La ambición por el poder traicionó a Ahmadinejad
El presidente iraní entregará un país dividido y con las finanzas golpeadas
Mahmoud Ahmadinejad llegó a la presidencia gracias al respaldo absoluto del Líder Supremo, en 2005 REUTERS
FRANK LÓPEZ BALLESTEROS | EL UNIVERSAL
domingo 9 de junio de 2013
De revolucionario ferviente por las causas de Irán, a líder excomulgado por sus mentores. El ciclo de poder de Mahmoud Ahmadinejad cerrará como el de otros presidentes en esta República Islámica que sucumbieron a la tentación de alterar el juego de fuerzas imperante.
Los iraníes acudirán a votar este 14 de junio por el sucesor del dos veces presidente Ahmadinejad, que luego de las protestas por su reelección en 2009 -vistas como fraudulentas-, logró sortear en estos cuatro años la crisis que amenazó su permanencia en el poder.
Las protestas por aquella reelección fueron las mayores desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, y mancharon de sangre el epitafio de la historia política de este ingeniero de transporte devenido en presidente.
En sus ocho años gobernando, Ahmadinejad demostró su habilidad con la palabra; que le gusta crear polémica; que se sabe mover en la política, que es ambicioso y que no teme a las grandes peleas, pero se desconocía hasta dónde podía llegar su obstinación con tal de cumplir sus objetivos, relataba la periodista española Catalina Gómez, radicada en Irán.
Su conservadurismo cerró muchos espacios en la vida social del país que le hicieron ganar el repudio de los moderados y de una juventud hastiada de excesivos controles.
Sin embargo, hay un enfoque demonizador de que fue Ahmadinejad quien tomó todas las decisiones polémicas que eclipsaron su mandato; al fin de cuentas es el líder supremo, Alí Jamenei, quien tuvo y tendrá la última palabra en Irán en la política interna y exterior.
Ahmadinejad logró romper la barrera que separaba al pueblo del poder constituido y con el lenguaje y carisma que despertaba para muchos supo ganar adeptos a su causa, aunque a su vez, afianzó a quienes lo repudiaban desde sus días como alcalde de Teherán.
Como nacionalista de la causa nuclear, antiimperialista confeso, homofóbico connotado -una vez dijo que en "Irán no existen homosexuales"-, negacionista del holocausto, antagonista a Israel - "hay que borrar a Israel del mapa"-, este iraní fue uno de esos personajes que no supo contenerse.
Un error con mucho peso
Cuando el líder supremo apoyó públicamente la polémica reelección de Ahmadinejad en 2009, pocos podrían haber predicho las tensiones sin precedentes que surgirían entre estas dos principales figuras.
Durante este cuatrienio Ahmadinejad, que dejará el poder con 57 años, apostó a socavar el control de Jamenei sobre la designación de funcionarios o decisiones políticas vitales.
Los ultraconservadores aseguraban que las posturas del presidente y su círculo se volvieron una "corriente desviada" que alimentó el secularismo, arriesgando la primacía de la revolución islámica.
Por estos recelos Esfandir Rahim Mashai, jefe del Gabinete de Ahmadinejad, fue censurado como candidato para estos comicios junto a figuras del ala moderada buscando evitar que el próximo exmandatario tenga roles en el futuro Gobierno.
De alguna forma, tras las sucesivas crisis Ahmadinejad logró su cometido: aisló al sector reformista; avivó el nacionalismo; se codeó y acercó su país hacia Latinoamérica gracias al respaldo de Venezuela y se convirtió en una voz estridente del sentimiento antiestadounidense en el mundo islámico.
Pero con esas "metas cumplidas" Ahmadinejad deja a su país prácticamente aislado a nivel internacional.
El centenar de sanciones impuestas en estos ocho años sumieron a la rica nación petrolera en una gran crisis, al grado de que la moneda perdió un tercio de su valor, la inflación es asfixiante y se crearon élites alimentadas de corrupción.
Además, sus errores permitieron el acenso del sector ultraconservador (los principalistas) al Parlamento, lo que minó el poder del mandatario.
Todos los gobiernos de Irán son responsables de la actual coyuntura, aunque de una forma más o menos radical, Ahmadinejad apadrinó los triunfos y desgracias de una década de polémica nuclear con Occidente.
El hecho de que al mandatario se le permitiera terminar su segundo mandato, refleja la importancia de Jamenei no por Ahmadinejad, sino por mantener la imagen de un Irán estable, advertía el académico y escritor iraní Mehdi Khalaji, del Washington Institute.
Para Khalaji, en un futuro cercano, como ha ocurrido históricamente con otros líderes en Irán, Ahmadinejad podría convertirse en un figura "desestabilizadora" si lo considera necesario para su supervivencia.
También, no obstante, la historia política del país demuestra que quienes se han atrevido a alzarse contra la jerarquía clerical terminan perdiendo apoyo y luego desterrados, y así como de la sombra pasó a la claridad, Ahmadinejad puede regresar al ostracismo y ver sus objetivos políticos aniquilados.
@Franchuterias
Los iraníes acudirán a votar este 14 de junio por el sucesor del dos veces presidente Ahmadinejad, que luego de las protestas por su reelección en 2009 -vistas como fraudulentas-, logró sortear en estos cuatro años la crisis que amenazó su permanencia en el poder.
Las protestas por aquella reelección fueron las mayores desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, y mancharon de sangre el epitafio de la historia política de este ingeniero de transporte devenido en presidente.
En sus ocho años gobernando, Ahmadinejad demostró su habilidad con la palabra; que le gusta crear polémica; que se sabe mover en la política, que es ambicioso y que no teme a las grandes peleas, pero se desconocía hasta dónde podía llegar su obstinación con tal de cumplir sus objetivos, relataba la periodista española Catalina Gómez, radicada en Irán.
Su conservadurismo cerró muchos espacios en la vida social del país que le hicieron ganar el repudio de los moderados y de una juventud hastiada de excesivos controles.
Sin embargo, hay un enfoque demonizador de que fue Ahmadinejad quien tomó todas las decisiones polémicas que eclipsaron su mandato; al fin de cuentas es el líder supremo, Alí Jamenei, quien tuvo y tendrá la última palabra en Irán en la política interna y exterior.
Ahmadinejad logró romper la barrera que separaba al pueblo del poder constituido y con el lenguaje y carisma que despertaba para muchos supo ganar adeptos a su causa, aunque a su vez, afianzó a quienes lo repudiaban desde sus días como alcalde de Teherán.
Como nacionalista de la causa nuclear, antiimperialista confeso, homofóbico connotado -una vez dijo que en "Irán no existen homosexuales"-, negacionista del holocausto, antagonista a Israel - "hay que borrar a Israel del mapa"-, este iraní fue uno de esos personajes que no supo contenerse.
Un error con mucho peso
Cuando el líder supremo apoyó públicamente la polémica reelección de Ahmadinejad en 2009, pocos podrían haber predicho las tensiones sin precedentes que surgirían entre estas dos principales figuras.
Durante este cuatrienio Ahmadinejad, que dejará el poder con 57 años, apostó a socavar el control de Jamenei sobre la designación de funcionarios o decisiones políticas vitales.
Los ultraconservadores aseguraban que las posturas del presidente y su círculo se volvieron una "corriente desviada" que alimentó el secularismo, arriesgando la primacía de la revolución islámica.
Por estos recelos Esfandir Rahim Mashai, jefe del Gabinete de Ahmadinejad, fue censurado como candidato para estos comicios junto a figuras del ala moderada buscando evitar que el próximo exmandatario tenga roles en el futuro Gobierno.
De alguna forma, tras las sucesivas crisis Ahmadinejad logró su cometido: aisló al sector reformista; avivó el nacionalismo; se codeó y acercó su país hacia Latinoamérica gracias al respaldo de Venezuela y se convirtió en una voz estridente del sentimiento antiestadounidense en el mundo islámico.
Pero con esas "metas cumplidas" Ahmadinejad deja a su país prácticamente aislado a nivel internacional.
El centenar de sanciones impuestas en estos ocho años sumieron a la rica nación petrolera en una gran crisis, al grado de que la moneda perdió un tercio de su valor, la inflación es asfixiante y se crearon élites alimentadas de corrupción.
Además, sus errores permitieron el acenso del sector ultraconservador (los principalistas) al Parlamento, lo que minó el poder del mandatario.
Todos los gobiernos de Irán son responsables de la actual coyuntura, aunque de una forma más o menos radical, Ahmadinejad apadrinó los triunfos y desgracias de una década de polémica nuclear con Occidente.
El hecho de que al mandatario se le permitiera terminar su segundo mandato, refleja la importancia de Jamenei no por Ahmadinejad, sino por mantener la imagen de un Irán estable, advertía el académico y escritor iraní Mehdi Khalaji, del Washington Institute.
Para Khalaji, en un futuro cercano, como ha ocurrido históricamente con otros líderes en Irán, Ahmadinejad podría convertirse en un figura "desestabilizadora" si lo considera necesario para su supervivencia.
También, no obstante, la historia política del país demuestra que quienes se han atrevido a alzarse contra la jerarquía clerical terminan perdiendo apoyo y luego desterrados, y así como de la sombra pasó a la claridad, Ahmadinejad puede regresar al ostracismo y ver sus objetivos políticos aniquilados.
@Franchuterias
La ideología sostuvo los nexos entre Teherán y América Latina
La popularidad de Ahmadinejad fue clave para llegar a líderes regionales
EL UNIVERSAL
domingo 9 de junio de 2013
El objetivo de crear un mundo multipolar donde EEUU quedara relegado impulsó al presidente Mahmoud Ahmadinejad a establecer alianzas internacionales "ideologizadas", que si bien rompieron el aislamiento de Irán, no se terminó por traducir en un respaldo absoluto al programa atómico ni a sus visiones sobre geopolítica.
Desde su llegada a la presidencia en 2005 hasta marzo pasado Ahmadinejad visitó en siete ocasiones América Latina; un ejército de ministros, empresarios y diplomáticos iraníes, firmaron contratos con varios países de la región, que, por un lado, le costaron a Caracas múltiples sanciones por parte de Washington.
La amistad entre Caracas y Teherán se consolidó convirtiéndose en una entente más personal entre el presidente Hugo Chávez y Ahmadinejad, centrada en aplacar o destruir la influencia de EEUU en el mundo islámico, y sin duda en la región.
De la mano de Chávez, Ahmadinejad se acercó a Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, países miembros de la ALBA. Afianzó sus nexos con Brasil y hasta cortejó con Argentina -país que acusa a Teherán de ataques terroristas-, encontrando nuevos amigos en el sistema internacional para tratar de apalear el aislamiento.
Quien triunfe el 14 de junio tendrá la misión de mantener y estrechar las relaciones diplomáticas que Irán afianzó hacia América Latina, donde está por verse si la amistad se mantendrá más allá de las simpatías que levantaba Ahmadinejad o hay un real interés por la república islámica.
Twiiter @Franchuterias
Desde su llegada a la presidencia en 2005 hasta marzo pasado Ahmadinejad visitó en siete ocasiones América Latina; un ejército de ministros, empresarios y diplomáticos iraníes, firmaron contratos con varios países de la región, que, por un lado, le costaron a Caracas múltiples sanciones por parte de Washington.
La amistad entre Caracas y Teherán se consolidó convirtiéndose en una entente más personal entre el presidente Hugo Chávez y Ahmadinejad, centrada en aplacar o destruir la influencia de EEUU en el mundo islámico, y sin duda en la región.
De la mano de Chávez, Ahmadinejad se acercó a Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, países miembros de la ALBA. Afianzó sus nexos con Brasil y hasta cortejó con Argentina -país que acusa a Teherán de ataques terroristas-, encontrando nuevos amigos en el sistema internacional para tratar de apalear el aislamiento.
Quien triunfe el 14 de junio tendrá la misión de mantener y estrechar las relaciones diplomáticas que Irán afianzó hacia América Latina, donde está por verse si la amistad se mantendrá más allá de las simpatías que levantaba Ahmadinejad o hay un real interés por la república islámica.
Twiiter @Franchuterias
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