El Monte era en Israel el lugar privilegiado para las revelaciones y manifestaciones
de Dios.
1.Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
2.Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
3.«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4.Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra.
5.Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
7.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8.Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9.Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10.Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11.Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
12.Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
13.«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
14.«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
15.Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
16.Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
17.«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18.Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda.
19.Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
20.«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
21.«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22.Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.
23.Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
24.deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
25.Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
26.Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
27.«Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
28.Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
29.Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
30.Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.
31.«También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.
32.Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.
33.«Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
34.Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios,
35.ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey.
36.Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37.Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
38.«Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
39.Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra:
40.al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
41.y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
42.A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
43.«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
44.Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
45.para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
46.Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
47.Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
48.Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
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Las bienaventuranzas se entienden con un corazón abierto
Reflexión del papa en la misa del lunes en Santa Marta
Por Redacción
ROMA, 10 de junio de 2013 (Zenit.org) - La verdadera libertad nace del abrir la puerta del corazón al Señor. Esta ha sido la idea central del papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta. El santo padre dijo que la salvación es vivir en el consuelo del Espíritu Santo, no en el consuelo del espíritu del mundo. La misa fue concelebrada por el cardenal Stanislaw Rylko, y el obispo Josef Clemens, presidente y secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, así como por monseñor George Valiamattam arzobispo de Tellicherry en la India. Según informó Radio Vaticana, participó un grupo de presbíteros y colaboradores del dicasterio para los laicos.
¿Qué es el consuelo para un cristiano? Francisco comenzó su homilía señalando que san Pablo, al comienzo de la segunda carta a los Corintios, utiliza varias veces la palabra consuelo. El Apóstol de los gentiles, añadió, "se dirige a los cristianos jóvenes en la fe", personas que "han comenzado hace poco el camino de Jesús". E insiste en esto, aunque "no todos fueron perseguidos". Eran gente normal "pero que habían encontrado a Jesús". Esto, dijo, "es un cambio de vida tal, que se necesitaba una fuerza especial de Dios", y esta fuerza es el consuelo. El consuelo, volvió a decir, "es la presencia de Dios en nuestro corazón". Pero, advirtió, para que el Señor "esté en nuestro corazón, se debe abrir la puerta", requiere nuestra "conversión":
"La salvación es esto: vivir en el consuelo del Espíritu Santo, no vivir en el consuelo del espíritu del mundo. No, esa no es salvación, eso es pecado. La salvación es seguir adelante y abrir el corazón, para que llegue ese consuelo del Espíritu Santo, que es la salvación. ¿Pero no se puede negociar un poco de aquí y un poco de allá? Hacer como una ensalada de frutas, digamos, ¿no? Un poco del Espíritu Santo, un poco del espíritu del mundo... ¡No! Una cosa o la otra".
El Señor, prosiguió, fue claro: "No se puede servir a dos amos: porque o se sirve al Señor, o se sirve al espíritu del mundo". No se puede "mezclar". He aquí, pues, que cuando estamos abiertos al Espíritu del Señor, podemos entender la "nueva ley que el Señor nos trae: las Bienaventuranzas", de las que habla el evangelio de hoy. Estas bienaventuranzas, añadió, "solo se entienden si uno tiene un corazón abierto, se entienden mediante el consuelo del Espíritu Santo", mientras que "no se pueden entender solo con la inteligencia humana":
"Son los nuevos mandamientos. Pero si no tenemos el corazón abierto al Espíritu Santo, les parecerán una tontería. 'Pero mire, ser pobre, ser manso, ser misericordioso no parece ser una cosa que nos lleva al éxito'. Si no tenemos el corazón abierto y si no gozamos de aquel consuelo del Espíritu Santo, que es la salvación, no se entiende esto. Esta es la ley para los que han sido salvados y han abierto su corazón a la salvación. Esta es la ley de los libres, con la libertad del Espíritu Santo".
Uno, dijo Francisco, "puede regular su vida, organizarla en una lista de mandamientos o procedimientos," una lista "meramente humana". Pero esto "al final no nos lleva a la salvación", solo un corazón abierto nos lleva a la salvación. Recordó que muchos estaban nteresados en "examinar", la "nueva doctrina y luego discutir con Jesús". Y esto se daba porque "tenían el corazón cerrado en sus propias cosas", "cosas que Dios quería cambiar". ¿Por qué, entonces --se preguntó el papa--, hay personas que "tienen el corazón cerrado a la salvación?" Porque, respondió, "tenemos miedo de la salvación. La necesitamos, pero tenemos miedo", porque cuando el Señor venga "para salvarnos tenemos que darlo todo. ¡Y manda Él! Y tenemos miedo de esto", porque "queremos controlarlo nosotros". Y agregó que, con el fin de entender "estos nuevos mandamientos", necesitamos de la libertad que "nace del Espíritu Santo, que nos salva, que nos consuela" y "da la vida":
"Podemos pedir al Señor hoy la gracia de seguirlo, pero con esta libertad. Porque si queremos seguirle solamente con nuestra libertad humana, al final nos convertimos en hipócritas como aquellos fariseos y saduceos, aquellos que peleaban con Él. La hipocresía es lo siguiente: no permitir que el Espíritu cambie el corazón con su salvación. La libertad del Espíritu, que nos da el Espíritu, es también una especie de esclavitud, pero una "esclavitud" al Señor que nos hace libres, es otra libertad. En cambio, nuestra libertad es una esclavitud, pero no para el Señor, sino para el espíritu del mundo. Pidamos la gracia de abrir nuestro corazón al consuelo del Espíritu Santo, para que este consuelo, que es la salvación, nos permita comprender bien estos mandamientos".
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.
¿Qué es el consuelo para un cristiano? Francisco comenzó su homilía señalando que san Pablo, al comienzo de la segunda carta a los Corintios, utiliza varias veces la palabra consuelo. El Apóstol de los gentiles, añadió, "se dirige a los cristianos jóvenes en la fe", personas que "han comenzado hace poco el camino de Jesús". E insiste en esto, aunque "no todos fueron perseguidos". Eran gente normal "pero que habían encontrado a Jesús". Esto, dijo, "es un cambio de vida tal, que se necesitaba una fuerza especial de Dios", y esta fuerza es el consuelo. El consuelo, volvió a decir, "es la presencia de Dios en nuestro corazón". Pero, advirtió, para que el Señor "esté en nuestro corazón, se debe abrir la puerta", requiere nuestra "conversión":
"La salvación es esto: vivir en el consuelo del Espíritu Santo, no vivir en el consuelo del espíritu del mundo. No, esa no es salvación, eso es pecado. La salvación es seguir adelante y abrir el corazón, para que llegue ese consuelo del Espíritu Santo, que es la salvación. ¿Pero no se puede negociar un poco de aquí y un poco de allá? Hacer como una ensalada de frutas, digamos, ¿no? Un poco del Espíritu Santo, un poco del espíritu del mundo... ¡No! Una cosa o la otra".
El Señor, prosiguió, fue claro: "No se puede servir a dos amos: porque o se sirve al Señor, o se sirve al espíritu del mundo". No se puede "mezclar". He aquí, pues, que cuando estamos abiertos al Espíritu del Señor, podemos entender la "nueva ley que el Señor nos trae: las Bienaventuranzas", de las que habla el evangelio de hoy. Estas bienaventuranzas, añadió, "solo se entienden si uno tiene un corazón abierto, se entienden mediante el consuelo del Espíritu Santo", mientras que "no se pueden entender solo con la inteligencia humana":
"Son los nuevos mandamientos. Pero si no tenemos el corazón abierto al Espíritu Santo, les parecerán una tontería. 'Pero mire, ser pobre, ser manso, ser misericordioso no parece ser una cosa que nos lleva al éxito'. Si no tenemos el corazón abierto y si no gozamos de aquel consuelo del Espíritu Santo, que es la salvación, no se entiende esto. Esta es la ley para los que han sido salvados y han abierto su corazón a la salvación. Esta es la ley de los libres, con la libertad del Espíritu Santo".
Uno, dijo Francisco, "puede regular su vida, organizarla en una lista de mandamientos o procedimientos," una lista "meramente humana". Pero esto "al final no nos lleva a la salvación", solo un corazón abierto nos lleva a la salvación. Recordó que muchos estaban nteresados en "examinar", la "nueva doctrina y luego discutir con Jesús". Y esto se daba porque "tenían el corazón cerrado en sus propias cosas", "cosas que Dios quería cambiar". ¿Por qué, entonces --se preguntó el papa--, hay personas que "tienen el corazón cerrado a la salvación?" Porque, respondió, "tenemos miedo de la salvación. La necesitamos, pero tenemos miedo", porque cuando el Señor venga "para salvarnos tenemos que darlo todo. ¡Y manda Él! Y tenemos miedo de esto", porque "queremos controlarlo nosotros". Y agregó que, con el fin de entender "estos nuevos mandamientos", necesitamos de la libertad que "nace del Espíritu Santo, que nos salva, que nos consuela" y "da la vida":
"Podemos pedir al Señor hoy la gracia de seguirlo, pero con esta libertad. Porque si queremos seguirle solamente con nuestra libertad humana, al final nos convertimos en hipócritas como aquellos fariseos y saduceos, aquellos que peleaban con Él. La hipocresía es lo siguiente: no permitir que el Espíritu cambie el corazón con su salvación. La libertad del Espíritu, que nos da el Espíritu, es también una especie de esclavitud, pero una "esclavitud" al Señor que nos hace libres, es otra libertad. En cambio, nuestra libertad es una esclavitud, pero no para el Señor, sino para el espíritu del mundo. Pidamos la gracia de abrir nuestro corazón al consuelo del Espíritu Santo, para que este consuelo, que es la salvación, nos permita comprender bien estos mandamientos".
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.
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