Julio César Pineda || De las enfermedades de los presidentes
Frente a Chávez el combate es también cultural
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Frente al proyecto de Socialismo del Siglo XXI y su líder carismático el comandante Chávez, la oposición debe ir más allá del enfrentamiento político porque el chavismo no es solo un hombre, un partido o el control militar que ha logrado sino que ha ido impregnando a toda la sociedad de una cultura y de una ideología, como los sistemas autoritarios y hegemónicos que hemos conocido en los últimos tiempos donde hay una sola verdad, una sola economía, un partido único y una sola visión.
Venezuela por la vía de la democracia formal es la excepción en América Latina del pluralismo jurídico y político propio de toda democracia. El chavismo como el marxismo cubano, con la franquicia del Socialismo del Siglo XXI, con los medios de comunicación, y el pretendido control de la educación busca lo que denominaba Gramsci controlar el bloque histórico de la sociedad civil. Esto sobrepasa el pensamiento de Marx que reducía a la sociedad civil a la infraestructura económica y a las contradicciones entre las fuerzas de producción y a las estructuras del dominio del capital en 1917 fue fácil a Lenin y a los comunistas apropiarse de Rusia por la inexistencia de la sociedad civil. Lo mismo ocurrió con la China de Mao y hasta podría afirmarse del caso cubano, aunque en éste hubo la variable del apoyo soviético y la equivocada aptitud de Washington.
En Europa y en América Latina el comunismo ha fallado porque ha encontrado siempre una atmósfera cultural opuesta, un bloque histórico antinómico. No hay toma del político sin toma del poder cultural. No se entiende la Revolución Francesa de 1789 sin el proceso de preparación en la esfera intelectual, con la filosofía de las luces después de la aristocracia y la burguesía.
El presidente Chávez más por intuición que por estudio, aunque parece haberse ilustrado en los "Cuadernos de la Prisión" de Antonio Gramsci por sus citas permanentes ha tratado de implementar una nueva ideología revolucionaria, por eso el control de los medios de comunicación y los programas de educación como la exigencia del libro único, sin olvidar por supuesto el alimento material con los regalos y dádivas de las misiones y con los manifiestos utópicos de su mesianismo político.
De Lenin el chavismo acepta la teoría de la confrontación permanente, contra la burguesía y la aristocracia interna y en lo externo contra el capitalismo y las alianzas internacionales como ha sido de Irán, Gadafi y en la región la ALBA. Igualmente toma el revisionismo stalinista de la estrategia de los frentes populares o la tesis de Kautsky de las alianzas o polos convergentes. Pero se dimensiona más allá hacia una nueva hegemonía de las ideas. Esta consciente que para mantener la mayoría política es necesario ganar la mayoría cultural esto facilitara nuevas instituciones, nuevos criterios, nuevas normas y de ser posible una nueva constitución del Estado. Afortunadamente al chavismo le ha fallado lo que el propio Gramsci denominaba el necesario aporte de los intelectuales orgánicos, que son los que aseguran en una nación la cohesión ideológica del sistema. Los intelectuales y la Universidad venezolana no ha sido permeabilizada por el chavismo, por ahora el Socialismo del Siglo XXI ha sido como un dinosaurio grande de cuerpo y pequeño de cerebro.
El combate debe ser cultural. La neutralidad no existe, callarse es dar más poder, es necesario un poder cultural y metapolítico. Trabajar con la sociedad civil que comprende lo cultural, lo intelectual, lo religioso, lo moral. El Estado no solo se reduce al aparato político. El poder cultural va más allá de la cohesión hacia una adhesión espontánea de la mayoría de los espíritus. Por eso Althusser distingue entre aparato represivo del Estado y los aparatos ideológicos del Estado. Las revoluciones se dieron solo por el factor ideológico para comenzar el cambio, así lo estamos viendo en las revoluciones de la "Primavera árabe" y está en el germen del movimiento mundial de los "Indignados", sobrepasando al capitalismo y al comunismo.
Julio Cesar Pineda
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