco:
"Señor Presidente
Autoridades de la República
Miembros del Cuerpo diplomático
Señoras y señores:
Saludo cordialmente a Vuestra Excelencia, Señor Presidente de la República, y le agradezco las deferentes palabras de bienvenida y de afecto que me ha dirigido, en nombre también del gobierno, de las altas magistraturas del Estado y del querido pueblo paraguayo. Saludo también a los distinguidos miembros del Cuerpo diplomático y, a través de ellos, hago llegar mis sentimientos de respeto y aprecio a sus respectivos países.
Un «gracias» especial para todas las personas e instituciones que han colaborado con esfuerzo y dedicación en la preparación de este viaje y a que me sienta en casa. Y no es difícil sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocido como el corazón de América, y no sólo por la posición geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía de sus gentes.
Ya desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte! Pero es admirable el tesón y el espíritu de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una Nación próspera y en paz. Aquí –en el jardín de este palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los últimos acontecimientos contemporáneos– quiero rendir tributo a esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán siendo verdaderos protagonistas de su pueblo. Y quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos tan dramáticos de la historia, de modo especial, esa guerra inicua que llegó a destruir casi la fraternidad de nuestro pueblo. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América.
Una vez concluido el coloquio privado con el presidente Cartes, los ministros de la Corte Suprema de Justicia, los legisladores de ambas Cámaras del Congreso, las demás autoridades del Poder Ejecutivo y el Cuerpo Diplomático han sido saludados por el Pontífice en el jardín del Palacio de Gobierno.
A continuación publicamos las palabras del papa Francisco:
"Señor Presidente
Autoridades de la República
Miembros del Cuerpo diplomático
Señoras y señores:
Saludo cordialmente a Vuestra Excelencia, Señor Presidente de la República, y le agradezco las deferentes palabras de bienvenida y de afecto que me ha dirigido, en nombre también del gobierno, de las altas magistraturas del Estado y del querido pueblo paraguayo. Saludo también a los distinguidos miembros del Cuerpo diplomático y, a través de ellos, hago llegar mis sentimientos de respeto y aprecio a sus respectivos países.
Un «gracias» especial para todas las personas e instituciones que han colaborado con esfuerzo y dedicación en la preparación de este viaje y a que me sienta en casa. Y no es difícil sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocido como el corazón de América, y no sólo por la posición geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía de sus gentes.
Ya desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte! Pero es admirable el tesón y el espíritu de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una Nación próspera y en paz. Aquí –en el jardín de este palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los últimos acontecimientos contemporáneos– quiero rendir tributo a esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán siendo verdaderos protagonistas de su pueblo. Y quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos tan dramáticos de la historia, de modo especial, esa guerra inicua que llegó a destruir casi la fraternidad de nuestro pueblo. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América.
Un pueblo que olvida su pasado, su historia, sus raíces, no tiene futuro, es un pueblo seco. La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra. ¡Nunca más guerras entre hermanos! ¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración.
Desde hace algunos años, Paraguay se está comprometiendo en la construcción de un proyecto democrático sólido y estable. Es justo reconocer con satisfacción lo mucho que se ha avanzado en este camino gracias al esfuerzo de todos, aun en medio de grandes dificultades e incertidumbres. Los animo a que sigan trabajando con todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos. La forma de gobierno adoptada en su constitución: «democracia representativa, participativa y pluralista», basada en la promoción y respeto de los derechos humanos nos aleja de la tentación de la democracia formal que Aparecida definía como la que se «contentaba con estar fundada en la limpieza de los procesos electorales» (cf. Aparecida 74). Esa es una democracia formal.
En todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en la actividad pública, se ha de potenciar el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás. No hay que detenerse en lo conflictivo, la unidad siempre es superior al conflicto; es un ejercicio interesante decantar en el amor a la patria, en el amor al pueblo, toda perspectiva que nace de las convicciones de una opción partidaria o ideológica. Y en ese mismo amor tiene que ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y que luchan impetuosamente contra la corrupción. Sé que existe una firme voluntad para desterrar hoy la corrupción.
Queridos amigos, en la voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y necesitados han de ocupar un lugar prioritario. Se están haciendo muchos esfuerzos para que Paraguay progrese por la senda del crecimiento económico. Se han dado pasos importantes en el campo de la educación y la sanidad. Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral de la persona, especialmente la persona más vulnerable e indefensa.
Señor Presidente, queridos amigos. En nombre también de mis hermanos Obispos del Paraguay, deseo asegurarles el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica en el afán común por construir una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía. Porque todos, también los pastores de la Iglesia, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo mejor (cf. Evangelii gaudium, 183). Nos mueve a ello la certeza de nuestra fe en Dios, que quiso hacerse hombre y, viviendo entre nosotros, compartir nuestra suerte. Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y quieren servir.
Con la inmensa alegría de encontrarme en esta tierra consagrada a la Virgen de Caacupé, y quiero recordar también especialmente a mis hermanos paraguayos de Buenos Aires, de mi anterior diócesis, ellos tienen la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé, imploro la bendición del Señor sobre todos ustedes, sobre sus familias y sobre todo el querido pueblo paraguayo. Que Paraguay sea fecundo, como lo indica la flor de la pasiflora en el manto de la Virgen y como esa cinta con los colores paraguayos que tiene la imagen, así se abrace a la Madre de Caacupé. Muchas gracias".
Texto distribuido por la Sala de Prensa del Vaticano
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana
Desde hace algunos años, Paraguay se está comprometiendo en la construcción de un proyecto democrático sólido y estable. Es justo reconocer con satisfacción lo mucho que se ha avanzado en este camino gracias al esfuerzo de todos, aun en medio de grandes dificultades e incertidumbres. Los animo a que sigan trabajando con todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos. La forma de gobierno adoptada en su constitución: «democracia representativa, participativa y pluralista», basada en la promoción y respeto de los derechos humanos nos aleja de la tentación de la democracia formal que Aparecida definía como la que se «contentaba con estar fundada en la limpieza de los procesos electorales» (cf. Aparecida 74). Esa es una democracia formal.
En todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en la actividad pública, se ha de potenciar el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás. No hay que detenerse en lo conflictivo, la unidad siempre es superior al conflicto; es un ejercicio interesante decantar en el amor a la patria, en el amor al pueblo, toda perspectiva que nace de las convicciones de una opción partidaria o ideológica. Y en ese mismo amor tiene que ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y que luchan impetuosamente contra la corrupción. Sé que existe una firme voluntad para desterrar hoy la corrupción.
Queridos amigos, en la voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y necesitados han de ocupar un lugar prioritario. Se están haciendo muchos esfuerzos para que Paraguay progrese por la senda del crecimiento económico. Se han dado pasos importantes en el campo de la educación y la sanidad. Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral de la persona, especialmente la persona más vulnerable e indefensa.
Señor Presidente, queridos amigos. En nombre también de mis hermanos Obispos del Paraguay, deseo asegurarles el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica en el afán común por construir una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía. Porque todos, también los pastores de la Iglesia, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo mejor (cf. Evangelii gaudium, 183). Nos mueve a ello la certeza de nuestra fe en Dios, que quiso hacerse hombre y, viviendo entre nosotros, compartir nuestra suerte. Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y quieren servir.
Con la inmensa alegría de encontrarme en esta tierra consagrada a la Virgen de Caacupé, y quiero recordar también especialmente a mis hermanos paraguayos de Buenos Aires, de mi anterior diócesis, ellos tienen la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé, imploro la bendición del Señor sobre todos ustedes, sobre sus familias y sobre todo el querido pueblo paraguayo. Que Paraguay sea fecundo, como lo indica la flor de la pasiflora en el manto de la Virgen y como esa cinta con los colores paraguayos que tiene la imagen, así se abrace a la Madre de Caacupé. Muchas gracias".
Texto distribuido por la Sala de Prensa del Vaticano
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana
San Benito de Nursia - 11 de julio
«Abad, patriarca del monacato occidental. Redactor de la Regula monasteriorum punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años Proclamado Patrón de Europa por Pablo VI»
«Abad, patriarca del monacato occidental. Redactor de la Regula monasteriorum punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años Proclamado Patrón de Europa por Pablo VI»
San Benito de Nursia - 11 de julio
«Abad, patriarca del monacato occidental. Redactor de la Regula monasteriorum punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años Proclamado Patrón de Europa por Pablo VI»
Por Isabel Orellana Vilches
Madrid, 11 de julio de 2015 (ZENIT.org)
«Nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna», consignó en el cap. 72 de su regla este gran santo. El Libro Segundo de los Diálogos, que san Gregorio Magno redactó unos cuarenta años después de la muerte de Benito, es el texto del que acostumbran a extraerse los datos de su vida. Pero este relato no es una biografía al uso; se limita a exponer hechos prodigiosos, que debieron narrar a Gregorio en el momento en que se hallaba redactando los Diálogos estos dos abades: Constantino sucesor de Benito en Montecassino, y Honorato, que presidía le comunidad de Subiaco. A Gregorio le interesó destacar la santidad de este patriarca del monacato occidental, y no tanto el discurrir cronológico de los hechos.
Benito nació en Nursia, Italia, hacia el año 480 en el seno de una familia de patricios. En su juventud cursó en Roma derecho, retórica y filosofía. En esa época dio otro rumbo a su existencia radicalmente opuesto al que llevaba: se había contaminado, en cierto modo, de la vida licenciosa de otros jóvenes coetáneos. Su hermana Escolástica le precedió en su consagración. Él comenzó retirándose a Enfide (Affile en la actualidad) para iniciar una experiencia eremítica signada por la oración, estudio, ascesis y penitencia, que ya no abandonaría. Tras veinte años de soledad, eligió el monte Subiaco para seguir retirado del mundo. Durante tres años habitó en una cueva bajo la guía de Romano, un ermitaño que moraba en otra oquedad cercana; éste le impondría el hábito monástico.
La siguiente etapa le llevó a convivir con los monjes de Vicovaro, quienes le eligieron sustituto del prior fallecido. Al parecer, las exigencias de la regla impuesta por Benito no fueron de su agrado, y tomaron el áspero camino de la venganza. Se quisieron desembarazar de él mediante una pócima venenosa que echaron en su vaso, pero cuando estaba a punto de beberlo, éste se quebró en pedazos.
Benito quedó consternado. Retornó a Subiaco con la idea de fundar nuevos monasterios y dio inicio al primero de ellos con el grupo de jóvenes que se congregó en torno a él. A éste le siguieron otros difuminados por la región. Al saberse objeto de envidia de monjes vecinos, abandonó el lugar para establecerse en Montecassino. Allí erigió otra abadía el año 529, y redactó hacia el 540 su conocida Regula monasteriorum (regla de los monasterios), fruto de su acrisolada experiencia monástica, punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años. Su unánime aceptación ha sido la artífice del título otorgado a Benito como «patriarca del monacato
ABADIA BENEDICTINA "SAN JOSÉ DEL AVILA" CARACAS TRASLADADA
A GÚIGÚE (EDO. CARABOBO) DONDE DESDE LA DÉCADA DE LOS 90
SE VE HERMOSA CON SU VISTA SOBRE EL LAGO DE VALENCIA
«Abad, patriarca del monacato occidental. Redactor de la Regula monasteriorum punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años Proclamado Patrón de Europa por Pablo VI»
Por Isabel Orellana Vilches
Madrid, 11 de julio de 2015 (ZENIT.org)
«Nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna», consignó en el cap. 72 de su regla este gran santo. El Libro Segundo de los Diálogos, que san Gregorio Magno redactó unos cuarenta años después de la muerte de Benito, es el texto del que acostumbran a extraerse los datos de su vida. Pero este relato no es una biografía al uso; se limita a exponer hechos prodigiosos, que debieron narrar a Gregorio en el momento en que se hallaba redactando los Diálogos estos dos abades: Constantino sucesor de Benito en Montecassino, y Honorato, que presidía le comunidad de Subiaco. A Gregorio le interesó destacar la santidad de este patriarca del monacato occidental, y no tanto el discurrir cronológico de los hechos.
Benito nació en Nursia, Italia, hacia el año 480 en el seno de una familia de patricios. En su juventud cursó en Roma derecho, retórica y filosofía. En esa época dio otro rumbo a su existencia radicalmente opuesto al que llevaba: se había contaminado, en cierto modo, de la vida licenciosa de otros jóvenes coetáneos. Su hermana Escolástica le precedió en su consagración. Él comenzó retirándose a Enfide (Affile en la actualidad) para iniciar una experiencia eremítica signada por la oración, estudio, ascesis y penitencia, que ya no abandonaría. Tras veinte años de soledad, eligió el monte Subiaco para seguir retirado del mundo. Durante tres años habitó en una cueva bajo la guía de Romano, un ermitaño que moraba en otra oquedad cercana; éste le impondría el hábito monástico.
La siguiente etapa le llevó a convivir con los monjes de Vicovaro, quienes le eligieron sustituto del prior fallecido. Al parecer, las exigencias de la regla impuesta por Benito no fueron de su agrado, y tomaron el áspero camino de la venganza. Se quisieron desembarazar de él mediante una pócima venenosa que echaron en su vaso, pero cuando estaba a punto de beberlo, éste se quebró en pedazos.
Benito quedó consternado. Retornó a Subiaco con la idea de fundar nuevos monasterios y dio inicio al primero de ellos con el grupo de jóvenes que se congregó en torno a él. A éste le siguieron otros difuminados por la región. Al saberse objeto de envidia de monjes vecinos, abandonó el lugar para establecerse en Montecassino. Allí erigió otra abadía el año 529, y redactó hacia el 540 su conocida Regula monasteriorum (regla de los monasterios), fruto de su acrisolada experiencia monástica, punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años. Su unánime aceptación ha sido la artífice del título otorgado a Benito como «patriarca del monacato
Benito nació en Nursia, Italia, hacia el año 480 en el seno de una familia de patricios. En su juventud cursó en Roma derecho, retórica y filosofía. En esa época dio otro rumbo a su existencia radicalmente opuesto al que llevaba: se había contaminado, en cierto modo, de la vida licenciosa de otros jóvenes coetáneos. Su hermana Escolástica le precedió en su consagración. Él comenzó retirándose a Enfide (Affile en la actualidad) para iniciar una experiencia eremítica signada por la oración, estudio, ascesis y penitencia, que ya no abandonaría. Tras veinte años de soledad, eligió el monte Subiaco para seguir retirado del mundo. Durante tres años habitó en una cueva bajo la guía de Romano, un ermitaño que moraba en otra oquedad cercana; éste le impondría el hábito monástico.
La siguiente etapa le llevó a convivir con los monjes de Vicovaro, quienes le eligieron sustituto del prior fallecido. Al parecer, las exigencias de la regla impuesta por Benito no fueron de su agrado, y tomaron el áspero camino de la venganza. Se quisieron desembarazar de él mediante una pócima venenosa que echaron en su vaso, pero cuando estaba a punto de beberlo, éste se quebró en pedazos.
Benito quedó consternado. Retornó a Subiaco con la idea de fundar nuevos monasterios y dio inicio al primero de ellos con el grupo de jóvenes que se congregó en torno a él. A éste le siguieron otros difuminados por la región. Al saberse objeto de envidia de monjes vecinos, abandonó el lugar para establecerse en Montecassino. Allí erigió otra abadía el año 529, y redactó hacia el 540 su conocida Regula monasteriorum (regla de los monasterios), fruto de su acrisolada experiencia monástica, punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años. Su unánime aceptación ha sido la artífice del título otorgado a Benito como «patriarca del monacato
ABADIA BENEDICTINA "SAN JOSÉ DEL AVILA" CARACAS TRASLADADA
A GÚIGÚE (EDO. CARABOBO) DONDE DESDE LA DÉCADA DE LOS 90
SE VE HERMOSA CON SU VISTA SOBRE EL LAGO DE VALENCIA
Los obispos venezolanos llaman a la recomposición política y social del país
La Iglesia pide a los ciudadanos que sean “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos”. Advierten que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”
Por Redacción
Madrid, 10 de julio de 2015 (ZENIT.org)
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) exhortó este jueves a todos los ciudadanos a ser “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos” y reiteró que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”, en un documento emitido con motivo de la clausura de la CIV Asamblea Ordinaria, que reunió estos días en Caracas a los prelados de todo el país.
Los obispos dedicaron buena parte de su reflexión a proponer un modelo de país “que ame la paz, donde haya seguridad para trabajar, producir y compartir donde se destierre la prédica estéril y dañina de catalogarnos por las diferencias, por el odio de clases, por la exaltación del enfrentamiento, idealizando el nacionalismo vacío, la violencia o la guerra, en el que la fuerza puede más que la razón”.
En su escrito, la Iglesia denunció la crisis nacional en distintas áreas y precisó que “la experiencia también enseña que los regímenes de corte populista y excluyentes favorecen el abuso del poder y la corrupción”. Y exigió que los beneficios que genera el petróleo se empleen para financiar “la educación, la salud, la vialidad, y no sean usados para ganancias políticas que no benefician en nada a la población”.
“No se puede negar lo que está a la vista: los presos políticos, los vejámenes, las torturas, la violación de los derechos humanos”, indicó la CEV. Asimismo, los prelados urgieron al Gobierno nacional a “tomar medidas económicas sensatas en el marco de la Constitución y las leyes que impidan ese absurdo y nocivo mecanismo de una política económica equivocada que enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría”. Y previnieron sobre el riesgo de que sean los más pobres los que “carguen con lo más oneroso de las medidas que se tomen”.
El episcopado venezolano reconoció además que la “dura realidad” les exige “ser críticos, creativos, solidarios” con “el sufrimiento que padece nuestro pueblo por tanta incertidumbre”.
“El pueblo venezolano exige mejores condiciones de vida diaria, pide seguridad y mayor protección a su derecho a la salud y a la alimentación de su familia. Toda la nación padece la falta de medicamentos y atención hospitalaria y la escasez. Exige mayor seguridad ante la violencia desbordada, la impunidad y el narcotráfico”, enfatizaron los obispos en su exhortación pastoral titulada “He visto la aflicción de mi pueblo”, al tiempo que reclamaron “desterrar de raíz la cultura de la muerte, la épica del armamentismo y militarismo”.
“No hay nada más absurdo y sin sentido que buscar la solución de los conflictos con la violencia. Son muchos los héroes civiles, algunos de ellos anónimos, mujeres y hombres trabajadores, inventores, promotores de todo lo bueno que deben ser iconos referenciales para la promoción de una cultura de la vida y de la solidaridad”, apuntaron en el texto pastoral, que recuerda el derecho del pueblo a opinar con libertad, a “disentir, proponer, tener acceso a una información libre”. Por eso, “las excesivas cadenas y la propaganda tendenciosa tienen que ser rechazadas y puestas al descubierto”, aconsejaron.
Por último, la CEV apuntó que las elecciones legislativas del 6 de diciembre son “la oportunidad de la recomposición política y social del país” y llamaron a acudir al proceso “con responsabilidad”.
En este sentido, exigió a las autoridades nacionales “garantizar el orden público y la pulcritud del proceso electoral” en apego a la Constitución. “El CNE (Consejo Nacional Electoral) tiene la obligación de ser imparcial, evitando el ventajismo, el abuso o la parcialización”, concluyeron los prelados venezolanos.
La Conferencia Episcopal Venezolana resaltó la visita apostólica del Papa Francisco en Latinoamérica, que "reafirma las razones para la esperanza y nos impulsa al renovado compromiso por la nueva evangelización. Agradecemos también su preocupación por Venezuela".
Invitó a todos los venezolanos a ser "actores y protagonistas de la Venezuela que queremos" y reiteró que "es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables", en el comunicado de la clausura de la CIV, que reunió a arzobispos y obispos.
El Episcopado llamó al país a "que ame la paz", donde haya seguridad "para trabajar, producir y compartir".
Convocaron a elecciones del 6D "con responsabilidad" y a las autoridades "garantizar la pulcritud del proceso" en apego a la Constitución.
Monseñor Baltazar Porras, señaló las dificultades por las que atraviesa el país. Sugieren que las del petróleo se empleen para financiar "la educación, la salud, la vialidad". Solicitó "la actividad económica abierta".
La Iglesia pide a los ciudadanos que sean “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos”. Advierten que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”
Por Redacción
Madrid, 10 de julio de 2015 (ZENIT.org)
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) exhortó este jueves a todos los ciudadanos a ser “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos” y reiteró que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”, en un documento emitido con motivo de la clausura de la CIV Asamblea Ordinaria, que reunió estos días en Caracas a los prelados de todo el país.
Los obispos dedicaron buena parte de su reflexión a proponer un modelo de país “que ame la paz, donde haya seguridad para trabajar, producir y compartir donde se destierre la prédica estéril y dañina de catalogarnos por las diferencias, por el odio de clases, por la exaltación del enfrentamiento, idealizando el nacionalismo vacío, la violencia o la guerra, en el que la fuerza puede más que la razón”.
En su escrito, la Iglesia denunció la crisis nacional en distintas áreas y precisó que “la experiencia también enseña que los regímenes de corte populista y excluyentes favorecen el abuso del poder y la corrupción”. Y exigió que los beneficios que genera el petróleo se empleen para financiar “la educación, la salud, la vialidad, y no sean usados para ganancias políticas que no benefician en nada a la población”.
“No se puede negar lo que está a la vista: los presos políticos, los vejámenes, las torturas, la violación de los derechos humanos”, indicó la CEV. Asimismo, los prelados urgieron al Gobierno nacional a “tomar medidas económicas sensatas en el marco de la Constitución y las leyes que impidan ese absurdo y nocivo mecanismo de una política económica equivocada que enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría”. Y previnieron sobre el riesgo de que sean los más pobres los que “carguen con lo más oneroso de las medidas que se tomen”.
El episcopado venezolano reconoció además que la “dura realidad” les exige “ser críticos, creativos, solidarios” con “el sufrimiento que padece nuestro pueblo por tanta incertidumbre”.
“El pueblo venezolano exige mejores condiciones de vida diaria, pide seguridad y mayor protección a su derecho a la salud y a la alimentación de su familia. Toda la nación padece la falta de medicamentos y atención hospitalaria y la escasez. Exige mayor seguridad ante la violencia desbordada, la impunidad y el narcotráfico”, enfatizaron los obispos en su exhortación pastoral titulada “He visto la aflicción de mi pueblo”, al tiempo que reclamaron “desterrar de raíz la cultura de la muerte, la épica del armamentismo y militarismo”.
“No hay nada más absurdo y sin sentido que buscar la solución de los conflictos con la violencia. Son muchos los héroes civiles, algunos de ellos anónimos, mujeres y hombres trabajadores, inventores, promotores de todo lo bueno que deben ser iconos referenciales para la promoción de una cultura de la vida y de la solidaridad”, apuntaron en el texto pastoral, que recuerda el derecho del pueblo a opinar con libertad, a “disentir, proponer, tener acceso a una información libre”. Por eso, “las excesivas cadenas y la propaganda tendenciosa tienen que ser rechazadas y puestas al descubierto”, aconsejaron.
Por último, la CEV apuntó que las elecciones legislativas del 6 de diciembre son “la oportunidad de la recomposición política y social del país” y llamaron a acudir al proceso “con responsabilidad”.
En este sentido, exigió a las autoridades nacionales “garantizar el orden público y la pulcritud del proceso electoral” en apego a la Constitución. “El CNE (Consejo Nacional Electoral) tiene la obligación de ser imparcial, evitando el ventajismo, el abuso o la parcialización”, concluyeron los prelados venezolanos.
La Conferencia Episcopal Venezolana resaltó la visita apostólica del Papa Francisco en Latinoamérica, que "reafirma las razones para la esperanza y nos impulsa al renovado compromiso por la nueva evangelización. Agradecemos también su preocupación por Venezuela".
Invitó a todos los venezolanos a ser "actores y protagonistas de la Venezuela que queremos" y reiteró que "es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables", en el comunicado de la clausura de la CIV, que reunió a arzobispos y obispos.
El Episcopado llamó al país a "que ame la paz", donde haya seguridad "para trabajar, producir y compartir".
Convocaron a elecciones del 6D "con responsabilidad" y a las autoridades "garantizar la pulcritud del proceso" en apego a la Constitución.
Monseñor Baltazar Porras, señaló las dificultades por las que atraviesa el país. Sugieren que las del petróleo se empleen para financiar "la educación, la salud, la vialidad". Solicitó "la actividad económica abierta".
Los obispos dedicaron buena parte de su reflexión a proponer un modelo de país “que ame la paz, donde haya seguridad para trabajar, producir y compartir donde se destierre la prédica estéril y dañina de catalogarnos por las diferencias, por el odio de clases, por la exaltación del enfrentamiento, idealizando el nacionalismo vacío, la violencia o la guerra, en el que la fuerza puede más que la razón”.
En su escrito, la Iglesia denunció la crisis nacional en distintas áreas y precisó que “la experiencia también enseña que los regímenes de corte populista y excluyentes favorecen el abuso del poder y la corrupción”. Y exigió que los beneficios que genera el petróleo se empleen para financiar “la educación, la salud, la vialidad, y no sean usados para ganancias políticas que no benefician en nada a la población”.
“No se puede negar lo que está a la vista: los presos políticos, los vejámenes, las torturas, la violación de los derechos humanos”, indicó la CEV. Asimismo, los prelados urgieron al Gobierno nacional a “tomar medidas económicas sensatas en el marco de la Constitución y las leyes que impidan ese absurdo y nocivo mecanismo de una política económica equivocada que enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría”. Y previnieron sobre el riesgo de que sean los más pobres los que “carguen con lo más oneroso de las medidas que se tomen”.
El episcopado venezolano reconoció además que la “dura realidad” les exige “ser críticos, creativos, solidarios” con “el sufrimiento que padece nuestro pueblo por tanta incertidumbre”.
“El pueblo venezolano exige mejores condiciones de vida diaria, pide seguridad y mayor protección a su derecho a la salud y a la alimentación de su familia. Toda la nación padece la falta de medicamentos y atención hospitalaria y la escasez. Exige mayor seguridad ante la violencia desbordada, la impunidad y el narcotráfico”, enfatizaron los obispos en su exhortación pastoral titulada “He visto la aflicción de mi pueblo”, al tiempo que reclamaron “desterrar de raíz la cultura de la muerte, la épica del armamentismo y militarismo”.
“No hay nada más absurdo y sin sentido que buscar la solución de los conflictos con la violencia. Son muchos los héroes civiles, algunos de ellos anónimos, mujeres y hombres trabajadores, inventores, promotores de todo lo bueno que deben ser iconos referenciales para la promoción de una cultura de la vida y de la solidaridad”, apuntaron en el texto pastoral, que recuerda el derecho del pueblo a opinar con libertad, a “disentir, proponer, tener acceso a una información libre”. Por eso, “las excesivas cadenas y la propaganda tendenciosa tienen que ser rechazadas y puestas al descubierto”, aconsejaron.
Por último, la CEV apuntó que las elecciones legislativas del 6 de diciembre son “la oportunidad de la recomposición política y social del país” y llamaron a acudir al proceso “con responsabilidad”.
En este sentido, exigió a las autoridades nacionales “garantizar el orden público y la pulcritud del proceso electoral” en apego a la Constitución. “El CNE (Consejo Nacional Electoral) tiene la obligación de ser imparcial, evitando el ventajismo, el abuso o la parcialización”, concluyeron los prelados venezolanos.
La Conferencia Episcopal Venezolana resaltó la visita apostólica del Papa Francisco en Latinoamérica, que "reafirma las razones para la esperanza y nos impulsa al renovado compromiso por la nueva evangelización. Agradecemos también su preocupación por Venezuela".
Invitó a todos los venezolanos a ser "actores y protagonistas de la Venezuela que queremos" y reiteró que "es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables", en el comunicado de la clausura de la CIV, que reunió a arzobispos y obispos.
El Episcopado llamó al país a "que ame la paz", donde haya seguridad "para trabajar, producir y compartir".
Convocaron a elecciones del 6D "con responsabilidad" y a las autoridades "garantizar la pulcritud del proceso" en apego a la Constitución.
Monseñor Baltazar Porras, señaló las dificultades por las que atraviesa el país. Sugieren que las del petróleo se empleen para financiar "la educación, la salud, la vialidad". Solicitó "la actividad económica abierta".
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