Esquizofrenia política
Una pelota Una Una pelota con ojos, inflada a reventar, se sienta en su cómoda poltrona. De su caverna con moscas escupe órdenes que sus esclavos acatan; nada es más revelador que la mirada de estos infelices, rostros que son los mapas de la pérdida irreversible de toda dignidad y autorespeto.
Secuestra el espacio radioeléctrico porque le da la gana, aquí ya no hay país, esto es una gigante olla que atrapa los escupitajos de un mandón que hoy regala a su madre y mañana le mete la bota en la boca a su propio padre.
Saca la abultada chequera de un paltó que nunca le luce y comienza a escribir los montos que su capricho dicten, mientras en sus sillas aguardan expectantes seres venidos de otro mundo, entidades que sonríen bobaliconamente mientras balbucean el fin del mundo civilizado, cantando glorias aleluyas al universo de la servidumbre, el espacio que no tiene cupos para el honor y el respeto. Se trata de un capítulo sacado de las obras completas de una nación arrodillada, un país que perdió la brújula y no sabe donde queda el norte de los valores que hacen que la vida valga la pena.
Pasando esta página, se abre otro capítulo de la esquizofrenia política: Dos alucinaciones paralelas.
Vistas como un todo son un caleidoscopio de imágenes superpuestas que crean el espejismo de lo cotidiano. Cantos bonitos de buenas intenciones, océano de clichés y frases acartonadas sin confrontación alguna, sin centímetros de fondo. Un disfraz cubriendo el tablero maquiavélico de un régimen inescrupuloso.
Muñequitos con sus trajecitos de gala hechizados por sus propios delirios, viven su momentum sin olfato, mientras el horno sigue calentando el plato principal, un mega fraude que no quieren oler.
El mundo de la cordura es la salida. ¿Dónde está?
@jcsosazpurua
No hay comentarios:
Publicar un comentario