"El teatro no tiene fronteras, ni color"
"Hay como una disociación y no sé por culpa de quién... No hay un concierto, una unión..." "No doy ningún consejo. Simplemente que haya amor por el teatro y respeto hacia el autor y el director "
García está feliz por el Premio Fernando Gómez que recibirá junto a Carmen Jiménez, del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas GIL MONTAÑO/ARCHIVO
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ , MANOLA GARCÍA MALDONADO , ACTRIZ | EL UNIVERSAL
lunes 21 de noviembre de 2011 12:00 AM
Está lloviendo en Caracas. El sonido de los truenos se cuela en la conversación. Allí está ella, erguida, sobria, bien vestida, peinada y maquillada. La actriz decidió no tener hijos; confiesa que no tiene paciencia para los niños. Sin embargo, habla con dulzura al hijo de su sobrina, un pequeño que lucha por jugar con ella en plena entrevista. Esta vez no va a interpretar ningún papel...
El 19 de junio de 1928 Valencia se convierte en su primer escenario. Hija del periodista Manolo García, mejor conocido como Anésimo Onato de El Morrocoy Azul, Manola García Maldonado se lanzó a hacer algo que no era bien visto en su época. "¿Una mujer actriz? ¡Eso no es de gente decente!", dirían en aquella sociedad de los años 40. Pero su familia la apoyó.
"Juana Sujo me maravilló. Cuando la conocí me pareció una mujer de una personalidad extraordinaria. Yo nunca había conocido de cerca a una actriz completa y total, una gente que viviera las 24 horas del día para el teatro... Yo no me dediqué en cuerpo, alma, vida y corazón a esto, porque tenía una profesión también, soy bioanalista; entonces yo trabajaba y eso me limitó un poco", recuerda.
Si bien en otra entrevista recuerda a Fiebre de primavera, de Noel Coward, como su debut, en esta se refiere a Nuestro pueblo, de Thornton Wilder, estrenada en 1952. La obra ganadora del Premio Pulitzer en 1938, refleja la velocidad con la que vivimos nuestra vida y cómo la mayor parte del tiempo no vemos las cosas realmente importantes que nos rodean.
Manola García, en cambio, no llevaba apuro. En su carrera comenzaban a aparecer retos actorales cada vez más importantes como la Electra que hizo en las versiones de Román Chalbaud y Juana Sujo, o la Yerma de Lorca. Llega la televisión, el cine, pero prefiere vivir, morir y resucitar frente al público en cada función. "Hay una cosa mágica que no tiene la televisión. El contacto con el público es algo excepcional. Toda la preparación que tú tienes en el teatro, la convivencia con el otro personaje, el discutir, el enamorarte, el conocer, que el director te de su punto de vista, y viceversa... ".
Manola García es amiga de los personajes que exigen un reto dramático. "Siempre me han gustado los conflictos internos de los personajes, y Electra es uno de los personajes más controversiales y más terribles de la mitología griega".
-¿Qué tendría que cuestionar y aplaudir a las nuevas generaciones de actores?
-No tendría que cuestionarles ni reprocharles nada. Me parecen sensacionales, hay una gran cantidad de jóvenes con un talento en lo interpretativo y en la dirección, gente que está haciendo cosas extraordinarias.
-¿Qué actores admira?
-Hay muchos: Julie Restifo, con quien trabajé como ocho años en el Theja; Elba Escobar, Francis Rueda, actriz cabal, deliciosa, extraordinaria; Javier Vidal...
-Por la crisis en la televisión, muchos saltan a las tablas ¿Que piensa de eso?
-Si lo hacen bien, con toda seriedad y amor, me parece extraordinario. Además hay una cantidad de gente de teatro con talento que se ha quedado en el camino. Eso es muy circunstancial.
-¿Qué tipo de teatro le interesa como espectadora?
-Vi la última versión de La pareja dispareja de Neil Simon e Informe sobre la banalidad del amor (Mario Diament), vi Cabaret y me encantó, me gustan los musicales. Ojalá dieran las películas todos los días porque, aunque son malísimas, la música es extraordinaria.
-La gente del teatro siempre se queja de que hay que trabajar con las uñas, de que falta apoyo... ¿Cómo era en sus tiempos?
-Terrorífico. Nunca jamás en la vida el teatro estuvo bien cimentado. Cuando Pérez Jiménez, se hizo el "teatro del pueblo", que era subvencionado por el Gobierno, aunque yo no trabajé con ellos.
-¿Y le parece que siempre debería el Estado subvencionar al teatro?
-A mi sí me parece, sin ninguna clase de chantaje político, porque ese es otro problema, que si alguien da algo quiere jalar para su lado, y no debe ser así.
-¿Tendría algo que cuestionar en la actual política de Gobierno?
-Cuestionaría que hay como una disociación y no sé por culpa de quién, porque surge de la gente que ha hecho teatro toda la vida, de la gente que ha tenido una línea, que se ha sacrificado por esto...
-¿Podría explicar un poco mejor a qué se refiere con esa "disociación"?
-A que no hay una empatía, una cuestión clara de qué es lo que buscan unos y otros, no hay un concierto, una conversación, una unión, la gente está disociada y cada quien quiere hacer lo que le parece.
-¿Y eso había ocurrido antes?
-Creo que nunca había visto tal disociación.
-¿Cómo podría corregirse ese estado?
-No sabría cómo. Se necesitaría que la gente recapacite un poco y entienda que el teatro no tiene fronteras, que no tiene color de ninguna especie, que el teatro es el teatro.
-¿Cómo entiende el teatro Manola García Maldonado?
-Es una de las cosas más maravillosas que se han hecho ¿Tú sabes lo que es que una persona pueda leer a Hamlet, por ejemplo, cualquier cosa de Shakespeare, hacerte carne e interpretar un personaje de esos? ¿Cómo no te vas a consubstanciar con un personaje tan maravilloso?
-¿Qué se ha perdido por su carrera de bioanalista?
-Tuve que dejar una cantidad de obras porque tenían ensayos en la mañana. Me hubiese encantado hacer a María Lionza, que me ofrecieron el personaje y no pude hacerlo; a Bernarda Alba, nunca me llamaron y me hubiera encantado. De Shakespeare no he hecho nada, ni de Moliere, que me encanta, al igual que Racine. Estuve detrás de Horacio Peterson para que hiciéramos El tiempo y los Conway (J. B. Priestley).
Sin miedo
-¿Ha reflexionado sobre la muerte?
-Cuando uno envejece está cada más cerca de la muerte, la entiendes mejor, tú sabes que vas a desaparecer, sobre todo, hay una cosa terrible y es que hay una cantidad de gente que se va yendo, tus amigos.
-¿Tiene miedo?
-No le tengo miedo a la muerte.
-¿Y siente que ha hecho todo lo que ha querido?
-Ahora es cuando me falta hacer cosas y quizás me muera con el deseo de hacerlas. ¡Falta un Racine!
-¿Le gusta dar consejos a las nuevas generaciones?
-Yo creo que no tendría que decirles nada, ellos saben más que yo. Las cosas han cambiado. Cuando nosotros nos iniciamos había otras cosas que quizás ahora no son válidas. Por ejemplo, profesábamos un respeto enorme hacia Juana Sujo, Horacio Peterson, hacia Esteban Herrera; hoy en día eso no existe, no digo que sea bueno o malo.
-¿Y no habría que recuperar algo de ese respeto a la trayectoria?
-No sé, por eso no doy ningún consejo, simplemente que haya amor por el teatro y respeto hacia el autor y el director.
Twitter: @argomezc
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