Opinión
Antonio Sánchez García
ND
La traición
"Maduro no sólo perdió las elecciones: está perdiendo el juicio" Antonio Ledezma
Debo fijar posición ante el exhorto que el pasado sábado hiciera Nicolás Maduro al Ministerio Público para que se me investigue por Traición a la Patria. Desmiento tajantemente que mis declaraciones en Estados Unidos respondieran a un interés por propiciar que dicho país intervenga en asuntos políticos de Venezuela y rechazo terminantemente que, quien por ahora ostenta la Presidencia de la República de manera ilegítima, malverse los poderes públicos para intentar acusaciones tan falsas y temerarias.
¿En que andábamos? Trabajando por Venezuela. Es la misión que cumplimos los amigos que estamos viajando. Nos reunimos con cientos de venezolanos que están en el exterior aventados contra su voluntad, como ya más de un millón de compatriotas desterrados en busca de un destino que aquí se les niega. Como lo señala el secretario General de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) Ramón Guillermo Aveledo, con sus declaraciones peregrinas y sus manotazos de ahogado Maduro demuestra no sólo haber perdido las elecciones, sino algo mucho más grave: está perdiendo también el juicio. Es público, notorio y comunicacional que este señor se la pasa viendo pájaros y pajarracos que le hablan, se la pasa inventando magnicidios. Y otras yerbas de ese jaez.
Pero seamos sinceros: aquí los que únicos que corren el riesgo de perder sus vidas somos los venezolanos de a pié, como ese joven periodista que acaba de perder la vida a manos del hampa, de la inseguridad que este gobierno ilegítimo es incapaz de conjurar. Por eso cuando nos dicen traidores a la patria nos preguntamos: ¿Quién es el traidor a la patria? ¿Quién es el que como canciller regaló más de 30 mil millones de dólares por orden de sus mandantes? Recientemente estaba aquí el presidente de Nicaragua “buscando lo suyo”, porque aquí mientras a los venezolanos se nos va la luz, mientras no hay cómo enfrentar el drama de los apagones, el gobierno está invirtiendo grandes aportes para reponer el sistema eléctrico de la Habana, para financiar la compra de plantas eléctricas para Nicaragua. Traición a la patria es arruinar a los agricultores, ganaderos, productores agropecuarios de Venezuela, esos a los que tienen contra la pared y a quienes se les viene acosando desde hace 14 años. Traición a la patria es que no haya gobierno que le dé un parado a la inseguridad, que ya ronda las 200 mil víctimas. Traición a la Patria es comprobar la presencia determinante de altos oficiales cubanos decidiendo la suerte de nuestras Fuerzas Armadas y agentes del G2 instalados en los registros públicos.
Llega a tal extremo la absurda irresponsabilidad del régimen que en una de las tantas citaciones que he recibido de la Fiscalía en 2009 se me pedía información sobre los sucesos del 27 de febrero. Por cierto, una muestra de crasa ignorancia y supina irresponsabilidad. En la fecha en cuestión yo era diputado al Congreso Nacional, no Gobernador del Distrito Capital como se pretende en ese exordio. Pero así como se me acusa por mis supuestos desempeños en cargos que no ejercía, así se acusa a destajo a nuestros diputados por insistir en cumplir de manera irrestricta con sus obligaciones parlamentarias. Y en un acto de villanía sin precedentes, se les pretende castigar privándoles el derecho a hacer valer su máximo atributo histórico y constitucional: hablar, expresar sus opiniones en un sitio cuya función, desde que fuera instituido el Ágora ateniense y se institucionalizara el Senado romano, es precisamente dialogar, discutir, dirimir las diferencias mediante el uso de la palabra, intercambiar opiniones diversas. Y así llagamos al colmo de que el parlamento – lugar donde se parlamenta, se parla, se habla – es condenado aviesamente a la mudez. ¿Habrase visto colmo más dictatorial que el que pretende imponer el Sr. Cabello? ¿Que a un parlamentario se le prive de voz?
Y aquí quisiera llegar a la esencia del problema que enfrentamos en medio de esta crisis de ilegitimidad. Lo que está pidiendo nuestro candidato Henrique Capriles es que el Sr. Maduro se mida en elecciones limpias y transparentes, para que se demuestre sin sombra de dudas quién es el verdadero presidente de Venezuela. Y conste: es tal la certidumbre de nuestra victoria, que así nos hayan despojado de nuestras atribuciones, de nuestros bienes, de nuestras sedes e instituciones, no han podido despojarnos de nuestro coraje, porque ese, además de inagotable, es parte de nuestra esencia venezolana. Por eso le digo a nuestro pueblo: Vamos a pasar esta página, estamos más cerca que nunca de escribir una nueva página de paz, de entendimiento, de progreso y prosperidad con todos los venezolanos.
He recibido conmovedores gestos de solidaridad y desagravio de mis compañeros de la MUD. Es un gesto que nos da fuerza y es un saludo a ese pueblo que quiere vernos unidos. Quiero advertirles a los enemigos de la libertad, a los traidores de nuestra soberanía, a quienes corren a arrodillarse ante el invasor extranjero: A la unidad del pueblo no le entra ni coquito, estamos más unidos que nunca. El pueblo de Venezuela no se va a dejar paralizar de miedo, seguimos trabajando por la vía pacífica, legal, constitucional. Nos asiste la razón y quien tiene la razón no necesita de la violencia.
Hemos estado en Miami dándoles nuestra palabra de esperanza y agradecimiento a esos miles de hombres y mujeres que debieron recorrer miles de millas para ejercer en tierra extraña su derecho ciudadano. Un derecho que les es negado por las autoridades de este ilegítimo gobierno, cerrándoles su consulado y obligándolos a ingentes sacrificios para poder disfrutar del orgullo de depositar una papeleta y expresar así su voluntad venezolanista. A eso fui a los Estados Unidos: a hablar con nuestra gente, en esos recintos de la venezolanidad que han fundado con su esfuerzo y su sacrificio. A denunciar la ilegitimidad de su mandato, Sr. Capriles. Mandato que para ser revocado no precisa ni armas, ni cañones, ni potencias extranjeras como aquellas a las que Ud. sirve con obsecuencia: nos bastan la verdad y el poder del voto.
Antonio Sánchez García
ND
La traición
"Maduro no sólo perdió las elecciones: está perdiendo el juicio" Antonio Ledezma
Debo fijar posición ante el exhorto que el pasado sábado hiciera Nicolás Maduro al Ministerio Público para que se me investigue por Traición a la Patria. Desmiento tajantemente que mis declaraciones en Estados Unidos respondieran a un interés por propiciar que dicho país intervenga en asuntos políticos de Venezuela y rechazo terminantemente que, quien por ahora ostenta la Presidencia de la República de manera ilegítima, malverse los poderes públicos para intentar acusaciones tan falsas y temerarias.
¿En que andábamos? Trabajando por Venezuela. Es la misión que cumplimos los amigos que estamos viajando. Nos reunimos con cientos de venezolanos que están en el exterior aventados contra su voluntad, como ya más de un millón de compatriotas desterrados en busca de un destino que aquí se les niega. Como lo señala el secretario General de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) Ramón Guillermo Aveledo, con sus declaraciones peregrinas y sus manotazos de ahogado Maduro demuestra no sólo haber perdido las elecciones, sino algo mucho más grave: está perdiendo también el juicio. Es público, notorio y comunicacional que este señor se la pasa viendo pájaros y pajarracos que le hablan, se la pasa inventando magnicidios. Y otras yerbas de ese jaez.
Pero seamos sinceros: aquí los que únicos que corren el riesgo de perder sus vidas somos los venezolanos de a pié, como ese joven periodista que acaba de perder la vida a manos del hampa, de la inseguridad que este gobierno ilegítimo es incapaz de conjurar. Por eso cuando nos dicen traidores a la patria nos preguntamos: ¿Quién es el traidor a la patria? ¿Quién es el que como canciller regaló más de 30 mil millones de dólares por orden de sus mandantes? Recientemente estaba aquí el presidente de Nicaragua “buscando lo suyo”, porque aquí mientras a los venezolanos se nos va la luz, mientras no hay cómo enfrentar el drama de los apagones, el gobierno está invirtiendo grandes aportes para reponer el sistema eléctrico de la Habana, para financiar la compra de plantas eléctricas para Nicaragua. Traición a la patria es arruinar a los agricultores, ganaderos, productores agropecuarios de Venezuela, esos a los que tienen contra la pared y a quienes se les viene acosando desde hace 14 años. Traición a la patria es que no haya gobierno que le dé un parado a la inseguridad, que ya ronda las 200 mil víctimas. Traición a la Patria es comprobar la presencia determinante de altos oficiales cubanos decidiendo la suerte de nuestras Fuerzas Armadas y agentes del G2 instalados en los registros públicos.
Llega a tal extremo la absurda irresponsabilidad del régimen que en una de las tantas citaciones que he recibido de la Fiscalía en 2009 se me pedía información sobre los sucesos del 27 de febrero. Por cierto, una muestra de crasa ignorancia y supina irresponsabilidad. En la fecha en cuestión yo era diputado al Congreso Nacional, no Gobernador del Distrito Capital como se pretende en ese exordio. Pero así como se me acusa por mis supuestos desempeños en cargos que no ejercía, así se acusa a destajo a nuestros diputados por insistir en cumplir de manera irrestricta con sus obligaciones parlamentarias. Y en un acto de villanía sin precedentes, se les pretende castigar privándoles el derecho a hacer valer su máximo atributo histórico y constitucional: hablar, expresar sus opiniones en un sitio cuya función, desde que fuera instituido el Ágora ateniense y se institucionalizara el Senado romano, es precisamente dialogar, discutir, dirimir las diferencias mediante el uso de la palabra, intercambiar opiniones diversas. Y así llagamos al colmo de que el parlamento – lugar donde se parlamenta, se parla, se habla – es condenado aviesamente a la mudez. ¿Habrase visto colmo más dictatorial que el que pretende imponer el Sr. Cabello? ¿Que a un parlamentario se le prive de voz?
Y aquí quisiera llegar a la esencia del problema que enfrentamos en medio de esta crisis de ilegitimidad. Lo que está pidiendo nuestro candidato Henrique Capriles es que el Sr. Maduro se mida en elecciones limpias y transparentes, para que se demuestre sin sombra de dudas quién es el verdadero presidente de Venezuela. Y conste: es tal la certidumbre de nuestra victoria, que así nos hayan despojado de nuestras atribuciones, de nuestros bienes, de nuestras sedes e instituciones, no han podido despojarnos de nuestro coraje, porque ese, además de inagotable, es parte de nuestra esencia venezolana. Por eso le digo a nuestro pueblo: Vamos a pasar esta página, estamos más cerca que nunca de escribir una nueva página de paz, de entendimiento, de progreso y prosperidad con todos los venezolanos.
He recibido conmovedores gestos de solidaridad y desagravio de mis compañeros de la MUD. Es un gesto que nos da fuerza y es un saludo a ese pueblo que quiere vernos unidos. Quiero advertirles a los enemigos de la libertad, a los traidores de nuestra soberanía, a quienes corren a arrodillarse ante el invasor extranjero: A la unidad del pueblo no le entra ni coquito, estamos más unidos que nunca. El pueblo de Venezuela no se va a dejar paralizar de miedo, seguimos trabajando por la vía pacífica, legal, constitucional. Nos asiste la razón y quien tiene la razón no necesita de la violencia.
Hemos estado en Miami dándoles nuestra palabra de esperanza y agradecimiento a esos miles de hombres y mujeres que debieron recorrer miles de millas para ejercer en tierra extraña su derecho ciudadano. Un derecho que les es negado por las autoridades de este ilegítimo gobierno, cerrándoles su consulado y obligándolos a ingentes sacrificios para poder disfrutar del orgullo de depositar una papeleta y expresar así su voluntad venezolanista. A eso fui a los Estados Unidos: a hablar con nuestra gente, en esos recintos de la venezolanidad que han fundado con su esfuerzo y su sacrificio. A denunciar la ilegitimidad de su mandato, Sr. Capriles. Mandato que para ser revocado no precisa ni armas, ni cañones, ni potencias extranjeras como aquellas a las que Ud. sirve con obsecuencia: nos bastan la verdad y el poder del voto.
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