El éxito del fracaso
Con la sombra de China creciendo sobre Estados Unidos, mucho se escribe y analiza sobre el futuro del dominio norteamericano.
El secreto, citan analistas y economistas, depende de la capacidad de Estados Unidos de seguir innovando. De mantener la hegemonía de las ideas. No importa que China produzca todo, siempre y cuando las ideas vengan de EEUU.
Como buena descendiente del tercer mundo, mi reacción inicial es: no sólo son dueños de las ideas, sino del concepto de las ideas. No tenemos vida.
Pero poco a poco, la lógica supera la defensiva para entender el ciclo.
El economista Tim Harford (mi héroe americano), cita que en Estados Unidos 10% de las empresas fracasan. Esta cifra, aunque no parezca mucho, es sumamente alta e interesante porque indica la velocidad con la cual las empresas se ven obligadas a reinventarse. Con el fracaso viene la evolución natural de una "mejor especie".
Aplicando a Darwin, la evolución depende de una "especie inferior anterior" que mejora con cada versión. No cabe duda que el fracaso empresarial americano es la causa fundamental de su éxito.
Variación y selección natural, prueba y error.
El punto es simple. Para engendrar ideas geniales, hay que pasar por muchas versiones que no sirven. Si las condiciones no existen para incubar, la evolución es imposible.
Pero esto no es aleatorio. Es un proceso lógico, metódico y preciso. Lo más difícil es cometer buenos errores.
Sólo sirve si el objetivo último es la creación de algo, no la destrucción. De ahí la imposibilidad de nuestro pueblo de "fracasar" con futuro.
ariadna@asylumco.com
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