La economía de ser pobre
La educación y la salud crean capital humano, incluyendo temas como nutrición, vivienda, vestido...
CARLOS GOEDDER | EL UNIVERSAL
lunes 3 de junio de 2013 12:00 AM
A la eminente filósofa Gloria Comesaña Santalices
El premio Nobel de economía 1979 recayó en Theodore W. Schultz (1902-1998), economista estadounidense. Su obra se dedicó a temas indispensables para este siglo que amanece: la pobreza y el capital humano.
Schultz hubo de interrumpir sus estudios secundarios para ayudar en la granja familiar. Consiguió ingresar en la Universidad de Wisconsin y luego se movió a la Universidad de Chicago. Como decano de esta universidad firmó los acuerdos académicos que en 1960 permitieron incorporar estudiantes desde la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fueron estos estudiantes quienes luego emprenderían desde cargos públicos las reformas que modernizaron la nación chilena.
El interés de Schultz por la economía de la pobreza procedió de analizar la economía agrícola. Como él señaló en su Conferencia Nobel: "La mayoría de la gente pobre del mundo se ganan la vida con la agricultura, así que si conociéramos la economía de la agricultura, entenderíamos mucho de la economía de ser pobre".
El hallazgo de Schultz, indispensable para desmitificar las reformas agrarias, es que el problema de los agricultores dista de ser tener tierras. La tierra es un factor que puede hacerse más productivo con tecnología; el desafío es tener acceso a estas técnicas que hacen más productivo el suelo. Siguiendo la Conferencia Nobel de Schultz: "Mientras la tierra per se no es el factor crítico en ser pobre, el agente humano lo es: inversiones para mejorar la calidad de la población pueden aumentar de manera significativa las perspectivas económicas y el bienestar de la gente pobre". El acceso a la educación es fundamental para mejorar la calidad de la población.
Schultz denuncia que el gobierno desconfía de la capacidad emprendedora de los agricultores pobres y frecuentemente pretende asumir por cuenta propia el papel que cumplen infinidad de pequeñas granjas privadas. La agricultura es un sector donde impera la descentralización y donde el hogar está íntimamente involucrado a la granja como unidad productiva, incluyendo el papel fundamental de la mujer. Schultz opina que los gobiernos han sido ineficaces en reemplazar a la multitud de pequeños empresarios agrícolas y de modernizar la agricultura. Las distorsiones de precios que introduce el Gobierno disuaden al campesino de desplegar sus habilidades emprendedoras. Esta es una gran tragedia en el campo venezolano.
Para el premio Nobel, la gran falacia al estudiar a los ciudadanos y países pobres es considerar que la teoría económica convencional no funciona. Ciertos científicos sociales y políticos demagogos cometen un error que se vende muy bien al público: los pobres son distintos y merecen teorías nuevas. Es falso. Los pobres toman decisiones como el resto de la gente y lo hacen con habilidad. Ante las mismas limitaciones de recursos que enfrentan los pobres, seguramente decidiríamos igual que ellos.
En sus estudios de campo, Schultz se encontró con una familia de alegres agricultores pobres. Indagando el motivo de su felicidad -estamos hablando de finales de los años 1950-, le señalaron que habían conseguido enviar a sus hijos a la universidad y ellos dejarían atrás la pobreza. A partir de esta experiencia, Schultz formalizó el concepto de "capital humano".
Desde al menos Simón Rodríguez y Domingo Sarmiento, los educadores nos hablan de cómo la educación puede sacarnos de la pobreza y la barbarie. El mérito de Schultz es incorporar esa intuición en el capital humano. El capital humano de los economistas incorpora dos dimensiones: el sacrificio que se hace por la educación y el valor presente de sus beneficios futuros. Esto es: la educación tiene costos y quita recursos a la generación de ingresos y consumo en el hogar; por otra parte, las familias donde se opta por educar calculan que en el futuro se generarán beneficios que hoy día compensan esas renuncias. La educación y la salud crean capital humano, incluyendo temas como el cuidado infantil, nutrición, vivienda, vestido y uso del tiempo libre. Schultz aboga porque las cuentas públicas los reflejen como inversión en lugar de como gasto.
No obstante, Schultz advierte: "estas inversiones en países de bajo ingreso han sido exitosas en mejorar las perspectivas económicas cuando no han sido disipadas por inestabilidad política." (Su Conferencia Nobel, en idioma inglés, está en Internet: http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/economics/laureates/1979/schultz-lecture.html)
cedice@cedice.org.ve
@cedice
El premio Nobel de economía 1979 recayó en Theodore W. Schultz (1902-1998), economista estadounidense. Su obra se dedicó a temas indispensables para este siglo que amanece: la pobreza y el capital humano.
Schultz hubo de interrumpir sus estudios secundarios para ayudar en la granja familiar. Consiguió ingresar en la Universidad de Wisconsin y luego se movió a la Universidad de Chicago. Como decano de esta universidad firmó los acuerdos académicos que en 1960 permitieron incorporar estudiantes desde la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fueron estos estudiantes quienes luego emprenderían desde cargos públicos las reformas que modernizaron la nación chilena.
El interés de Schultz por la economía de la pobreza procedió de analizar la economía agrícola. Como él señaló en su Conferencia Nobel: "La mayoría de la gente pobre del mundo se ganan la vida con la agricultura, así que si conociéramos la economía de la agricultura, entenderíamos mucho de la economía de ser pobre".
El hallazgo de Schultz, indispensable para desmitificar las reformas agrarias, es que el problema de los agricultores dista de ser tener tierras. La tierra es un factor que puede hacerse más productivo con tecnología; el desafío es tener acceso a estas técnicas que hacen más productivo el suelo. Siguiendo la Conferencia Nobel de Schultz: "Mientras la tierra per se no es el factor crítico en ser pobre, el agente humano lo es: inversiones para mejorar la calidad de la población pueden aumentar de manera significativa las perspectivas económicas y el bienestar de la gente pobre". El acceso a la educación es fundamental para mejorar la calidad de la población.
Schultz denuncia que el gobierno desconfía de la capacidad emprendedora de los agricultores pobres y frecuentemente pretende asumir por cuenta propia el papel que cumplen infinidad de pequeñas granjas privadas. La agricultura es un sector donde impera la descentralización y donde el hogar está íntimamente involucrado a la granja como unidad productiva, incluyendo el papel fundamental de la mujer. Schultz opina que los gobiernos han sido ineficaces en reemplazar a la multitud de pequeños empresarios agrícolas y de modernizar la agricultura. Las distorsiones de precios que introduce el Gobierno disuaden al campesino de desplegar sus habilidades emprendedoras. Esta es una gran tragedia en el campo venezolano.
Para el premio Nobel, la gran falacia al estudiar a los ciudadanos y países pobres es considerar que la teoría económica convencional no funciona. Ciertos científicos sociales y políticos demagogos cometen un error que se vende muy bien al público: los pobres son distintos y merecen teorías nuevas. Es falso. Los pobres toman decisiones como el resto de la gente y lo hacen con habilidad. Ante las mismas limitaciones de recursos que enfrentan los pobres, seguramente decidiríamos igual que ellos.
En sus estudios de campo, Schultz se encontró con una familia de alegres agricultores pobres. Indagando el motivo de su felicidad -estamos hablando de finales de los años 1950-, le señalaron que habían conseguido enviar a sus hijos a la universidad y ellos dejarían atrás la pobreza. A partir de esta experiencia, Schultz formalizó el concepto de "capital humano".
Desde al menos Simón Rodríguez y Domingo Sarmiento, los educadores nos hablan de cómo la educación puede sacarnos de la pobreza y la barbarie. El mérito de Schultz es incorporar esa intuición en el capital humano. El capital humano de los economistas incorpora dos dimensiones: el sacrificio que se hace por la educación y el valor presente de sus beneficios futuros. Esto es: la educación tiene costos y quita recursos a la generación de ingresos y consumo en el hogar; por otra parte, las familias donde se opta por educar calculan que en el futuro se generarán beneficios que hoy día compensan esas renuncias. La educación y la salud crean capital humano, incluyendo temas como el cuidado infantil, nutrición, vivienda, vestido y uso del tiempo libre. Schultz aboga porque las cuentas públicas los reflejen como inversión en lugar de como gasto.
No obstante, Schultz advierte: "estas inversiones en países de bajo ingreso han sido exitosas en mejorar las perspectivas económicas cuando no han sido disipadas por inestabilidad política." (Su Conferencia Nobel, en idioma inglés, está en Internet: http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/economics/laureates/1979/schultz-lecture.html)
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La agonía de un sistema
GUSTAVO BRICEÑO VIVAS | EL UNIVERSAL
martes 4 de junio de 2013 12:00 AM
Siempre ha habido situaciones que lamentar, aun en las democracias más estabilizadas. Imaginemos un país donde la democracia brilla por su ausencia. Una autocracia en todo su esplendor justifica entonces, nuestra visión a reencontrarnos con un sistema de libertades, distinto al actual, de allí el deseo común y cotidiano de enfrentar la autocracia que vivimos día a día. Con detenimiento y traducción observé el video, donde el señor Mario Silva, relata una situación muy común en un régimen harto contrario a la ética y a la moral. Son muestras claras de un régimen en agonía. Pero ¿Qué es lo agónico? ¿Qué es lo que decae? Lo que decae es la forma y la manera de gobernar, la conducción de una política muy lejana de la actuación cual debe ser apegada a los valores y a los principios, no solo aquellos descritos en la Constitución nacional, sino de principios, del pensamiento normal de las gentes en nuestro tiempo. Me pregunto ¿qué le ha pasado al país que mira con estupor la materialización de conductas a todas luces degradantes e inconvenientes para la salud mental y ética de los ciudadanos?
Tenemos ya 14 años en presencia de una forma de gobernar exageradamente ineficiente mortificadora y contradictoria. Debo decir, de manera inequívoca, que la conducción política y social del fallecido presidente, fue la más inconveniente de todos los gobiernos democráticos o no que ha tenido este país después de 1830, cuando comenzaron los gobiernos formalmente elegidos después de la idea bolivariana de unirse a la Gran Colombia. El fallecido, asumió el poder, con la convicción de hacer una revolución, a su manera, sin tomar en consideración la mentalidad y la idiosincrasia total de la población. Dividió a los venezolanos, destruyó los partidos políticos, desdibujó la separación de poderes institucionales, limitó injustificadamente la libertad de expresión, alteró los derechos humanos, usurpó funciones legislativas y judiciales, y los más grave de todo: creó en el sentir de la gente un sentimiento de impotencia y desazón que difícilmente se le encuentra salida o posibilidad de acomodo. He allí el problema real de los venezolanos en esta era tan tormentosa e infeliz que vivimos.
El título de este artículo aparece esperanzador, por cuanto parto del principio de que existe una agonía de un régimen, y eso es bueno, si consideramos con atención los argumentos que en líneas anteriores pongo a la consideración del lector. ¿En qué creer? ¿Hay agonía o no? Cuando vemos el video del señor Silva, indudablemente es muestra de degradación, es muestra de que al menos observamos la cultura del pillaje y de la ignominia, es muestra de que desde hace 14 años, aquella división política y social por las cuales se nos ha sometido de forma indiscriminada tiene sus resultados que al verlos urge la posibilidad de encontrarnos con un sistema democrático donde estemos de acuerdo en convivir y armonizar nuestras relaciones y diferencias. El ciudadano tiene un poder inmenso de cambio y de valoración, no todo es malo. Venezuela -si vemos la historia de manera objetiva- se encuentra en la etapa más oscura de su acontecer, pero no puede ser la excepción, imaginemos un país diferente y armonioso, y que por supuesto jamás tengamos la posibilidad de observar un video como el visto hace unos días.
gbricenovivas@gmail.com
Tenemos ya 14 años en presencia de una forma de gobernar exageradamente ineficiente mortificadora y contradictoria. Debo decir, de manera inequívoca, que la conducción política y social del fallecido presidente, fue la más inconveniente de todos los gobiernos democráticos o no que ha tenido este país después de 1830, cuando comenzaron los gobiernos formalmente elegidos después de la idea bolivariana de unirse a la Gran Colombia. El fallecido, asumió el poder, con la convicción de hacer una revolución, a su manera, sin tomar en consideración la mentalidad y la idiosincrasia total de la población. Dividió a los venezolanos, destruyó los partidos políticos, desdibujó la separación de poderes institucionales, limitó injustificadamente la libertad de expresión, alteró los derechos humanos, usurpó funciones legislativas y judiciales, y los más grave de todo: creó en el sentir de la gente un sentimiento de impotencia y desazón que difícilmente se le encuentra salida o posibilidad de acomodo. He allí el problema real de los venezolanos en esta era tan tormentosa e infeliz que vivimos.
El título de este artículo aparece esperanzador, por cuanto parto del principio de que existe una agonía de un régimen, y eso es bueno, si consideramos con atención los argumentos que en líneas anteriores pongo a la consideración del lector. ¿En qué creer? ¿Hay agonía o no? Cuando vemos el video del señor Silva, indudablemente es muestra de degradación, es muestra de que al menos observamos la cultura del pillaje y de la ignominia, es muestra de que desde hace 14 años, aquella división política y social por las cuales se nos ha sometido de forma indiscriminada tiene sus resultados que al verlos urge la posibilidad de encontrarnos con un sistema democrático donde estemos de acuerdo en convivir y armonizar nuestras relaciones y diferencias. El ciudadano tiene un poder inmenso de cambio y de valoración, no todo es malo. Venezuela -si vemos la historia de manera objetiva- se encuentra en la etapa más oscura de su acontecer, pero no puede ser la excepción, imaginemos un país diferente y armonioso, y que por supuesto jamás tengamos la posibilidad de observar un video como el visto hace unos días.
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